Estoy sentado junto con Carlos en la sala de espera, esperando que termine la cirugía del trasplante de pulmón. No quisiera aceptar esto, pero si no hubiera sido por el contacto del maldito de Fernando, no habría sido posible conseguir ese pulmón.Después de varias horas, me empiezo a desesperar, así que me levanto de golpe.—Voy a entrar —digo mientras intento abrir la puerta, pero soy detenido por Carlos.—Cálmate, Luciano. Tenemos que esperar; no hay más que hacer.—Llevan horas ahí metidos y nada que salen a darnos noticias. ¡Mierda! —Creo que Dios escuchó mis plegarias porque el médico sale. —Doctor, ¿cómo salió todo?—Salió bien, pero todavía tenemos que esperar a ver cómo reacciona su cuerpo al nuevo trasplante. Hay que estar atentos para que no rechace el pulmón. —Suelto un largo suspiro de alivio y asiento.—Está bien, gracias, doctor.Luego de algunas horas, me permiten entrar a ver a Angélica. Al entrar, la encuentro pálida. Me acerco a donde está y tomo su mano, llevándola
Siento cómo la sangre abandona mi cara ante tremenda confesión por parte de Luciano. No sé lo que pasó ni qué fue lo que lo llevó a hacerlo, pero sí quiero saber la historia.-A mi padre. Él siempre fue un hombre correcto, siempre fue un hombre de hacer las cosas bien, pero cuando se enteró de lo que hacía su hijo, le dio un infarto que le causó la muerte. Mi padre fue secuestrado por uno de mis tantos enemigos en ese tiempo. Cuando fui a su rescate, él, muy hijo de puta, le contó toda la verdad a mi padre y él no soportó la verdad de que su hijo era un mafioso, el que tanto había deseado que yo fuera un hombre de bien, y mírame... - Por primera vez veo a un hombre vulnerable que se encuentra mortificado por la muerte de su padre. - ¿Sabes qué fue lo último que me dijo cuando murió? Me dijo que me amaba, pero sentía una profunda decepción hacia mí, y luego murió en mis brazos. Mi alma se partió en mil pedazos al tener a mi padre muerto en mis brazos a causa de mis malas decisiones. Lo
Veo que los ojos de Luciano destellan furia al observar mi rostro golpeado, pero yo no siento dolor. Ahora lo último que quiero es que se forme una guerra entre Luciano y Fernando. Bueno, en realidad, ya hay una, pero no quiero que se maten justo en este momento.—Cálmate, Luciano, vámonos ya —le suplico.—No, le partiré la cara a ese hijo de puta.—Por Dios, ya le dejé claras las cosas. Ahora vámonos, no quiero estar más aquí —le insisto, y él solo suelta un bufido.—Está bien, vamos.Me subo al auto y, antes de que él lo haga, les dice a los muchachos:—Luego hablaré con ustedes.Se sube al auto y arranca. Sé que está tenso, pero no quiero que despida a los chicos. Solo hicieron lo que yo les pedí.—¿Los vas a despedir?—Yo no despido, Angélica.¡Ay, no! Los matará.—No los mates, ellos no hicieron nada. Solo cumplieron con lo que les pedí, aunque no estaban de acuerdo.—Vámonos antes de que me arrepienta. Pero ya vendrá la mía.Cuando pienso que todo se ha terminado, veo salir a Fer
ANGÉLICADespierto con un tremendo dolor de cabeza. Al abrir mis ojos me doy cuenta de que estoy en la habitación de Luciano, pero no sé en qué momento llegué si yo estaba en casa de Mila.—M****a, ¿qué me dio Carlos que me tiene tan mal? —Todo me da vueltas, así que salgo corriendo al baño a vomitar lo poquito que tenía en el estómago. Cuando me miro al espejo, me veo horrible: pálida y con el cabello revuelto—. M****a, necesito un baño ahora mismo.Entro a la ducha y dejo que el agua caliente relaje mis músculos, que se encuentran tensos por la noche de ayer. Ahora no sé con qué cara voy a ver a la señora Luciana o a los amigos de Luciano.Cuando salgo del baño, busco algo que ponerme y opto por unos jeans y una blusa.Por más que me maquille, me sigo viendo más pálida que el papel, y me siento horrible. No sé qué tengo, pero no quiero preocupar a Luciano. Bastante tengo con lo que pasó ayer.—Veo que ya estás despierta —al voltearme, este tiene una preciosa sonrisa, pero esta se bor
