El sol brillaba intensamente mientras Alonso y Aurore viajaban en el coche hacia la comunidad donde la familia López tenía un proyecto social en marcha. El evento de ese día consistía en una serie de actividades para niños y adolescentes, con el objetivo de acercarse a la comunidad y apoyar a las familias menos favorecidas de la zona. Alonso había decidido llevar a Aurore, esperando mostrarle un lado diferente de su vida, algo que no estuviera relacionado con las negociaciones o las expectativas familiares.
Aurore miraba por la ventana del coche, observando el paisaje cambiar mientras se alejaban de la opulencia de la mansión y se adentraban en una zona más humilde. Había algo en la manera en que Alonso conducía, tranquilo y en silencio, que le transmitía cierta paz. Ella sabía que él tenía un propósito al traerla aquí, y estaba decidida a aprovechar la oportunidad para conocer más sobre Alonso y sus motivaciones.
Cuando llegaron al lugar, Aurore se sorprendió al ver la cantidad de personas que ya se encontraban allí. Había niños corriendo y jugando, voluntarios organizando actividades y entregando suministros, y un ambiente de camaradería que contrastaba enormemente con la atmósfera solemne de la mansión de los López. Alonso aparcó el coche y se giró hacia Aurore, con una sonrisa que parecía más genuina que las que ella había visto antes.
—Bienvenida al evento comunitario de los López. Hoy estaremos ayudando en algunas actividades para los niños y hablando con las familias. Es una de las pocas cosas que realmente disfruto hacer, lejos de los negocios y las reuniones formales —dijo Alonso, con un brillo en sus ojos que reflejaba lo importante que era este lugar para él.
Aurore sonrió y asintió, saliendo del coche junto a Alonso. Mientras caminaban hacia el centro del evento, varias personas se acercaron a saludar a Alonso, estrechando su mano y agradeciéndole por la ayuda de la familia. Aurore pudo notar cómo cambiaba la actitud de Alonso; aquí no era un hombre frío y meticuloso, sino alguien cercano, que realmente se preocupaba por las personas a su alrededor.
—Alonso, ¿quién es ella? —preguntó una mujer mayor que se acercó a ellos, con una sonrisa amable mientras miraba a Aurore con curiosidad.
—Ella es Aurore, una persona muy importante para mí —respondió Alonso, presentándola con naturalidad. Aurore notó cómo las palabras de Alonso la llenaban de calidez, una sensación que la sorprendió y la reconfortó al mismo tiempo.
—Es un placer conocerte, querida. Cualquier amiga de Alonso es bienvenida aquí —dijo la mujer, tomando la mano de Aurore entre las suyas con cariño.
Aurore agradeció la bienvenida y siguió caminando junto a Alonso. Durante el evento, se unió a varias actividades, ayudando a los niños a pintar murales y organizar juegos. Hubo momentos en los que las risas y el bullicio la hicieron olvidar por completo las responsabilidades y presiones que siempre la rodeaban. Vio a Alonso ayudando a un grupo de adolescentes con una actividad de robótica, y no pudo evitar sonreír al ver cómo los jóvenes lo rodeaban, escuchando atentamente cada palabra que decía.
Mientras observaba a Alonso, Aurore se dio cuenta de que él tenía un lado que ella no había imaginado. Aquí, rodeado de gente que lo admiraba por lo que hacía y no por el poder que tenía, Alonso parecía libre, sin las cadenas que siempre lo mantenían contenido. Aurore sentía que estaba empezando a conocer al verdadero Alonso, y eso la hacía sentirse más cercana a él.
Sin embargo, no todo el mundo parecía estar contento con la presencia de Aurore. Mientras ayudaba a una niña pequeña a pintar, escuchó murmullos a su alrededor. Algunas personas la miraban con desconfianza, y podía escuchar fragmentos de conversaciones que mencionaban el compromiso entre las familias López y Johnson. Aurore sabía que no todos veían con buenos ojos esa alianza, y entendía que había gente que cuestionaba sus intenciones y la veía como una intrusa.
En un momento, un hombre se acercó a ella, su expresión era seria, y su tono, aunque cortés, tenía un deje de frialdad.
