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Atrapados En Isla Arlington
Atrapados En Isla Arlington
Por: Yoshme
Aparentemente negociable

Marcos Arlington, era uno de los millonarios más odiados en Sudáfrica, su descomunal conglomerado de empresas acostumbraba a adquirir a otras. Y no siempre se ganaba el beneplácito de todos. Era un hombre capaz, inteligente y sobre todo practico y ahora el destino jugaba con él poniéndola a ella en su camino y de paso su vida patas arriba. El estar cerca de ella no solo lo excitaba y le producía aquella sensación de tener el polo norte alojado en la boca del estómago. Si no que también estaba la ansiedad cuando no la veía, el pensar en ella en todo momento, pero sobre todas las cosas. Dada su naturaleza y carácter, él, mejor que nadie sabía que “estaba cogido de los huevos” como decía siempre su primo Jensen Arlington. Y para él estar enamorado no era una opción, era simplemente debilidad.

Todas sus relaciones no merecían ser llamadas amorosas más bien debían ser llamadas sexuales. Nunca antes se había enamorado y por eso estaba tan seguro de que esto, era lo que le estaba pasando ahora. Marcos llevaba dos semanas en un hospital privado de Joburg (Johannesburgo) en el que su familia tenía acciones. Él tenía varios negocios en Pretoria, pero la gran mayoría en Joburg y cuando iba de camino a una reunión familiar, había sufrido el atentado que lo tenía ahora en cama. La misma mujer por la que su corazón palpitaba ansioso a toda hora, era la que lo había socorrido en la carretera. La joven era médico residente de cirugía general y estaba terminando su especialidad en ortopedia casualmente en aquel hospital privado en Witwatersrand. Ese día ella había asistido en su operación de extracción de bala y le habían encargado el seguimiento de su recuperación postoperatoria. Pero el día de ayer Rowina había ido a visitarlo y él se temía que los comentarios de esta hubieran llegado a los oídos de Anekka, a través de la enfermera que intentaba canalizar su vena mientras su aspirante a prometida soltaba su veneno. Rowina estuvo insistiendo todo el tiempo en que quería quejarse porque habían puesto a una residente a cargo de su recuperación y que como si fuera poco esta era una pobre negra de una aldea en las afueras. Sentía tanto miedo de imaginar, en lo que ella pudiera estar pensando, si la enfermera le había ido con el cuento.

Habían sido tan magníficos todos aquellos días que estuvo junto a Anekka alejado de las preocupaciones por los negocios. Recibiendo toda su atención y sus cuidados. Se sentía en las nubes cada vez que la veía sonreír por alguno de sus galanteos, y se curvaban de forma tan sexy sus gruesos y sensuales labios dejando ver un poco sus perfectos dientes. Nada que ver con la montaña rusa que adornaba la boca desagradable de Rowina Schoeman. Pero tenía que aguantarse como todo un hombrecito, ser paciente y objetivo hasta que saliera de aquella cama y pudiera defender y cuidar de sus negocios por sí mismo. No podía dejar que su falta de tacto con Rowina pusiera sus negocios en peligro, bien sabía que el padre de esta se encargaba muy bien de enmarañar la vida de todo el que le hiciera un feo a la dragona que tenía por hija. Y ahí estaba él preso en aquella cama de hospital y pensando otra vez en Anekka en su cabello revuelto y enmarañado muy natural, en su piel oscura y pareja, limpia, sedosa, su cuerpo hermoso. Y sus bien torneadas piernas, se veía que ella visitaba a menudo el gimnasio. De tan solo recordarla caminar, la testosterona hacia un lio en su cabeza y pensaba en una sucesión de sexo- matrimonio-sexo-hijos y toda una vida junto a ella, viajes, fiestas familiares, renovación de votos. Sentía que iba a enloquecer. Nunca antes había estado enamorado, su desesperación le confirmaba que, solo eso podía ser.

