Heridas de guerra (parte uno)

Arianna

Antes de que pudiese evitarlo, Aquiles, se abalanzó sobre Marcos, tomándolo de la solapa del saco y lo empotró contra la cajuela de una camioneta.

—Creí que había dejado claro que no te quería cerca de ella —le espetó a solo unos centímetros del rostro, respirando trabajosamente. Su semblante era frío como el granito.

Su voz sonó fuerte y clara en el estacionamiento vacío y Marcos, se atrevió a sonreír con cinismo, chasqueando la lengua. Fingiendo no estar intimidado.

—Arianna, sigue siendo mi esposa —, señaló —no tengo que pedirte permiso para discutir ningún asunto con ella. El único que está fuera de lugar aquí, eres tú —.Le dio un empujón para apartarlo, sin embargo, Aquiles, no se movió un milímetro —. Tengo una duda, ¿por qué acompañarías al ginecólogo a tu asistente?

Antes de que Aquiles pudiese responder, me adelanté:

—No es de tu incumbencia —aullé, indignada —. Lo que yo haga con mi vida es asunto mío, no tuyo. Lo único que debe importante es llevar a tu
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo