Me despido de él con un beso y él se queda a recoger sus cosas para acabar con su turno, salgo de su oficina y me dirijo a la habitación donde se encuentran nuestros casilleros para guardar nuestras cosas, entro y mi casillero está a la vista, lo abro y guardo mis cosas.
—El doctor se veía muy serio, ¿Crees que el doctor la haya regañado realmente? —escucho voces dentro de la habitación, tal vez estén del otro lado del casillero.
—Obvio no la va a regañar, es su favorita.
—¿Y eso significa que la va a dejar irse o quedarse? Porque si fuera su favorita, a mí me gustaría que me envíen a casa —la escucho bromear.
Reconozco las voces, son mis colegas enfermeras, ¿Estaban hablando de mí? Por supuesto que sí.
—Si le dan buen sexo y ella quiere quedarse, lo más probable es que la deje quedarse —comenta y se ríen entre ellas.
Yo aprieto la mandíbula y decido hacerlas callar para que me respeten, lo que él y yo tenemos es muy serio. Cuando me acerco, me echo a reír como ellas y ellas dejan de reírse.
—¿De quién estamos hablando? O ¿No vinimos trabajar?
Ambas agachan su rostro, avergonzadas por lo visto y me cruzo de brazos.
—¿No piensan responder? —digo severa.
—Lo sentimos enfermera Castillo —dice una de ellas.
—Así me gusta, ahora a trabajar.
Ordeno y me giro, pero antes de irme, una de ellas me detiene con sus palabras.
—Pues yo no lo siento, usted se cree más por acostarse con el subdirector —comenta y se escucha como un reclamo.
Vuelvo a girarme y la veo, me mira con cierto desdén.
—Yo no me creo más que nadie, solo actúo como debo por mi puesto que es ser la jefa de enfermería, y no me acuesto con el doctor Nicolás, tenemos una relación seria, solo que no nos apetece hacerla pública de momento —le aclaro.
—Y supongo que eso les conviene, ¿no? —Me mira seria y yo estoy confundida.
Su amiga la sujeta del codo como advirtiendo de que piense antes de hablar.
—Solo queremos ser profesionales y que nada parezca que lo obtuvimos por el otro cuando realmente nos esforzamos por nuestras cosas.
—Yo lo decía porque él es un hombre casado y con hijos —quedo en shock—, yo la admiraba a usted hasta que la vi en esas sinvergüencerías notables con el doctor.
Mis labios se abren en modo de sorpresa, no lo sabía.
—¿Qué? —empiezo a sentirme mal y ella cambia su rostro.
—¿No lo sabía? —me mira extrañada y yo niego— lo siento enfermera, pensé que si sabía.
Se arrepiente y trata de acercarse a mí en modo de apoyo, pero la alejo.
—Vayan a trabajar. —es lo único que digo y ellas se miran entre ellas y luego se van.
Claro que me duele, creí en él, una lagrima se me sale, pero trato de contenerme, estoy en el trabajo, no pienso dar lastima y sé que muchos desearían verme mal solo por el puesto en el que estoy, tal vez crean que me lo merezco y yo… solo digo que fue muy bonito para ser cierto, un doctor guapo que solo tenía ojos para mí cuando había muchas detrás de él.
Subo mi mano y limpio mi pequeña lagrima, no las merece, no tengo porque llorar, tal vez estoy siendo ruda conmigo misma porque sé que es válido llorar, pero así soy, es mi forma de lidiar con mi dolor.
Salgo de la habitación de los casilleros y camino por el pasillo para dirigirme a recepción, necesitaba algunas cosas de ahí, aunque no quería ver a mis otras compañeras, antes de llegar, nuevamente las escucho hablar de mí, que fastidio, ¿Por qué tengo que saber lo que piensan de mí? ¿Acaso no puedo llegar después?
—Creo que me pasé con la jefa, es que creí que ella sabía.
—Pues no debiste decírselo, ella tenía que enterarse solita, nosotros no tenemos por qué meternos en su vida. No sé cuál es tu problema con ella.
—Es que siento que engrandeció desde que están saliendo.
—¿Cómo que engrandeció? ¿No será que estabas celosa por qué el doctor guapo se interesó en ella y en ti no? Porque si es celos por el puesto, ella tiene ese puesto antes de que él llegara aquí.