La mañana siguiente Anekka tampoco se presentó, y ya eso era muy mala señal. Preguntó por ella cuando ya no pudo contener más su ansiedad y le informaron que había sido liberada de sus responsabilidades por problemas familiares en su aldea. Esto lo calmo un poco pero no del todo, su instinto le decía que algo andaba mal. Una semana después cuando le dieron de alta, se valió de sus influencias para conseguir la dirección del misterioso lugar donde ella vivía alegando que deseaba darle una gratificación monetaria, porque a fin de cuentas ella había sido la que lo había salvado en la carreta. Pero no sería tan fácil ir a verla, recibió la noticia de que se le necesitaba pronto en Ciudad del Cabo, por unos asuntos de negocios que no podían esperar. Y eso definitivamente puso más distancia entre ellos… solo si el destino quería se volverían a ver.

Días antes Johannesburgo en las afueras de Witwatersrand…

1

Nadie de la familia Arlington estaba feliz de estar allí reunidos ese día. El abuelo Roger había muerto hacía dos años y se rumoreaba que su testamento no se leería hasta después de pasado cinco. Pero sin que nadie lo sospechara se había adelantado la lectura, ninguno de los presentes sabia el porqué de tal adelanto. Todos sentían temor de que les fuera legada la propiedad Isla Arlington (nombre que recibía el lugar donde se encontraban ahora). Isla Arlington estaba compuesta por 1500 hectáreas de extensión o un poco más, contaba con dos lagos, una cascada y tres minas. Tenía un campo de golf, una preciosa y bien cuidada cuadra de caballos, sin dejar de mencionar el precioso paisaje del lugar y hasta un pequeño pueblo de nativos que había dentro de la propiedad. A unos 3 kilómetros del comienzo de las tierras estaba la inmensa mansión de la familia, a la que se accedía por una carretera franqueada por arboles de sauce a ambos lados. Una preciosa fuente con esculturas de mineros daba la bienvenida al llegar a la impresionante construcción de cuatro pisos con 27 habitaciones, sin contar las cuatro salas, dos salones de fiestas, la biblioteca, el salón comedor de interior y el de exterior. La terraza, la piscina, el jacuzzi y un sinfín de habitaciones y lugares que a veces pasaban años sin ser utilizados. La mansión era un digno objeto de codicia pero ninguno de ellos era lo suficientemente estúpido como para quererla. Porque como era de conocimiento general de todos ellos. La propiedad era cedida cada vez que había alguien arruinado en la familia o que había alguna oveja descarriada que necesitaba pasar por cosas intensas para tomarle aprecio a su vida. Así es que en contra de su voluntad estaban todos presentes, los hijos del tío Michael, la prima Amalia, el primo Harry con su cara de molesto con el mundo. También estaba Iván, que no dejaba de hablar por su teléfono, atento a sus negocios todo el tiempo. Los hijos del tío Matteo, Armand, Claudio y Karell, pues Marcos no podría asistir producto del atentado. Y por último los hijos de Gian Stefano, Jensen y Sofi. Además de las esposas y los esposos de quienes los tenían, que también estaban presentes junto a sus hijos, así sumaban veinte los presentes. Pero todavía el notario no había comenzado la lectura porque aún faltaba un miembro importante además de Marcos.

Jensen no había llegado aún y él era el motivo de toda aquella reunión. Las horas fueron pasando, y cuando todos tomaban el café después del almuerzo en la enorme terraza de más de 20mts de la gran mansión; Jensen Arlington hizo su gran entrada.

Llegó con dos amigas que vestían a la moda de la escasa ropa como solía decir la prima Sofí, hermana del propio Jensen, cuando quería referirse a una puta sin ensuciarse la boca con una palabra tan cruda. Todos dejaron sus tasas de café en el aire o en el plato cuando los interrumpió con su flamante saludo de:

__ ¡Hello m*****a familia! __ dijo entre carcajadas. Era notable la borrachera que le embargaba y la de sus amigas.

Armand era el mayor de todos (poseedor de una cuantiosa fortuna venida de los impresionantes viñedos que había heredado de su padre y que había sabido mantener muy bien.) Se puso de pie y les ofreció asiento a las jóvenes que fueron conducidas por Gustav el mayordomo al área de la piscina. Que se encontraba lo suficiente lejos de ellos, para que no pudieran escuchar al notario. Le dirigió una mirada penetrante a Jensen que se encogió de hombros y se sentó como pudo en el borde de una inmensa jardinera que estaba a su izquierda. Poco después llegó Gustav junto él para darle a petición de Armand una taza de café, a modo de mitigar la borrachera, pero Jensen ni la miro. En cuanto el notario se acomodó los espejuelos y se dispuso abrir la boca para comenzar a dar lectura al documento, Jensen lo interrumpió.

