Capítulo 118
Emanuel no quería meterse más en este asunto turbio y miró fijamente a Santiago:

—Es el matrimonio de tu vida, dinos qué piensas.

—Está bien —respondió Santiago secamente. Total, si no podía casarse con Laura, daba igual con quién lo hiciera.

Maite se emocionó demasiado al escuchar su respuesta. ¡Por fin se casaría con Santiago! ¡Sería la señora Montero!

—Sigan cenando, debo responder un correo en el estudio —se excusó Santiago cortésmente, ansioso por abrir el paquete.

—¡Quiero acompañarte! —los ojos de Maite brillaban mirando con amor a Santiago. Deseaba estar pegada a él cada segundo del día.

—¡Maite! ¡Compórtate! —la regañó Carlos en voz baja—. ¡Santiago va a trabajar, no lo molestes!

Él sabía perfectamente que Santiago no quería este matrimonio. Solo su hija, obsesionada con el amor, era incapaz de ver el rechazo en sus ojos.

—¿Verdad que puedo ir, Santiago? —insistió Maite, acostumbrada a salirse con la suya y sin miedo a sus padres. Además, pronto se casarían, ¿qué tenía de malo
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