“—Ya estoy dentro papá, tenías razón, empecé a salir con el jefe de la mafia. —Digo por la llamada mientras conduzco.
Pero un destello por el retrovisor me pone alerta, ha apagado sus luces y tengo la sensación de que me está siguiendo, pero no le tomo mucha importancia, ya que la finca queda apartada de la ciudad, así que para poder regresar hay un solo camino que nos lleva a la carretera y de la carretera a la ciudad, tal vez es algún empleado de allí esté acabando su turno.
De repente escucho unos tiros lejanos que probablemente vienen de la finca y eso me hace sentir que algo no anda bien, miro nuevamente por el retrovisor y la moto junto con el conductor ya no me estaban siguiendo. En parte siento alivio, hasta que tocan mi ventanilla y veo que son dos tipos, uno conducía y el otro me apuntaba con su pistola.
Piso el acelerador para ganar tiempo y sacar mi pistola, me ha descubierto o eso siento, sino no hubiesen enviado a alguien a matarme y ya sé quién pudo ser, sabía que él no era de fiar.
Necesitaba apoyo y refuerzos, y por el momento no estaba al tanto de la llamada, estaba huyendo los tipos, además de los tiros que intentaban alcanzar, también escucho la voz de mí en alguna parte del auto, se ha caído mi móvil y no sé en dónde.
Otro tiro más y está vez le dan a la llanta de mi auto haciendo que pierda el control entrando a la carretera de doble vía que va y sale de la ciudad, varios carros pasan por mi lado y giro en volante que se descontrola por el desequilibrio, a pesar de mis esfuerzos, el auto se desvía e impacto con los árboles y ya no recuerdo más.
De repente estoy frente al auto y veo como he quedado, medio cuerpo sobresalía fuera del auto, estaba herida y además tenía un golpe en la cabeza por haber roto el vidrio. Me acerco un poco más y me pregunto, ¿Acaso así he muerto? ¿Ya soy un espíritu? Luego caigo en cuenta de que no soy yo y es mi hermana”.
Me siento en la cama con la respiración agitada, que sueño tan horrible, se sintió tan real, miro a la cama de al lado y no encuentro a mí hermana, no llegó ha llegado a casa, solo espero que esté bien en su trabajo y que lo que acabo de soñar se haya quedado como parte de mi cerebro.
Sin embargo, aquella pesadilla me ha quitado el sueño, veo la hora en el reloj digital y faltaba mucho para que mi turno empezará, pero si no puedo volver a conciliar el sueño, será mejor que haga algo productivo.
Me levanto y hago mi cama, luego salgo y voy al baño, me lavo los dientes y me doy una ducha, una vez lista, salgo en toalla y me coloco mi uniforme. Voy a la cocina, me preparo el café y lo echo en mi termo, tomo mi cartera, mi móvil y mis llaves, y salgo del apartamento que tengo compartido con mi hermana.
No desayuné, por ahora no tengo apetito, ni me siento bien pensando en la comida, siento una carga vacía y mucha tristeza, y sinceramente no sé porque, deduzco que podría ser el cansancio, ser enfermera en un hospital abarca demasiado tiempo.
Al salir del edificio, solo cruzo la calle para llegar hacia la parada de bus, iría en auto, pero también es compartido con mi hermana y desde ayer lo andaba rondando, ella me lleva y me busca, pero si no ha llegado es porque debe estar bastante ocupada.
El bus se detiene frente a mí y abre sus puertas, subo las pequeñas escaleras, saco el monedero de mi cartera y de ahí el dinero para pagarle el chofer, este cierra las puertas y arranca mientras que yo camino buscando un puesto.
Al hallar uno, me siento, saco mis audífonos y los conecto a mi móvil para escuchar música en el transcurso del viaje, pues sé que era muy lento debido a las paradas.
Esa niña me tiene que escuchar, tiene que dejar ese club en donde trabaja, no sé porque cambió de ser profesora de ballet a chica bailarina en un cabaré, sé que pagan más, pero su sueño era ser maestra y la ambición solo te lleva a la tristeza.
