Lilia. Estaba respirando con dificultad, mis muñecas seguro enrojecidas por las cuerdas que me mantenían atada a la silla. La habitación estaba en penumbra, y el silencio se quebraba con el sonido de mi respiración. No tenía mucho tiempo antes de que alguien viniera a comprobar mi estado. Agarré valor y comencé a moverme como pude estando sentada en la silla. Me incliné hacia delante para que mis pies tocaran el suelo y poder caminar por mi cuenta. Mi objetivo era la barra de metal. Al llegar, me puse de espaldas para que la punta rota de esa barra sirviera de cuchillo. Después de unos minutos que parecieron eternos, sentí cómo las cuerdas cedían ligeramente a medida que movía mis manos de arriba a abajo. Con un último esfuerzo, logré liberarme y me llené de alivio.—Oh... —solté. Sobé mis muñecas, estaban rojas y me dolían por lo apretadas que estaban las cuerdas. Devolví la silla a su lugar, necesitaba que fuera la distracción para cuando llegara el hombre. Inhalé hondo, iba a
Chris. Me comuniqué con Ezequiel para que enviara a alguien que se llevara a Deus o no sobreviviría. —C-Chris… —balbuceó, sin mucha fuerza. Sus ojos estaban vacíos, sin ese brillo que solía tener en su mirada. Quería llorar porque si lo perdía, me culparía durante toda la vida. —Shh, no hables. —S-si llego a m-morir… Quiero que me entierres al lado de papá —Alzó su mano como pudo para buscar la mía. —¡Cállate! No digas tonterías. No vas a morir —dije, entre dientes. Rio con dificultad. —Te amo, Chris… Aunque no nos una la sangre, para mí eres un verdadero hermano —Una lágrima recorrió su mejilla—. No quiero irme. Apreté los labios y desvié la mirada. No quería verlo así, necesitaba a Deus… Perderlo me dejaría destrozado. Él era la única familia que me quedaba, y ya estaba harto de perderlos a todos. ¿Por qué? ¿Por qué a mí? —¡Aquí estoy! —Apareció Peter, uno de los soldados de Ezequiel. El hombre estaba agitado y cargó a Deus en sus hombros. Yo lo ayudé para mantener la te
Lilia. Bajé las escaleras a toda velocidad y terminé resbalando con un charco de sangre que había cerca de la entrada.¿Qué carajos? Me levanté, por suerte, solo me manché las piernas y la parte baja de mi vestido. Yo estaba descalza porque mis tacones se rompieron. El arma se me había caído e hizo ruido, pero la tomé al ver que no había alertado a nadie. Supuse que de verdad durmieron a la mayoría. ¿Qué era lo que planeaban? Escuché la voz de Viktor mencionando a Chris y de inmediato corrí en esa dirección. Pasé por una puerta abierta y me quedé tiesa al ver que ese hombre le estaba apuntando a mi amado en la cabeza. Mi respiración se ahogó. Alcé el mentón y mis dos brazos, tratando de permanecer firme a la hora de disparar. Si esperaba un segundo más, lo perdería para siempre. Calmé mi pecho, que subía y bajaba con descontrol e inhalé hondo. Justo cuando vi que Viktor posó su dedo en el gatillo, apunté bien como me enseñó Deus, imaginé que su cabeza era la de un muñeco de car
Lilia.—¿Tengo que casarme? —cuestioné, aturdida después de haber escuchado a mi padre.—Es importante que consigas esposo, Lilia... Recién te he cedido el puesto de CEO y necesitas a un hombre importante a tu lado para que te ayude —explicó, juntando ambas manos sobre la mesa—. Ya tienes veintinueve, ¿no tienes a nadie en mente?Me quedé sin palabras. Aunque no era mucha sorpresa para mí, ya que él me había mencionado varias veces el hecho de que era importante casarse en nuestra familia para que nuestro cargo fuera más legítimo.¿Por qué no cambiaban eso de una vez? Ya no estábamos en el pasado y las posibilidades de que yo tuviera éxito sin un hombre, de seguro eran mayores.—Sabes que los hombres no han sido importantes en mi vida —Giré el rostro, cabizbaja y hundiendo las cejas—. Con suerte tuve dos novios y me duraron una semana.—Precisamente por eso estoy haciendo un acuerdo con uno de mis más grandes aliados en el mundo de los negocios —defendió, cruzado de brazos y con una s
