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EPILOGO REGALO.

Epílogo 2.

20 años más tarde. 

Boris dormía profundamente y los rayos del sol se colaron por el ventanal de cristal, las cortinas estaban mal cerradas y arrugó el entrecejo a la vez que ponía una mano para cubrir sus ojos de la claridad y una sonrisa socarrona apareció en sus labios cuando vio a su amada esposa con los labios entreabiertos susurrando algo que no era entendible, pero que le pareció gracioso porque estaba hablando mientras dormía. 

Con suma delicadeza le coloco un mechón ahora negro detrás de la oreja y aprecio lo hermosa que le sigue pareciendo su fotógrafa favorita; los años no han cambiado nada de ella, por el contrario, la hace ver perfecta la madurez y cada día más lo enamora, su carácter fuerte de mujer empoderada que no se deja por nadie, ni tan siquiera por él. 

Suspiró y besó la coronilla de su cabeza a la vez que dijo en voz baja —Te amo tanto Karina González—, ella abrió un ojo y se mordió el labio inferior. 

—Hazme el amor y demuestra que tanto me amas— le exigió con picardía, dándose la vuelta y dejándolo apreciar esos hermosos y redondos pechos que a él tanto le gustan. 

—Claro que te lo voy a demostrar— Afirmó posando una mano en su cintura y atrayéndola hacia él y abordando sus labios sin prisa, pero con pasión, con los años había aprendido a ser más paciente y a disfrutar con calma de esa mujer que es completamente suya. 

Ella acariciaba su rostro e igual se perdía entre sus brazos, dejándose llevar por el sabor de esos labios que son su adicción, este Boris maduro la tenía más enloquecida que al principio y cada día quería más de él. 

Estaba feliz con la hermosa vida que ahora lleva a su lado y aunque todo al inicio fue complicado y ese amor nació en medio de tanto dolor, agradece porque si no fuera así tal vez no serían esas personas que lo dan todo por lo que sienten. 

Después de haber hecho el amor con intensidad, pasión y mucha entrega, se preparó para uno de los días más importantes de sus vidas. 

"El matrimonio de su Cupido" 

A ella aún le costaba creer que fuera cierto que su hijo estaba a punto de empezar su propio camino, al lado de su nuera amada; una chica sencilla, pero hermosa que ama con locura a su Axel, un hombre ejemplar, que tiene todas las cualidades de un verdadero príncipe azul. 

—¡Oh por Dios!, mamá no llores— pidió Axel estando en el salón todos reunidos para ir a la iglesia.  Estaba muy nervioso, pero también súper feliz de que al fin se casará con la mujer que es la dueña de su corazón y aunque para mucho él aún está muy joven piensa que debe empezar a apreciar lo que la vida le regala porque no todos los días se encuentra el amor verdadero. 

—Es que aún no puedo creer que has crecido tanto y tan pronto, apenas recuerdo cuando jugabas a ser el Cupido—, sostenía el rostro de su guapo hijo entre sus manos, y tras finalizar de hablar le dejo un beso en la frente, ella no podía dejar de llorar de felicidad y su madre por igual y ni se diga de Adelina, era un día feliz para todos, sin embargo, ellas manifestaban sus alegrías mediante lágrimas. 

—Mamita deja algo de esas lágrimas para el día que tenga mi boda— pidió Alexa llegando a ellos vistiendo un vestido color pastel, puesto que es la dama de honor y Karina volteo hacia ella notando lo divina que está su niña. 

—Alexa, no estás en edad de pensar en tu matrimonio, aún eres una niña — aseveró Axel mirándola con seriedad siendo mucho más posesivo que Boris con su nena traviesa. 

—Apenas te llevo 4 años y si eres un Cupido no debes oponerte a que esté considerando en darte un cuñado— Manifestó ella mientras movía las cejas y Axel pasó de estar nervioso a estar enfado encontrando que Alexa aún es demasiado joven. 

—Madre dile a esta niña que mejor piense en estudiar—, Boris disfrutaba de ver cómo Alexa tenía tanto poder sobre su necio Cupido y se rió a carcajadas. 

Karina se contagió con la risa de su alemán y disfrutó de ver ese hombre que la hace suspirar con tan solo una mirada, y detalló lo apuesto que sigue estando; con ese pelo que se le mezcla varias canas y unas mínimas paticas de gallo que se dejan ver cuando sonríe y sus ojos se cierran un poco. 

