Chris.—¿Estás listo? Alexander debe de estar en su departamento a esta hora —preguntó Deus, mirando el reloj en su muñeca.—¿No has descubierto a quién contrató? —cuestioné, caminando junto a él hacia el vehículo.Abrí la puerta del copiloto, él se encargaría de llevarme. Ya había planeado todo lo que le haría a Alexander, un poco de tortura no estaría mal.Guardé la pistola en la funda de mi pantalón, preparado para el enfrentamiento. Ese hombre no tenía familia, a nadie le importaría su muerte, ¿no?—Lamento decirle que no. Ninguno llevaba puesto alguna etiqueta o tatuaje —Se encogió de hombros, encendiendo el auto—. ¿Cree que haya sido El Cuervo?—Tal vez... De todas formas, la fiesta de aniversario en el bar se hará pronto —resoplé, revisando mi celular.—Es verdad, lo había olvidado —murmuró—. Él irá sí o sí, sabes lo entrometido que suele ser en nuestra vida.—Le haré un par de preguntas en la fiesta, me sorprende que no haya hecho ningún movimiento raro para perjudicarnos —res
Ethan.Estaba bebiendo en un bar cercano a las cuatro de la tarde, pensando en todo lo ocurrido con Lilia.Habían pasado dos días desde nuestro encuentro y quedé más destrozado que cuando huyó de la boda.—¿Otro más? —preguntó el barman, al ver que me acabé el vaso.—Sí, por favor.Puse el dinero en la mesa.¿Por qué lo hizo? ¿Por qué fue tan fácil para ella enamorarse de otro antes que de mí?Y tenía que ser Chris, me sorprendió tanto su reaparición, aunque me recordó mucho al hombre que vi junto al chófer que llevó a Lilia... ¿Tenía algo que ver?Negué con la cabeza.Lilia formaba parte de mi pasado, tenía que dejar de lado lo que sentía si quería continuar con mi vida. Necesitaba conseguir una esposa, alguien que me ayudara a olvidarla o no sé.Una mano se posó en mi espalda. —Tu madre me dijo que estarías aquí —Su voz me calmó. —¿Fuiste a mi casa? —No respondes mensajes ni llamadas, ¿acaso tienes tu celular encima? —Liz se sentó a mí lado. —Está apagado. —Dime qué es lo que t
Lilia.—Por favor, señorita... No hace falta que se meta en problemas por mi culpa —pidió Samira, arrugando la frente. Ambas estábamos caminando a pasos rápidos en el ala de los cabecillas. Ella me había contado que esa mañana se encontró con la mujer llamada Elisa, que no dudó en humillarla ante varios soldados y sirvientes. —Eres mi amiga, tienen que entender que meterse contigo, es meterse conmigo —mascullé, molesta. A parte, también quería darle su merecido a Elisa porque sabía que ella se aprovechó de Chris en el pasado y según él, lo siguió buscando durante un tiempo ignorando sus rechazos. Esa perra me iba a escuchar. Tal vez solo necesitaba una excusa para enfrentarme a ella. —Bien... No voy a contradecirla más —resopló, derrotada—. Tengo miedo de que después de esto, ella me busque para hacerme daño. —No lo hará. Yo misma hablaré con Chris para que te proteja de sus garras —la calmé. Al cruzar una esquina, la vi parada cerca de una ventana y hablando con un hombre con
Chris—¿Dice que se suelen escuchar gritos a estas horas? —pregunté.Estaba usando una gorra y unos lentes de sol para pasar desapercibido. Me encontraba en la casa de la vecina de Robert, quien me estaba contando un poco sobre la situación.Yo tenía una libreta y un lápiz para anotar lo que ella me decía. Fingí ser un investigador privado que había sido contratado por un familiar de la esposa de Robert.—Tiene que ayudar a esa pobre mujer... —La señora tomó mis manos, las arrugas en su rostro se marcaron más—. La pareja tiene un hijo de cinco años, estoy segura de que Robert ya le empezó a pegar al pequeño.—¿Y ella no ha llamado a la policía? Según mis investigaciones, Robert se divorció antes de otra mujer porque la golpeaba y ella lo mandó a la cárcel —comenté, cruzando las piernas.—La debe de tener amenazada... Esa mujer solo sale de casa para regar las plantas, y cuando trato de hablar con ella, huye —Negó con la cabeza—. Yo como madre, puedo decirte que ella solo busca protege
