Cinco años después….El hijo de Laura, a pesar de haber nacido prematuro, había crecido sano y en medio del amor que le profesaban sus padres. Cada día se esmeraban en que nada le faltara, pero sobre todo se enfocaban en que fuera un niño feliz. Había crecido muy rápido, tan solo faltaban unos días para su cumpleaños número cinco. Alejandro después de recibir la herencia de su padre, pudo por fin independizarse económicamente, fundó una academia de arte y se dedicó de lleno a dibujar grandes obras que se hicieron muy famosas dentro de su circulo, logrando alcanzar un éxito tremendo. Continuaba casado con Valentina y junto al pequeño Javier Alejandro, formaban una familia feliz y en todo este tiempo, se había enamorado por completo de Valentina, pero a pesar de su felicidad, Alejandro no vivía en paz con los remordimientos, ya que Valentina aún no sabía que ese hijo al que le había dado todo su amor de madre, era en realidad fruto de la relación que tuvo con Laura. Aquella mañana se
Alejandro estaba demasiado nervioso, se había quedado sin palabras hasta que exclamó con un tono de voz algo tembloroso:—¡Laura! ¿Eres tú? ¿Es posible que seas tú? La mujer caminó despacio y se posó enfrente de él diciendo: —Sí, soy yo Alejandro, Laura. Alejandro enseguida corrió hacia la puerta y la cerró con seguro mientras se llevaba las manos a la cabeza y miraba a Laura con asombro. Habían pasado cinco largos años sin saber nada de ella, él se sentía muy aturdido sin saber qué hacer, estaba viviendo el momento que tanto temía, el regreso de la mujer que era una pieza muy importante en su vida, pero al mismo tiempo había sido su peor pesadilla. —Veo que no te esperabas que volviera a aparecer en tu vida. —¡Dios mío! Por favor Laura, es que esto es muy sorpresivo para mi, yo…no sé que decirte. No salgo aún de mi asombro. —¿Y no me invitas a sentarme? ¿O es que realizas las entrevistas de trabajo de pie?Alejandro temblaba, estaba realmente impresionado de verla, a pesa
La proximidad de Laura después de tantos años generó en Alejandro una notable inquietud. Aunque había logrado enamorase de Valentina y, en cierta medida, había relegado su relación con Laura al olvido, el aroma de su piel evocó recuerdos de momentos apasionados que compartieron en secreto. No pudo evitar un leve estremecimiento; Laura era consciente de que su presencia lo intimidaba.Laura había atravesado un sufrimiento considerable, primero en su matrimonio con Javier, enfrentando maltratos que soportó durante años. Lo más doloroso para ella fue la pérdida de su hijo a manos de Ámbar, un vínculo que representaba el amor que sentía por Alejandro y que constituía su única ilusión en aquel entonces.El reencuentro con Alejandro la llevó a revivir todos los momentos que habían compartido. Aunque pudiera parecer egoísta y poco ético, su regreso no solo perseguía la recuperación de su hijo, sino también la posibilidad de reconquistar a Alejandro, aun a expensas de su propia hija. La vida
Horas después…La noche había caído y Valentina se sentía inquieta. Alejandro aún no llegaba, había pasado la hora de la cena y el pequeño Javier Alejandro ya estaba en su habitación, dormido. Ella había intentado llamarlo varias veces, pero su celular estaba apagado. Le había dejado numerosos mensajes, y la preocupación crecía.“¡Dios mío! ¿Dónde estará Alejandro? Estoy empezando a preocuparme. Él nunca llega tarde y siempre me llama si no puede estar a tiempo para la cena. ¡Ya sé! Voy a llamar a Manuel a ver si él sabe dónde puede estar.”Justo cuando Valentina estaba a punto de marcar el número de Manuel, la puerta se abrió y, al ver entrar a Alejandro, exclamó, llena de alivio:—¡Mi amor, por fin llegas! Me tenías muy preocupada. Pensé que te había pasado algo. Estaba a punto de llamar a Manuel para saber de ti.—Lo siento, cariño. Tuve un día muy pesado en la academia. Necesito un trago doble.—¿Un trago? Pero si tú nunca tomas licor. ¿Qué te pasa, Alejandro? Te noto extraño. ¿Ac
