La cena familiar en la mansión Ivanov estaba en pleno apogeo. Anya se sentó junto a su abuelo Vladimir, tratando de mantener una sonrisa educada mientras por dentro se sentía desmoronar. La traición de Misha y Katya aún quemaba en su corazón como ácido.
De repente, las puertas del comedor se abrieron y dos figuras entraron. Anya se tensó al reconocerlos. Eran Misha y Katya.
—Lamentamos llegar tarde —dijo Misha, su voz suave como la seda —tuvimos un pequeño contratiempo.
Katya soltó una risita, sus ojos brillaban con malicia.
—Sí, un contratiempo.
Anya apretó los puños bajo la mesa, luchando contra el impulso de saltar y arrancarle los ojos a su prima. ¿Cómo se atrevían a venir aquí, a su casa, después de lo que habían hecho?
Pero no podía hacer una escena. No con su abuelo y toda la familia presente. Así que forzó una sonrisa y se levantó para saludarlos, tal como dictaban las normas de etiqueta.
—Katya, querida —dijo con falsa dulzura, besando el aire junto a las mejillas de su prima —qué sorpresa verte aquí.
Katya le devolvió el gesto, sus labios rozando la piel de Anya en una caricia burlona.
—¿Sorpresa? Pero si somos familia, Anya. ¿Dónde más podría estar?
El doble sentido de sus palabras no pasó desapercibido para Anya. Apretó los dientes, pero mantuvo su sonrisa.
—Misha —saludó fríamente, evitando mirarlo a los ojos —bienvenido.
Misha tomó su mano y la besó, su pulgar acarició su piel en un gesto íntimo.
—Anya, mi amor, luces tan hermosa como siempre.
Anya retiró su mano bruscamente, como si su toque quemara. Se sentía sucia, contaminada por su presencia.
Pero antes de que pudiera responder, su abuelo habló.
—¡Misha, muchacho! Ven, siéntate a mi lado. Tenemos mucho de qué hablar sobre tu futuro en la empresa —el abuelo no tenía idea sobre lo que Misha había hecho a su nieta.
Misha le dedicó a Anya una sonrisa triunfante antes de obedecer. Katya, por su parte, se sentó frente a Anya, mientras sus ojos se mantenían fijos sobre su prima.
Durante toda la cena, Anya tuvo que soportar las miradas cómplices entre Misha y Katya, sus risitas secretas, era una tortura, un recordatorio constante de su traición.
Pero lo peor fue cuando Katya se inclinó sobre la mesa, su escote reveló más de lo apropiado, y susurró en un tono meloso:
—Anya, cariño, tienes que probar este postre, está divino. Aunque claro, no tan divino como otros... postres que he probado recientemente.
Anya sintió náuseas ante la insinuación. Sabía exactamente a qué "postre" se refería Katya. La imagen de ella y Misha juntos, de sus cuerpos desnudos y entrelazados, la perseguía como un fantasma.
Pero no podía derrumbarse. No les daría esa satisfacción. Así que esbozó una sonrisa tensa y respondió:
—Gracias Katya, pero creo que paso. He perdido el apetito.
La sonrisa de Katya se ensanchó, sus ojos brillando con cruel satisfacción.
—¿En serio? Qué pena. Pero bueno, más para mí entonces. Nunca me canso de los... dulces placeres de la vida.
Anya apretó su copa con tanta fuerza que temió que se rompiera. La rabia y la humillación ardían en su garganta como bilis.
¿Cómo podía Katya ser tan cruel? ¿Y cómo podía Misha sentarse ahí, sonriendo y charlando con su abuelo, como si no hubiera destrozado su corazón?
Después de la cena, Anya pidió hablar con su abuelo Vladimir en privado. Una vez en su estudio, lejos de oídos indiscretos, Anya se derrumbó.
—Abuelo, tengo que decirte algo —dijo con voz temblorosa, las lágrimas ardían en sus ojos —es sobre Misha y Katya.