Me quejo porque es mi hermana y no me gusta que ande a esas horas trabajando, yo he ido a verla bailar, pocas veces debido a mi trabajo, lo hace increíble como siempre y el lugar se ve muy exclusivo, pero repito, no es un lugar para ella comparado a lo que quiere hacer, cuando le pregunté ese cambio repentino, solo me dijo que estaba buscando el dinero fácil para montar su propia academia, pero yo le dije que si alguien la reconocía como bailarina del club, probablemente algunos padres no dejarían que sus hijas estudien en su academia, debido a lo que le dije, se enojó conmigo por un tiempo.
Luego llegó y me dijo que comenzaron a usar antifaz, yo esa vez me callé y decidí apoyar, pues si estaba tan decidida, no me quedaba de otra, pero aún me quejo por ello.
El bus llega a mi parada y me levanto para bajarme, este me ha dejado frente al hospital, entro al hospital y camino a recepción.
—Buen día —saludo a mi compañera y ella me mira y luego a su reloj de mano—, ya sé, aun no es mi turno, pero no puedo dormir y no quiero desperdiciar tiempo en casa, además de que a estas horas necesitas personal.
Ella tuerce sus labios y me pasa la carpeta de asistencia con inseguridad.
—Has trabajado mucho, tienes una cara de cansancio —me comenta y le sonrío.
—Un cafecito lo arregla todo —bromeo y ella niega.
Tomo el bolígrafo y agacho mi rostro para poder firmar mi asistencia sobre el papel.
—¿Enfermera Castillo? ¿Qué hace aquí? En este mes no le toca madrugar —escucho al doctor Nicolás a mi lado y alzo la mirada.
—Solo pensé que podrían necesitar más manos —me excuso.
Él se queda callado y pensativo, pero mantenemos la mirada entre nosotros.
—¿Podemos hablar a solas en mí oficina? —dice con severidad y doy un suspiro.
Miro de reojo a mis compañeras y estas fingen que están haciendo algo, pero sé que están atentas a nosotros y bueno, tal vez sea lo mejor.
Yo me doy la vuelta y voy directo a la oficina mientras él me pisa los pasos que voy dejando, entro a su oficina y escucho la puerta cerrar detrás de mí.
—Doctor, por favor no me envíe a casa, de verdad quiero ayudar —le pido y dejo mis cosas en una silla y me preparo para lo que viene.
Sus pasos se aproximan lento y me sujeta el brazo para hacerme girar, yo lo veo y mi respiración se acelera, por un momento me hace olvidar el vacío que tengo por aquel horrible sueño, me distrae en horas de trabajo, desventajas de tener una relación con tu colega, pero me dejo llevar porque estoy mal y cuando uno está mal, son como los drogadictos, buscando lo no adecuado para sentirse bien y no es que él sea malo para mí, pero no es el momento.
Sin embargo, él tampoco puede soportarlo y me mira los labios, acerca su rostro y me los devora como solo él sabe hacerlo, las ganas dentro de mí aumentan y me dejo llevar por un momento, nuestros cuerpos caminan en busca de comodidad y mi trasero choca con su escritorio, él me sube a la mesa y cuando estaba a punto de quitarme la parte de arriba de mi uniforme, lo detengo.
—No —lo aparto y miro a su pecho fuerte.
—¿No quieres hacerlo aquí? —me pregunta, confundido.
—Obvio no, estamos en horas de trabajo y no es profesional que la jefa de enfermería esté con el subdirector —digo acariciando su pecho.
—Aquí no nos verá nadie, ya lo hemos hecho aquí. —Vuelve a acercar sus labios y dejo que me bese nuevamente.
—Pero ya mis compañeras lo sospechan.
—¿Por qué piensas eso? Hemos sido muy discretos —baja sus besos por mi cuello.
—Sí, sobre todo con nuestras manos. —Vuelvo a alejarlo y hago que me mire.
—No puedo evitarlo, te deseo tanto —sus palabras me provocan, pero me mantengo firme.
—Discutámoslo luego en mi apartamento —sujeto su mentón y se lo acaricio.