—Eres Aurore, ¿verdad? La prometida de Alonso —dijo, más como una afirmación que como una pregunta.
Aurore asintió, tratando de mantener la calma.
—Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarte? —respondió, intentando sonar amigable.
El hombre la miró por un segundo antes de hablar nuevamente.
—Solo quiero que sepas que aquí todos valoramos mucho a Alonso. Es un buen hombre, y espero que tú también lo veas así. No nos gustaría que alguien jugara con él o con lo que representa para esta comunidad —dijo, sus palabras claras y directas.
Aurore sintió un nudo en el estómago, pero logró mantener su sonrisa.
—Lo entiendo, y te aseguro que no estoy aquí para lastimar a Alonso. Estoy aquí porque también quiero que esto funcione, por él y por nuestras familias —respondió con sinceridad.
El hombre asintió, aunque la desconfianza no desapareció de su mirada. Aurore lo observó alejarse, y aunque sabía que no sería fácil ganarse la confianza de todos, estaba decidida a seguir intentándolo.
Cuando el evento llegó a su fin, Alonso se acercó a Aurore, con una sonrisa cansada pero satisfecha.
—Ha sido un día largo, pero creo que fue un éxito —dijo, mirándola con calidez—. Vi cómo te involucraste con los niños. Fue genial verte así, Aurore.
Aurore sonrió y asintió, sintiendo que había logrado acercarse un poco más al mundo de Alonso, un mundo que cada vez se sentía menos ajeno.
El evento comunitario había sido un éxito, y mientras el sol comenzaba a ocultarse, Alonso y Aurore se preparaban para despedirse de la comunidad. Sin embargo, antes de que pudieran irse, una figura inesperada apareció en el camino hacia el coche. Aurore notó cómo la expresión de Alonso cambiaba al verlo, endureciéndose. Un hombre de unos treinta años, alto y con una sonrisa que parecía más una provocación que un gesto amistoso, se acercaba hacia ellos.
—Alonso, viejo amigo —dijo el hombre, alzando una mano para saludar a Alonso—. Qué sorpresa encontrarte aquí.
Alonso tensó la mandíbula, pero mantuvo la compostura mientras estrechaba la mano del recién llegado.
—Alejandro —respondió Alonso con un tono frío—. No esperaba verte por aquí.
Alejandro soltó una risa corta, que no llegó a sus ojos, y luego dirigió su atención a Aurore, que observaba la interacción con curiosidad. Alejandro la miró de arriba abajo, y una sonrisa ligeramente cínica apareció en su rostro.
—Y tú debes ser Aurore. He escuchado mucho sobre ti —dijo, alargando la mano hacia ella—. Soy Alejandro, un viejo conocido de Alonso.
Aurore estrechó la mano de Alejandro, tratando de mantener la calma. Había algo en su tono que la hacía sentirse incómoda, como si cada palabra estuviera cargada de segundas intenciones.
—Un placer, Alejandro —respondió ella, intentando sonar neutral.
Alejandro soltó su mano y volvió a mirar a Alonso, con una expresión que denotaba provocación.
—Así que, ¿la prometida de Alonso, eh? No puedo decir que me sorprenda. Alonso siempre ha sido el tipo de hombre que sigue las expectativas de la familia, sin importar lo que realmente quiera —dijo, con una sonrisa ladeada.
Alonso respiró hondo, y Aurore pudo notar cómo trataba de controlar su reacción. No quería hacer una escena frente a la comunidad, especialmente después del éxito del evento. Sin embargo, las palabras de Alejandro habían tocado un punto sensible, y Aurore lo sabía.
—Alejandro, este no es el momento ni el lugar para tus juegos —dijo Alonso, con un tono más duro—. Estamos aquí por la comunidad, no para hablar de asuntos personales.
Alejandro levantó las manos, fingiendo inocencia.
—Tranquilo, Alonso. Solo estoy aquí para ayudar. Pero claro, no pude evitar pasar a saludar a mi viejo amigo y a su hermosa prometida —dijo, mirando a Aurore con una sonrisa que la hizo sentir aún más incómoda.
