Viviría y moriría por ella cada día, era su esposa, sería su mejor amiga, era su fuego y calma, lo era todo, lo comprendo estando allí, entre sus piernas, viéndola desde su altura, ella recostada en el piso alfombrado de la oficina, él arrodillado sujetando su cadera hundiéndose y saliendo de ella despacio, disfrutando la sensación de ser envuelto en su cálido interior, disfrutando de verla agitarse, como su pecho subía y bajaba cada vez más rápido, como sus parpados caían presos del deseo y la pasión, su boca entre abierta repetía un y otra vez su nombre, hasta que la joven levanto una mano, lentamente como si el hecho de realizar aquel acto le llevara todo de su concentración o quizás era que no podía hacer otra cosa más que gemir bajo las embestidas lentas pero profundas del rubio, queria acariciar su torso, necesitaba asegurarse que no
Harum veía la espalda de Lukyan, ancha y fornida, se notaba firme y recta, y sus manos cosquilleaban por tocarla, llevaba mas de 10 años deseando tocar esa espalda, más de una década en la cual la castaña decidió follar con cuanto hombre estuviera dispuesto a enseñarle algo nuevo y novedoso en el ámbito sexual y todo para poder complacer a ese capo de la mafia, que por ahora su prima le había arrebatado, pero contaba con que se lo ganaría a Dasha, pues en la mente de Harum, Luyan no podía preferir a la pelinegra sobre ella, menos si le hacia creer que Dasha solo era una herramienta de venganza utilizada por Nikola.— Mi deber siempre fue con el clan, he cumplido con mi juramento, pero no puedes pedirme que pase esto por alto, eres mi hija, no estuve para ti antes, pero lo estoy ahora. — la voz furiosa de Dima, obligo que tanto Harum como Sergei quitaran la vista de Lukyan y
Ese día el castigo y muerte de esos tres no correría de la mano de Dasha, la pelinegra era la más afectada con el actuar de esos que una vez considero familia, pero también comprendía la furia que se estaba gestando en el interior del rubio desde la noche anterior cuando vio parte de ese maldito video, no podía quitarle a su mafioso el alivio de vengarse de esos que seguramente habían disfrutado de ver a la gran Zafiro Zabet Neizan rogar piedad, además como Dima le había dicho, ella debía descansar para reponer fuerzas, la noche de sexo duro con su esposo estaba pasando factura y cada articulación dolía más con cada minuto que pasaba.— Por favor Lukyan, ten piedad, mi única culpa fue querer ser una buena esposa y buena madre… — las lágrimas de Miriam, eran auténticas, eso lo sabía todo el mundo y fue por ello que Lukyan saco
Su lengua húmeda y cálida envolvió la aureola del pezón, provocando que este se alzara como la punta de una flecha al soplar sobre el luego de humedecerlo, entonces llevo sus dedos pulgar e índice al rosado botón, que pedía a gritos seguir siendo tocado, comenzó a pellizcar y retorcer el pezón, mientras su lengua atendía al otro; podía sentir a su esposa estremecerse bajo su lengua y contacto, aunque no la podía escuchar, gracias a la mordaza que tenía una pequeña pelota y que había colocado en su muy apetitosa boca, era una imagen digna de retratar, no solo estaba amordazada, sus ojos estaban vendados, mientras su pecho subía y bajaba con cada mordisco y pellizcó que le otorgaba a sus rosados y muy sensibles pezones.— ¿Estas lista cariño? — susurro en su oído y la pelinegra busco restregar su feminidad en la pi
Los días que siguieron los dedico a investigar junto con Dima, cada detalle, cada cosa que lo pudiera ayudar a salvar a la mujer que amaba y sin la cual no queria seguir viviendo, sus noches pasaron de ser enemigas a su mejor aliada, ya que ahora no escapaba a ese sueño recurrente que tanto dolor y miedo le causaba, ahora, tomaba todo lo que podía de aquella fúnebre premonición.— Entonces sucederá aquí, en la mansión. — Dima aun no podía creer ese detalle, que Alek se atreviera a atacar la mansión Neizan no sería de extrañar, después de todo, el castaño ya no tenía nada que perder, lo que causaba la incredulidad del custodio, era saber que Alek pasaría todos y cada uno de los anillos de seguridad que Lukyan había dispuesto para proteger a su esposa.— La veo bajar por las escaleras. — aseguro apuntando la cima de estas. —