—No, es que no sé, no me pareció que ella le hiciera eso a otra mujer, es todo, pero ni siquiera sabía que se lo estaba haciendo.
—Bueno, pero ya no hablen de eso, respeten que no es asunto suyo.
Termino de acercarme y ellas se quedan calladas.
—Jules, ¿Podrías pasarme la lista de pacientes que hay que checar? —pregunto como si nada, ella asiente y se voltea para buscar en el estante.
Mientras que la chica con la que tuve el problema hace rato evita mi mirada, sin embargo, necesito hablarle.
—Gracias por abrirme los ojos —le sonrío y ella levanta su rostro, está impresionada.
—No, no me lo agradezca, yo la juzgué mal —se siente mal.
—No te preocupes, puede que yo no ande tan al tanto, pero de ser un hombre casado, jamás me habría metido con él y es que el no llevaba anillo —doy un suspiro grande.
—Sí, yo una vez lo vi quitárselo y dijo que era para no trabajar con él y perderlo.
Asiento lentamente y comprendo.
—Y bueno, Gloria lo vio en el supermercado comprando en familia —señala a su compañera con la estaba en la habitación.
—Bueno, gracias Evelyn —repito y Jules se voltea cuando encuentra lo que le he pedido, y me lo entrega.
—Cualquier cosa que necesite, tiene nuestro apoyo —me dice Jules y yo asiento.
Agacho mi rostro, pero no me concentro en la lista, ¿Cómo no pude verlo? Bueno, él vive un poco lejos de mí, tal vez Gloria viva cerca de ellos y por eso no me lo encuentro en el supermercado, además que siempre frecuentábamos en mi casa.
Mis pensamientos son interrumpidos cuando alguien me toca el codo y al voltear mi rostro, veo al doctor.
—¿Necesitas ayuda con eso? —se ofrece.
Yo miro a las chicas nuevamente y ellas fingen no prestarnos atención.
—No gracias, puedo sola —respondo con sequedad y él se sorprende de mi cambio de humor.
No es que sea amorosa en público con él, pero jamás lo había tratado con indiferencia.
—Sé que puede sola y que ni necesita supervisión, pero lo digo porque sé lo poco que ha descansado y para mí es importante que los empleados estén con buena salud, si están mal, no podrán ayudar a los enfermos.
—Estoy bien, pero si tanto le preocupa, Evelyn me ayudará, cierto ¿Enfermera? —la miro y ella me ve rápidamente, luego ve al doctor de reojo y asiente.
El doctor vuelve a tocar mi brazo y yo me asqueo, alejándome de él.
—Por favor no me toques —le susurro.
Miro a la enfermera y le hago una seña para irnos, Nicolás está totalmente confundido por lo que me sigue.
—Valentina —me llama y yo carraspeo mi garganta—, perdón, enfermera Castillo, ¿Sucede algo? —dice caminando a mi lado, pero lo ignoro.
—Yo creo que es el cansancio doctor, eso a veces nos pone de mal humor —Evelyn responde nerviosa tratando de cubrirme, tal vez no quiere que haga un escándalo en el hospital.
—Pues por eso mismo, que vaya a descansar… —sugiere él y me detengo cansada de esperar un momento indicado para cantarle sus verdades, pero…
—¡Hombre mal herido, necesitamos a todos los que estén disponibles! —anuncia un enfermero que viene de la parte trasera del hospital, donde se recogen a los que vienen de urgencia.
Yo entrego mi carpeta a Evelyn y salgo corriendo a emergencias para ayudar, noto que Nicolás me ha seguido, pero no para seguir hablando, sino también para ayudar. Al llegar a urgencias pasan corriendo con una camilla, en ella, un hombre con herida de bala.
—Llévenlo a quirófano —dice Nicolás y ellos hacen caso.
Mientras que él y yo nos vemos las caras.
—Hablaremos luego de esto —me advierte—, ahora vamos, hay que salvarle la vida a ese hombre.