Lilia.Me vi una última vez en el espejo de mi habitación. Carlota me había ayudado a arreglarme. Llevaba puesto un vestido casual floreado que no pasaba de mis rodillas, junto a unas zapatillas.Inhalé hondo.Mi cabello estaba atado en una cebolla para que no se metiera en mi boca cuando estuviera comiendo.—Se ve hermosa, señorita —Juntó sus manos, satisfecha con el resultado.—Es gracias a ti, tienes un buen gusto —Di una vuelta y reí—. Mis padres deben de estar esperándome abajo.—Y lo están haciendo. Será mejor que se apure si no quiere llegar tarde —Me dio varios empujones hasta la puerta—. Yo limpiaré un poco.—Nos vemos más tarde, Carlota —me despedí.Caminé por los largos pasillos de la mansión Brown hasta bajar las amplias escaleras del centro y darme cuenta de que mis dos padres estaban esperando en la entrada.Mamá tenía un hermoso vestido azul claro pegado a su cuerpo y el maquillaje ocultaba un poco las arrugas que se formaron en su frente al verme.—Si no enamoras a Eth
Lilia.Después de la reunión que tuvimos en casa de los Watson, los días pasaron volando y las noticias sobre mi próxima boda estaban en boca de todos.En la empresa, mis colegas me felicitaron, por mucho que me costara creer que pronto sería esposa.Había quedado en verme con Ethan en un restaurante conocido de la ciudad. Papá insistió en que debíamos conocernos porque estábamos a semanas de la boda y no habíamos hablado desde nuestro reencuentro.Mis dedos jugaron con el mantel de la mesa, aburrida porque ya llevaba más de cinco minutos de espera y el hombre no llegaba.¿Se había perdido?—¡Lilia! —Me llamó.Sus manos se apoyaron sobre sus rodillas, y su respiración estaba entrecortada. ¿Acaso había corrido un maratón?Yo abrí los ojos.—No te ves muy bien —Fui sincera—. Toma, un poco de agua.Le ofrecí el vaso con agua que me dieron de cortesía y él se la bebió en un instante. Se sentó, soltando un largo suspiro jadeante por el cansancio.—Discúlpame, creí que el restaurante quedab
Chris.—¿Ya vio lo que corre en la noticias? ¿Esa no es la mujer que estaba planeando buscar pronto? —cuestionó Deus, mi fiel compañero.Ladeé una sonrisa porque estaba leyendo justo esa noticia en la página de mi celular.—¿Me puedes traer el periódico de hoy? Hay que comprobar que no sea algo falso —le ordené, sacudiendo mi mano y soltando el celular sobre la mesa de mi escritorio.—Ya mismo lo busco —acató, marchándose.Junté ambas manos debajo de mi mentón, pensando en cómo pudieron llegar a esa situación de comprometer a Lilia con Ethan.Yo me encontraba en otra ciudad, bastante lejos de ella a decir verdad. Planeaba hacerle una visita pronto para recordarle cierta promesa que hicimos de niños, porque por lo visto, la había olvidado.Cerré mi puño y golpeé la madera, frustrado por saber que se casaría con otro.¿Por qué? ¿Acaso me había olvidado?Deus regresó y colocó el periódico sobre la mesa.—Véalo usted mismo —indicó, sentándose frente a mí.Él encendió un cigarrillo.—¿Por
Lilia.Estaba de camino a la empresa en mi auto y faltaban unos días para la boda. Para ser sincera, pasar tiempo con Ethan no estaba tan mal como pensaba.Él me daba mi espacio y no trataba de coquetearme a pesar de que íbamos a casarnos pronto.Aparqué el vehículo en el estacionamiento y caminé directo al edificio. Ese sería un día duro pues tenía varias reuniones en menos de tres horas para tratar los asuntos de la empresa y posibles asociados.—Buen día, jefa —Lucía hizo una reverencia, era la recepcionista.—Te he dicho que no me gusta que me llames así. Somos amigas, ¿se te olvida? —Negué con la cabeza, divertida.—Sabes que me gusta molestarte en ese aspecto —bromeó—. ¿Cómo te va con tu nuevo novio? Te juro que pensé que estabas enamorada de mí porque rechazabas a cada hombre que te invitaba a salir.Ella ató su sedosa cabellera castaña porque sabía que no podía andar con el cabello suelto en la empresa, eran reglas creadas por mi padre. Sus ojos avellana me miraron con picard