—Te andaba buscando y esté era el último lugar donde te vieron, así que no sabía si seguías aquí realmente. —explica—. ¿Podemos hablar sobre lo qué pasó?
Continúo haciendo mis cosas sin querer mirarlo.
—Estoy trabajando doctor, tal vez en receso yo pueda darle un tiempo… —me interrumpe.
—Por favor —insiste.
Lo ignoro y él se acerca a mí para sujetarme el brazo y yo lo separo de mí.
—No quiero que me toques —le recuerdo asqueada, pero él no me hace caso.
Escucho que el paciente se queja y lo miro, está tratando de sentarse e intento ir a ayudarlo, pero Nicolás me toma para que no me mueva.
—Nicolás…
—Que la sueltes te dijo —dijo el paciente de forma autoritaria que nos hace verlo—, ni porque sea tu novia debería tratarla así —se veía muy molesto.
—¿Y es acaso es tu novia? —Nicolás le responde de forma grosera.
—Tampoco soy tu novia —me separo de él dejándoselo muy claro que lo nuestro ha terminado.
Él me mira, no se esperaba eso.
—Hablemos, por favor.
—No, estoy trabajando y deja de insistir, que alteras al paciente —le digo.
Nicolás parece pensárselo y luego habla.
—Te espero afuera. —dice mirando al paciente y después sale.
—Gracias —le agradezco al paciente.
—Es lo menos que puedo hacer, su imagen me salvó la vida, enfermera… —trata de leer mi nombre en mi uniforme.
—Enfermera Castillo —le respondo y subo mi carpeta para anotar su información.
—¿Cómo se llama? Necesito registrarlo.
—Vincenzo Moretti —responde como puede.
Sigo preguntándole más cosas y las voy anotando como parte de protocolo, hasta que nos tocó despedirnos.
—Nos vemos luego —dice muy seguro y tiene razón, no puede irse de aquí hasta que se recupere.
—Nos vemos —le doy media sonrisa y salgo de la habitación.
Ahí me esperaba Nicolás en el pasillo.
—Ves que, si lo conoces, ¿Por qué mientes? —me reclama.
Miro a los lados antes de responder, estamos en pleno pasillo con pacientes y compañeros de trabajo, ¿Es en serio que va a hacerme una escena cuando es él quien ha actuado mal?
—Yo no te mentí, no soy como tú y… —soy interrumpida.
—Enfermera Castillo, la buscan en recepción —me avisa una enfermera.
Veo a Nicolás y le bufo porque ya me está estresando, luego me doy vuelta y me dirijo a recepción, sintiendo que me sigue. Al llegar, veo a la policía, quedo extrañada.
—Es ella —una enfermera me presenta.
—¿Usted me está buscando? —pregunto.
—¿Es la señora Valentina Castillo? —dice leyendo unas identificaciones.
—Así es.
—¿Puede reconocer que este es el número de su auto? —me muestra una foto con la placa y asiento.
—¿Qué ha pasado?
—Su auto se vio involucrado en un accidente y alguien conducía en él, tenemos su identidad y debido a su parecido, suponemos que son familiares, por lo que necesitamos que nos acompañe a que reconozca el cuerpo como parte de nuestro protocolo.
Trago saliva y quedo en shock, ¿Reconocer el cuerpo dice? ¿De quién? ¿De mi hermana? No… bueno, ella llevaba el auto, ¿Y si alguien se lo robó? Pero dijo que nos parecemos, no, vuelvo a sentir un dolor en el pecho.
—¿Valentina? —escucho la voz de Nicolás de fondo y me mareo, y siento que Nicolás me sujeta.
¿Entonces el sueño? ¿El vacío? ¿Acaso era una señal de lo que estaba a punto de pasar? No, mi corazón se rompe.
—¿Estás bien? —me pregunta él y yo niego— ven, siéntate, respira.
—No, necesito verla —digo con la voz quebrantada.
El oficial me ve con inseguridad, pero eso no lo detiene a seguir con su trabajo, tal vez necesita un reporte inmediato. Él se da la vuelta y camina, yo intento hacerlo, pero a la vez no puedo, sería aceptar una realidad que consideraba lejana.
Sin embargo, Nicolás me apoya y me acompaña, llevándome en sus brazos, y en un susurro me hace saber que siempre va a estar para mí. Mientras seguimos al oficial nos explica el cuerpo había llegado antes, solo que, al preguntar por mí, yo estaba en cirugía, la hallaron muerta, así que interrumpir mi momento de salvar a alguien para ver a alguien que está muerto… solo no querían ponerme nerviosa y que mis emociones arruinarán la cirugía.
Nos detenemos en la puerta que indica el nombre de la morgue y antes de entrar, nos pasan batas, gorros, tapabocas y guantes, como si fuéramos a cirugía. Entramos y busca el casillero donde está el cuerpo refrigerado, mis piernas tiemblan al caminar y cuando el casillero indicado no tardo ni un minuto en reconocerla, pero abrazo inmediatamente a Nicolás para no verla y solo empiezo a llorar.
—Si es ella, es mi hermana —le digo en llanto al oficial.
—De acuerdo, gracias… lamento su perdida, tómense el tiempo que quieran, nosotros estaremos esperando indicaciones —informa, pero lo ignoro y creo que se va.
Continúo llorando en los brazos de Nicolás hasta que tengo ganas de salir, no quiero estar más ahí, al lado del cuerpo muerto de mi gemela. Salgo de la morgue y me quito todo de mala gana, no sé cómo lidiar con mis emociones en este momento.
Me siento en unas sillas que están frente a la puerta, Nicolás aún seguía adentro y tal vez sea porque esté guardo su cuerpo, luego sale y se sienta a mi lado, él soba mi espalda y eso provoca que bote más lagrimas por lo que vuelvo a abrazarlo para cubrir mi rostro.
Vinvenzo Moretti.
¿Por qué ella habrá actuado como si no me conociera? ¿Acaso está enojada conmigo? Pero ¿por qué? Alguien abre la puerta interrumpiendo mis pensamientos, es mi guardaespaldas Eduardo.
—Lo siento señor, ella no está en el club. —lo lamenta.
—No tienes que buscar más, ella está aquí, es enfermera, no sabía eso de ella —estoy confundido.
—Le dije que debíamos investigarla —me recuerda en un tono de “Te lo dije”.
—Solo iba a ser algo casual, no tenía importancia. —me encojo de hombros—. Ahora quiero que sea mía y que sea oficial.
—¿Y qué es lo que cambio ahora?
Me pregunta y ni yo mismo puedo responder, porque la verdad es que no sé, lo único que sé que desde que la vi en la operación sentí que fuera una especie de señal, ella estaba ahí para salvarme la vida, así que debo verla como algo más.
Tal vez no estaba llevando una buena vida y que me volviera a reencontrar con ella a punto de morir, me hizo pensar que es la indicada, no puedo esperar más o perder el tiempo haciéndole creer que solo somos algo casual y si ella no lo ve, pues tendrá que hacerlo porque ahora no veo un futuro sin ella.
Normalmente, antes de conocer a alguien, mi equipo los investiga para no llevarme una sorpresa, puesto que llevo una vida peligrosa y a la vez con bajo perfil. Muchos me conocen como el dueño del mejor cabaré en la ciudad y otros me conocen como el Halcón, el jefe de la mafia, solo los verdaderos socios conocen mi rostro, para los nuevos, solo creen que soy un comerciante legal más, por eso me cuido, para mantener bajo perfil ante la policía y mis socios serían incapaces de delatarme, ya que, sin mí, no podrían gozar su dinero.
Pero con ella no investigué nada o no lo hice a fondo, solo sabía que trabaja en mi cabaré y me conformé con eso. ¿Cómo sucedió todo? Yo no frecuentaba mucho al club, estaba en viajes de negocio últimamente y en mi ausencia, mi personal la contrato, confío en ellos, no van a contratar a alguien fuera de lugar, y cuando llegué, fui a visitar el club para ver cómo iban mis asuntos, me hicieron una fiesta de bienvenida y una de las sorpresas eran sus bailes, yo amo el arte.
Podría escuchar por horas una ópera, estar en una exhibición o incluso estar en obras de teatros, musicales, no musicales, danza, todo, es mi debilidad, por eso monté el club y tal vez por eso la contrataron, porque ella es o era bailarina de ballet y estaba ahí porque quería ganar más dinero y montar su academia.
