Capítulo 65: Defiéndete

Lilia.

Estaba respirando con dificultad, mis muñecas seguro enrojecidas por las cuerdas que me mantenían atada a la silla. La habitación estaba en penumbra, y el silencio se quebraba con el sonido de mi respiración.

No tenía mucho tiempo antes de que alguien viniera a comprobar mi estado.

Agarré valor y comencé a moverme como pude estando sentada en la silla. Me incliné hacia delante para que mis pies tocaran el suelo y poder caminar por mi cuenta. Mi objetivo era la barra de metal. Al llegar, me puse de espaldas para que la punta rota de esa barra sirviera de cuchillo.

Después de unos minutos que parecieron eternos, sentí cómo las cuerdas cedían ligeramente a medida que movía mis manos de arriba a abajo. Con un último esfuerzo, logré liberarme y me llené de alivio.

—Oh... —solté.

Sobé mis muñecas, estaban rojas y me dolían por lo apretadas que estaban las cuerdas. Devolví la silla a su lugar, necesitaba que fuera la distracción para cuando llegara el hombre.

Inhalé hondo, iba a
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