Chris—¿Dice que se suelen escuchar gritos a estas horas? —pregunté.Estaba usando una gorra y unos lentes de sol para pasar desapercibido. Me encontraba en la casa de la vecina de Robert, quien me estaba contando un poco sobre la situación.Yo tenía una libreta y un lápiz para anotar lo que ella me decía. Fingí ser un investigador privado que había sido contratado por un familiar de la esposa de Robert.—Tiene que ayudar a esa pobre mujer... —La señora tomó mis manos, las arrugas en su rostro se marcaron más—. La pareja tiene un hijo de cinco años, estoy segura de que Robert ya le empezó a pegar al pequeño.—¿Y ella no ha llamado a la policía? Según mis investigaciones, Robert se divorció antes de otra mujer porque la golpeaba y ella lo mandó a la cárcel —comenté, cruzando las piernas.—La debe de tener amenazada... Esa mujer solo sale de casa para regar las plantas, y cuando trato de hablar con ella, huye —Negó con la cabeza—. Yo como madre, puedo decirte que ella solo busca protege
Chris.Le eché agua en la cara a Robert para que despertara. Él se sobresaltó y comenzó a toser como un loco, hasta que se cagó al verme frente a él.Lo había atado a una silla de hierro, ambos estábamos en un cuarto vacío que solo era iluminado por una bombilla. Solíamos usarlo para interrogar a nuestras víctimas antes de matarlas.—¿No te da gusto verme? —pregunté, calmado.—Vete al infierno.—Me iré cuando muera, eso es seguro... Pero tú tendrás que adelantarte —Arrugué la boca, comprensivo.—¡Tú fuiste el que provocó el accidente! ¿Verdad? —me acusó, moviéndose de un lado a otro—. ¡Eres un asesino! ¡Mis padres murieron por tu culpa! Me alegraba saber que era cierto eso. El único que me faltaba era Robert, por lo que mi corazón estaba lleno de alivio. Sonreí. —Uff, Robert, ¿qué cosas dices? —cuestioné, extrañado—. No sabes a cuántas personas he matado. Ya no le tengo miedo a nada, ni a ti. —Eres una escoria... Menos mal que tus padres murieron para no tener que ver en lo que te
Lilia.Chris estaba muy ocupado con los preparativos de la fiesta en su bar. Sería la primera vez que yo pisaría ese terreno.Yo andaba caminando por todos lados, buscando a Deus junto a la única amiga que tenía en ese lugar. Ojalá Chris me devolviera mi celular... Ni siquiera le había preguntado qué hizo con él.—S-señorita, más despacio —jadeó Samira.Me detuve al ver su agitada respiración porque casi que la arrastré conmigo.—Lo siento... Más bien, no deberías acompañarme si te sientes incómoda por culpa de Deus —Me encogí de hombros.Después de que él le haya coqueteado a Samira, ella se hacía la tonta cada vez que lo mencionaba y su voz temblaba.—N-no... D-Deus no tiene... —Se enredó con sus palabras.—Samira, él no es un hombre adecuado para ti —Negué con la cabeza al ver sus mejillas rojas—. Deus no te tomará en serio.Juntó sus manos sobre su delantal, bajando la cabeza con tristeza por lo que le dije. ¿De verdad se había encaprichado?—Lo sé —respondió, en un hilo—. No es l
Lilia —La fiesta es en una semana, ¿no? —pregunté, aprovechando que Chris había llegado hace un rato a la habitación. —Sí, discúlpame si he estado muy ocupado para verte seguido —Se dejó caer en la cama, justo a mi lado. Su brazo rodeó mi vientre, ya que yo estaba acostada boca arriba. La simple presencia de Chris me hacía sentir en paz, como si su compañía me brindara la calma que siempre quise y no sabía cómo obtener. Sonreí. —No ha estado tan mal encontrarme solo a Deus en el comedor —me reí. Eso me servía para planear nuestros encuentros a escondidas de Chris, y no, jamás me metería con Deus de forma romántica. Me daba asco de solo pensarlo porque estaría traicionando de la peor manera a Chris. Simplemente quería aprender a defenderme y a usar un arma por si en algún momento las cosas se complicaban. Ellos tenían muchos enemigos, ¿no? Acaricié el cabello de Chris cuando se acostó sobre mi pecho. —Confío en Deus, por ahora lo dejé a cargo de ti para que se asegure de que e