Dolor, ¿Cuántas formas de sentirlo existen? ¿Cuál pesa más? ¿el físico, o el que se carga en el alma? Lukyan conocía el dolor, la perdida, eran cosas casi cotidianas para mafiosos de su calibre, sin embargo, viendo el cuerpo de Dima, comprendió, que nunca podría acostumbrarse a sentir esa pena en su alma, se suponía que era un custodio, su mano derecha, pero, resultó ser el padre de la mujer que amaba, su consejero, ese que lo vio nacer y lo cuido, ese hombre que luego de que perdiera a su padres, lo ayudo a cuidar a Vladimir, Dima era ese ser, que había salvado a la razón de ser del mafioso, en ese momento Lukyan comprendió que la muerte no perdonaba nadie, y él de iluso pensando en sacrificar a medio clan si era necesario para salvar a su esposa, cuando en realidad la persona que cambiara de lugar con Dasha causaría el mismo dolor, dejaría el mismo vac&iacu
El calor que se extendía por su cuerpo, era casi insoportable, cada lugar que su boca recorría era atacada por pequeñas corrientes que la hacían estremecer, y suspirar, aunque debía reconocer que lo que predominaba en aquel lugar eran gemidos, hermosos jadeos de placer que él le provocaba, no obstante estaba un poco aturdida por el alcohol, no podía evitar cuestionarse lo que estaba haciendo, si su padre se enterara… no, no quería pensar en ello, ya era demasiado tarde para arrepentirse, el alcohol en su sangre no era el culpable de sus actos, ella solo bebió un poco, lo mínimo que necesitaba para al fin dar el gran paso… entregarse a quien amaba. Sus manos recorrían su amplia espalda, mucho más musculosa de lo que pensó que seria, y su miembro… Dios, estaba segura de que la partiría a la mitad. — Más…más lento por favor. — suplico en voz baja, no por vergüenza, sino porque su garganta estaba seca de tanto gemir. — Hermosa virgen de cabello negro sabía que te encontraría aquí, mi b
El clan Neizan era la mafia más importante de rusia, eso era indiscutible, al igual que el manto de misticismo que los cubría, no solo por estar un paso delante de sus enemigos, también era el hecho de que nunca nadie le pudo demostrar delito alguno, todo el mundo conocía sus rostros, ellos no necesitaban de las sombras para protegerse, claro que no, cuando tenían el don de la videncia de su lado, algo que les daba la ventaja sobre sus enemigos, pero que también causaba un gran peso para el líder del clan, quien era consiente que el futuro no siempre se podía cambiar, él era solo un observador, Neri Neizan, mejor conocido como el vidente, cargaba con más secretos que cualquier otro ser humano, ¿Quién dijo que ver el futuro siempre es bueno? En especial cuando este no se muestra completo o no se puede cambiar.— Lukyan, debes dejar de tentar tu suerte, que te pegues una enfermedad de trasmisión sexual sería el menor de tus problemas siendo quién eres. — los Zafiros que su madre tenía p
Dasha regreso a su hogar, tardando más de lo necesario, no era por tener dudas su demora, ella sabía que hacer, o por lo menos la decisión estaba tomada, amaba a ese bebé, ese mismo que acaricio dentro de su vientre, creyendo que era de Alek, pero ahora… ¿qué diferencia había? Sea del castaño o de un desconocido, no le importaba porque era suyo, solo necesitaba un poco de ayuda con su padre, el clan Neizan no era el único que tenía leyes, los Morozova también tenían las suyas, si bien estaban un paso más abajo que el clan Neizan, aun así eran poderosos, grandes señores mafiosos salieron de esa familia y aún más grandes señoras que todo dirigían, pues tras un gran hombre, siempre hay una gran mujer, fue por ello que tanto Dasha como su hermanastra Harum, fueron criadas bajos grandes valores morales, las mujeres eran preparadas todas sus vidas para complacer a sus maridos, pero también para pensar por ellos, un embarazo de un desconocido no sería bien visto, claro que no.— ¡Harum! o Ha