Mientras en la casa de los Lambert, el señor Lambert y la señora Victoria bebían y comían de los bocadillos que la servidumbre había llevado. No había otra cosa de la que hablaran ahí que no fuera de negocios y de más negocios.—Al menos mi nieto está haciendo algo bien —dijo el señor Lambert claramente molesto aún por lo que no había logrado hacer en esa mañana.Iba de camino a la casa de los Bennett cuando la llamada de Enrique lo hizo desviar su camino solo para decirle que necesitaba hablar con Brandon sobre un negocio que iba a comenzar a tomar lugar entre ellos.—Por favor, señor Lambert, mi hijo siempre ha mostrado ser una persona que se toma con responsabilidad todo lo que tenga que ver con la empresa —dijo la señora Victoria. El señor Lambert solo hizo un gesto no muy amable para después, beber de su copa de vino.—Bueno, ¿y por qué no nos hablas del asunto de la empresa? Yo también merezco saber, ¿no es así?—Por supuesto, señor Lambert —dijo Enrique.En ese momento,
En la casa de Cristal y la misma que Victoria le había dicho que no era suya, se encontraba ella sentada en el sillón sin poder dejar de ver el documento que su suegra le había dejado. Todo lo que esa mujer quería era seguir disfrutando de todo lo que el dinero le daba junto con el poder que tenía su hijo para liderar la empresa. ¿Cuánto más iba a soportar Brandon en la misma situación? ¿Cuánto tiempo más para que él se diera cuenta que su madre solo lo usaba? E incluso si ya lo sabía, ¿cuánto tiempo más tenía que pasar para que el día en que él se le rebelara a su madre llegara?En su celular ninguna llamada. Ya no le importaba en lo absoluto lo que él tuviera que soportar porque más pronto que tarde ellos iban a ser libres como siempre desearon serlo, Cristal viviría la vida que ella quiso desde un principio, Brandon finalmente podría casarse con Tábata, no había nada que los hiciera estar juntos ahora. El corazón de Cristal no podía estar más feliz, simplemente no podía imaginar
Dos puertas de madera que se abrían frente a sus ojos. Crista suspiró. Incluso si por todo lo que había pasado la había hecho caer, la había hecho quedarse sin fuerzas, eso era lo que menos debía de mostrar frente a los dos hombres que ya la esperaban y que sonreían al verla ahí, frente a ellos.—Un gusto verla aquí una vez más, señorita Cristal Bennett —dijo Enrique.—Adelante, hija, adelante —dijo el señor Brown con ternura. Eso era lo que aquella mujer joven de mirada triste le provocaba al señor Brown, había veces que la veía como una mujer llena de vida y de fuerza y que era la misma a la que el tiempo se le estaba acabando más por el dolor en su alma que por los problemas con los que podía cargar.Cristal entró a la sala, sobre el gran escritorio ya estaba aquel documento que esperaba por la firma de Cristal. Su plan estaba comenzando, su vida estaba casi de regreso a ella y a ella solo le faltaba tomar aquel bolígrafo entre sus manos para hacer de una sola firma, una llave.
