Meses después…Habían pasado varios meses desde que se descubrió la existencia de Eloísa, la hija escondida de Javier, quien ya estaba viviendo en la enorme mansión como un miembro más de la familia. Laura, por su parte, se encontraba en su séptimo mes de embarazo. Durante todo ese tiempo, se había mantenido apartada de Alejandro, evitando a toda costa caer de nuevo en sus bajos instintos. Solo se cruzaban cuando ella salía de su habitación, donde pasaba la mayor parte del día. A pesar de estar en su propia casa, vivía como una prisionera, ya que era incómodo toparse también con Sandra, la amante de su marido.Valentina, por su parte, aún no se embarazaba, lo que tenía muy afligido a Alejandro. Prácticamente dependían económicamente de Javier, y eso le otorgaba aún más poder en la situación. La incertidumbre de no saber por qué no quedaba embarazada la llevó a decidir ir al médico para realizarse unos estudios, pero sin decírselo a Alejandro. No podía creer que habían pasado meses y e
Ámbar no podía creer lo que estaba escuchando. Por un momento, se imaginó que Alejandro estaba un poco desorientado y aturdido, dado que se había enterado de que Valentina no podía darle el tan ansiado hijo para poder recibir la herencia.— Por favor, Alejandro, es una incoherencia lo que acabas de decir. Te pido que no lo vuelvas a repetir nunca más en tu vida. Creo que estás delirando con la noticia que te dio tu esposa. Necesitas descansar para que no repitas esta idiotez.Alejandro al ver que su madre no le creía y cansado de fingir lo que había sucedido entre él y Laura; la tomó por los hombros y, mientras la movía violentamente, le gritó la verdad en la cara: — ¡No es ninguna idiotez! Lo que te estoy diciendo es la pura verdad. Ese hijo que está a punto de nacer es fruto de mi relación con Laura.Ámbar abrió los ojos, horrorizada al darse cuenta de que Alejandro no estaba bromeando. Sin embargo, en el fondo, ella se resistía a aceptar que eso fuera verdad, porque sabía perfecta
Ámbar había llegado a la clínica, estaba dispuesta a todo, llegó a la sala de espera y allí encontró a Javier. Se acercó a él con sumo cuidado, consciente del coraje que seguro estaba sintiendo por el nacimiento de ese hijo que no era suyo.—Hola. ¿Cómo está Laura? ¿Ya dio a luz al bebé?Javier la miró con una expresión que denotaba el desagrado que le causaba su presencia allí, especialmente al imaginar que quizás ella ya estaba al tanto de toda la verdad. Sin embargo, no podía arriesgarse; mantener la farsa de que no sabía sobre la relación entre Laura y Alejandro era lo único que le permitía llevar a cabo su venganza contra ellos.—Laura está bien y ya dio a luz.—¿En serio? ¿Y tuvo niña o niño?—Tuvo un varón. ¿Algo más que quieras saber?—Javier, no tiene por qué ponerse así a la defensiva. Recuerde que, desde que nuestros hijos se casaron, ahora somos una familia. Deberíamos limar asperezas, aunque la verdad no comprendo el porqué de su hostilidad cuando su mujer acaba de darle
Alejandro al colgar la llamada de su madre estaba muy nervioso, no se imaginaba lo que estaba sucediendo en realidad, pero no le quedaba más remedio que obedecer lo que Ámbar le había ordenado. Estaba en juego el dinero de la herencia, sin embargo, lo que más le preocupaba era su hijo. Subió rápidamente a la habitación para buscar a Valentina y, para su sorpresa, la encontró acompañada de Eloísa, quien la estaba consolando. A pesar de la difícil situación en la que se conocieron, ambas lograron acercarse y entre ellas nació una empatía que las unió como hermanas. Eloísa era muy diferente a su madre; ella tenía buenos sentimientos y nunca estuvo interesada en la fortuna de su padre. Sin embargo, era una chica ingenua y siempre estuvo bajo el cuidado de Sandra, haciendo todo lo que ella le ordenaba. La manipulaba con mucha facilidad, pero había encontrado en Valentina un apoyo y disfrutaba mucho de su compañía. Por eso, al enterarse de que su hermana no podía tener hijos, no dudó e
Laura, al escuchar las palabras de Ámbar, se quedó sorprendida, ya que nunca se imaginó que Alejandro se atreviera a contarle la verdad. Eso empeoraría aún más su situación. Ámbar por su parte mantenía la mirada fija en ella, disfrutando de su desesperación y de cómo se iba a poner cuando se enterara de la tragedia de Javier. Trató de persuadir a Ámbar, haciéndole creer que no sabía de qué estaba hablando:—¿Qué estás diciendo? No comprendo a qué te refieres con esa locura. Ámbar la miró con una sonrisa llena de malicia, cerró la puerta y se acercó a Laura, mirándola fijamente con una mirada que la intimidaba: —Ya no tienes que seguir fingiendo conmigo, Laura. El juego se acabó. Ya estoy enterada de todo lo que pasó entre mi hijo Alejandro y tú. A Laura no le salían las palabras; se quedó impactada. Inmediatamente sintió un fuerte temor de que, en cualquier momento, Javier entrara a la habitación y encontrara a Ámbar allí. Su estado de nervios la invadió y sus manos comenzaron
Laura no tuvo otra alternativa que aceptar el chantaje de Ámbar. Estaba perdida; no podía regresar a la mansión ni reclamar un solo centavo de la fortuna de Javier. Se encontraba completamente entre la espada y la pared. Ámbar la tenía en sus manos por completo. Tuvo que firmar un documento en el que cedía todos los derechos de su hijo a Valentina, dejando una carta en la que explicaba las razones por las cuales no podía quedarse con el niño, debido a su fuerte depresión tras la muerte de Javier. No podía reconocer que el padre del niño era Alejandro, ya que la idea era que Valentina aceptara adoptarlo creyendo que era su hermanito. Luego, debían hacer creer a todo el mundo que el niño había nacido dentro del matrimonio, para así poder reclamar la herencia.Ámbar fue quien redactó la carta a su conveniencia, no quería cuidar cada detalle para no poner en riesgo sus planes. — Perfecto, Laura. Con este documento quedas desligada totalmente de mi nieto. Solo falta que Alejandro y Va
Años atrás.... — No me puedes obligar a seguir viviendo a tu lado, ya no te quiero y el divorcio es un hecho. Me marcho de aquí, no soporto un día más contigo. — Laura, no puedes dejarme. Soy el padre de tu hija y no voy a permitir que Valentina crezca sin mí. Si es necesario, te obligaré a quedarte conmigo. — ¡Suéltame! ¡Me estás haciendo daño! —gritaba Laura desesperada intentando soltarse, temía por lo que pudiera hacerle Javier, era un hombre muy violento. Laura forcejeaba con Javier mientras trataba de soltarse. Él la mantenía agarrada fuertemente por los brazos, ambos estaban en el segundo piso de la casa, muy cerca de la enorme escalera. Desde abajo, la pequeña Valentina, de apenas trece años, observaba con horror, sin comprender lo que sucedía entre sus padres. Solo sentía miedo por los gritos desgarradores de su madre tratando de escapar de la furia de su padre. Desesperada, Laura empujó a Javier sin querer, haciendo que cayera directo al piso de abajo. Valentina, atóni
La joven Valentina había crecido viendo a su padre maltratar a su madre innumerables veces. Sin embargo, ver a su madre empujar por las escaleras a su padre fue un momento crucial en su vida que la dejó marcada para siempre. Valentina, cada vez que veía a su padre postrado en la silla de ruedas, sentía mucho odio hacia su madre; por esa razón, se mantenía alejada de ella a pesar de vivir bajo el mismo techo. Como ya era mayor de edad, estaba dispuesta a casarse para poder alejarse definitivamente de ella. Laura no estaba al tanto de lo que pasaba realmente con la vida de su hija, por más intentos que hacía para acercarse a ella.Valentina no terminaba de entender que Laura había recibido muchos maltratos por parte de Javier, y que gracias a eso, ella tuvo que defenderse para así evitar que él acabara con ella primero. Javier, completamente lisiado, ya no podía hacerle más daño a Laura; en todos estos años, él había pagado con creces todo el daño que le había hecho. Pero a pesar de es