Valentina observaba con asombro a ambos, esperando que las palabras de Ámbar fueran simplemente el resultado de su estado de embriaguez. Desde hacía tiempo, había notado que, desde la mañana hasta bien entrada la noche, Ámbar consumía licor y pasaba la mayor parte del tiempo ebria. —Señora Ámbar, ¿qué barbaridad acaba de decir? Por favor, deje de beber. Lo que está ocurriendo es serio y necesitamos que esté sobria más que nunca.Alejandro, nervioso y tratando de evitar que su madre continuara hablando, intervino rápidamente, tomando a Ámbar del brazo para llevarla a su habitación y alejarla de Valentina.—Madre, es hora de que te vayas a dormir. No necesitamos que compliques las cosas con tus comentarios absurdos.—¡Ya suéltame, Alejandro! Respeta que soy tu madre y aún puedo darte una bofetada, a pesar de que ya eres un hombre casado.—Vamos a tu habitación. Es muy tarde y es mejor que descanses. Mañana será otro día y podremos hablar cuando estés más sobria.—¡No voy a ningún
Comienza la venganzaValentina estaba en shock, no asimilaba la noticia, en un segundo el hogar que había construido por tantos años, se había destruido. Estaba tan impactada que no pudo aguantar más la presión, y de pronto, cayó desmayada al suelo. Alejandro enseguida la cargó y la acostó en el sofá, estaba muy asustado. —¡Valentina, mi amor! ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? ¡Despierta, por favor!Eloísa se acercó y le dijo molesta:—Después de una noticia tan horrible como esa, ¿qué pretendías? La pobre no aguantó la impresión de haber descubierto la clase de marido que tiene.Sandra fue rápidamente por alcohol y le colocó la botella debajo de la nariz a ver si así reaccionaba. Al cabo de unos minutos, Valentina comenzó a abrir los ojos con dificultad y, cuando pudo recobrar la conciencia, se llevó las manos a la cabeza mientras decía algo confundida: —¿Pero qué me pasó? Sentí que todo me dio vueltas y después vi todo negro y no supe nada más de mí.Alejandro la tenía agarrada de
El cambio de actitud de Valentina había sido radical. El dolor de la traición de Alberto y su madre, le había causado un dolor inmenso, y solo sentía sed de venganza. No podía creer cómo había estado engañada tantos años por el único hombre que había amado tanto.Mientras Valentina se encontraba con el abogado Gómez discutiendo los términos de la demanda contra Alejandro, él ya estaba en la academia desde muy temprano. Como era lógico, no había dormido en toda la noche; estaba atormentado por todo lo que sucedía. Además, lo de su madre lo tenía descontrolado; aún no asimilaba que ella fuera responsable de la muerte de Javier. La dejó en el hotel, recomendándole que no saliera de allí, temiendo que Valentina cumpliera con sus amenazas y avisara a la policía. Por muy culpable que fuera Ámbar de toda la desgracia que había pasado, era su madre y le dolía cualquier cosa que le sucediera. Se encontraba entre la espada y la pared.Entró a su oficina, ordenando las carpetas que tenía sobre
Te declaro la guerra Mientras Valentina entraba a terapia intensiva a ver Alejandro, Laura permanecía en la sala de espera acompañada de Manuel, quien no perdió la oportunidad de acercarse a ella y así enterarse de lo que estaba pasando, en todos los años de amistad que tenía con Alejandro, jamás llegó a mencionarle nada en relación a Laura: — Bueno, Laura, ahora que estamos a solas, creo que es un buen momento para que me digas: ¿cómo es eso de que eres la madre de Valentina? No comprendo del todo esta situación. ¿Por qué no me lo dijiste durante la entrevista que te hice? — Es una historia muy larga y no sé cómo lo vayas a tomar. — Pero creo que tengo derecho a saberlo. Recuerda que no solo vas a trabajar para Alejandro, sino también para mí. Yo soy su socio y tengo la mitad de las acciones de la academia. — Caramba, no sabía que también eras dueño de la academia. Pensé que trabajabas para Alejandro. ¡Vaya sorpresa queme he llevado! — Pues ya ves que no es así. Es u