Un milagro

Asiento y nos vamos juntos al quirófano, entramos al cuarto y antes de entrar a la cabina quirúrgica que queda en el mismo cuarto, nos lavamos las manos y nos ponemos batas, gorros, guantes y tapabocas, esa sección siempre va o debería ir junta.

Luego entramos a la cabina y nos preparamos con lo poco que estamos.

—Enfermera, diagnostíquelo —me pide el doctor y voy chequeando el paciente, quien aún parece estar consciente.

—Tiene heridas de bala, alrededor de 4 —digo examinando su cuerpo.

—Vale, anestesien al hombre para comenzar la operación. —ordena y antes de que me vaya para buscar las herramientas y estar preparada, el hombre de la camilla me sostiene la mano.

—¿Ángel? ¿Qué haces aquí? ¿Acaso estoy en el cielo? —dice con los ojos entrecerrados.

Yo me quito el tapabocas para que pueda escucharme mejor.

—Tranquilo señor, lo ayudaremos —digo para que se tranquilice y coopere.

—Está perdiendo mucha sangre, necesitamos más manos —dice el doctor y aunque intento zafarme del paciente, este no me suelta.

—Las manos de ella son más que suficiente, porque es mi ángel —dice con cierto enamoramiento hacia a mí o eso es lo que siento.

Nicolás me queda mirando, enojado tal vez y yo ladeo mi rostro detallando el perfil del hombre, ¿De dónde lo conozco?

Finalmente, el hombre me suelta y la maquina suena, lo estamos perdiendo, busco las herramientas rápido y trato de reanimarlo, no voy a perderlo, no le causaré daño a su familiar, que seguramente me ha confundido por uno.

Pasan el tiempo prolongado de lo que significa que ya está muerto, pero ignoro eso.

—Enfermera, perdió mucha sangre en el camino, hicimos lo que pudimos.

—No pudimos hacer nada —le respondí.

—No nos dio tiempo. —trata de hacerme entender, pero yo continúo reanimándolo—. Enfermera. —insiste y él me separa obligándome, sujetándome por la cintura y separándome de él.

—No, doctor, aún hay tiempo —me quejo y forzó mi salida.

—¿Qué pasa enfermera? Actúe como tal, ni que fuera la primera vez que alguien se nos muere —me dice con un tono de regaño.

—No, ¿Qué le pasa a usted? Ese hombre estaba buscando a alguien, ¿Y si tiene una hija? ¿Es padre soltero? ¿O si tiene esposa? Hay que intentarlo.

—Vino con heridas de balas, fue imposible actuar, ya venía perdiendo mucha sangre —me suelta y me coloco frente a él—, además las cosas pasan por algo, ¿no? Si tenía familia, ¿Qué hizo para recibir esas heridas o en donde estuvo?

—Usted no es nadie para juzgar a los demás, mejor júzguese a sí mismo, que importa lo que hizo ese hombre o dónde estuvo, tal vez ni siquiera le es infiel a su familia, tal vez a quién realmente debería pasarle algo, es a personas malas.

—¿Y es que usted lo conoce? ¿Acaso es una buena persona?

Me quedo callada, estaba diciendo cosas que no sabía solo porque estaba descargando mi ira con Nicolás. No conozco al hombre, me volteo a verlo, pero algo me dice que la persona con la que me confundió es alguien muy importante para él, posiblemente tal vez sea una amante o su esposa o una hija, no lo sé, pero sentía que debía salvarlo para que no se separará de quien sea a quien haya mencionado.

De repente la maquina vuelve a sonar, los latidos de su corazón, él está estable.

—Enfermera, lo logró, es un milagro.

Varios compañeros me aplauden, ¿Lo logré? Pero si hace minutos que dejé de reanimarlo, pienso más en que es un milagro, o puede que tal vez si no lo hubiese intentado, el hombre no habría tenido oportunidad, solo necesitaba que alguien tuviera fe, un apoyo, motivación, esperanza...

—Muy bien, no se queden ahí, a trabajar —ordena Nicolás y dejo de estar en shock.

Dios nos ha dado una segunda oportunidad y necesito aprovecharla. Nos pusimos manos a la obra y el hombre n o tenía 4 heridas, sino 5, pero solo había 4 balas en su cuerpo, esto sí que es un milagro y él es demasiado fuerte, esto me prueba que quiere continuar su vida para la persona que estaba buscando.

