Anya llegó al restaurante Pushkin con la guardia en alto, la invitación de Alexei había encendido todas sus alarmas, ¿Un nuevo comienzo? Más bien una nueva trampa.
Alexei la esperaba en una mesa privada, luciendo peligrosamente atractivo en su traje oscuro, su sonrisa podría haber engañado a cualquiera, pero Anya veía la amenaza oculta tras ese encanto.
—Viniste —ronroneó él, levantándose para besar su mejilla, un gesto calculado para cualquier observador —sabía que no podrías resistirte a mí.
Anya se apartó, su piel quemaba allí donde sus labios la habían tocado.
—Ahórrate las falsedades, Alexei, ¿Qué quieres?
Él fingió estar herido, llevando sus manos hacia su pecho —¿Tan difícil es creer que quiero arreglar las cosas? Eres mi esposa, Anya.
—En nombre solamente —ella cruzó los brazos, como si fueran una armadura contra su magnetismo oscuro —Ambos sabemos que este matrimonio es una farsa.
—Pero no tiene por qué serlo —Alexei se acercó, su voz bajó convirtiéndose en un susurro tentador —Imagina lo que podríamos lograr juntos, moya zhena, el poder, la pasión, el mundo a nuestros pies...
Anya rio sin humor —¿Y qué hay de lo que yo quiero? ¿Alguna vez te has preguntado eso? ¿O solo te importa salirte con la tuya?
La máscara de Alexei se deslizó por un segundo, revelando la ira y la posesividad debajo, pero rápidamente la recompuso en una expresión de arrepentimiento.
—Tienes razón, he sido egoísta, lo admito, pero estoy dispuesto a cambiar, Anya, a ser el marido que mereces, solo dame una oportunidad.
Ella lo estudió largamente, buscando la mentira en sus ojos, pero Alexei era un maestro de la manipulación.
—Una oportunidad —concedió al fin, cada palabra un cristal roto en su garganta —pero a la primera señal de que esto es otro de tus juegos, se acabó, me iré y nunca miraré atrás.
El triunfo brilló en los ojos de Alexei antes de que pudiera ocultarlo.
—No te arrepentirás, lyubov moya, te lo prometo.
Pero incluso mientras sellaban el trato con una cena tensa y cargada de dobles sentidos, Anya sabía la verdad.
Este solo era el comienzo de una nueva partida en su juego retorcido, y ella estaba caminando voluntariamente a la boca del lobo.
Que Dios se apiadara de su alma.
El teléfono de Alexei sonó insistentemente, era su abuelo, Anatoly.
—¿Sucede algo, abuelo? —preguntó, presintiendo problemas.
—En dos semanas, las familias Petrova e Ivanov se reunirán en la finca de los Urales, es hora de que vuelvan a convivir como una sola, y esperamos que Anya y tú también asistan.
Alexei apretó la mandíbula, un fin de semana con su manipuladora esposa y su venenosa familia política, simplemente perfecto.
—Hablaré con Anya, si acepta, allí estaremos —prometió, mientras maquinaba cómo usar esta oportunidad a su favor.
Anya aceptó para mantener las apariencias.
Después de su cena en el restaurante Pushkin, Alexei y Anya regresaron a la mansión que compartían como esposos, la tensión entre ellos era palpable, cargada de deseo contenido y emociones contradictorias.
Nada más cruzar la puerta, Alexei atrajo a Anya hacia sí, capturando sus labios en un beso abrasador.
Ella respondió con igual pasión, enredando sus dedos en su cabello, presionando su cuerpo contra el suyo.
Sin romper el beso, Alexei la alzó en sus brazos y la llevó hacia la habitación, la depositó en la cama con sorprendente ternura, para luego cubrir su cuerpo con el suyo propio.
Se desvistieron con urgencia, sus manos exploraron la piel recién expuesta, sus labios trazaron caminos de fuego. Cuando Alexei finalmente se hundió en ella, ambos gimieron de placer.
Se movieron juntos en un ritmo frenético, perdidos en la pasión, en la necesidad de poseerse mutuamente. Alexei la llevó a la cima del éxtasis una y otra vez, mientras ella gemía su nombre continuamente.
Después, saciados y exhaustos, yacieron enredados en las sábanas, sus cuerpos sudorosos y satisfechos.
Alexei trazó patrones perezosos en la espalda de Anya con sus labios.
—Eres increíble, moya zhena —murmuró, besando su hombro —no puedo tener suficiente de ti.
Anya se acurrucó más cerca, disfrutando de su calor, de su cercanía, sabía que Alexei no era un hombre de declaraciones amorosas, que para él, el sexo y el poder eran sus formas de expresión. Pero en momentos como este, podía fingir que había algo más, algo real y duradero.
En los días siguientes, vivieron en un torbellino de pasión y deseo, sus noches se llenaron de exploración sensual, de placer desenfrenado.
En la oficina, jugaban un juego peligroso de seducción y poder, como presidente y vicepresidenta, tenían que mantener una fachada de profesionalismo. Pero a puerta cerrada, se entregaban a su atracción, robando besos ardientes y caricias furtivas.
Alexei se deleitaba en provocar a Anya, en empujarla al borde del deseo con sus insinuaciones y toques expertos, y Anya, a pesar de su reticencia inicial, se encontró disfrutando de este juego, de la emoción de lo prohibido.
Pero bajo la superficie de esta pasión ardiente, las dudas y los miedos aún acechaban, Anya no podía olvidar el verdadero rostro de Alexei, la crueldad de sus manipulaciones. Y él, a pesar de su creciente obsesión con ella, seguía siendo un hombre frío y calculador, incapaz de abrir su corazón por completo.
Aun así, se aferraban a esta frágil tregua, a este fuego que ardía entre ellos, porque era mejor que enfrentar la realidad de su matrimonio roto.
Pero el fin de semana en los Urales se acercaba, amenazando con destrozar esta ilusión de paz, mientras hacían las maletas, un sentimiento de aprensión se instauró en sus corazones.
¿Serían capaces de mantener esta fachada de unidad frente a sus seres queridos? ¿O los secretos y las mentiras saldrían a la luz, destruyendo lo poco que habían reconstruido?
Una cosa era segura, este viaje pondría a prueba los límites de su relación, de su resistencia.
Y quizás, también sería una oportunidad para sanar viejas heridas y construir algo real y duradero.
Si es que lograban sobrevivir a la tormenta que se avecinaba.
La mañana del sábado, Anya y Alexei partieron hacia la finca de los Urales. Al llegar, la mayoría de los familiares ya estaban ahí, saludándose efusivamente. Todos parecían llevarse muy bien, aunque Anya sabía que no todo era tan maravilloso.
Para su alivio, Katya aún no había llegado, no tenía energía para lidiar con sus burlas y provocaciones. Alexei, por su parte, agradecía no tener que soportar a Katya y a Misha al mismo tiempo, sabiendo lo explosiva que podía ser esa combinación.
El mayordomo llevó sus maletas a la habitación que compartirían, por la noche, después de la cena, subieron a su cuarto, conscientes de que todos estarían pendientes de su interacción como pareja.
—Bueno, ya hemos dormido juntos antes—dijo Alexei con una sonrisa pícara— estoy seguro de que pasaremos una noche interesante.
Anya se sonrojó, recordando sus apasionadas noches juntos.
Alexei se acercó para darle un apasionado beso, pronto la habitación se lleno de jadeos y gemidos ahogados.
Por la mañana, las ojeras delataban su falta de sueño, al bajar a desayunar, fueron recibidos por miradas conocedoras y risitas disimuladas.
—Parece que alguien tuvo una noche ocupada—se burló Nicolai, el primo de Alexei— ¿Tan bueno es estar recién casado, eh?
Alexei le lanzó una mirada gélida, conteniéndose para no borrarle la sonrisa a golpes. Anya fingió no escuchar, refugiándose en la compañía de su abuelo, aunque no pudo evitar sonrojarse.
Pero justo cuando se sentaban a la mesa, Katya hizo su entrada triunfal del brazo de Misha, la chica sonreía de oreja a oreja, todos se quedaron en shock. Después del escándalo de la boda, nadie esperaba volver a verlo, su presencia era como una bofetada para Anya y Alexei.
—Buenos días, familia—canturreó Katya— espero que no les moleste que haya traído a mi novio. Misha y yo tenemos un anuncio importante que hacer.
Anya palideció, sintiendo náuseas ante la idea, la presencia de esos dos le provocaba náuseas, Alexei, en cambio, soltó una risa desdeñosa.
—Vaya, pero miren nada más, la arpía y el traidor, qué sorpresa.
—¡Alexei!—sentenció su abuelo, pero él lo ignoró, sus ojos estaban fijos en Misha con un brillo peligroso.
—Dime, ¿Ya le contaste a tu nueva novia sobre cómo intentaste boicotear mi boda? ¿O eso arruinaría la farsa de su gran amor?
Misha enrojeció de rabia e indignación, pero antes de que pudiera responder, Anya se levantó bruscamente.
—Disculpen, no me siento bien, necesito tomar aire.
Y con eso, salió del comedor, ignorando los murmullos a sus espaldas. Alexei maldijo por lo bajo. Sabía que debía ir tras ella, pero una parte oscura de él se regodeaba al ver el sufrimiento de Misha.
Anya caminó por el jardín por un rato, poco después su abuelo salió a hablar con ella para tranquilizarla, sus palabras surtieron efecto, la chica agradeció con un gran abrazo, después se fue directo a su habitación.
Pero al abrir la puerta del baño, se quedó paralizada, Alexei estaba en la ducha... con Katya, desnudos, besándose con pasión, ajenos a su presencia.
Un sollozo estrangulado escapó de la garganta de Anya. Alexei y Katya se separaron bruscamente, el rostro de Alexei reflejó sorpresa, en cambio Katya sonrió de manera perversa.
—Anya... —Alexei dio un paso hacia ella, pero Anya retrocedió, negando con la cabeza.
—No... No puedo creerlo... —dijo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas— ¿Cómo pudiste, Alexei? ¿Cómo pudiste hacerme esto... con ella?
Anya no pudo soportar más la escena frente a ella, salió corriendo ante la risa burlona de Katya.—Eres una maldita zorra, como te has atrevido a entrar aquí y besarme, después de lo que me hiciste te desprecio Katya.—Ja, ja, ja, mi amor, no recuerdas cómo hace tiempo me pedías que gimiera tu nombre.Alexei no pudo soportar más la risa cínica de Katya, se puso una bata de baño y salió de ahí rápidamente.Alcanzó a Anya en el pasillo, sujetándola del brazo con firmeza para evitar que llegara donde los demás y se desatara un escándalo.—Espera Anya, tenemos que hablar. Lo que viste no es lo que parece —su voz era urgente, casi suplicante.Anya soltó una risa amarga, se detuvo y se le quedó viendo fijamente.—En realidad no me importa, Alexei. Allá tú si quieres caer en las garras de una arpía como Katya —Anya se estaba esforzando por no estallar, por no demostrarle que le importaba, aunque sentía un dolor profundo dentro de su pecho.Alexei parpadeó, desconcertado ante su reacción, hab
A la mañana siguiente, cuando Alexei despertó, se dio cuenta de que tenía a Anya abrazada. Por un instante, su corazón latió con una mezcla de ternura y culpa, pero pronto la realidad golpeó con fuerza. Se apartó de ella de inmediato, como si su contacto quemara su piel, negándose a sucumbir a la tentación de su calor. Ella era una mujer infiel, indigna de su afecto, se reprochó el ser tan débil y desear su cuerpo. Se alejó de la cama con movimientos rápidos y precisos, como si el simple hecho de permanecer allí lo contaminara con su presencia.Antes de partir, dejó una sola rosa roja y una nota sobre la almohada, un gesto vacío de significado para él, pero que sabía que Anya valoraría. La nota era breve, apenas unas pocas palabras destinadas a mantener las apariencias.Anya despertó sola, su corazón se aceleró al ver el detalle de Alexei, una sensación de esperanza se encendió dentro de ella, un atisbo de lo que solía ser su amor. Se aferró a ese destello de felicidad como si fue
El cuerpo inerte de Anya yacía en la cama del hospital, su piel pálida contrastando con las sábanas blancas, tras ser brutalmente empujada por las escaleras por la amante de Alexei, había perdido el conocimiento. Afortunadamente, Viktor, el mejor amigo de Alexei, había presenciado la escena oculto entre las sombras y había acudido en su rescate.Sin pensarlo dos veces, Viktor tomó a Anya en brazos y la llevó rápidamente hasta su auto para dirigirse al hospital más cercano. Durante el trayecto, no pudo evitar sentir una profunda compasión por ella, conocía a Alexei desde la infancia y, aunque eran como hermanos, no podía aprobar la forma en que estaba tratando a su esposa.Mientras Anya luchaba por su vida, en la mansión de los Ivanov el caos reinaba, los abuelos Vladimir y Anatoly, junto con los padres de Anya, Sergei e Irina, que habían llegado de su largo viaje, buscaban desesperadamente a la joven desaparecida.Alexei fingía preocupación, uniéndose a la búsqueda con falsa conster
Con suavidad, Viktor la guió hasta su auto, la ayudó a sentarse y le abrochó el cinturón con ternura, como si fuera una muñeca de porcelana a punto de romperse.Durante el trayecto, Anya permaneció en silencio, perdida en su propio dolor. Miraba por la ventana sin ver realmente, su mente reviviendo una y otra vez la crueldad de Alexei, la traición de su familia.De pronto, un pensamiento la golpeó como un rayo, con manos temblorosas, sacó su móvil y entró a las noticias locales, allí, en la sección de sociedad, un titular le robó el aliento.—Heredera de la familia Ivanov huye con su amante en escandalosa fiesta.Una foto de ella, sonriente y feliz en brazos de Alexei, acompañaba el artículo, la ironía era tan dolorosa que Anya sintió náuseas.—Para... Detén el auto... —jadeó, luchando por respirar.Viktor obedeció al instante, orillándose en la carretera —¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?Por toda respuesta, Anya le mostró la pantalla de su móvil. —Mira... Mira lo que han hecho... Me han
Al día siguiente, Viktor la llevó a la clínica, el doctor quería hacer algunos estudios más para asegurarse que el embarazo fuera como era debido.Cuando el doctor le entregó los resultados, Anya suspiró con alivió, su bebé crecía en tiempo y forma.Viktor la esperaba con una sonrisa alentadora, sin decir palabra, la ayudó a llegar hasta el mostrador de pagos, sosteniéndola con delicadeza.Anya extrajo una de sus tarjetas de crédito y se la entregó a la recepcionista, su estómago se encogió al recordar que quizás Alexei ya habría bloqueado sus cuentas, dejándola sin recursos.La recepcionista pasó la tarjeta, Anya contuvo el aliento, y tal como lo esperaba, la tarjeta había sido cancelada. dió sus otras tarjetas, todas fueron rechazadas, una tras otra, sin excepción.La vergüenza y la impotencia la invadieron, era obvio que Alexei o su abuelo habían congelado sus finanzas, dejándola a la deriva, querían verla en la calle, suplicando por ayuda.Viktor negó con un ligero movimiento de c
Mientras Viktor hizo llamadas para coordinar los detalles de su partida, Anya se comunicó con Sonia, para decirle lo que harían para que no fuera descubierta.Saldrían de madrugada, antes de que el sol despuntara en el horizonte. Viktor había arreglado un vuelo privado que los llevaría directamente a Milán, lejos del alcance de Alexei y sus secuaces.Sonia los encontraría en el aeropuerto, con apenas una maleta con sus pertenencias más preciadas. Lo demás, lo dejaría atrás sin remordimientos, porque su verdadero tesoro era Anya, y la seguiría hasta el fin del mundo si fuera necesario.El resto del día lo pasarón inmersos en preparativos, Anya apenas pudo dormir esa noche, su mente y su corazón estaban acelerados ante la perspectiva de la libertad que la aguardaba.Pero también tenía miedo, miedo a lo desconocido, a empezar de cero en un lugar extraño, miedo a que Alexei descubriera sus planes y encontrara la forma de arruinarlos.El día de la partida amaneció frío y brumoso, como si e
La madre de Viktor le dedicó a Anya una sonrisa cálida.—Ven, tesoro, debes estar agotada después del viaje, deja que te muestre tu habitación para que puedas refrescarte antes de la cena.Anya se dejó llevar, maravillándose ante la elegancia del vestíbulo, con sus altos techos abovedados y sus frescos renacentistas. Todo allí hablaba de historia, de tradición, pero también de calidez y vida.Subieron por una escalera de mármol hacia el segundo piso, donde un luminoso pasillo se abría paso entre puertas de madera labrada. Francesca se detuvo frente a una de ellas, girando el picaporte con una sonrisa.—Este será tu santuario, Anya, tu lugar seguro donde podrás descansar, sanar y soñar.La habitación que se reveló ante ella era como sacada de una pintura, las paredes eran de un suave melocotón, muebles de madera clara, ventanales que se abrían a una terraza con vistas a los jardines, pero más que su belleza, era la sensación que transmitía.Paz, serenidad, un refugio donde podría ser e
Tras la visita inesperada de Alexei, Anya sentía que su corazón no dejaba de latir de prisa, el miedo y la adrenalina corrían por sus venas como un veneno. Pero poco a poco, mientras escuchaba la conversación entre los dos amigos, su pulso se fue calmando, Viktor, con su astucia y sangre fría habituales, logró desviar las sospechas de Alexei, convenciéndolo de que todo estaba en su mente.—Bueno, Viktor, debo admitir que me has dejado intrigado con tus nuevos proyectos —dijo Alexei finalmente, su voz se fue alejando del baño— tendré que volver pronto para ver con mis propios ojos esos avances de los que hablas.—Serás más que bienvenido, hermano —respondió Viktor con un tono amable que no dejaba traslucir la tensión que sentía en ese momento— de hecho, en un par de meses tendremos una gran reunión con inversores de todo el mundo, la élite empresarial se dará cita aquí para conocer nuestras innovaciones.—¿En serio? Pues cuenta conmigo, no me lo perdería por nada — hizo una pausa, un