__ ¿Y dónde está el primo Marcos? __dijo Jensen con voz tropezosa.

__ Si hubieras llegado a tiempo, hubieras ido a verlo con nosotros a media mañana al hospital. Pero estabas en una de tus juergas asquerosas y tuve que mandar a mi guardaespaldas a por ti __le dijo Armand con marcado disgusto.

__ Primo Armand, no seas tan severo __comenzó a decir Jensen, pero se detuvo por un hipido.

__ Cállate de una vez, borracho de m****a, a ver si logramos terminar con esto y podemos largarnos de una vez __lo atajó el primo Karell antes de que volviera a empezar__ ¡No comprendo como mi hermano Marcos te soporta!

Al día siguiente de la lectura del testamento, los integrantes de la familia se fueron marchando. El único que quedó varado en la mansión por la herencia y la resaca fue Jensen. Cuando despertó eran pasadas las doce, fue informado por Gustav de que sus amigas habían sido mandadas a volar la noche anterior por su primo Armand acompañadas de una buena suma y la amenaza de no volver a acercarse a él “típico del primo Armand” pensó. Pero lo más importante que le dijo Gustav fue, que el notario y un abogado lo esperaban en el despacho de la mansión. Una sensación siniestra le erizo los pelos de la nuca recordándole que ahora él era el señor de Isla Arlington. Pero no sabía por cuál de los dos motivos la había heredado si por estar arruinado, que no lo creía posible, pues de ser así él no tenía conocimiento seguía con su mismo estilo de vida y hasta ahora nadie se había quejado de sus tarjetas de crédito. Es verdad que hacía bastante que no se interesaba por saber cómo iban sus inversiones, pero de ahí a estar sin un peso lo dudaba. Y si tal vez era por el otro motivo, sinceramente este lo asustaba más que estar arruinado. Desde tiempos inmemoriales en su rara familia, estaba la m*****a tradición de la mansión Isla Arlington. Se trataba de que, si cumplías uno de los requisitos, el primero estar arruinado y el otro ser un tarambana insensible que no conducía su vida hacia ningún lugar, heredabas la mansión y las minas que estaban dentro de la propiedad.

Pero Jensen le temía más al segundo porque en este te sometían hacer todo tipo de cosas que se le hubieran ocurrido al finado dueño anterior que a su criterio pudieran arreglar tu vida. Y el abuelo Roger era aterradoramente creativo para su gusto, sin dejar de mencionar su extraño pasado con los negros de la aldea que había dentro de la propiedad. Con paso inseguro entró en el despacho donde lo esperaban tal y como le había dicho Gustav.

__ ¡Buenos días, señor Arlington!__ le saludaron al unísono el abogado y el notario. Un escalofrío de desconfianza le erizo los pelos de la nuca otra vez.

__ Buenos días. __ les respondió y tomó asiento en un cómodo sofá.

__ Bueno, ya debe imaginarse que estamos aquí para comunicarle el alcance total de su herencia y las obligaciones y responsabilidad para con los aldeanos.

__ Antes de empezar con la parte aburrida de todo lo que les debo dar a esos negros indigentes dígame, ¿Por cuál de los dos motivos obtuve la herencia? __ interrumpió Jensen al notario revolviéndose un poco nervioso en su asiento.

En el moreno rostro de su nuevo abogado se dibujó una leve sonrisa de burla, antes de hablar se aclaró la garganta y lo miro directo a los ojos.

__ Señor, Jensen Arlington, permítame presentare. Mi nombre es Thabo Naudé, y le aseguro que mi pueblo no es indigente. Pero vayamos a lo que a usted le interesa. El motivo por el que usted recibirá la ridícula suma en su cuenta bancaria de Siete Mil Billones, es que usted cumple con los dos requisitos esta arruinado y además desperdiciando su vida, hasta hoy no se ha casado ni formado familia y esa es una de las cosas que deberá hacer si quiere seguir siendo billonario dentro de unos años.

Tras las palabras de Thabo Naudé, Jensen se quedó pegado al asiento como si tuviera una parálisis y mudo por más de una hora. En la que él y el notario aprovecharon, para explicarle todo lo que debía cumplir y hacer.

