5 Fiebre.

Antara:

Las gotas de agua caían acariciando mi rostro, la temperatura era agradable, y la mano de mi padre aferraba la mía.

— Un día tu poder divino será tan grande como el mío. — el gran rey Firuis fijo sus ojos negros en mí, y no pude evitar soltar una risilla como la niña que era.

— Pero, padre, ¿de qué hablas? Tu poder no tiene comparación. — alagó conocedora que eso a mi padre siempre le agradaba.

— Mi princesa. — rebatió él, acariciando mi negro cabello. — Tu poder será aun mayor que el mío, al igual que tu responsabilidad para con tu gente. — los pasos de mi padre se detuvieron y con ellos los míos, elevo sus manos al cielo y solo entonces vi sobre nosotros.

— Papá. — del miedo que me dio ver las nubes negras y como de ellas caía tanta agua, se me olvidaron las formalidades, y eso si hizo sonreír a mi padre.

— No debes temer, mi pequeña Antara, nosotros manejamos el agua, no ella a nosotros, no lo olvides, porque si lo haces, muchos perecerán.

El rey Firuis agito sus manos y solo entonces comprendí que aquello no era una llovizna de primavera, eso era una tempestad que golpeaba nuestro reino, como si el propio cielo lo quisiera hacer desparecer, algo que solo el rey pudo evitar, ¿Cuántas veces mi padre había salvado e reino? ¿Qué veneficio traía manejar el agua? Hasta ese momento pensaba que el poder de mi madre era bueno, creo que lo que debía de haber aprendido, era que ambos trabajaban en equipo, la reina Estrella veía el peligro acercarse y mi padre se preparaba para enfrentarlo, pensaba que eran indestructibles… cuan equivocada estaba.

— Papá. — aun con los ojos cerrados distingo mi propia voz y lo mal que suena.

— Aquí estoy Eleonor, aquí estoy. — no podía abrir mis ojos, pero podía saber que el que tomaba mi mano no era Firuis rey de los brujos, ese que estaba a mi lado era el duque White.

— Lo siento. — susurre, no sabía si me disculpaba con mi padre biológico por haberlo echado al olvido en los últimos años o si le pedía perdón al duque, por no ser la hija que él merecía.

— Todo estará bien, mi bella Eleonor.

Seguía sintiendo el agua escurrir por mi rostro, pero esta vez no era el recuerdo de un pasado feliz, ahora sabía que eran mis lágrimas, las que aun en medio de la inconciencia surcaban mi rostro.

— En verdad Duque, no se que sucedió, yo lleve todo lo necesario para que la señorita se aseara y de pronto ella comenzó a insultarme, luego de eso el joven Cameron me pidió retirarnos, por lo que no sabría decirle porque la habitación de Eleonor estaba en esas condiciones, tal vez ella lo hizo… — Iris, m*****a perra mentirosa, la oía y más me indignaba el no poder rebatir sus mentiras, pero es que realmente vagaba entre la conciencia y la inconciencia.

— Tu… — la voz fría de mi padre me quieta el aire inclusive a mí. — ¿Te atreves a llamar por su nombre a mi hija? ¿a la joven señorita White? — ahora más que nunca queria abrir mis ojos y disfrutar del rostro de Iris, sabia que debía estar pálida y aterrorizada.

— Mi señor… yo…

— Emir, lleva a esta mujer al calabozo, hasta que descubra que fue lo que sucedió.

— Mi señor, no…

— Es mejor que no digas nada más, y que le reces a la diosa porque mi hija reaccione y diga que fue lo que sucedió, o no solo acabare con tu vida, toda tu familia te acompañara en tu destino.

 Ese fue el momento donde el anhelo de despertar desapareció, deje que la negrura me llevara una vez más, porque, aunque esa loba fuera una verdadera perra conmigo, no podía olvidar que sus hermanos eran apenas unos cachorros, el duque no seria capaz de cumplir con su amenaza ¿verdad?

— ¡Antara primera del reino Kael! — la voz del vocero del palacio hace vibrar mis pies, debo reconocer que el delirar no es tan malo, siempre que me muestre mi antigua vida.

— ¿Cómo hace eso? — era apenas una niña de siete años, la curiosidad y las ansias de saber todo, desbordaban de mí.

— Brandon maneja el aire, y cuando lo desea provoca que el aire lleve su voz tan lejos y fuerte como lo desee.

— ¿No te da miedo que un día se enoje contigo y te grite hasta hacerte volar? — mi pregunta inocente fue captada por el joven vocero y me vio con espanto y preocupación.

— Creo que aprecia demasiado su vida como para no intentarlo nunca. — rebatió mi padre y yo solo lo veía con asombro.

— ¿Lo matarías? — no tenía miedo al pregunta aquello y Firuis se dio cuenta de ello, por lo que, hincado una pierna en el piso, dejo neutros rostros uno frente al otro, asegurándose que tuviera toda mi atención y sí que la tenía.

— No necesitas ser un rey para quitar una vida, pero debes tener en cuenta que deberás vivir con ello, lo que tus actos provoquen, después de todo, nadie esta solo, así como tu me tienes a mi y a tu madre, los demás también tienen familia, seres que los aman y buscaran vengarse por el sufrimiento que les provoques, más si actúas desde un arrebato, se que si algún día Brandon perdiera el control y me gritara, estaría en un gran problema, pero ¿Qué clase de rey seria si no le doy una oportunidad remendar su error? Mejor aún, ¿Qué clase de persona seria si en lugar de actuar como un rey que cuida de su pueblo, tomara revancha desde el enojo, sin pensar en que estaría no solo acabando con una vida, también lastimando a toda una familia?

Mi padre era un hombre sabio, y yo… yo había estado equivocada por demasiado tiempo.

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