Vladimir frunció el ceño, preocupado por el estado de su nieta.
—¿Qué pasa, Anya? ¿Qué han hecho esos dos?
Entre sollozos entrecortados, Anya le contó todo. La traición, el engaño, cómo los había encontrado juntos en su propia cama. Para cuando terminó, estaba temblando de rabia y dolor.
El rostro de Vladimir se puso rojo de ira. Se levantó bruscamente, golpeando su escritorio con un puño.
—¿Cómo se atreven? —rugió —¡Esos malditos ingratos! Después de todo lo que hemos hecho por ellos, ¿así es como nos pagan?
Anya se encogió ante la furia de su abuelo. Nunca lo había visto tan enojado.
—Los echaré a la calle —siseó Vladimir —no volverán a poner un pie en esta casa, ni a acercarse a ti. Lo juro por mi vida.
Pero Anya negó con la cabeza.
—No, abuelo, no quiero más escándalos. Ya he tenido suficiente humillación.
Vladimir la miró con tristeza, trató de disipar su ira.
—Oh, mi niña, no mereces esto. Mereces ser feliz, ser amada y respetada.
Anya esbozó una sonrisa triste, mientras las lágrimas en sus ojos continuaban amenazando con traicionarla.
—Gracias, abuelo. Pero ahora mismo, solo quiero olvidar. Seguir adelante con mi vida.
Vladimir suspiró, pasándose una mano por su barba canosa. De repente, sus ojos se iluminaron con una idea.
—Anya, ¿Recuerdas a mi viejo amigo Anatoly Petrova?
Anya asintió, lo recordaba claramente, era un magnate del petróleo, tan rico y poderoso como su propio abuelo.
—Bueno, resulta que su nieto, Alexei, está en edad de casarse —continuó Vladimir —y Anatoly y yo siempre hemos soñado con unir nuestras familias.
Anya parpadeó, confundida.
—¿Qué estás diciendo, abuelo?
—Estoy diciendo que tal vez sea hora de que conozcas a Alexei —Vladimir tomó sus manos en las suyas —sé que es repentino, pero piénsalo. Un matrimonio con los Petrova nos daría aún más poder e influencia. Y Alexei es un buen hombre, Anya, es fuerte, inteligente y decidido. Sé que te trataría como la reina que eres.
Anya se mordió el labio. ¿Casarse con un desconocido? Sonaba descabellado. Pero al mismo tiempo... tal vez era justo lo que necesitaba. Un nuevo comienzo, lejos de los recuerdos y el dolor.
—Alexei ha estado viviendo en el extranjero por años, por eso no se conocen, añadió Vladimir, como si leyera sus pensamientos —pero estoy seguro de que congeniaran. Y si no... bueno, siempre pueden divorciarse. Pero al menos habrán intentado.
Anya tomó una profunda respiración, era una locura. Una completa y absoluta locura.
Pero también era una oportunidad. De empezar de cero, de reconstruirse a sí misma lejos de la sombra de Misha y Katya.
—Abuelo, no creo que casarme con alguien a quién no conozco sea una buena idea,
—No me respondas ahora, piensalo con calma, después me dices cual es tu respuesta.
Anya salió de ahí confundida, eran demasiados eventos para procesar en tan poco tiempo, en cuanto ella se alejó, Vladimir tomó el teléfono para llamar a su amigo.
Días después, en la mansión Petrova, el poderoso magnate Anatoly Petrova enfrentaba a su rebelde nieto Alexei.
—¿Cómo te atreves a desobedecer mis órdenes? Tú deber es casarte con la nieta de mi amigo y socio para asegurar el futuro de nuestro imperio —rugió Anatoly, su rostro rojo de ira.
Alexei soltó una risa desdeñosa.
—¿Mi deber? Lo siento abuelo, pero no soy un peón en tu juego de ajedrez, no me casaré con una mujer que no conozco solo para satisfacer tus ambiciones.
La bofetada resonó en el estudio. Alexei se llevó la mano a la mejilla, sus ojos verdes ardieron de furia.
—Cuida tu lengua, muchacho insolente — siseó Anatoly —harás lo que yo ordene, o atente a las consecuencias. ¿Acaso quieres que tu primo Nicolai se quede con todo?
Alexei apretó los puños, la mención de su odiado primo era un golpe bajo. Nicolai siempre había codiciado su posición como heredero y haría cualquier cosa para quitarlo del camino, además que se había atrevido a hacer algo que jamás podría perdonarle.
—No metas a ese bastardo en esto —gruñó Alexei.
—Entonces sé un hombre y cumple con tu deber —Anatoly se sirvió un vaso de vodka y lo bebió de un trago —la boda será en un mes. Y más te vale poner tu mejor sonrisa y comportarte como el caballero que supuestamente eres.
Alexei apretó la mandíbula, su mente trabajaba a mil por hora. Sabía que no tenía opción, pero eso no significaba que se lo pondría fácil a su misteriosa novia.
—Bien, me casaré con ella, concedió al fin, pero tengo mis condiciones. Quiero un acuerdo prenupcial a mi favor, y me reservo el derecho de agregar las cláusulas que considere necesarias.
Anatoly entrecerró los ojos. —¿Qué estás tramando, Alexei?
—Nada que te incumba, abuelo —Alexei sonrió con malicia —solo digamos que esa mujer deseará nunca haber aceptado este matrimonio —dijo para sí mismo.
Mientras tanto, en su apartamento, Anya se miraba al espejo con lágrimas en los ojos. Su reflejo le devolvía la imagen de una mujer destrozada, traicionada por aquellos en quienes más confiaba.
—¿Cómo pudieron hacerme esto? —susurró, tocando el frío cristal.
El timbre de la puerta la sobresaltó. Con el corazón acelerado, se acercó a mirar por la mirilla. Al ver quién era, abrió de golpe, la furia renovada ardiendo en sus venas.
—¿Qué demonios haces aquí, Misha? — espetó.
Su ex novio, con un ramo de rosas en la mano, le dedicó una sonrisa suplicante.
—Anya, mi amor, por favor déjame explicarte...
—¡No me llames así! —Anya le arrebató las flores y las tiró al suelo —perdiste el derecho de llamarme así cuando decidiste revolcarte con mi prima cuando te daba la gana.
Misha palideció. —Fue un error, una estupidez del momento, pero a quien amo es a ti, siempre has sido tú.
—Ahórrate las mentiras —Anya se cruzó de brazos, conteniéndose para no abofetearlo —lo nuestro se acabó, no quiero volver a verte nunca más.
—Anya por favor… —Misha intentó tomarla del brazo, pero ella se apartó bruscamente.
—¡He dicho que te vayas! Antes de que llame a seguridad —amenazó.
Misha apretó los labios, una vena palpitaba en su frente.
—Esto no se quedará así, Anya, tú me perteneces. Y tarde o temprano volverás a mí, así tenga que obligarte.
Con esa amenaza velada, Misha se dio la vuelta y se fue, dejando a Anya temblando de rabia.