Lea llegó a su pueblo un poco asustada esperaba que nada grave hubiera pasado, para que su abuelo convocara una asamblea en el salón central del pueblo que estaba en una casa de tamaño considerable donde se organizaba todo el funcionamiento interno de la aldea. Cuando entró ya la esperaban y no le gustó nada la forma en que la miraron todos como si ella fuera la última esperanza del mundo. Entonces entendió todo de golpe, un Arlington había arruinado su vida y de seguro necesitaba esposa e hijos para ganar Isla Arlington. Y como ya sabían desde que el señor Roger acordara esto hace años con su famila, la mujer que este desposaría debía ser de la aldea para que toda la caridad fuera para ayudar a los necesitados de su pueblo que no eran pocos. Y como dictaban sus leyes, la mujer que se casaría con el Arlington desastre, debía ser de la familia líder del pueblo que para variar era la de ella. Lea era la única con edad para casarse en su familia, las demás eran solo niñas. Enseguida se aguaron sus ojos vio tirados por piso todos sus sueños de independencia y sus aspiraciones. Además, estaba él, aunque ella no sabía si solo había sido coqueteo para pasar el rato, pero por parte de ella era algo más no podía evitar que su mirada zafiro la persiguiera calentando su piel como una maldición. Pero ahora tenía que casarse, no le quedaba de otra. Y estaba segura de que su príncipe azul no podía rescatarla como había hecho ella con él en la carretera.

Una semana después de que realizara todos los rituales acostumbrados por su pueblo, fue llevada por su hermano Thabo a la mansión Arlington. Lea entró detrás de Thabo en el inmenso salón recibidor de la mansión, desde allí podían escuchar a Gustav hablar con Jensen (el Arlington con el que debía casarse) a todas claras Gustav intentaba a toda costa convencerlo de algo.

__ Señor Arlington, le aseguro que Lea es la mujer más hermosa de nuestra aldea__ escucharon decir al mayordomo.

__ Puede ser toda una princesa eso no cambia el hecho de que es negra y de que no quiero casarme con ella, ni con nadie. Si tengo que darles la mitad de mi fortuna a ustedes, lo hago, pero no quiero atar mi vida a la de nadie__ escupió Jensen las palabras como si fueran veneno. Y Lea experimentó un soplo de esperanza, a pesar del comentario racista, si él tampoco quería casarse aun podían llegar a un acuerdo.

__ Trate de conocerla al menos __ le dijo Gustav.

__ Deja la m*****a cantaleta, Gustav, me duele la cabeza después de la fiesta de ayer. Por cierto, hoy pienso dar otra, así que ya sabes lo quiero todo listo. __ le dijo Jensen

__ Pero, señor, ya le dije que creo que usted puede dar fiestas, pero no de ese tipo__ le dijo Gustav en el momento en que Lea y su hermano entraban en la salón del té donde ellos conversaban. Jensen iba abrir la boca para decir que él hacia el tipo de fiesta que le viniera en gana cuando Lea apareció tras la ancha espalda de su hermano, que tenía una tensa expresión en el rostro. Ella llevaba puesto un sencillo pero hermoso vestido ceñido al cuerpo, color crema que contrastaba de maravilla sobre su oscura piel, calzaba negros tacones altos que manejaba muy bien y en su altiva mirada, Jensen pudo percibir que ella no era ninguna pueblerina o aldeana analfabeta.

__ Señor Arlington, buenos días, mi nombre es Lea Naudé y me imagino que ya sabe por qué estoy aquí. Le parece bien si nos sentamos y hablamos un momento a solas. __le dijo ella, Jensen no sabía que decir. Estaba maravillado con ella, desde el complicado peinado trenzado que ella tenía hecho hasta sus hermosos y generosos labios. Cuando Jensen logro reaccionar se sentó y con un gesto de la cabeza les indico a los dos hombres que los dejaran solos. Thabo miró a su hermana y esta lo despidió con una sonrisa tranquilizadora.