Despierto al escuchar ruidos provenientes de la parte de abajo. Al extender la mano hacia el lugar de Luciano, me doy cuenta de que no está ahí, pero unos gritos me alertan. Me pongo algo rápidamente y bajo para ver qué sucede.—¡Vete de aquí, Leandro! Después de lo que hiciste en mi casa, no quiero volver a verte la cara. —Ya, primito. Sabías que Fernando ya puso precio a quien le lleve a tu puta. —¿Qué? No, eso no puede ser. —¿Quién te dijo eso? —El mismo Fernando. Sabes que frecuento su burdel, ahí me contó todo. Además, él sabe que tú no eres santo de mi devoción. —¿Entonces qué piensas hacer? - Leandro sonríe de forma macabra.—Unirme a la cacería.Cuando dice eso, Luciano intenta lanzarse sobre él, pero Leandro saca un arma y le apunta. En ese momento, el pánico me invade y decido intervenir.—¡Basta! - Luciano, al verme, se tensa, mientras Leandro me sonríe de manera lasciva.—Pero mira nada más a quién tenemos aquí, a tu putita personal. —¡Cállate, imbécil! —Pero si es la
Hoy es el día de elegir el vestido de novia. La verdad es que siento algo de emoción, aunque no debería, ya que esto, en parte, no es lo que quiero… Oh, bueno, sí lo quiero, pero deseaba que algunas cosas fueran diferentes.—Amiga, ¿ya estás lista? —pregunta Mila desde mi habitación.—Sí, ya salgo.—Vamos por ese vestido de novia —dice, regalándome una sonrisa cómplice.Llegamos al lugar y nos encontramos con la señora Lucía, quien parece más emocionada que yo. Entramos a una tienda exclusiva de vestidos de novia. El lugar es enorme y sofisticado. Jamás en mi vida pensé que llegaría a tener un vestido tan costoso.—Bueno, ¿quién es la novia? —pregunta la asesora.—Soy yo —digo algo tímida.—Pero qué hermosa y qué cuerpo tan lindo. Seguro todos los vestidos te quedarán preciosos —dice, y siento cómo mis mejillas se ruborizan por tanto halago—. ¿Cuál es tu nombre?—Angélica —respondo. Ella me sonríe.—Angélica, yo soy Sofía, tu asesora de hoy. Dime, ¿cómo quieres tu vestido?—Me gustaría
Un mes despuésHa pasado un mes desde que Luciano, alias el hijo de puta, me trajo de vuelta al infierno. Desde el día uno, todo volvió a la normalidad. Volví a ser la puta de Fernando y la bailarina estrella. Los primeros días me negaba a hacerlo, pero luego de tener varias golpizas por parte de Fernando, decidí aceptar mi realidad. Pero lo que terminó de quebrarme fue la pérdida de mi hijo. Al parecer, estaba embarazada y, luego de una de las tantas golpizas que recibí por parte de los hombres de Fernando, perdí a mi bebé. Desde ese día no volví a ser la misma, algo dentro de mí murió y ahí juré vengarme no solo de Fernando, sino también del hijo de puta de Luciano, pero para eso necesitaré de alguien poderoso, y ya tengo a alguien en la mira: ANTÓN IVANOV, el gran dueño de la mafia rusa. Él me ayudará a cumplir con mi objetivo... Matar a Fernando y luego iré por ti, de Lucca.-Cristal, preciosa, ya es hora del show - me volteo y veo cómo a Fernando se le oscurece la mirada al ver mi
LUCIANO DE LUCCAEste mes ha sido complicado. Cuando entregué a Angélica, tuve que matar a una mujer con su contextura para que su amiga Mila se creyera la mentira de que estaba muerta. Me dolió en el alma verla así. Mila estaba destrozada y Carlos no sabía qué hacer.Durante este tiempo, tuve muchas ganas de ir al burdel para ver cómo estaba, pero la rabia y el dolor de la traición eran mucho más fuertes que cualquier cosa. Ella me traicionó justo cuando nos íbamos a casar, pero se metió con la persona equivocada y ahora está donde pertenece.-Carlos, no tengo ganas de ir a esa reunión.-Vamos, amigo, sé que fue duro lo de Angélica, pero debes retomar tus funciones.-Está bien, vamos.Cuando estamos en el auto, el teléfono de Carlos suena y veo que se queda algo helado.-¿Qué pasó? - pregunto, algo curioso.-Mataron a Fernando -¿¡Qué!? En ese momento me llega a la mente Angélica. Si él está muerto, ¿entonces qué pasará con ella?-¿Quién lo mató? Ese hombre mantiene lleno de guardias.