Capítulo 122
Aunque Laura estaba físicamente agotada, su mente seguía alerta:

—Estoy muy cansada, me duelen los brazos.

Miguel la miró con ternura, enternecido por su dulzura:

—Es lo que pasa por esforzarte tanto.

En tres años de matrimonio, esta vez había sido diferente. Quizás porque era la primera vez que ella tomaba la iniciativa de esa manera.

—Si no me esforzaba, ¿cómo ibas a disfrutarlo? —a pesar del cansancio, Laura seguía en guardia, temiendo que él volviera a intentar algo.

La nuez de Adán de Miguel se movió mientras reía con suavidad. Había disfrutado, sí, pero sabía que ella tenía un motivo oculto.

—Miguel... ¿estás de buen humor ahora? —preguntó Laura cautelosa.

—¿Quieres complacerme otra vez? —bromeó él deliberadamente, mientras jugaba con su cabello negro.

El rostro de Laura se descompuso. ¡Miguel quería aprovecharse! Pero no podía enfadarse, así que enderezó un poco la espalda y dijo con dulzura:

—Miguel, reconozco mi error. ¿Podrías perdonar el estudio de Patricia?

—¿Qué error acas
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