__ No sé qué decir… __ comenzó Jensen, pero ella lo interrumpió.

__ No tiene que decir nada, yo escuche bien que usted no quiere casarse conmigo y…

__ No yo, yo no quise ofenderla es que…__ la interrumpió y ella no lo dejo terminar.

__ No me ha ofendido para nada, en realidad estoy feliz de que usted no quiera casarse conmigo. Tengo mis propios planes y su metedura de patas, solo vino a poner mi vida de cabeza. Pero si usted me libera de este compromiso yo me iré de inmediato, usted seguirá con su vida y yo con la mía. Final feliz para los dos.__ le dijo ella con tanta soltura y sinceridad que Jensen se sintió mal.

Acaso ella lo estaba despreciando, pues sí, lo estaba haciendo. Ella era todo lo contrario a lo que él se había imaginado. Desde que había despertado en la mañana esperaba, e imaginaba que su futura esposa sería una mujer simple, fea, inculta, y sin gracia. Que llegaría sin zapatos, llena de tierra, oliendo a animal de corral y dispuesta a rogarle para que se casara con ella. Pero ahora era tan diferente, tenía delante de él a una mujer poco común. De belleza discreta y al mismo tiempo impactante, con una figura esplendida que le hacía pensar en ella desnuda a merced de sus deseos. No le gustaba sentirse rechazado y menos por una persona de clase inferior a la suya, según él. Pero más que eso, ella le gustaba, lo sabía y se negaba aceptarlo poniendo en su mente escusas de todo tipo para justificar la atracción que estaba sintiendo por ella y para mantener intacto su estúpido orgullo. Le costaba aceptar el flechazo que acababa de recibir.

__ ¡No! No es tan fácil como lo pintas, si no me caso contigo lo pierdo todo ¡He… quiero decir, que tú vienes con el paquete, o es todo o es nada! __le dijo el sonriendo para suavizar el tono brusco con el que había comenzado hablarle.

__ Pero cuando yo llegué con Thabo, usted, le decía a Gustav que no quería nada…

__ Si es cierto y sigo pensando de igual modo __se apresuró a decir para no levantar las defensas de ella que ya comenzaban a sentirse en el tono de voz de Lea__ pero ya que tú eres razonable por lo que he podido ver, creo que podemos llegar a un acuerdo ¡Y por favor deja de tratarme de usted!

Thabo caminaba inquieto por la inmensa habitación que ocupaba ahora Lea en la mansión.

__ ¿Estás segura de esto, un matrimonio de apariencias? __ le dijo por fin a su hermana, deteniéndose para verla a la cara.

__ ¿Y qué crees, que me agrada o que tengo otra opción? Yo no estoy ni estaré enamorada de este tipo nunca, es un patán engreído y además racista. Y por favor no seas hipócrita y deja de fingir que te importa mi situación__ le dijo molesta__ Sea como fuere va ser un matrimonio de apariencia, creo que es mejor si ese tipo y yo estamos de acuerdo.

__ Solo lo digo porque tal vez pueda ser algo más que un matrimonio de apariencia, vi bien como la aptitud de Jensen cambio cuando te vio, pensé que podrían llegar a entenderse. Yo tampoco te quiero con un hombre como él. Pero ya que ha de ser así, que estés lo mejor posible, tal vez puedas cambiarlo como ha pasado en otros matrimonios arreglados. Y no creas que no me importa tu situación, me importa y mucho.

__ La aptitud de todos los hombres cambia cuando yo ando cerca, Thabo, sé que soy una mujer deseada y no pienso convertirme en el polvo refrescante de tu jefe. Porque es eso lo que te pasa no quieres perder tu cómodo empleo como abogado de Jensen y el abuelo quiere seguir gobernando el pueblo. Y para eso van a sacrificarme, fue lo que me tocó vivir y lo acepto. Pero no me pidas que me vuelva la re-educadora de ese imbécil y mucho menos su puta__ le dijo Lea hecha una furia.

__ Es así como lo vez hermana, crees que yo no quisiera tener mi propio bufete y dejar de limpiarle las botas a los Arlington. Acaso crees que es fácil para el abuelo que aún vive en una choza en la aldea tratar de resolver los problemas de nuestro pueblo. Donde a pesar de que tenemos la oportunidad de estudiar, superarnos y salir adelante la mayoría prefiere seguir recostados de la tradición y a la esclavitud que esto presume para nuestra familia. Te toca sacrificarte sí, para que los nuestros no mueran de hambre ni se queden sin el trabajo de la mina. Para que las niñas de la aldea puedan estudiar y no tengan que ser casadas con cualquiera para que tengan quien las mantenga. Pero si prefieres creer que solo te estamos vendiendo para nuestra comodidad, tú no eres la hermana que yo conozco.__ le dijo Thabo y se marchó dando un portazo, dejándola sola en la inmensa habitación que habían dispuesto para ella en la mansión.