Él da un suspiro y me libera, finalmente, Nicolás no pensaba darme un sermón, solo era una excusa para hacerlo. Nosotros apenas empezamos a salir, pero desde que llegó aquí como nuevo subdirector, hemos sido amigos por el trabajo, pero era evidente desde el primer momento, y aunque varios compañeros ya deben estar sospechando lo nuestro, yo he decidido que nos mantengamos en secreto, queremos ser profesionales y que eso no afecte en nuestro trabajo.
—Entonces vaya a terminar su turno antes de que yo termine con usted —se muerde el labio ligeramente de forma sexy.
No se vale, quiere provocarme, ir en contra de las reglas, pero no lo permitiré.
—Espero que mantenga la energía, porque se escucha interesante ese tema —le guiño el ojo y recojo mis cosas.
Me despido de él con un beso y él se queda a recoger sus cosas para acabar con su turno, salgo de su oficina y me dirijo a la habitación donde se encuentran nuestros casilleros para guardar nuestras cosas, entro y mi casillero está a la vista, lo abro y guardo mis cosas.—El doctor se veía muy serio, ¿Crees que el doctor la haya regañado realmente? —escucho voces dentro de la habitación, tal vez estén del otro lado del casillero.—Obvio no la va a regañar, es su favorita.—¿Y eso significa que la va a dejar irse o quedarse? Porque si fuera su favorita, a mí me gustaría que me envíen a casa —la escucho bromear.Reconozco las voces, son mis colegas enfermeras, ¿Estaban hablando de mí? Por supuesto que sí.—Si le dan buen sexo y ella quiere quedarse, lo más probable es que la deje quedarse —comenta y se ríen entre ellas.Yo aprieto la mandíbula y decido hacerlas callar para que me respeten, lo que él y yo tenemos es muy serio. Cuando me acerco, me echo a reír como ellas y ellas dejan de
Asiento y nos vamos juntos al quirófano, entramos al cuarto y antes de entrar a la cabina quirúrgica que queda en el mismo cuarto, nos lavamos las manos y nos ponemos batas, gorros, guantes y tapabocas, esa sección siempre va o debería ir junta.Luego entramos a la cabina y nos preparamos con lo poco que estamos.—Enfermera, diagnostíquelo —me pide el doctor y voy chequeando el paciente, quien aún parece estar consciente.—Tiene heridas de bala, alrededor de 4 —digo examinando su cuerpo.—Vale, anestesien al hombre para comenzar la operación. —ordena y antes de que me vaya para buscar las herramientas y estar preparada, el hombre de la camilla me sostiene la mano.—¿Ángel? ¿Qué haces aquí? ¿Acaso estoy en el cielo? —dice con los ojos entrecerrados.Yo me quito el tapabocas para que pueda escucharme mejor.—Tranquilo señor, lo ayudaremos —digo para que se tranquilice y coopere.—Está perdiendo mucha sangre, necesitamos más manos —dice el doctor y aunque intento zafarme del paciente, es
—Te andaba buscando y esté era el último lugar donde te vieron, así que no sabía si seguías aquí realmente. —explica—. ¿Podemos hablar sobre lo qué pasó?Continúo haciendo mis cosas sin querer mirarlo.—Estoy trabajando doctor, tal vez en receso yo pueda darle un tiempo… —me interrumpe.—Por favor —insiste.Lo ignoro y él se acerca a mí para sujetarme el brazo y yo lo separo de mí.—No quiero que me toques —le recuerdo asqueada, pero él no me hace caso.Escucho que el paciente se queja y lo miro, está tratando de sentarse e intento ir a ayudarlo, pero Nicolás me toma para que no me mueva.—Nicolás…—Que la sueltes te dijo —dijo el paciente de forma autoritaria que nos hace verlo—, ni porque sea tu novia debería tratarla así —se veía muy molesto.—¿Y es acaso es tu novia? —Nicolás le responde de forma grosera.—Tampoco soy tu novia —me separo de él dejándoselo muy claro que lo nuestro ha terminado.Él me mira, no se esperaba eso.—Hablemos, por favor.—No, estoy trabajando y deja de in