A pesar de que la fiesta estaba en pleno apogeo y la música suave llenaba el aire, era imposible opacar el murmullo de los presentes ante la abrupta llegada de Elena, Dimitri y Rebeca.Francesco e Isabella se detuvieron en seco al ver a Elena. Con su presencia imponente y mirada desafiante, parecía disfrutar de la sorpresa y el desconcierto que causaba. Alessa, por otro lado, se quedó boquiabierta al ver a Rebeca, sintiendo una oleada de emociones contradictorias. Sin embargo, debía hacer frente a la llegada de Elena y no permitir que le arruinara la noche a Isabella; después le tocaría el turno a Rebeca.Elena caminó hacia la mesa donde se encontraba Isabella. Observó a los que compartían la mesa con una sonrisa de superioridad y, al ver a Salvatore, sonrió, le guiñó el ojo y dijo:—Feliz noche a todos. Francesco es increíble ver cómo compartes la mesa con Salvatore, aun sabiendo que está locamente enamorado de tu esposa. Bueno que se puede esperar si Isabella duerme con el enemigo.
Max soltó la mano de Alessa y se detuvo frente a ella. De inmediato comenzó a sonar una canción. La letra describía una atracción física tan fuerte entre dos personas que se dejaban arrastrar por la intensidad y el deseo ardiente en una relación amorosa, comparada con una “sobredosis,” en la que el nivel de pasión era tan alto que podría ser peligroso o abrumador.— ¿Cuál es el misterio entre medio de tus piernas? ¿Qué enloquece mi cordura? Eres un volcán de sensaciones. Cada célula en tu ser compone ricura.Alessa comenzó a hacer movimientos estilizados y sensuales, con giros. Max caminó hacia ella y la tomó por la cintura mientras ambos bailaban al ritmo de la música. Entre abrazos cercanos y pasos que reflejaban la pasión y la conexión entre ellos, dejaban la pista de baile impregnada de sensualidad y complicidad, mientras los invitados se quedaban a su alrededor como espectadores ante tan maravilloso baile.La canción continuó y ellos seguían conectados por el baile.—Y puedo mori
Los invitados habían disfrutado de la fiesta por horas, sumidos en la música y la conversación, hasta que, poco a poco, comenzaron a despedirse, agradeciendo la invitación. Salvatore y Rebeca se fueron juntos, pero antes, Salvatore se despidió de Isabella con una sonrisa cálida.—Bueno, princesa, creo que es hora de retirarme. Perdón por venir sin ser invitado, pero quería saber de ti. Felicidades por la noticia del embarazo, y tú, Francesco, cuídala y no lo eches a perder —dijo Salvatore mientras se alejaba con Rebeca.Cuando Leonardo y Alessa regresaron de la cocina, casi todos los invitados se habían marchado. Solo quedaba Antonio Di Lorenzo, que se acercaba a Don Marcos, Francesco e Isabella para despedirse.—Bueno, viejo amigo, la velada estuvo muy entretenida. Gracias por la invitación. Está demás decir que espero verlos en la reunión del lunes.—Desde luego, Antonio, allí estaremos. Gracias a ti por acompañarnos —respondió Don Marcos, estrechando la mano de Antonio.Charly, que
Francesco salió de la habitación, la preocupación y el cansancio se notaban en su rostro, pero se esforzaba por mantener la calma. —Chicos, pueden pasar, pero traten de no agitarla mucho.Charly y Alessa, asintieron y pasaron a ver a Isabella.Alessa entró con pasos temblorosos. Sus ojos estaban rojos e hinchados por las lágrimas. Se acercó a la cama de Isabella y, con voz quebrada, comenzó a hablar.—Isa, lo siento mucho. Nunca quise que esto pasara. Estoy tan arrepentida. No puedo creer lo que ha pasado. —Las lágrimas caían por sus mejillas, y su voz se ahogaba en sollozos.Isabella levantó una mano débilmente para tocar el rostro de su hermana.—No es solo tu culpa, Alessa. Todos cometemos errores. Lo importante es que estoy aquí, y el bebé está bien. —Isabella intentó sonreír, pero el esfuerzo la agotó.Charly, con el rostro marcado por la culpa, se acercó también. Sus ojos estaban llenos de remordimiento.—Isabella, me equivoqué. No debí haber llevado a Alessa al departamento de