Lilia. Después de escuchar sus palabras cerca de mi oído, una ola de calor me invadió. Mis manos se aferraron a la sábana de la cama, suplicante. No quería que se detuviera. Ese hormigueo intenso predominaba en mi cuerpo y no cesaba. Era como si su miembro estuviera jugueteando en el punto exacto dentro de mí.. —S-Sigue, por favor… —No me detendré hasta acabar con esto, Lilia —dictaminó, decidido. No podía ver su rostro, pero me bastaba con oír su voz ronca y gruñona. Él no dejaba de moverse, y sus manos se deslizaron por toda mi espalda hasta rodearla y encontrar mis dos pezones. Definitivamente, era un placer indescriptible. Chris activó distintos botones al mismo tiempo que me hacían gritar por lo bien que se sentía. Su miembro estaba duro y palpitaba en mi interior, me decía que era suya. —¡Qué rica estás! —jadeó, aumentando mucho más la velocidad. Me quedé con la boca abierta y algo de baba salió de ella, no pude evitarlo. ¿Qué clase de cables tenía mi cuerpo para activ
Ethan. Después de enterarme que sería padre, le pedí un tiempo a Liz para pensarlo. No planeaba abandonar a mi bebé, eso era seguro. Habían pasado unas dos semanas de ese encuentro, y yo decidí comentárselo a mis padres en horas de la cena.Aunque, ya tenía claro lo que me iban a decir: debes casarte con ella, Ethan. —¿Estás bien? Te noto un poco tenso —preguntó mamá, ella me conocía mejor que nadie. Yo deslicé mis manos por encima de mi pantalón para quitarme el sudor. Estaba nervioso porque no imaginé que me sucedería algo así, como al propio adolescente sin control. —T-tengo que darles una noticia que puede s-sorprenderlos —hablé, apretando los labios. ¿Por qué era tan difícil que mi lengua se enredaba? Mamá picó un trozo de pollo asado y se sirvió en su plato, hizo lo mismo con papá. —Cuéntame, ¿ya has conseguido a una mujer? —interrogó mi viejo, dejando de lado su celular. Su mirada se clavó en mí. Ni ellos, ni el mundo se habían enterado de la aparición de Lilia. Supus
Chris. —¿Y bien? ¿Está todo listo? —le pregunté a Elisa. —Bebidas, aperitivos, música, entre otros —Anotó en una lista que tenía en sus manos—. No falta nada. Estaba en el bar junto a ella y otros cabecillas que encargué para que descargaran los camiones con todo lo que usaríamos en la fiesta. —Perfecto, ¿el barman qué carajos hace que no llega? —Moví el pie repetidas veces—. Deus también se está tardando. —¿Por qué no nos relajamos un poco tú y yo? No hemos descansado nada —habló, mordiéndose el labio. La mujer caminó a pasos lentos y con una pose sensual hasta mi posición. Se bajó más de lo normal el escote, y yo volteé mi rostro haciendo una mueca de asco por verle las tetas. —Deja de actuar como una zorra, Elisa. —¡¿Por qué ahora me llamas así?! —refutó, avergonzada. Subió de nuevo su escote y cubrió ambos pechos con sus brazos. No sabía cuándo iba a cansarse de estar detrás de mí, si ella bien sabía que yo era un hombre comprometido y fiel a mi mujer. —Es la visión que
Chris. —Por suerte, usó una pequeña dosis en la bebida o pudo haber sido mortal para ti, Chris, ya que mezcló diferentes sustancias —informó Deus. Yo había sido atendido por el médico esa mañana y habían logrado sacar el medicamento de mi cuerpo después de varias horas con un suero. —No voy a perdonarla por esto. Acomodé mi saco. Iba a buscar a Lilia porque se le haría un juicio a Elisa esa tarde por lo que hizo. Cabía resaltar que no sería nada legal como tal, la misma familia Benett iba a juzgarla y Deus tomaría la decisión final. Nunca se perdonaba a los traidores, era una pena de muerte segura. Simplemente hacíamos el juicio para que todos entendieran que la traición no era un juego, y para decidir cómo iba a morir el culpable. —¿Crees que me ablandaré? —bufó, negando con la cabeza—. Tal vez me acosté con ella en el pasado, pero no le perdonaré la vida a alguien que trató de violarte, hermanito. —Cállate, Deus. Me haces sentir un inútil por esas palabras —Salimos de mi ofi