Capítulo 128
Al acercarse, Miguel notó de inmediato que algo no estaba bien. Se sentó al borde de la cama y se inclinó para tocarle la frente. La encontró empapada en sudor, aunque sin rastros de fiebre.

—Laura, ¿qué te sucede? ¿Dónde te duele? —preguntó con preocupación.

No entendía cómo podía haberse puesto así tan rápido, cuando hacía apenas unos minutos, al bajar las escaleras, se encontraba perfectamente bien.

Al escuchar su voz, Laura se acurrucó instintiva contra él.

—Miguel —susurró débilmente—, me duele mucho el vientre.

El dolor era insoportable. Necesitaba atención médica urgente.

—¡Te llevo al hospital ahora mismo! —declaró Miguel, levantándola apresurado en brazos mientras se dirigía hacia la puerta.

Laura pareció despertar de golpe. Sus ojos se abrieron con alarma mientras miraba sorprendida a Miguel.

—¡No, bájame! ¡No quiero ir al hospital! —exclamó desesperada.

En su mente solo resonaba un pensamiento: si iba al hospital, descubrirían su embarazo. Y en ese momento, no podría protege
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