La sala de reuniones estaba cargada de tensión. El aire era denso y pesado, como si el ambiente mismo presagiara el conflicto inminente. La luz suave de las lámparas apenas iluminaba las caras serias y expectantes de los presentes. Afuera, la mañana era fresca, pero dentro, la temperatura subía por la acumulación de cuerpos y emociones encontradas.Los líderes de la familia 'Ndrangheta se reunían para discutir la situación con Roger, el Siciliano, el Cártel Mexicano y los Yakuza. El enfrentamiento reciente en las bodegas había sido exitoso, recuperando tanto el territorio como la mercancía que pertenecía a Paolino.—Considero que debieron informarnos de la situación, Don Marcos. Como miembros y líderes de las familias, debemos salir a defender lo nuestro y estar al tanto de lo que sucede —dijo Di Lorenzo, rompiendo el silencio con su voz grave.—Estoy de acuerdo con Di Lorenzo. Se supone que cada líder de familia representa una zona de Calabria y, con todo respeto, Don Marcos, se nos
La mansión Moretti estaba bañada por la luz dorada de la tarde cuando Alessa, Francesco y Charly llegaron. El aire tenía una frescura ligera, transportando los sonidos suaves de la naturaleza y el aroma de las flores del jardín. El ambiente era cálido, pero una brisa suave mantenía la temperatura agradable. A lo lejos, se escuchaba el canto de los pájaros y el susurro de las hojas moviéndose con el viento. Isabella y Chiara estaban sentadas en el jardín, disfrutando de la tranquilidad del momento. Al ver a los recién llegados, levantaron la vista y sonrieron.— ¡Alessa, Francesco, Charly! —exclamó Isabella con entusiasmo, levantándose con cuidado para saludarlos.— ¡Hola, Isabella, Chiara! —respondió Alessa, acercándose a ellas. Las miradas de complicidad y cariño entre los familiares eran evidentes.Después de unos abrazos y saludos, todos se acomodaron en el jardín. Isabella preguntó:— ¿Qué tal estuvo la reunión?Alessa tomó la palabra, su tono era serio.—El imbécil de Di Lorenzo
El helicóptero despegó suavemente, sus aspas cortando el aire de la tarde mientras se alejaban de Calabria. La travesía a Toscana transcurrió sin incidentes, sobrevolando paisajes verdes y colinas ondulantes. La villa de los Rossi en Toscana era un lugar idílico, rodeado de viñedos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista y con una panorámica que invitaba a la relajación. El aire allí tenía una frescura ligera, cargada con el suave aroma de las uvas maduras y el sonido lejano de las cigarras.Durante esas dos semanas, Francesco se dedicó por completo a cuidar de Isabella. Cada día estaba lleno de detalles: desayunos en la terraza con vistas al amanecer, paseos suaves por el jardín, y noches estrelladas compartidas en la piscina climatizada.Una mañana, mientras desayunaban en la terraza, el sol apenas despuntaba en el horizonte, bañando todo con una luz dorada. Francesco le sirvió una taza de té a Isabella.—Este té es especial, tiene hierbas que ayudan a relajarse. Además, con
La cena transcurría con una calma serena. La brisa nocturna, fresca y suave, fluía a través de las ventanas abiertas, trayendo consigo el delicado aroma de las flores nocturnas que adornaban el jardín. Las luces tenues de las velas proyectaban una cálida luz dorada sobre el mantel de lino, mientras el sonido del viento entre los árboles creaba una banda sonora suave y tranquilizadora para la conversación animada que llenaba el comedor.Chiara, sentada en la mesa, no podía apartar la vista de Charly, que parecía inquieto mientras se movía de un lado al otro, buscando el momento adecuado para hablar. Finalmente, Charly se acercó a ella con una expresión cargada de sincera preocupación.—Chiara, ¿podemos dar un paseo por el jardín para hablar un momento? —preguntó Charly, su voz cargada de una mezcla de esperanza y nerviosismo. —Realmente quiero disculparme por lo que ocurrió en la fiesta. No debí haberte dejado sola, me doy cuenta de que te he fallado.Chiara lo miró, sus ojos reflejand