Aurore decidió intervenir antes de que la situación empeorara. Dio un paso adelante y sonrió, intentando suavizar el ambiente.
—Fue un placer conocerte, Alejandro. Espero que también puedas aportar algo positivo a la comunidad, al igual que lo hemos hecho hoy —dijo, con una amabilidad que dejaba claro que no quería más provocaciones.
Alejandro la miró por un momento, y luego soltó una risa, como si hubiera encontrado divertido el intento de Aurore por manejar la situación.
—Vaya, Alonso. Tienes una prometida con carácter. Eso es algo que no esperaba —dijo, antes de dar un paso atrás—. En fin, no quiero interrumpir más. Estoy seguro de que nos veremos pronto.
Con eso, Alejandro se dio la vuelta y comenzó a alejarse, dejando tras de sí una atmósfera cargada de tensión. Alonso lo observó hasta que desapareció de vista, y luego dejó escapar un suspiro profundo, como si hubiera estado conteniendo el aliento durante toda la conversación.
Aurore lo miró, preocupada por la expresión en el rostro de Alonso.
—¿Estás bien? —preguntó ella con una voz suave.
Alonso se giró hacia ella, asintiendo lentamente.
—Sí, estoy bien. Alejandro siempre ha sido... complicado. Tuvimos nuestras diferencias en el pasado, y parece que él no ha superado eso —dijo, con un tono que intentaba restarle importancia, aunque Aurore podía ver que las palabras de Alejandro lo habían afectado.
Aurore se acercó y tomó la mano de Alonso, apretándole ligeramente en un gesto de apoyo.
—No dejes que te afecte. Hoy fue un buen día, y no deberíamos permitir que alguien como él arruine eso —dijo, mirándolo a los ojos.
Alonso la miró por un momento, y luego asintió, una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios.
—Tienes razón. No vale la pena. Gracias, Aurore —dijo, y juntos se dirigieron al coche, dejando atrás la tensión que Alejandro había traído consigo.
Mientras se alejaban de la comunidad, Aurore recordó como la presencia de Alejandro había afectado a Alonso. Había algo en la relación entre ellos que estaba claro que iba más allá de una simple rivalidad, y Aurore sabía que, tarde o temprano, tendría que entender mejor esa historia si quería estar al lado de Alonso.
La noche ya había caído cuando Alonso y Aurore llegaron a la mansión. El trayecto de regreso había sido tranquilo. Aurore podía sentir que algo pesaba sobre Alonso, una carga emocional que parecía llevar en silencio desde el encuentro con Alejandro. Aunque habían intentado disfrutar el resto del día, la sombra de aquella conversación seguía presente.
Alonso la condujo hasta una de las terrazas de la mansión, donde el cielo despejado permitía ver un manto estrellado que se extendía sin límites. Aurore lo observó, notando cómo la expresión de su rostro se suavizaba al contemplar las estrellas. Había algo en esa atmósfera que invitaba a hablar, a liberar aquello que los mantenía inquietos.
—Alejandro... él siempre ha sabido cómo sacar lo peor de mí —dijo Alonso de repente, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos. Su voz sonaba grave, con una mezcla de cansancio y resignación.
Aurore se acercó a él, apoyándose en la barandilla de la terraza, justo a su lado.
—Parece que hay mucha historia entre ustedes. No quiero presionarte, Alonso, pero si alguna vez quieres hablar de ello, estaré aquí para escucharte —dijo con un tono sincero, mirando las luces lejanas que titilaban en la distancia.
Alonso guardó silencio durante un momento, como si estuviera decidiendo si abrirse o no. Finalmente, dejó escapar un suspiro y giró su cabeza hacia Aurore, con una expresión que reflejaba tanto dolor como determinación.
—Alejandro y yo nos conocimos en la universidad. Éramos parte del mismo círculo, siempre compitiendo. Al principio, era una competencia sana, ambos queríamos sobresalir, ser los mejores. Pero poco a poco, todo cambió. Alejandro siempre tuvo una visión muy... particular del poder. Para él, las personas no eran más que herramientas para lograr sus objetivos, y esa forma de pensar nos llevó a enfrentarnos —dijo Alonso con un tono cargado de una mezcla de tristeza y rencor.
Aurore lo escuchaba con atención, sin interrumpir, sintiendo cómo cada palabra revelaba una parte de Alonso que hasta ahora desconocía.
—Hubo un momento en que pensé que podríamos seguir siendo amigos. Pero entonces, Alejandro cruzó una línea que no podía perdonar. Empezó a involucrarse en negocios turbios, cosas que ponían en riesgo a compañeros inocentes. Cuando me negué a apoyarlo, se convirtió en mi rival. Desde entonces, siempre ha tratado de demostrar que puede superarme, que puede hacerme caer —continuó Alonso, mirando hacia el horizonte, como si reviviera esos momentos en su mente.
Aurore se acercó un poco más a él, colocando una mano en su brazo en un gesto de apoyo.
—Debe haber sido difícil enfrentarte a eso, especialmente cuando parecía que todos a tu alrededor lo apoyaban —dijo ella, tratando de imaginar cómo debió ser aquella situación para Alonso.
Él asintió, una sonrisa amarga curvando sus labios.
—Sí, fue difícil. Pero aprendí que no podía permitir que la visión de Alejandro me definiera. Mis padres siempre me enseñaron a valorar a las personas, a no verlas como simples recursos. Alejandro pensaba que era un idealista ingenuo, y quizá lo soy. Pero prefiero eso a convertirme en alguien como él —dijo, con una determinación que reflejaba la fuerza de sus convicciones.
Aurore lo miró, sintiendo una profunda admiración por él. Alonso no era solo el heredero de una familia poderosa; era alguien que había decidido mantener sus principios, incluso cuando eso significaba enfrentarse a alguien tan peligroso como Alejandro. En ese momento, Aurore sintió que había algo más que respeto en lo que sentía por Alonso; una conexión nacida de la admiración y la empatía.
—Alonso, estoy aquí para apoyarte. No importa lo que haya sucedido en el pasado con Alejandro, sé que tienes la fortaleza para superar cualquier cosa. Y si de alguna manera puedo ayudarte, lo haré —dijo Aurore, su voz suave, pero llena de convicción.
Alonso la miró, y durante un momento, no hubo palabras, solo el brillo de sus ojos reflejando la sinceridad de Aurore. Finalmente, asintió y tomó su mano, apretándola ligeramente.
—Gracias, Aurore. No sabes cuánto significa para mí escuchar eso —dijo, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios, una sonrisa que hablaba de esperanza.
Ambos permanecieron en la terraza por un tiempo más, en silencio, disfrutando de la paz que traía la noche. Las estrellas brillaban sobre ellos, y el viento suave acariciaba sus rostros. Aurore sintió que, poco a poco, estaban dejando atrás las barreras que los habían separado al principio. Cada palabra compartida, cada momento juntos, los acercaba más. Y aunque el futuro aún era incierto, Aurore tenía la certeza de que, si seguían apoyándose mutuamente, podrían superar cualquier obstáculo.
La noche avanzaba, y la sensación de conexión entre ellos se hacía más fuerte. Finalmente, Alonso se giró hacia ella y, con una sonrisa suave, dijo:
—Deberíamos irnos a descansar. Mañana será un día largo, y necesitamos estar preparados. Aurore asintió, pero antes de irse, se acercó y le dio un suave beso en la mejilla, un gesto que lo tomó por sorpresa, pero que lo hizo sonreír de verdad.
—Buenas noches, Alonso. Gracias por compartir esto conmigo —dijo Aurore, con una mirada cálida.
—Buenas noches, Aurore —respondió Alonso, y juntos se dirigieron al interior de la mansión.
Esa misma noche, cuando Aurore regresó a su habitación, se sentía aliviada y reconfortada por la conversación que había tenido con Alonso. Se cambió a un camisón cómodo y se dirigió a la cómoda para dejar sus pertenencias. Mientras organizaba sus cosas, algo en el tocador llamó su atención: un sobre de color crema, cuidadosamente colocado sobre el mueble. No recordaba haberlo visto antes.
El sobre no tenía ningún destinatario ni remitente, sólo su nombre escrito con una caligrafía elegante y firme: "Aurore". Frunció el ceño, una mezcla de curiosidad y preocupación comenzó a formarse en su pecho. Con cuidado, deslizó el dedo por el borde del sobre para abrirlo y sacó una hoja doblada en su interior.
Las palabras que leyó la hicieron contener el aliento. La carta, escrita con el mismo estilo elegante, era breve, pero cada palabra parecía pesarle en la mente:
"Aurore,
Las familias a las que pertenecemos no son lo que parecen, y el compromiso que se te ha impuesto oculta secretos oscuros. Hay fuerzas en juego que desconoces, y confiar ciegamente podría ser tu perdición. Mantente alerta y no creas todo lo que te dicen. Incluso quienes parecen ser aliados pueden no serlo.
El futuro depende de ti. Protege lo que te importa.
Un amigo."
Aurore sintió cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Sus manos comenzaron a temblar mientras releía las palabras una y otra vez, tratando de encontrar un significado más allá de lo evidente. Las dudas y los temores se arremolinaron en su mente. ¿Quién podía haber dejado esa carta? ¿Y por qué? Sabía que las familias López y Johnson eran poderosas y guardaban grandes secretos, pero sabía que sus padres no le impondrían un compromiso con razones ocultas.
Con la carta aún en sus manos, Aurore se sentó en la cama, intentando calmarse. Las palabras resonaban en su mente, y una sensación de inseguridad comenzó a instalarse en su interior. Había empezado a confiar en Alonso, a ver un lado de él que la hacía sentir segura, pero ahora... ¿y si él también era parte de algo que ella desconocía? ¿Y si todo lo que habían compartido hasta ahora no era más que una ilusión?
Trató de pensar en quién podría haber escrito la carta. La caligrafía era demasiado elegante para pertenecer a alguien del personal de la mansión, y dudaba que Berenice, con su abierta desconfianza hacia ella, hubiera elegido un método tan sutil para expresar sus sentimientos. Aurore respiró hondo, intentando calmar sus pensamientos. Decidió que, por el momento, lo mejor era no hacer nada precipitado. Guardó la carta en un cajón de la cómoda y cerró con llave. Necesitaba tiempo para pensar, para decidir cómo actuar. Sabía que debía ser cautelosa, que no podía permitir que el miedo o la incertidumbre la llevaran a tomar decisiones imprudentes. Todo a su alrededor empezaba a sentirse más complejo y peligroso de lo que había imaginado al principio.
Se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana de su habitación. Abrió las cortinas y se quedó mirando la noche, el cielo estrellado que apenas hacía un rato había compartido con Alonso. Todo se veía tan tranquilo desde allí, pero sabía que la calma podía ser engañosa. A partir de ese momento, tendría que prestar más atención a su entorno, estar alerta a cualquier señal que pudiera confirmar o desmentir lo que esa carta insinuaba. Había una inquietante belleza en la noche, pero Aurore sabía que debajo de esa serenidad se ocultaban secretos que podrían cambiarlo todo.
El sonido del viento susurraba a través de las ramas de los árboles del jardín, y Aurore se abrazó a sí misma, intentando encontrar algo de consuelo. Sabía que tenía que ser fuerte, que no podía permitirse flaquear ahora que comenzaba a construir algo junto a Alonso. Pero la duda se había instalado en su mente, y no sería fácil deshacerse de ella. Las palabras de la carta seguían repitiéndose, como un eco insistente: "Protege lo que te importa". Pero, ¿qué debía proteger? ¿De qué? ¿Era Alonso un aliado o también un riesgo del que debía cuidarse?
Aurore cerró los ojos por un momento, dejando que la brisa fresca la envolviera. Debía ser cautelosa y astuta. Fuera quien fuera el autor de la carta, no se dejaría manipular tan fácilmente. Por el bien de Alonso y por el suyo, debía descubrir la verdad. Y lo haría, sin importar cuánto tiempo le llevara. Si había algo oscuro detrás del compromiso, tenía que conocerlo, tenía que enfrentarlo. La idea de que todo lo que había comenzado a construir con Alonso estuviera basado en una mentira la asustaba pero no permitiría que nadie jugara con su vida de esa manera.
Finalmente, se apartó de la ventana y volvió a la cama. Se recostó, cerrando los ojos con la determinación de no dejarse consumir por la duda y el miedo. Tenía que ser fuerte, no solo por ella misma, sino también por Alonso. Y aunque el futuro se presentaba lleno de incertidumbre, Aurore sabía que no estaba dispuesta a rendirse. No se trataba solo de ella y Alonso; se trataba de su libertad, de tener el control sobre su vida en medio de las intrigas y manipulaciones.Poco a poco, Aurore se dejó llevar por el sueño. Y aunque sabía que los días que estaban por venir serían más desafiantes que nunca, también sabía que tenía una razón para luchar.
La mañana siguiente trajo nuevos desafíos, justo recién al despertar se le informó a Aurore que la cena de gala para anunciar formalmente su compromiso tendría lugar en pocos días. Esta gala, organizada por ambas familias, sería la oportunidad de presentar oficialmente su unión a la sociedad. Aurore no pudo evitar sentir cómo el peso de las expectativas volvía a caer sobre ella. Tanto Alonso como ella sabían que esta cena sería un momento clave para consolidar su imagen como pareja y como representantes de sus respectivas familias.
La noche envolvía la ciudad de Nueva York, y las luces titilaban como estrellas dispersas en la vasta oscuridad de la urbe. En lo más alto de un edificio que dominaba el horizonte, una habitación, apartada del bullicio y del caos citadino, aguardaba. La sala de reuniones tenía paredes de madera oscura y sofás de cuero negro que reflejaban el lujo discreto de quienes se movían tras las sombras. La mesa larga y pulida al centro era el epicentro de la tensión contenida en aquel lugar. Las lámparas colgantes emitían una luz tenue, proyectando sombras alargadas que parecían bailar sobre las paredes, creando un ambiente aún más solemne y enigmático. Cada detalle de la decoración parecía calculado para transmitir poder y autoridad sin extravagancias innecesarias.Alrededor de la mesa, dos familias se miraban con rostros imperturbables. La Familia G. López y la Familia P. Johnson se habían reunido. No era la primera vez que sus caminos se cruzaban, pero sí la primera en la que compartían una
La luz del sol se filtraba por la ventana, bañando la habitación de Aurore con un cálido resplandor matutino. Sentada frente a su escritorio, Aurore intentaba concentrarse en su proyecto de historia del arte. Frente a ella, una serie de fotografías y bocetos se apilaban, cada uno parte de su próxima exposición. Sin embargo, sus pensamientos se desviaban constantemente hacia el compromiso impuesto y la inevitable interacción que tendría con Alonso el fin de semana siguiente. Era como si una nube oscura hubiera empezado a proyectarse sobre su vida, haciéndola sentir atrapada en un destino que no había elegido.Dejó escapar un suspiro frustrado y se levantó de la silla, caminando hacia la ventana para tratar de despejar su mente. La vista del jardín, con sus flores coloridas y el aire fresco de la mañana, siempre había sido su refugio, un lugar donde podía encontrar consuelo. Pero hoy, ni siquiera el paisaje podía calmar la sensación de ansiedad que crecía en su interior. Pensar en Alons
El sol comenzaba a despuntar sobre la mansión, pintando los muros de un cálido tono dorado. Aurore se despertó antes de lo esperado, sus pensamientos aún girando en torno a la cena de la noche anterior. Había algo en Alonso que la intrigaba, algo que no había notado antes: un deseo de conectar, más allá de las obligaciones que los rodeaban. Sin embargo, sabía que si quería hacer que este compromiso fuera más llevadero, tendría que mostrarse más auténtica, más abierta. No podía permitir que su futuro se definiera solo por la rigidez de las expectativas familiares.Decidida a hacer algo diferente, Aurore se vistió con ropa sencilla y bajó al piso principal en busca de la cocina. La mansión era enorme y laberíntica, pero logró llegar al lugar siguiendo el sonido de la actividad matutina. Al entrar, encontró a Elena, la encargada de la cocina, organizando los ingredientes para el desayuno. La mujer levantó la vista y la observó con sorpresa.—Buenos días, señorita Aurore. ¿Hay algo en lo