Anya no tuvo mucho tiempo para procesar lo ocurrido, porque en ese momento su celular sonó, era su abuelo.—Anya, querida, tengo excelentes noticias —la voz de Vladimir sonaba llena de júbilo —¡Alexei Petrova ha aceptado casarse contigo! La boda será en un mes.Anya se dejó caer en el sofá, aturdida. ¿En qué momento había aceptado esa absurda propuesta? Y con un hombre que ni siquiera conocía.—Abuelo, ¿Estás seguro de esto? Yo... su voz tembló —aún no lo he decidido.—Sé que es repentino, pero es lo mejor para todos —Vladimir suavizó su tono —Alexei es un buen hombre, Anya. Sé que cuidará bien de ti. Y juntos, llevarán a nuestras familias a nuevas cumbres de poder y prosperidad.Anya cerró los ojos, derrotada. Sabía que no tenía opción, su abuelo no la dejaría en paz, ya lo había decidido.—Está bien abuelo. Que se haga tu voluntad —susurró.El día de la boda llegó con una frialdad inusual para la primavera moscovita. Anya se miró en el espejo, apenas reconociendo a la novia de blan
La limusina avanzaba por las calles de Moscú, llevando a los recién casados hacía su nido de amor, pero el ambiente dentro del vehículo estaba lejos de ser romántico.Anya miraba por la ventana, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos, a su lado, Alexei bebía champán directamente de la botella, ignorándola por completo.—Espero que estés satisfecha —dijo él de repente, su voz estaba cargada de veneno —has logrado atraparme en este matrimonio de farsa.Anya se giró para enfrentarlo, sus ojos azules ardían de indignación. —¿Crees que yo quería esto? ¿Casarme con un desconocido que me desprecia? Estás muy equivocado.Alexei soltó una risa amarga. —Claro, porque eres una pobre víctima inocente, no creas que he olvidado cómo me usaste aquella noche. Seguro planeaste todo esto con tu prima Katya —¿Katya? ¿Qué tenía que ver Katya con Alexei? Se preguntó Anya por un momento, ¿Alexei la conocía?—¡Yo no planeé nada! —estalló Anya —ni siquiera sabía quién eras hast
Anya llegó al restaurante Pushkin con la guardia en alto, la invitación de Alexei había encendido todas sus alarmas, ¿Un nuevo comienzo? Más bien una nueva trampa.Alexei la esperaba en una mesa privada, luciendo peligrosamente atractivo en su traje oscuro, su sonrisa podría haber engañado a cualquiera, pero Anya veía la amenaza oculta tras ese encanto.—Viniste —ronroneó él, levantándose para besar su mejilla, un gesto calculado para cualquier observador —sabía que no podrías resistirte a mí.Anya se apartó, su piel quemaba allí donde sus labios la habían tocado. —Ahórrate las falsedades, Alexei, ¿Qué quieres?Él fingió estar herido, llevando sus manos hacia su pecho —¿Tan difícil es creer que quiero arreglar las cosas? Eres mi esposa, Anya.—En nombre solamente —ella cruzó los brazos, como si fueran una armadura contra su magnetismo oscuro —Ambos sabemos que este matrimonio es una farsa.—Pero no tiene por qué serlo —Alexei se acercó, su voz bajó convirtiéndose en un susurro tentad
Anya no pudo soportar más la escena frente a ella, salió corriendo ante la risa burlona de Katya.—Eres una maldita zorra, como te has atrevido a entrar aquí y besarme, después de lo que me hiciste te desprecio Katya.—Ja, ja, ja, mi amor, no recuerdas cómo hace tiempo me pedías que gimiera tu nombre.Alexei no pudo soportar más la risa cínica de Katya, se puso una bata de baño y salió de ahí rápidamente.Alcanzó a Anya en el pasillo, sujetándola del brazo con firmeza para evitar que llegara donde los demás y se desatara un escándalo.—Espera Anya, tenemos que hablar. Lo que viste no es lo que parece —su voz era urgente, casi suplicante.Anya soltó una risa amarga, se detuvo y se le quedó viendo fijamente.—En realidad no me importa, Alexei. Allá tú si quieres caer en las garras de una arpía como Katya —Anya se estaba esforzando por no estallar, por no demostrarle que le importaba, aunque sentía un dolor profundo dentro de su pecho.Alexei parpadeó, desconcertado ante su reacción, hab