Asiento y nos vamos juntos al quirófano, entramos al cuarto y antes de entrar a la cabina quirúrgica que queda en el mismo cuarto, nos lavamos las manos y nos ponemos batas, gorros, guantes y tapabocas, esa sección siempre va o debería ir junta.Luego entramos a la cabina y nos preparamos con lo poco que estamos.—Enfermera, diagnostíquelo —me pide el doctor y voy chequeando el paciente, quien aún parece estar consciente.—Tiene heridas de bala, alrededor de 4 —digo examinando su cuerpo.—Vale, anestesien al hombre para comenzar la operación. —ordena y antes de que me vaya para buscar las herramientas y estar preparada, el hombre de la camilla me sostiene la mano.—¿Ángel? ¿Qué haces aquí? ¿Acaso estoy en el cielo? —dice con los ojos entrecerrados.Yo me quito el tapabocas para que pueda escucharme mejor.—Tranquilo señor, lo ayudaremos —digo para que se tranquilice y coopere.—Está perdiendo mucha sangre, necesitamos más manos —dice el doctor y aunque intento zafarme del paciente, es
—Te andaba buscando y esté era el último lugar donde te vieron, así que no sabía si seguías aquí realmente. —explica—. ¿Podemos hablar sobre lo qué pasó?Continúo haciendo mis cosas sin querer mirarlo.—Estoy trabajando doctor, tal vez en receso yo pueda darle un tiempo… —me interrumpe.—Por favor —insiste.Lo ignoro y él se acerca a mí para sujetarme el brazo y yo lo separo de mí.—No quiero que me toques —le recuerdo asqueada, pero él no me hace caso.Escucho que el paciente se queja y lo miro, está tratando de sentarse e intento ir a ayudarlo, pero Nicolás me toma para que no me mueva.—Nicolás…—Que la sueltes te dijo —dijo el paciente de forma autoritaria que nos hace verlo—, ni porque sea tu novia debería tratarla así —se veía muy molesto.—¿Y es acaso es tu novia? —Nicolás le responde de forma grosera.—Tampoco soy tu novia —me separo de él dejándoselo muy claro que lo nuestro ha terminado.Él me mira, no se esperaba eso.—Hablemos, por favor.—No, estoy trabajando y deja de in
Sus pasos artísticos me fascinaron tanto que siempre la veía bailar y todo comenzó la noche que ella bailo muy sensual, ya había tenido aventuras con las chicas del club, claro si estás querían conmigo o había deseo hacia a mí, no hay placer sin el deseo.En fin, me acosté con ella, en una habitación mía exclusiva en el club, estuvo delicioso, por lo que esos momentos los frecuentamos y más que con otras chicas. Sin embargo, porque sea mi favorita en el baile y en la cama, no la vi más allá de una relación, la traté como a las demás, ellas no conocen más que soy el dueño del cabaré y yo no conozco más que son unas bailarinas de mi club que me complacen cuando quiero sexo.¿Por qué lo hago? Por protección a ambos, el conocer a alguien crea un vínculo y yo solo quiero sexo, no quiero confundirme y tampoco confundirla, además, no hay necesidad.Incluso llevan antifaz siempre para no saber cómo son, la de Ángel si la vi y por error, anoche, después de coger rico, salí de la habitación por
No lograré lo que necesito preguntándole a sus compañeras de trabajo, ya me dieron a entender que son solo unas chismosas y no conocen algo exacto de la enfermera Castillo, no quiero saber rumores, quiero exactitud, porque me encanta, la quiero para mí y no quiero empezar mal con esto.Yo más que nadie sabe que no debe dejarse llevar por lo que dicen los demás, debo saber todas las versiones, sin embargo, si se notó que tiene algo con el doctor, pero no me preocupa, si está casado con hijos, para mí es un descarte.—¡Eduardo! —lo llamo y él entra de inmediato.—¿Sí, señor?—Ya tengo la historia perfecta en caso de que tengamos problemas con la policía —le menciono y él me presta atención.No era algo de lo que nos habíamos preocupado, y bueno, yo estaba en cirugía, mientras que él estaba al tanto de mí, sé que Eduardo no se separó de mí por seguridad, además de que en el momento que salí herido de mi casa, intenté saber de todos, pero él me calmo diciéndome que lo resolveríamos despué