Horas más tarde, la operación sale exitosa y recibo muchas felicitaciones, aunque fue el doctor quien lideró todo, pero creo que lo hacían por haber reanimado aquel hombre.

Nicolás y yo salimos de la cabina y nos limpiamos enseguida, mientras que nuestros compañeros llevan al paciente a una habitación más cómoda mientras se rehabilita.

—¿Lo conocías? —me pregunta Nicolás en lo que nos lavamos las manos.

—No —respondo sin mirarlo.

—¿Y que fueron esas miradas y ese discurso?

—Estás celoso porque temes que te haga lo mismo que me hiciste a mí, aunque no sé porque temerías, se nota que no me quieres, ¿Y cómo ibas a quererme? Si apenas estamos empezando.

Sacudo mis manos y trato de irme, pero él me detiene.

—Valentina, por favor —me pide—, ¿ya podemos hablar sobre lo que te está sucediendo?

—¿A mí? Nada, a ti mucho —me suelto de él—, ¿Cómo a mi novio se le olvido decirme que realmente está casado y tiene hijos?

Nicolás traga en seco y no me responde, solo doy un suspiro y me voy, está vez, no me ha seguido quitándome una pequeña esperanza de que todo pudo haber sido una mentira.

Salgo de urgencias y vuelvo a tener esos aplausos entre compañeros, se corrió la voz muy rápido, yo les agradezco, pero solo estaba haciendo mi trabajo, veo a Evelyn aplaudiéndome y le hago una seña para que se acerque, necesito seguir con mi día, está situación con Nicolás puede que me tenga muy alterada y la verdad es que necesito ocuparme, junto con Evelyn chequeo a los pacientes de la lista y ya solo nos faltaba uno.

—¿Podemos ver al que salvó? —pregunta Evelyn—, una enfermera que estuvo en cirugía dijo que estaba guapísimo y con el cuerpo musculoso.

—Aunque también debió comentarte que debe tener novia, andaba buscando a alguien y creo que me confundió, seguramente por la pérdida de sangre —le recuerdo.

—Solo quiero ver si es guapo, no voy a comérmelo, no hay nada de malo en ver —bromea y me hace reír.

—De acuerdo, podemos hacerle un chequeo rápido.

Acepto y primero checamos al último de la lista y luego vamos al hombre reciente, entramos a su habitación asignada y Evelyn se acerca inmediatamente a verlo, mientras que yo reviso que todo esté en orden.

—Wouh, si qué es guapo —admira y me hace reír.

—Hace frío, arrópalo bien —le digo y ella lo hace sin dejar de verlo.

Mi walkie talkie suena y me anuncian que necesitan a Evelyn, ella sigue hechizada por la belleza del hombre y es que la entiendo, porque es de un atractivo muy varonil, sin embargo, no es mi tipo, parece que me gusta infieles.

Llamo a Evelyn para hacerla reaccionar y le digo que la necesitan, por lo que se va y yo me quedo, empiezo a revisar si hay toallas necesarias y me toca darle la espalda al paciente.

—Ah —se queja el paciente.

Sé que la anestesia ya debió haber salido de su cuerpo, pero creí que tardaría más en despertar.

—No se mueva, necesita reposar —me volteo y me aproximo para evitar que se mueva.

—Es que necesito verla —dice sin prestarme atención.

—Seguramente ella vendrá —le aseguro y se queda tranquilo y me presta atención.

Me mira con impresión.

—No sabía que era enfermera —frunce el ceño.

—¿Acaso debería saber algo más de mí? —pregunto divertida mientras arreglo su sabana nuevamente.

—Tiene razón, apenas la conozco, pero eres mi ángel, solo gracias a ti estoy vivo. —Quedo confundida.

—Un placer, solo hice mi trabajo —le doy media sonrisa.

Me quedo viendo al hombre, él me veía con una sonrisa perdida. Alguien abre la puerta e interrumpe nuestra conexión, pienso que es Evelyn, pero realmente es Nicolás.

—Sigues aquí… —dice en un tono celoso.

—¿Cómo? —Estoy confundida.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP