Capítulo 115
Jenny temía que Laura aprovechara ese instante para seducir a Miguel. ¡Eso no podía permitirlo!

—Esta noche tengo que ocuparme de asuntos de la empresa, no tengo tiempo —respondió en ese momento él.

—¿Y si traes el trabajo aquí? Miguel, tengo miedo... —la voz de Jenny se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Hablamos luego, ve a cenar. Adiós —Miguel frunció el ceño. A veces le molestaba que Jenny llorara por todo.

Al otro lado de la línea, Jenny apretaba el teléfono con fuerza, su rostro deformado por la rabia. ¡Seguro que esa maldita zorra de Laura había hablado mal de ella y por eso Miguel no quería venir!

La cuidadora entró con paso firme con la comida y al ver su expresión terrible, tembló:

—Señorita Urquiza...

Jenny le arrojó un vaso de agua:

—¡Soy la señora Soto, no señorita Urquiza!

El vaso golpeó con violencia el hombro de la cuidadora, quien perdió el equilibrio. La bandeja se volteó, derramando la sopa y la comida por el suelo.

—¡Ni siquiera puedes sostener una bandeja!
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