Leonardo llevó a Alessa a la casa de sus padres. El trayecto fue silencioso, con Alessa sumida en su dolor y Leonardo preocupado preso de la preocupación por el abuelo y por la tormenta que se avecina. La mansión, habitualmente llena de vida, ahora parecía un mausoleo, fría y desolada. Al entrar, el eco de sus pasos resonaba en los pasillos vacíos.—Alessa, necesitas descansar —dijo Leonardo con suavidad, tomando su mano para guiarla hacia su habitación.Alessa no respondió, solo dejó que la llevara. Al pasar frente a la puerta de sus padres, se detuvo, soltó la mano de Leonardo, su respiración se volvió errática y las lágrimas comenzaron a caer nuevamente. Abrió la puerta y la empujó suavemente. La habitación de sus padres estaba intacta, cada detalle en su lugar. El aroma familiar de sus perfumes aún flotaba en el aire, mezcl&aacut
La atmósfera en la funeraria era opresiva, cargada de un dolor palpable que parecía envolver a todos los presentes. Isabella y Alessa, llegaron vestidas de riguroso luto, se mantenían cerca una de la otra, buscando consuelo en su mutua compañía. Francesco y Leonardo estaban a su lado, ofreciendo su apoyo silencioso.El lugar estaba lleno de familiares, amigos y empleados de la constructora. Isabella y Alessa permanecieron juntas, sosteniéndose mutuamente mientras las lágrimas caían. La sala estaba decorada con flores blancas y negras, un tributo a la memoria de sus padres. Los asistentes se acercaban uno por uno para ofrecer sus condolencias, susurros de apoyo y palabras de consuelo que apenas lograban atravesar el muro de dolor que rodeaba a las hermanas.Las horas pasaban de prisa, entre condolencias y llanto; la noche dio paso al nuevo día. Francesco fue por el abuelo al hospital y lo llevó a la funeraria. Allí permanecieron unas horas, luego llevaron los féretros a la iglesia dond
Luego de que se escuchara el disparo, todo quedó en silencio. Muchos contenían la respiración. Elena seguía de pie frente a Isabella, inmóvil. De repente, Dimitri se desplomó al suelo, con la pierna herida. El dolor deformaba sus facciones en una mueca de sufrimiento. Elena, paralizada por el miedo, mantenía los ojos fijos en Isabella, su rostro bañado en lágrimas reflejando una mezcla de terror y desesperación.Elena respiró aliviada y dijo: —Estás demente, Isabella. Te atreviste a disparar, gracias a Dios fallaste.Al oír el comentario de Elena, Isabella se carcajeó con ironía. — ¡Fallé! No, Elena, jamás fallo. Le disparé a quien no acató una orden y juro que si no se marchan en este momento, la próxima bala llevará tu nombre.Francesco, desesperado ante la situación, llamó a Roger. —Lleva a Dimitri al hospital y luego deja a Elena en su apartamento.Elena, al ver que Francesco no se iría con ella, le recordó la promesa que había hecho antes de su viaje. — ¿Qué estás diciendo, Franc
Mientras tanto, Tomás, que estaba observando la situación recostado de la pared con los brazos cruzados, enderezó su postura, se quitó el abrigo y lo colocó delicadamente sobre el sofá.De inmediato, Francesco, intercambio con los presentes una mirada de desconcierto. — ¡Vaya, el turista quiere pelea!, todo un chico malo, porque no te marchas, ve a donde sea que fue el otro extraño que llego contigo. —Tomas, negó con la cabeza mientras se arreglaba las mangas de la camisa. — Pues veamos lo que tienes. —expreso Francesco.—Veo que te intriga saber quién es el otro hombre; pues bien, ese caballero no es nada más que el hombre que conoce cada detalle y cada paso de la vida de Isabella, y si no me equivoco en este momento debe estar secando sus lágrimas; ahora ya verás lo que puede hacer este turista. Tomás se acercó a Francesco con una mirada dura y acusadora. —Tú. Todo esto es culpa, tuya —espetó, su voz goteando desprecio.Francesco, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el puñ