Alexa se quedó fija observando la escena de amor de sus padres que se miraban como si no existiera nada a su alrededor y ella anhela encontrar a un hombre que pueda amar con tanta intensidad como su madre lo hace con su padre. 

Se acercó a su hermano y lo abrazó —hablando en serio hermano quiero que seas inmensamente feliz porque te lo mereces y te juro que me portaré bien—, levanto la mano derecha y entrelaza los dedos, juraba, pero con intención de no cumplir, ya que al cruzar los dedos sentía que no estaba ciertamente jurando de verdad. 

Más tarde estaban delante de la capilla donde se escuchaban las campanas de bodas. 

Antonuel estaba feliz siendo el padrino del novio, su mejor amigo, primo y hermano, quien lo ayudó a conseguir el mejor padre del mundo porque en eso se había convertido Samuel para él. 

La novia entró dejando a todos maravillados y a su lado entró Alexa con una sonrisa radiante, las dos llevaban dos ramos de flores, pues esta no era la típica boda donde el padre entregaba a la novia, sino la amiga y cuñada era quien compartía con ella ese camino hacia el altar, mientras no podía dejar de ver el rostro de su amado; el hombre con quien quiere compartirlo todo desde los momentos más alegres hasta los más tristes. 

Cuando el sacerdote le preguntó a Axel que, si aceptaba a Wendy Rizzo como su futura esposa, respondió plantándole un beso a la italiana. 

—Bueno, ya no queda bien pedir que bese a la novia— bromeó el sacerdote, ya que ellos no habían dejado de besarse, por más que el sacerdote se aclaró la garganta. 

Luego de haber pasado de la ceremonia fueron al club en donde se llevaría a cabo la fiesta. 

—Que te sucede amor, porque te noto un poco ansiosa—le preguntó Axel a su amada esposa, mientras bailaban un ballenato tocado por una orquesta contratada. 

«Deseaba que un día como hoy mi hermano estuviera aquí» pensó triste y se abrazó al cuerpo de Axel buscando consuelo, pero su corazón saltó cuando lo vio llegar siendo escoltado por todos sus guardaespaldas. 

Alexa estaba hablando con Antonuel cuando ese hombre con mirada oscura que la observó por el rabillo del ojo pasó por su lado y la dejó intranquila. 

«¿Quién será?» se preguntó curiosa, puesto que esa sola mirada bastó para hacer que su corazón diera un vuelco dentro de su pecho. 

—Vamos a bailar—le propuso Antonuel, pues le gusta mucho Alexa, pero no se atreve a confesarle sobre sus sentimientos porque teme ser rechazado y le apena que la familia lo vean mal de su parte porque piensa que debe verla como a una prima. 

Axel dialogaba con su extraño cuñado, su familia disfrutaba de la celebración todos felices. 

Alexa sintió que necesitaba respirar aire fresco cuando se apartó yendo a un sitio solitario y se recostó en una pared, cerró los ojos y se relajó. 

Volvió a abrir los ojos cuando sintió que alguien agarró su mano y notó que a su lado ya no había nadie, simplemente vio la silueta de un hombre que se alejaba. 

—¡Oye! ¿Qué es esto? —voceo al hombre que se alejaba y no miro hacia atrás, sino que la ignoró mientras ella miró su mano notando que a aquel extraño dejó entre su mano una pequeña nota que decía:

"Siempre que algo me causa interés, lo tomó sin pedir permiso y tú me gusta mucho piccolina" 

SOY DE LAS AUTORAS QUE ME GUSTA CREAR HISTORIAS PARA HACER FELICES A MIS LECTORES Y RESULTA QUE UNA PERSONITA NO SE QUEDÓ CONFORME CON EL EPÍLOGO QUE HICE, ASÍ QUE PARA RECOMPENSAR SU INCONFORMIDAD VOLVÍ HACER OTRO EPÍLOGO.  ESPERO QUE LO DISFRUTEN, Y COMO PARTE DE MI AGRADECIMIENTO HACIA USTEDES POR EL APOYO BRINDADO, LO PONGO GRATIS.

QUE DIOS LOS BENDIGA MUCHO.

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