Lea Anekka no concebía que él le hubiera hablado de aquella manera. Como si él tuviera la razón y ella fuera solo una mimada insensata que jugaba con las vidas de todo un pueblo. Pero si el mismo lo acababa de decir, en su pueblo preferían seguir recostados de ellos ¿Por qué tenía ella que cargar sobre sus hombros con las necesidades de hombres y mujeres que no querían tomar las riendas de sus propias vidas? Al menos lo de las niñas lo entendía pero lo demás no. Pero en fin, al menos la cosa parecía que iba a salir bien para ella, en cuanto a lo del matrimonio, tal vez hasta podían divorciarse dentro de un tiempo.

2

Carlisle Schoeman padre de Rowina Schoeman caminaba de un lado al otro en su inmenso despacho. Se podía notar con tan solo mirarlo lo nervioso que estaba, además de molesto.

__ Pero, papito, no te estoy pidiendo un viaje a la luna.__ le dijo Rowina con voz suplicante de niñita mimada.

__ Me estas pidiendo algo peor, Row. Me estas pidiendo que salte con una herida en el vientre a un estanque lleno de tiburones sin saber nadar.

__ No exageres, papá, es solo una inversión.__ le dijo ella molesta antes de sacar un cigarrillo de un estuche dorado que guardo en su cartera tras echar la primera bocanada de humo. Pero en cuanto lo hizo su padre se le acercó, le arrebato el cigarro y lo voto por la ventana.

__ ¡¿Cuántas veces te he dicho que no fumes aquí?!

__ Pero si ahora ni siquiera tienes el despacho cerrado y climatizado__ le dijo ella exasperada poniéndose de pie y caminando hacia el balcón__ Esta bien si no quieres ayudarme perfecto, papá, ya veré como me las arreglo.

__ No es que no te quiera ayudar, Row, si en verdad esa inversión fuera para que tu carrera de administración diera algún fruto, lo haría. Pero tú, solo estás interesada en ir tras los pantalones de Marcos Arlington. Tu único objetivo es estar cerca de él. Ya he utilizado mis influencias para todo tipo de capricho amoroso que has tenido, pero arriesgar mi dinero está fuera de discusión.

__ Como quieras, papá, si crees que mi intención es tan banal, no me conoces de nada. Pero no te preocupes yo voy a conseguir esa inversión sea de ti o de otra persona.__ le dijo a su padre que ahora estaba de pie junto a ella en el balcón.

__ Buena suerte con eso, Rowina, si logras algo así intentare sentirme orgulloso de ti.

__ Lo estarás, padre, lo estarás.__ le dijo Rowina antes de entrar al despacho coger su bolso y salir por la puerta, llevando consigo su prepotencia, su obesidad y sus sentimientos retorcidos __ “Maldito viejo avaro”__ pensó mientras respiraba con dificultad dando pasos más rápidos de los que su obesidad le permitía para llegar al ascensor.

Rowina estaba decidida a encontrar a un inversionista y lo encontraría más rápido de lo que ella esperaba.

En Isla Arlington todo estaba listo para la juerga de esa noche, en el área de la terraza ya estaba decorada con las luces, el Dj poniendo música, los camareros iban de acá para allá repartiendo tragos y algunos invitados ya disfrutaban de la piscina. Lea estaba mirando todo desde el balcón de la biblioteca, donde había estado revisando unos apuntes después de que Thabo se fuera y el nuevo dueño de la mansión se largara hacer su vida por ahí. Ella suponía que Jensen ya habría llegado de donde quiera que hubiera ido, pero no se había cruzado con él y se sentía agradecida por eso. Estaba pensando en cómo aquellos riquillos desperdiciaban su tiempo y dinero en fiestas, ropas caras, mientras veía la fila de autos un poco más allá de una arboleda. Era increíble, aquello parecía algún evento importante pues no dejaban de llegar más y más personas. De pronto escucho la puerta de la biblioteca abrirse y vio entrar a Gustav.