La mansión Moretti, antaño símbolo de poder y elegancia, estaba ahora marcada por la reciente batalla. Las ventanas estaban rotas, las paredes agujereadas por las balas, y los muebles finos destruidos y esparcidos por doquier. Fragmentos de vidrio crujían bajo los pies de los miembros de la familia mientras recorrían los pasillos, examinando los daños. La lluvia continuaba cayendo, más fuerte que nunca, cubriendo el entorno con un sonido ensordecedor. El aire estaba cargado de humedad y tensión, cada respiración se sentía pesada.Isabella, con la respiración agitada y los ojos llenos de determinación, caminaba al lado de Nick, quien se movía con dificultad, una mano debajo de su chaqueta. Una bala lo había impactado durante el ataque, dejando una herida sangrante en la región lateral del abdomen. A pesar del dolor, se mantenía firme, su lealtad y amor por Isabella dándole fuerza.Carter, que lo conocía bien, llamó su atención.—Novato, ¿todo bien?Nick forzó una sonrisa.—Desde luego,
Después que la noche terminaba e iniciaba el día siguiente con una mañana fría cargada de nubes grises, Isabella despertó temprano. Estaba frente a una de las ventanas rotas en el ataque, viendo hacia el jardín con una taza de café humeante en las manos. Sus pensamientos volaron hacia aquellos tiempos felices cuando se sentaban allí a desayunar sus padres, Alessa, Charly y ella.El crujido de los escalones la sacó de su ensimismamiento. Charly apareció en la puerta, su rostro aún marcado por la tristeza de los últimos días. Se acercó a Isabella en silencio y se colocó a su lado, ambos mirando el jardín que una vez fue el escenario de tantas risas y momentos felices.—Recuerdo cuando papá solía levantarse temprano solo para preparar sus famosas tostadas francesas —dijo Charly con una sonrisa melancólica—. Siempre decía que el secreto estaba en la cantidad justa de canela.Isabella asintió, con los ojos llenos de nostalgia.—Sí, y mamá siempre le corregía q
Los chicos se unieron al grupo para continuar con las reparaciones mientras tanto en el departamento de Elena, Francesco continuaba escuchando las eternas quejas y reclamos de Elena, no solo había tenido un día difícil y una noche terrible el día anterior sino que también la mañana y parte de la tarde del nuevo día había tenido que soportar las insoportables discusiones.—Francesco desde que te levantaste has estado frente a esa estúpida computadora, no me has dicho absolutamente nada llegaste golpeado hecho un desastre, quiero saber cuándo iras por tus cosas, supongo que la loca de Isabella te pidió el divorcio; estoy cansada de ser la otra, mi hijo no nacerá siendo un bastardo, ya deja esa maldita computadora y préstame atención quiero que ocupes tu lugar y me des el puesto que me merezco en tu familia. —dijo Elena mientras lanzaba la laptop al suelo.Frances
El aire era denso y cálido, cargado con la fragancia de las flores nocturnas que bordeaban la mansión Moretti. La brisa, aunque leve, llevaba consigo un susurro inquietante, como si la misma naturaleza supiera de la tensión que se cernía sobre la casa. A lo lejos, un búho ululaba, su canto resonando en la oscuridad, mientras las nubes se movían perezosamente sobre un cielo pintado de un azul profundo, salpicado por la luz tenue de las estrellas.Mientras se preparaban para la caza, Isabella miró a sus aliados, sintiendo una mezcla de gratitud y determinación. Francesco estaba ajustando su chaqueta, sus movimientos meticulosos reflejando su concentración. Carter, en cambio, mantenía su habitual calma, aunque sus ojos traicionaban un destello de furia contenida. Sabía que juntos, podrían enfrentar cualquier cosa. La sombra de la traición de Roger no podría oscurecer la luz de la venganza y la justicia que estaban a punto de desatar.La noticia de las traiciones y la inminente venganza ha