—Ahora más que nunca necesitamos hablar —me suelta de golpe—, ahí viene tu novio.Yo lo miro extrañado y volteo, Nicolás se acerca a nosotros con media sonrisa.—¿Cómo te sientes? —lleva su mano a mi brazo y lo soba con delicadeza, yo miro a mi padre y me echo hacia atrás para evitar que me siga tocando.—Necesito tiempo, y justo iba a pedirte que me dieras el día, no puedo trabajar así… —agacho mi rostro y lo escucho suspirar.—Tomate el tiempo que sea necesario. —acerca su rostro y besa mi mejilla, pero me asqueo al instante, luego ve a mi padre—. Hola, soy el doctor Salvatore, y usted debe ser su padre, ¿no? —ofrece su mano.—Francisco Hernández, no, no soy su padre, soy policía y me han encargado el caso del accidente de su hermana —estrecha su mano y Nicolás nos ve a ambos seguidamente, extrañado.—Por un momento creí que era su padre, se parecen —supone él y mi padre parece que es buen actor.—Oh no, gracias al trabajo que tengo de peligroso, decidí no tener hijos, pero me hubie
Pero que, si tanto le molestaba que ella estuviera ahí, ¿por qué no trabajar juntos? Ella le ofrecía información y él dinero y protección, algo que desde mucho no nos dio.La idea era descabellada en un principio, ella iba a poner su vida en peligro, pero quien más que ella podía avisarle sobre las cosas que sucedían adentro y mi padre aceptó, con tal de que se mantuviera alejado de las cosas extremas, solo debía ser sus ojos adentro.Harantza con la emoción de conectar más con papá, quiso hacer más, ayudarlo con su trabajo, pues decía que, si lo ayudaba también a terminar con la red, que volviera a casa e hiciera las pases, que se alejara de esa vida de peligro y bueno, esta era su última misión.A medida que quería ayudar más a papá, se le vinieron muchas ideas, y una de esa era conquistar al jefe, Vincenzo Moretti, y cuando logra adentrarse en la casa de él, llega un socio y lo llama por Halcón, su alias, Moretti la echó de su casa, tal vez porque necesitaba privacidad y le entrega
Estoy en el sofá mirando la tele, he pasado todo el día en eso, sin ánimos de nada, ni siquiera he comido, tampoco he tenido el valor de contarle a mi madre, espero que mi padre por lo menos de la cara por eso.Alguien toca el timbre y veo la puerta, pero me muevo de mi lugar, quien quiera que sea, quiero estar sola, el timbre vuelve a sonar con insistencia y hace que levante mi trasero con fastidio y pereza, al menos tengo ánimos de correr a quien sea que esté interrumpiendo mis ganas de no existir.Llego a la puerta y la abro con pesadez, encontrándome con Nicolás.—Vine en cuanto acabó mi turno —me da media sonrisa—, no respondías mis llamadas y la verdad es que estoy muy preocupado.Mierda, lo amo, como quisiera abrazarlo y besarlo, pero es un hombre prohibido.—¿No tienes una familia que atender? —Le hago una mueca.Si me pongo a la defensiva siempre, se cansará y se alejará, así me ayudará por lo menos a no querer comérmelo.—Ella sabe que eres buena amiga y te lo mereces —me re
Valentina Castillo.El timbre suena con tanta insistencia que me despierta, luego de pasar toda una noche viendo la tele, he logrado dormir, pero en el sofá, me levanto perezosamente del sofá y me dirijo a la puerta, si era Nicolás, le iba a dar en sus bolas, me preparó para gritarle al abrir la puerta, pero omito cualquier sonido cuando veo a mi madre, ambas nos miramos y nos abrazamos con fuerza para luego llorar en nuestros hombros.—Tu padre ya me contó todo.Besa mi mejilla una y otra vez, luego camina junto conmigo y su maleta para adentrarnos en el apartamento, yo no quise separarme de sus brazos.Luego de unos minutos en silencio, me separo de ella, cierro la puerta y me seco la lagrimas con mis dedos.—¿También te dijo que quiere usarme para terminar con la misión?—De hecho, fue a pedirme que te convenciera, está lleno de odio y quiere vengarse de alguna forma. Y pues yo espero que no lo esté considerando, estoy sufriendo mucho con la muerte de Harantza y no puedo creer que