__ ¡Buenas noches, señorita Lea!

__ ¡Buenas noches, Gustav! ¿Qué es esa bobería de decirme señorita?__ le dijo ella sonriéndole.

__ Así es como debe ser ahora que es la prometida del señor Jensen, luego de casada con él te diré señora.

__ Y yo me veré obligada a no responderte si me tratas de un modo tan formal.__ le dijo Lea.

__ Solo no me busque problemas con el señor Jensen, ya es bastante difícil lidiar con él.

__ No te preocupes, Gustav, no lo haré. Pero al menos no me trates de usted, te conozco de toda la vida se me hace raro que me trates con tanta seriedad.

__ Bueno he venido a buscarla, el señor quiere saber si vas a participar en la fiesta. Quiere que estés advertida de que por ningún motivo puedes decirle a ninguno de los invitados que eres su prometida.

__ Dile a tu señor, que no se preocupe no pienso asistir a su estúpida fiesta. Mañana tengo que trabajar, pobre, no tienen la menor idea de que hay personas que si vivimos en el mundo real.

Lea despertó con los primeros rayos del sol, se alisto y salió para irse al hospital. Cuando pasó por la cocina saludo a Gustav, al resto del personal y siguió camino al garaje para irse en su moto. La que Thabo se había encargado de hacer llevar a Isla Arlington el día anterior y para su sorpresa el Arlington desastre la estaba esperando allí.

__ ¡Buenos días, prometida! __ le dijo con una sonrisa pícara que a Lea no le gustó ni un poco.

__ Buenos días, señor Jensen. __ le dijo ella con frialdad.

__ No me trates de señor y mucho menos con esa frialdad, eso aumenta las distancias entre nosotros que ya son muchas ¿no crees? Ayer mismo te dije que dejaras de tratarme de usted.

__ Como tú digas. __ le dijo ella más fría aún.

__ Bueno como sea te estaba esperando aquí para invitarte a salir un rato a divertirnos, así nos vamos conociendo mejor.

__ Me encantaría la idea si no tuviera que ir a trabajar, Jensen. Mejor lo dejamos para mi día libre. __ le dijo Lea al tiempo que dejaba su bolso sobre el asiento de la moto para ponerse el casco protector.

__ ¡A ver, a ver aldeana! Me parece que no estás captando la cosa. Tú eres de mi propiedad junto con toda la m****a que decía en el testamento de mi abuelo Roger y vas hacer lo que yo te diga.

__ Jajaja, muy gracioso, Jensen, por un momento hasta sentí miedo. Yo no soy de tu propiedad, nos vemos en la tarde. __ le dijo Lea subiendo a su moto, echándola andar y saliendo del garaje rumbo a la salida de la propiedad. Iba tensa, algo asustada, porque, aunque lo había disimulado lo mejor que pudo se había asustado en realidad. Aquel tipo no estaba bien, todavía sentía su mirada lujuriosa de loco sobre su piel. El aire de la carretera comenzaba a despejarla cuando escuchó el motor de un auto que se acercaba a sus espaldas. El auto no tardo en rebasarla y cerrarle el camino, del lujoso auto bajo Jensen, la brisa matutina revolvía su cabello y le daba un aire más amenazador. Con paso decidido caminó hacia Lea, que estaba desconcertada.

__ ¡Baja! __ fue la única palabra que pronuncio en tono imperioso cuando llegó junto a ella y Lea creyó que sería lo mejor. Entonces lo vio transformarse como si fuera un hombre totalmente diferente__ ¡Perdona la forma en la que te hable en el garaje de la casa! No fue correcto, permíteme rectificar por favor.

__ ¿Rectificar cómo? Acaso te has vuelto loco bloqueando el camino así ¡Pude haberme matado! __ le dijo Lea con recelo de pie ante Jensen.

__ Deja que te lleve en el auto hasta tu trabajo y así poder recogerte a la salida, para que pasemos por algún lugar bonito antes de volver a casa.

__ ¿Sí sabes, qué no es obligatorio que congeniemos o nos relacionemos, no? A fin de cuentas, esto es solo para cubrir las apariencias por un tiempo. __ le dijo Lea mirándolo fijo a los ojos.

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