A la mañana siguiente, cuando Alexei despertó, se dio cuenta de que tenía a Anya abrazada. Por un instante, su corazón latió con una mezcla de ternura y culpa, pero pronto la realidad golpeó con fuerza. Se apartó de ella de inmediato, como si su contacto quemara su piel, negándose a sucumbir a la tentación de su calor. Ella era una mujer infiel, indigna de su afecto, se reprochó el ser tan débil y desear su cuerpo. Se alejó de la cama con movimientos rápidos y precisos, como si el simple hecho de permanecer allí lo contaminara con su presencia.Antes de partir, dejó una sola rosa roja y una nota sobre la almohada, un gesto vacío de significado para él, pero que sabía que Anya valoraría. La nota era breve, apenas unas pocas palabras destinadas a mantener las apariencias.Anya despertó sola, su corazón se aceleró al ver el detalle de Alexei, una sensación de esperanza se encendió dentro de ella, un atisbo de lo que solía ser su amor. Se aferró a ese destello de felicidad como si fue
El cuerpo inerte de Anya yacía en la cama del hospital, su piel pálida contrastando con las sábanas blancas, tras ser brutalmente empujada por las escaleras por la amante de Alexei, había perdido el conocimiento. Afortunadamente, Viktor, el mejor amigo de Alexei, había presenciado la escena oculto entre las sombras y había acudido en su rescate.Sin pensarlo dos veces, Viktor tomó a Anya en brazos y la llevó rápidamente hasta su auto para dirigirse al hospital más cercano. Durante el trayecto, no pudo evitar sentir una profunda compasión por ella, conocía a Alexei desde la infancia y, aunque eran como hermanos, no podía aprobar la forma en que estaba tratando a su esposa.Mientras Anya luchaba por su vida, en la mansión de los Ivanov el caos reinaba, los abuelos Vladimir y Anatoly, junto con los padres de Anya, Sergei e Irina, que habían llegado de su largo viaje, buscaban desesperadamente a la joven desaparecida.Alexei fingía preocupación, uniéndose a la búsqueda con falsa conster
Con suavidad, Viktor la guió hasta su auto, la ayudó a sentarse y le abrochó el cinturón con ternura, como si fuera una muñeca de porcelana a punto de romperse.Durante el trayecto, Anya permaneció en silencio, perdida en su propio dolor. Miraba por la ventana sin ver realmente, su mente reviviendo una y otra vez la crueldad de Alexei, la traición de su familia.De pronto, un pensamiento la golpeó como un rayo, con manos temblorosas, sacó su móvil y entró a las noticias locales, allí, en la sección de sociedad, un titular le robó el aliento.—Heredera de la familia Ivanov huye con su amante en escandalosa fiesta.Una foto de ella, sonriente y feliz en brazos de Alexei, acompañaba el artículo, la ironía era tan dolorosa que Anya sintió náuseas.—Para... Detén el auto... —jadeó, luchando por respirar.Viktor obedeció al instante, orillándose en la carretera —¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?Por toda respuesta, Anya le mostró la pantalla de su móvil. —Mira... Mira lo que han hecho... Me han
Al día siguiente, Viktor la llevó a la clínica, el doctor quería hacer algunos estudios más para asegurarse que el embarazo fuera como era debido.Cuando el doctor le entregó los resultados, Anya suspiró con alivió, su bebé crecía en tiempo y forma.Viktor la esperaba con una sonrisa alentadora, sin decir palabra, la ayudó a llegar hasta el mostrador de pagos, sosteniéndola con delicadeza.Anya extrajo una de sus tarjetas de crédito y se la entregó a la recepcionista, su estómago se encogió al recordar que quizás Alexei ya habría bloqueado sus cuentas, dejándola sin recursos.La recepcionista pasó la tarjeta, Anya contuvo el aliento, y tal como lo esperaba, la tarjeta había sido cancelada. dió sus otras tarjetas, todas fueron rechazadas, una tras otra, sin excepción.La vergüenza y la impotencia la invadieron, era obvio que Alexei o su abuelo habían congelado sus finanzas, dejándola a la deriva, querían verla en la calle, suplicando por ayuda.Viktor negó con un ligero movimiento de c