Mientras en la oficina del señor Brown, Enrique terminaba de entender todo lo que había pasado hacía tan solo unos segundos.—No, es que eso no puede ser posible. Me niego a creerlo. —Dijo Enrique mientras la cabeza le daba mil vueltas.—Así como lo has escuchado, ella es la esposa de Brandon Lambert.— ¿Cómo lo sabes? ¿Por qué nadie me dijo nada? ¿Tú lo sabías desde el principio?—Ella me pidió no decir nunca nada, ella necesitaba un impulso que le hiciera salir adelante y traer de vuelta su libertad.— ¡De qué libertad me estás hablando? ¡Ella es la esposa de Brandon!— ¡Esposa bajo contrato! —Dijo el hombre defendiendo a Cristal, pues el mejor que nadie sabía lo que era vivir una vida que nunca antes quisimos.—Al final es su esposa y es lo que importa, no puedo creer que su misma esposa pretenda hacerle esto, convertirse en su rival.—Más que ser la rival de los Lambert ella pretende ser la rival de su propio abuelo, el señor Bennett.— ¿Por qué? ¿Está no es ninguna película
Un poco desorientada, sabiendo que Brandon se había ido temprano e inclusive, no había dormido con ella esa noche, no pudo dar con una idea de la persona que podría estar tocando a su puerta.Con cuidado y debido a los zapatos altos que usaba, bajo las escaleras. Podría estar destrozada, podría estar sintiendo que el alma se le iba del cuerpo per jamás lo iba a representar en su estado físico.Esa mañana vestía un vestido negro, un poco más corto de lo normal con unos tacones altos al mismo tiempo que su cabello castaño y ondulado caía por sus hombros.Suspirando fuertemente abrió la puerta. Ya no quería ser recibidora de más sorpresas, estaba harta de lo mismo.Y tan pronto como abrió la puerta de cristal se dio cuenta que una mujer de no más de cuarenta y cinco años, cabello rojizo, vestida muy elegante, se quitaba los lentes oscuros frente a ella mientras una sonrisa invadía su rostro Debió de imaginarlo, siempre debió de ser ella a la que tuviera en la mente antes que a cualquier
En la mansión de los Lambert, la misma mujer que ya había desgraciado lo suficiente la vida de su hijo como para ya no ser deseada ahí hablando con la mujer a la que había arrastrado a ese sitio de perdición.Sin dejar de sonreír la una a la otra, compartían aquel momento con copas de vino en sus manos y platillos de bocadillos en la mesa central.—Señora Victoria, ¿cree que el plan funcione? —Preguntó Tábata.Victoria suspiró. —La realidad es que no te puedo asegurar nada en este momento, mi hijo ha cambiado tanto que hay veces en que lo desconozco.Tábata bajó la mirada. No iba a decir lo que pensaba pero sabía perfectamente que incluso si Brandon había cambiado tanto como ella decía, la señora Victoria nunca había estado ahí para él, para monitorear sus cambios y aprender de ellos hasta que pudiera aceptarlos como parte de su hijo.—Lo único que me importa es que Brandon se libere de aquella maldita relación a la que yo nunca debía de acceder. Bueno, aunque si decimos la verdad e
Prontamente los recuerdos que más dolían continuaron siendo transmitidos en su cabeza.Bastó solo una abrir y cerrar de ojos para que Brandon viera a Cristal levantar su mano derecha con tanto odio, tanta impotencia para al final, sentir como esta se estampaba en su mejilla derecha. — ¡No soy tu máquina de alumbramiento, que te quede claro, imbécil! —Dijo Cristal justo antes de sentir como las mujeres la tomaban una de cada lado para volverla a guiar de regreso a la sala. Brandon se llevó la mano a la mejilla para después, posar la mirada en ella. La sonrisa de burla se pintó en su rostro. Demasiado ingenua era ella si pensaba que aquel golpe lo haría arrepentirse de lo que le estaba haciendo. — ¡Es demasiado tarde, querida inocente! —Brandon levantó la voz al ver como se la llevaban lejos de él. Podría ser fuerte, por primera vez Cristal probaba que era fuerte ante él y por primera vez, Brandon sintió no pelear con la pared. El juego se hacía cada vez más divertido. Sería un plac
Sus ojos, sus gestos, la manera en la que tomaba los palillos, la manera en la que sonreía al hacerle saber que la comida estaba deliciosa. Ella simplemente era un sueño, un sueño del que no quería separarse nunca.Era buen momento para admitirlo, él estaba enamorado de ella. No sabía en qué momento eso sucedió, simplemente pasó y ya. Él estaba enamorado de la mujer que podría ser aquel amor del pasado.Ahora que la tenía más de cerca se daba cuenta que era más bella de lo que él mismo pensó, aquella vez que bailó con aquel vestido, aquella vez que la vio bailar con otro hombre el baile de los novios, la vez que la vio hacer lo que quería en las cenas familiares, ella realmente era única, la única mujer que él quería en su vida para siempre.—He terminado —dijo Cristal alejando el recipiente de ella con una sonrisa genuina en el rostro.Brandon la miró. Por un segundo ella volvió a ser la misma niña inocente que debió de haber sido antes del matrimonio que tanto la había lastimado. Un