Capítulo 356
—"Mejor no nos sigas acompañando, no vaya a ser que el abuelo Rowan termine muriéndose del coraje", pensó Ricardo, pero no se atrevió a decirlo en voz alta.

La situación de la familia Balan era complicada, algo que los de afuera nunca entenderían. Y aunque César y él se llevaban bien, Ricardo conocía mejor que nadie cómo eran las cosas.

No era César lo que realmente le preocupaba. Lo que le inquietaba era la familia de Flavio.

El ambiente estaba tenso. Nadie decía nada hasta que César, sin más, se dio la vuelta y tomó a su madre, María, para irse. Flavio y Rocío intentaron acercarse, pero al ver a los guardias en la puerta de la habitación, no les quedó otra opción que marcharse.

Ricardo aprovechó la oportunidad y le pidió a la enfermera que se encargara de los trámites. Luego se giró hacia César.

—Tía, necesito hablar un momento con César a solas —dijo Ricardo.

María asintió.

—Ve, hijo.

Ambos caminaron por el pasillo. César sacó un cigarro, lo encendió y comenzó a fumar. Ricardo hizo
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