Alejandro al colgar la llamada de su madre estaba muy nervioso, no se imaginaba lo que estaba sucediendo en realidad, pero no le quedaba más remedio que obedecer lo que Ámbar le había ordenado. Estaba en juego el dinero de la herencia, sin embargo, lo que más le preocupaba era su hijo. Subió rápidamente a la habitación para buscar a Valentina y, para su sorpresa, la encontró acompañada de Eloísa, quien la estaba consolando. A pesar de la difícil situación en la que se conocieron, ambas lograron acercarse y entre ellas nació una empatía que las unió como hermanas. Eloísa era muy diferente a su madre; ella tenía buenos sentimientos y nunca estuvo interesada en la fortuna de su padre. Sin embargo, era una chica ingenua y siempre estuvo bajo el cuidado de Sandra, haciendo todo lo que ella le ordenaba. La manipulaba con mucha facilidad, pero había encontrado en Valentina un apoyo y disfrutaba mucho de su compañía. Por eso, al enterarse de que su hermana no podía tener hijos, no dudó e
Laura, al escuchar las palabras de Ámbar, se quedó sorprendida, ya que nunca se imaginó que Alejandro se atreviera a contarle la verdad. Eso empeoraría aún más su situación. Ámbar por su parte mantenía la mirada fija en ella, disfrutando de su desesperación y de cómo se iba a poner cuando se enterara de la tragedia de Javier. Trató de persuadir a Ámbar, haciéndole creer que no sabía de qué estaba hablando:—¿Qué estás diciendo? No comprendo a qué te refieres con esa locura. Ámbar la miró con una sonrisa llena de malicia, cerró la puerta y se acercó a Laura, mirándola fijamente con una mirada que la intimidaba: —Ya no tienes que seguir fingiendo conmigo, Laura. El juego se acabó. Ya estoy enterada de todo lo que pasó entre mi hijo Alejandro y tú. A Laura no le salían las palabras; se quedó impactada. Inmediatamente sintió un fuerte temor de que, en cualquier momento, Javier entrara a la habitación y encontrara a Ámbar allí. Su estado de nervios la invadió y sus manos comenzaron
Laura no tuvo otra alternativa que aceptar el chantaje de Ámbar. Estaba perdida; no podía regresar a la mansión ni reclamar un solo centavo de la fortuna de Javier. Se encontraba completamente entre la espada y la pared. Ámbar la tenía en sus manos por completo. Tuvo que firmar un documento en el que cedía todos los derechos de su hijo a Valentina, dejando una carta en la que explicaba las razones por las cuales no podía quedarse con el niño, debido a su fuerte depresión tras la muerte de Javier. No podía reconocer que el padre del niño era Alejandro, ya que la idea era que Valentina aceptara adoptarlo creyendo que era su hermanito. Luego, debían hacer creer a todo el mundo que el niño había nacido dentro del matrimonio, para así poder reclamar la herencia.Ámbar fue quien redactó la carta a su conveniencia, no quería cuidar cada detalle para no poner en riesgo sus planes. — Perfecto, Laura. Con este documento quedas desligada totalmente de mi nieto. Solo falta que Alejandro y Va
Años atrás.... — No me puedes obligar a seguir viviendo a tu lado, ya no te quiero y el divorcio es un hecho. Me marcho de aquí, no soporto un día más contigo. — Laura, no puedes dejarme. Soy el padre de tu hija y no voy a permitir que Valentina crezca sin mí. Si es necesario, te obligaré a quedarte conmigo. — ¡Suéltame! ¡Me estás haciendo daño! —gritaba Laura desesperada intentando soltarse, temía por lo que pudiera hacerle Javier, era un hombre muy violento. Laura forcejeaba con Javier mientras trataba de soltarse. Él la mantenía agarrada fuertemente por los brazos, ambos estaban en el segundo piso de la casa, muy cerca de la enorme escalera. Desde abajo, la pequeña Valentina, de apenas trece años, observaba con horror, sin comprender lo que sucedía entre sus padres. Solo sentía miedo por los gritos desgarradores de su madre tratando de escapar de la furia de su padre. Desesperada, Laura empujó a Javier sin querer, haciendo que cayera directo al piso de abajo. Valentina, atóni
La joven Valentina había crecido viendo a su padre maltratar a su madre innumerables veces. Sin embargo, ver a su madre empujar por las escaleras a su padre fue un momento crucial en su vida que la dejó marcada para siempre. Valentina, cada vez que veía a su padre postrado en la silla de ruedas, sentía mucho odio hacia su madre; por esa razón, se mantenía alejada de ella a pesar de vivir bajo el mismo techo. Como ya era mayor de edad, estaba dispuesta a casarse para poder alejarse definitivamente de ella. Laura no estaba al tanto de lo que pasaba realmente con la vida de su hija, por más intentos que hacía para acercarse a ella.Valentina no terminaba de entender que Laura había recibido muchos maltratos por parte de Javier, y que gracias a eso, ella tuvo que defenderse para así evitar que él acabara con ella primero. Javier, completamente lisiado, ya no podía hacerle más daño a Laura; en todos estos años, él había pagado con creces todo el daño que le había hecho. Pero a pesar de es
Laura, al ver frente a ella a Alejandro, comenzó a temblar. La copa de vino que tenía en la mano se le escapó, rompiéndose en mil pedazos. Valentina, sorprendida por la reacción de su madre, se acercó a ella, tratando de recoger los vidrios esparcidos por el suelo, mientras le decía con angustia:— ¿Pero qué te ha pasado, mamá? Te has puesto pálida, parece que has visto un fantasma.Laura, con la mirada clavada en Alejandro, intentó controlarse para mantenerse en pie y respondió:— No me pasa nada, deja todo como está; la servidumbre se encargará de recoger los vidrios.Valentina, apenada por la actitud de su madre, se acercó a Alejandro para apaciguar el incómodo momento.— Bueno, no ha pasado nada, así que comencemos de nuevo. Madre, te presento a Alejandro Altamiranda, mi futuro esposo.“Dios mío, no puede ser que la madre de Valentina sea la mujer que amo”, pensó Alejandro, completamente incrédulo.Los nervios lo traicionaron; era más de lo que podía soportar. No sabía qué decir y
Valentina se quedó frustrada y llena de impotencia al ver que su madre, con su actitud egoísta, le había dañado lo que debió ser el momento más feliz de su vida.Subió a toda prisa hasta la habitación de Laura, entró sin tocar, realmente furiosa:— Ya puedes estar feliz; Alejandro se acaba de ir sin pedir mi mano. ¿Por qué todo lo tienes que dañar? No tenías por qué tratarlo de esa forma. ¡Eres una egoísta!— Por favor, Valentina, trata de calmarte. Las cosas no son como te lo imaginas. Yo conozco muy bien a Alejandro y sé perfectamente que no es el hombre que te conviene.— ¿Y se puede saber por qué, según tú, no me conviene? ¿Acaso por el hecho de ser tu alumno? Porque eso no sería una razón suficiente para impedir que me case con él.— Precisamente porque es mi alumno; lo conozco mucho más que tú y sé que no es el hombre para ti.— Pues no me interesa lo que tú pienses; no voy a permitir que me destruyas la vida igual como destruiste la de mi padre.Laura no soportó la presión y le
Laura no podía creer lo que estaba escuchando; enseguida apartó a Alejandro de ella mientras le decía entre sollozos:— ¡Eres un degenerado! No quiero volver a verte nunca más. Es obvio que te estás burlando de mí.Salió del bar a toda prisa. Sin embargo, Alejandro no se quedó de brazos cruzados; él tenía que hablar con ella, explicarle lo que realmente estaba sucediendo.— ¡Laura! Por favor, ¡espera! No te vayas así.Ella caminaba rápidamente, deseando llegar lo más pronto posible a su auto, pero Alejandro logró alcanzarla y la tomó nuevamente por el brazo, deteniéndola.— No puedes irte así. Al menos déjame explicarte por qué no puedo romper el compromiso con Valentina.— No hay nada que explicar. Lo único que me ha quedado claro es que te has burlado de las dos. Que lo hayas hecho conmigo no me importa, pero con mi hija, eso sí que no te lo voy a perdonar jamás.— No puedes dejarme así sin darme el beneficio de la duda. A quien amo es a ti.Laura, sintiendo que él se seguía burland