26 Solo un poco más.

Dasha observaba a Vladimir ir y venir llenando la habitación de alimentos, bebidas, flores, y otras tantas atenciones y no podía creer que ese niño era suyo, ahora que sabia la verdad, no encontraba la forma de acercarse a él, y es que Lukyan en su afán de aclarar todo, olvido decirle quizás lo más importante y es que el pequeño sabia de ella o, mejor dicho, quien era ella.

—Órga. — susurro casi con miedo, temor a que el niño rubio y de ojos celestes como el mismo cielo se esfumara frente a ella, a que todo fuera un delirio de su mente, a perderlo nuevamente, cuando aún no terminaba de asimilar que lo había recuperado.

— ¿Sí? — respondió con la voz propia de un niño, común y corriente e incluso ordinario se podría decir, pero para Dasha, era escuchar a un ángel.

— Estás hablando. &

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