Su lengua húmeda y cálida envolvió la aureola del pezón, provocando que este se alzara como la punta de una flecha al soplar sobre el luego de humedecerlo, entonces llevo sus dedos pulgar e índice al rosado botón, que pedía a gritos seguir siendo tocado, comenzó a pellizcar y retorcer el pezón, mientras su lengua atendía al otro; podía sentir a su esposa estremecerse bajo su lengua y contacto, aunque no la podía escuchar, gracias a la mordaza que tenía una pequeña pelota y que había colocado en su muy apetitosa boca, era una imagen digna de retratar, no solo estaba amordazada, sus ojos estaban vendados, mientras su pecho subía y bajaba con cada mordisco y pellizcó que le otorgaba a sus rosados y muy sensibles pezones.
— ¿Estas lista cariño? — susurro en su oído y la pelinegra busco restregar su feminidad en la pi
Los días que siguieron los dedico a investigar junto con Dima, cada detalle, cada cosa que lo pudiera ayudar a salvar a la mujer que amaba y sin la cual no queria seguir viviendo, sus noches pasaron de ser enemigas a su mejor aliada, ya que ahora no escapaba a ese sueño recurrente que tanto dolor y miedo le causaba, ahora, tomaba todo lo que podía de aquella fúnebre premonición.— Entonces sucederá aquí, en la mansión. — Dima aun no podía creer ese detalle, que Alek se atreviera a atacar la mansión Neizan no sería de extrañar, después de todo, el castaño ya no tenía nada que perder, lo que causaba la incredulidad del custodio, era saber que Alek pasaría todos y cada uno de los anillos de seguridad que Lukyan había dispuesto para proteger a su esposa.— La veo bajar por las escaleras. — aseguro apuntando la cima de estas. —
Dolor, ¿Cuántas formas de sentirlo existen? ¿Cuál pesa más? ¿el físico, o el que se carga en el alma? Lukyan conocía el dolor, la perdida, eran cosas casi cotidianas para mafiosos de su calibre, sin embargo, viendo el cuerpo de Dima, comprendió, que nunca podría acostumbrarse a sentir esa pena en su alma, se suponía que era un custodio, su mano derecha, pero, resultó ser el padre de la mujer que amaba, su consejero, ese que lo vio nacer y lo cuido, ese hombre que luego de que perdiera a su padres, lo ayudo a cuidar a Vladimir, Dima era ese ser, que había salvado a la razón de ser del mafioso, en ese momento Lukyan comprendió que la muerte no perdonaba nadie, y él de iluso pensando en sacrificar a medio clan si era necesario para salvar a su esposa, cuando en realidad la persona que cambiara de lugar con Dasha causaría el mismo dolor, dejaría el mismo vac&iacu
El calor que se extendía por su cuerpo, era casi insoportable, cada lugar que su boca recorría era atacada por pequeñas corrientes que la hacían estremecer, y suspirar, aunque debía reconocer que lo que predominaba en aquel lugar eran gemidos, hermosos jadeos de placer que él le provocaba, no obstante estaba un poco aturdida por el alcohol, no podía evitar cuestionarse lo que estaba haciendo, si su padre se enterara… no, no quería pensar en ello, ya era demasiado tarde para arrepentirse, el alcohol en su sangre no era el culpable de sus actos, ella solo bebió un poco, lo mínimo que necesitaba para al fin dar el gran paso… entregarse a quien amaba. Sus manos recorrían su amplia espalda, mucho más musculosa de lo que pensó que seria, y su miembro… Dios, estaba segura de que la partiría a la mitad. — Más…más lento por favor. — suplico en voz baja, no por vergüenza, sino porque su garganta estaba seca de tanto gemir. — Hermosa virgen de cabello negro sabía que te encontraría aquí, mi b
El clan Neizan era la mafia más importante de rusia, eso era indiscutible, al igual que el manto de misticismo que los cubría, no solo por estar un paso delante de sus enemigos, también era el hecho de que nunca nadie le pudo demostrar delito alguno, todo el mundo conocía sus rostros, ellos no necesitaban de las sombras para protegerse, claro que no, cuando tenían el don de la videncia de su lado, algo que les daba la ventaja sobre sus enemigos, pero que también causaba un gran peso para el líder del clan, quien era consiente que el futuro no siempre se podía cambiar, él era solo un observador, Neri Neizan, mejor conocido como el vidente, cargaba con más secretos que cualquier otro ser humano, ¿Quién dijo que ver el futuro siempre es bueno? En especial cuando este no se muestra completo o no se puede cambiar.— Lukyan, debes dejar de tentar tu suerte, que te pegues una enfermedad de trasmisión sexual sería el menor de tus problemas siendo quién eres. — los Zafiros que su madre tenía p
Dasha regreso a su hogar, tardando más de lo necesario, no era por tener dudas su demora, ella sabía que hacer, o por lo menos la decisión estaba tomada, amaba a ese bebé, ese mismo que acaricio dentro de su vientre, creyendo que era de Alek, pero ahora… ¿qué diferencia había? Sea del castaño o de un desconocido, no le importaba porque era suyo, solo necesitaba un poco de ayuda con su padre, el clan Neizan no era el único que tenía leyes, los Morozova también tenían las suyas, si bien estaban un paso más abajo que el clan Neizan, aun así eran poderosos, grandes señores mafiosos salieron de esa familia y aún más grandes señoras que todo dirigían, pues tras un gran hombre, siempre hay una gran mujer, fue por ello que tanto Dasha como su hermanastra Harum, fueron criadas bajos grandes valores morales, las mujeres eran preparadas todas sus vidas para complacer a sus maridos, pero también para pensar por ellos, un embarazo de un desconocido no sería bien visto, claro que no.— ¡Harum! o Ha
Dicen que no hay peor veneno que el odio, ese sentimiento que corre por tus venas partiendo del corazón y esparciéndose por cada lugar de tu ser, intoxicando todo a su paso, alimentándose de cada recuerdo amargo, de cada traición, de cada humillación, Dasha estaba llena de eso, odio, uno que alimentaria por años.— ¿Qué es lo que te resulta tan divertido? — indago Jade Zhao Bach, esposa del antiguo tigre blanco, único clan que manejaba China, hasta ese momento.— No es nada, disculpe. — respondió bajando su cabeza, hacia poco más de un mes que estaba en aquellas tierras, se suponía que debía servir a los mayores del clan, mientras la joven hija de Jade manejaba la mafia de China.— No te permito ser sumisa en mis tierras. — aseguro la rubia de ojos verdes y Dasha la vio sin comprender. — Puede ser que aceptamos que... tu padre. — Jade no pudo evitar hacer cierto gesto de desprecio con su boca al decir aquello. — Te enviara a servirnos, pero sabemos muy bien que tú, no naciste para eso
— Mamá. — la llamo mientras corría hacia su madre, quien acababa de caer sobre la nieve solo a unos pasos del pequeño Vladimir. — ¡Mamá! — grito sujetándola entre sus brazos y viendo de reojo como gran parte de sus hombres comenzaban a moverse, tratando de saber que era lo que sucedía.— Solo le estaba contando de los abuelos a Vladimir… — susurro acariciando el blanquecino rostro de su único hijo. — Creo que seré la primera de sus hijas en acompañarlos. — los ojos de Zafiro se empañaron, la reina fría sabía que el dolor en su pecho era demasiado fuerte y fuera de lo normal, Zafiro Zabet, comprendió que su fin había llegado y solo le quedo dar gracias de haber podido consentir a su nieto.— No lo harás… — trato de convencerla y convencerse, podría ser que lo apodaran la muerte blanca, pero ahora solo parecía un niño, a punto de perder todo lo que amaba.— Shhh… Lukyan… cuida a Vladimir y cuando ella regrese, no seas un tonto hijo. — incluso en ese momento, la voz de su madre sonaba má
Dasha no esperaba que nadie fuera por ella al aeropuerto, y efectivamente, su familia no la defraudo, aunque no puedo evitar sorprenderse al ver a Alek Neizan en el estacionamiento, su primer reacción fue detener sus pasos, pero solo le tomo un segundo, retomar la marcha, ese hombre no era suyo, y estaba segura de que nunca lo fue.— Dasha, ¡Dasha! — se vio obligado a llamarla en más de una ocasión, mientras la pelinegra continuaba su camino y ante la falta de atención de la mujer, Alek corrió tras ella. — Hey te estoy hablando. — recrimino apenas su mano sostuvo el delgado brazo de Dasha.— Le pediré que no me toque señor Neizan, no quisiera tener problemas con su futura esposa y menos con mi padre. — rebatió con frialdad, mientras se soltaba del ligero agarre.— No comprendo porque me ves así. — cuestiono cruzando sus anchos brazos sobre el pecho y Dasha tenía ganas de patear su cara.— ¿En verdad no lo entiendes? Conspiraste con Harum.— No, Dasha, las cosas no fueron así, solo… el