Arianna —¿Qué ocurrirá con Romeo? —Le pregunté a Ares, en cuanto tomó su sitio, y me entregó una botella de agua, que dejé sobre la silla contigua. —No tuve tiempo de discutirlo con los abogados o Eros, pero considero que es posible que vaya a prisión. Creo que los escuché decir que cabe una pena de seis meses a tres años. Sé que no pueden usar el video como prueba, aunque intentarán arrancarle una confesión y usaremos el video con el consejo para conseguir su despido inmediato —. Negó con la cabeza y le dio un sorbo a su café —. No estoy seguro de que más podemos hacer, aunque yo espero y voy a pedirles que busquen el castigo máximo. Romeo, era casi parte de la familia. Lo que hizo, no tiene nombre —. Asentí. —¿Lo mismo le ocurrirá a Marcos? —No podría responderte eso en este momento, sin embargo, es posible. Sí. Todavía no se determina su participación en todo esto. Además, es factible que los abogados deseen negociar, si es que está dispuesto a retirar los cargos. Tú que lo con
Arianna Sentía que el rostro me ardía y la sien me palpitaba. Estaba tan confusa y débil, que tuve la urgencia de tomar algo de distancia del caos que era el mundo fuera de las cuatro paredes del tocador de la clínica. Respire profundamente, en un vago intento por controlarme y me enfoqué en la sensación de alivio que me provocaba saber a Marcos, fuera de mi vida para siempre. Solo me inquietaba que no retirase la denuncia. Aunque intentaba convencerme de que debía mantener la fe. Ares, creía que lo haría. Me dijo que luego de que hablásemos, pidió ver a su abogado y eso era una buena señal. Con suerte, se encontraban preparando una oferta, justo en ese momento. Tomé aire lentamente, colocando mis manos bajo el chorro de agua fría, preparándome para salir, cuando Julia entró y cerro la puerta del tocador de un golpe. —¿Lo viste? —Preguntó con los dientes apretados —. No lo comprendo —dijo con los ojos llenos de lágrimas y el rostro enrojecido. Sin darme la oportunidad de respo
Arianna —¿Estás segura de que no quieres compañía? —Ares, se apoyó en la pared junto a la entrada. Se veía agotado y estaba segura de que si lo dejaba quedarse, no descansaría nada. Se preocupaba demasiado. —Muy segura, probablemente me quede dormida en cuanto ponga un pie en la habitación —. Una mueca de preocupación, reafirmó mi punto. —Deberías comer algo —. Se incorporó y estiró el cuello para ver hacia adentro —. No te han dejado la cena. —Todavía es temprano, y además pedí que suspendieran el servicio —me encogí de hombros —, pero no te preocupes, debo tener algo para calentar. En todo caso, pediré algo de ser necesario. Solo ve a tu departamento e intenta dormir. Mañana será aún más intenso —. Al día siguiente, Aquiles, prestaría declaración, ante el juez, que emitió su orden de aprensión. Ambos suspiramos al unísono —. Solo dime a que hora debo poner la alarma para estar lista, cuando vengas a recogerme. Ladeo la cabeza y se rascó la barbilla. —Sinceramente, no tengo
Cuatro meses después…AriannaMe di un largo baño de espuma y salí completamente despejada. Pocos minutos después, a pesar de que solo eran cuatro personas en la habitación, podía escucharlas desde el baño cotilleando y chillando como locas. Al entrar en la habitación, Nora me ofreció un chocolate que acababa de calentar en el microondas. El sabor a chocolate, bajó por mi garganta, haciéndome sentir aún mejor de lo que estaba. Ya sentía en mis venas la serotonina del gran día que me esperaba; sin embargo, solo bastó un trago de aquel elixir para comenzar a sentir eufórica. ¿Cómo era posible que fuese experta hasta para preparar chocolate? En cuanto no quedó una gota en el vaso me senté en una silla frente al tocador y mi amiga comenzó a colocarme una mascarilla para que mi piel estuviese fresca antes de Nora me maquillase. Una vez que me puso la máscara, buscó a tientas la plancha para el cabello y el secador. —¿Qué pasó con Johnny? —Pregunté ayudándola a preparar las cosas para
