Capítulo 352
—Hace un rato no estabas así, hasta me pediste que te ayudara —dijo él, con una mirada dura y una voz que se volvía cada vez más áspera, como una serpiente lista para atacar.

Se acercó y se dejó caer sobre la espalda de Teresa.

Ella no hizo nada para evitarlo, pero tampoco lo abrazó. Con desprecio, dijo:

—¿Tú crees en lo que dice una mujer cuando está en la cama? ¿Qué te pasa? Cada vez eres más ingenuo.

Saúl la miró con rabia, sin poder disimular lo dolido que estaba. Su cara se puso tiesa.

Teresa lo empujó a un lado y se agachó para recoger la falda ajustada que había quedado tirada en el piso. Se la puso de nuevo, acomodándosela sin apuro.

—La diferencia entre tú y César es enorme. Aunque se parezcan, no tienen ni de lejos la misma cabeza. —Dijo eso mientras se arreglaba la ropa, sin molestarse en ocultar su desprecio.

César, a diferencia de Saúl, podía mantener su porte impecable incluso después de momentos intensos. Con solo ponerse los pantalones, volvía a lucir elegante en su tra
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