Sus pasos artísticos me fascinaron tanto que siempre la veía bailar y todo comenzó la noche que ella bailo muy sensual, ya había tenido aventuras con las chicas del club, claro si estás querían conmigo o había deseo hacia a mí, no hay placer sin el deseo.En fin, me acosté con ella, en una habitación mía exclusiva en el club, estuvo delicioso, por lo que esos momentos los frecuentamos y más que con otras chicas. Sin embargo, porque sea mi favorita en el baile y en la cama, no la vi más allá de una relación, la traté como a las demás, ellas no conocen más que soy el dueño del cabaré y yo no conozco más que son unas bailarinas de mi club que me complacen cuando quiero sexo.¿Por qué lo hago? Por protección a ambos, el conocer a alguien crea un vínculo y yo solo quiero sexo, no quiero confundirme y tampoco confundirla, además, no hay necesidad.Incluso llevan antifaz siempre para no saber cómo son, la de Ángel si la vi y por error, anoche, después de coger rico, salí de la habitación por
No lograré lo que necesito preguntándole a sus compañeras de trabajo, ya me dieron a entender que son solo unas chismosas y no conocen algo exacto de la enfermera Castillo, no quiero saber rumores, quiero exactitud, porque me encanta, la quiero para mí y no quiero empezar mal con esto.Yo más que nadie sabe que no debe dejarse llevar por lo que dicen los demás, debo saber todas las versiones, sin embargo, si se notó que tiene algo con el doctor, pero no me preocupa, si está casado con hijos, para mí es un descarte.—¡Eduardo! —lo llamo y él entra de inmediato.—¿Sí, señor?—Ya tengo la historia perfecta en caso de que tengamos problemas con la policía —le menciono y él me presta atención.No era algo de lo que nos habíamos preocupado, y bueno, yo estaba en cirugía, mientras que él estaba al tanto de mí, sé que Eduardo no se separó de mí por seguridad, además de que en el momento que salí herido de mi casa, intenté saber de todos, pero él me calmo diciéndome que lo resolveríamos despué
“—Ya estoy dentro papá, tenías razón, empecé a salir con el jefe de la mafia. —Digo por la llamada mientras conduzco.Pero un destello por el retrovisor me pone alerta, ha apagado sus luces y tengo la sensación de que me está siguiendo, pero no le tomo mucha importancia, ya que la finca queda apartada de la ciudad, así que para poder regresar hay un solo camino que nos lleva a la carretera y de la carretera a la ciudad, tal vez es algún empleado de allí esté acabando su turno.De repente escucho unos tiros lejanos que probablemente vienen de la finca y eso me hace sentir que algo no anda bien, miro nuevamente por el retrovisor y la moto junto con el conductor ya no me estaban siguiendo. En parte siento alivio, hasta que tocan mi ventanilla y veo que son dos tipos, uno conducía y el otro me apuntaba con su pistola.Piso el acelerador para ganar tiempo y sacar mi pistola, me ha descubierto o eso siento, sino no hubiesen enviado a alguien a matarme y ya sé quién pudo ser, sabía que él no
Me despido de él con un beso y él se queda a recoger sus cosas para acabar con su turno, salgo de su oficina y me dirijo a la habitación donde se encuentran nuestros casilleros para guardar nuestras cosas, entro y mi casillero está a la vista, lo abro y guardo mis cosas.—El doctor se veía muy serio, ¿Crees que el doctor la haya regañado realmente? —escucho voces dentro de la habitación, tal vez estén del otro lado del casillero.—Obvio no la va a regañar, es su favorita.—¿Y eso significa que la va a dejar irse o quedarse? Porque si fuera su favorita, a mí me gustaría que me envíen a casa —la escucho bromear.Reconozco las voces, son mis colegas enfermeras, ¿Estaban hablando de mí? Por supuesto que sí.—Si le dan buen sexo y ella quiere quedarse, lo más probable es que la deje quedarse —comenta y se ríen entre ellas.Yo aprieto la mandíbula y decido hacerlas callar para que me respeten, lo que él y yo tenemos es muy serio. Cuando me acerco, me echo a reír como ellas y ellas dejan de
Asiento y nos vamos juntos al quirófano, entramos al cuarto y antes de entrar a la cabina quirúrgica que queda en el mismo cuarto, nos lavamos las manos y nos ponemos batas, gorros, guantes y tapabocas, esa sección siempre va o debería ir junta.Luego entramos a la cabina y nos preparamos con lo poco que estamos.—Enfermera, diagnostíquelo —me pide el doctor y voy chequeando el paciente, quien aún parece estar consciente.—Tiene heridas de bala, alrededor de 4 —digo examinando su cuerpo.—Vale, anestesien al hombre para comenzar la operación. —ordena y antes de que me vaya para buscar las herramientas y estar preparada, el hombre de la camilla me sostiene la mano.—¿Ángel? ¿Qué haces aquí? ¿Acaso estoy en el cielo? —dice con los ojos entrecerrados.Yo me quito el tapabocas para que pueda escucharme mejor.—Tranquilo señor, lo ayudaremos —digo para que se tranquilice y coopere.—Está perdiendo mucha sangre, necesitamos más manos —dice el doctor y aunque intento zafarme del paciente, es