Aquiles Todo era perfecto, de un lado se podía ver el mar azul, y el sol perdiéndose lentamente en el horizonte. Por otro, sobre la arena, sillas blancas con listones y arreglos florales en tonos pastel. Solo las suficientes para que nuestros amigos y familiares más cercanos nos acompañasen. Una enredadera de flores como rosas, peonías y gardenias en tonos claros bordeaban el pasillo. Ella caminaría hacia mí, por ese pasillo, para apostar pasar su vida junto a alguien como yo, a pesar de mis defectos, porque podía ver lo mejor de mí. Yo me encontraba a un lado del altar, bajo el arco de flores. Retorciendo con impaciencia mis dedos y con la mirada fija en la cabaña donde la estaban preparando. Más allá estaba la carpa blanca donde se serviría el banquete, todo estaba iluminado con candelabros de vidrio enterrados en la arena, sillones y tumbonas a lo largo y ancho de la playa. Flores por doquier, guirnaldas de pequeños focos que creaban un ambiente tan romántico como el que ella m
Arianna —Creo que nos va a ser imposible seguir por este camino. —Entrelazó sus dedos con los míos sobre su pecho y me besó los nudillos para suavizar la noticia —. Me parece que lo mejor sería que demos la vuelta, hasta el último lugar que me resulta familiar. Desde allí seguro logro ubicarme —Mis ojos se abrieron de par en par. «No estaba ni cerca si creía que volvería atrás, yo era quien llevaba el vestido de novia. Sin mencionar que estaba embarazada de casi seis meses». Pensé y respiré antes de exteriorizar lo que pensaba. —¿Crees que voy a volver caminar por la arena dos kilómetros más, con vestido de novia? —Las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa traviesa —. Será romántico dijiste… —Alcé una ceja. —El muelle no debe estar lejos. —Eso es lo que me dijiste hace veinte minutos y continuo dando vueltas con el vestido de novia puesto. —Podrías quitártelo, apuesto que lo que llevas bajo ese vestido es igual de interesante. —Le di un puñetazo en la espalda, lanz
Tres meses antes. Arianna «Te amo, Ari. Te amo más de lo que puedo llegar a contener y te querré por siempre. Por favor, cásate conmigo y tengamos una docena de niños tan hermosos como tú». Eso fue lo que me dijo Marcos, el día que me propuso matrimonio con el pulso acelerado y los ojos llenos de lágrimas. Eso fue antes de que comenzara a resquebrajarme por dentro. Antes de sentir que me ahogaba en el miedo y dolor, cada vez que una gota de sangre se deslizaba por el interior de mi muslo y caía lentamente sobre los azulejos blancos del baño, diluyéndose en el agua, antes de perderse en la rejilla. No sé por qué. En el pasado cruzaba los dedos cuando se acercaba el día donde debía presentarse la regla, incluso suspiraba, aliviada y en ocasiones llamaba a Julia; mi mejor amiga, para destapar una botella de vino a modo de festejo. Sin embargo, ahora, que la regla se presentase, solo me provocaba una profunda sensación de soledad. La sangre, era un recordatorio de que estab
AriannaTuve un mal presentimiento, cuando escuché como desde el otro lado de la línea una mujer, cogía aire. —¿Hablo con Arianna Rossi? —Hice un gran esfuerzo para mantener los ojos abiertos y busqué a tientas la lámpara para encenderla, mientras me incorporaba. —Sí, ¿con quién hablo? —Apreté los parpados un segundo, antes de entornarlos, viendo con esfuerzo que eran las tres de la madrugada. Finalmente, logré encender la luz de la lámpara y al sentarme en la cama, me di cuenta de que estaba sola, aun Marcos, no había regresado. Contuve el aliento un instante, esperando que la llamada no fuese la razón por la que mi esposo, no estaba a mi lado. —Hablo del hospital San Bernardo, usted es el contacto de emergencia de Marcos Rossi, fue ingresado hace un momento, tras sufrir un accidente automovilístico. Tardé varios segundos en comprender lo que acababa de oír y muchos más en asimilarlo: “Marcos…Ingresado…Accidente…” Sentí la boca seca y mi corazón, reaccionó de inmediato,