Chris.Le eché agua en la cara a Robert para que despertara. Él se sobresaltó y comenzó a toser como un loco, hasta que se cagó al verme frente a él.Lo había atado a una silla de hierro, ambos estábamos en un cuarto vacío que solo era iluminado por una bombilla. Solíamos usarlo para interrogar a nuestras víctimas antes de matarlas.—¿No te da gusto verme? —pregunté, calmado.—Vete al infierno.—Me iré cuando muera, eso es seguro... Pero tú tendrás que adelantarte —Arrugué la boca, comprensivo.—¡Tú fuiste el que provocó el accidente! ¿Verdad? —me acusó, moviéndose de un lado a otro—. ¡Eres un asesino! ¡Mis padres murieron por tu culpa! Me alegraba saber que era cierto eso. El único que me faltaba era Robert, por lo que mi corazón estaba lleno de alivio. Sonreí. —Uff, Robert, ¿qué cosas dices? —cuestioné, extrañado—. No sabes a cuántas personas he matado. Ya no le tengo miedo a nada, ni a ti. —Eres una escoria... Menos mal que tus padres murieron para no tener que ver en lo que te
Lilia.Chris estaba muy ocupado con los preparativos de la fiesta en su bar. Sería la primera vez que yo pisaría ese terreno.Yo andaba caminando por todos lados, buscando a Deus junto a la única amiga que tenía en ese lugar. Ojalá Chris me devolviera mi celular... Ni siquiera le había preguntado qué hizo con él.—S-señorita, más despacio —jadeó Samira.Me detuve al ver su agitada respiración porque casi que la arrastré conmigo.—Lo siento... Más bien, no deberías acompañarme si te sientes incómoda por culpa de Deus —Me encogí de hombros.Después de que él le haya coqueteado a Samira, ella se hacía la tonta cada vez que lo mencionaba y su voz temblaba.—N-no... D-Deus no tiene... —Se enredó con sus palabras.—Samira, él no es un hombre adecuado para ti —Negué con la cabeza al ver sus mejillas rojas—. Deus no te tomará en serio.Juntó sus manos sobre su delantal, bajando la cabeza con tristeza por lo que le dije. ¿De verdad se había encaprichado?—Lo sé —respondió, en un hilo—. No es l
Lilia —La fiesta es en una semana, ¿no? —pregunté, aprovechando que Chris había llegado hace un rato a la habitación. —Sí, discúlpame si he estado muy ocupado para verte seguido —Se dejó caer en la cama, justo a mi lado. Su brazo rodeó mi vientre, ya que yo estaba acostada boca arriba. La simple presencia de Chris me hacía sentir en paz, como si su compañía me brindara la calma que siempre quise y no sabía cómo obtener. Sonreí. —No ha estado tan mal encontrarme solo a Deus en el comedor —me reí. Eso me servía para planear nuestros encuentros a escondidas de Chris, y no, jamás me metería con Deus de forma romántica. Me daba asco de solo pensarlo porque estaría traicionando de la peor manera a Chris. Simplemente quería aprender a defenderme y a usar un arma por si en algún momento las cosas se complicaban. Ellos tenían muchos enemigos, ¿no? Acaricié el cabello de Chris cuando se acostó sobre mi pecho. —Confío en Deus, por ahora lo dejé a cargo de ti para que se asegure de que e
Lilia. Después de escuchar sus palabras cerca de mi oído, una ola de calor me invadió. Mis manos se aferraron a la sábana de la cama, suplicante. No quería que se detuviera. Ese hormigueo intenso predominaba en mi cuerpo y no cesaba. Era como si su miembro estuviera jugueteando en el punto exacto dentro de mí.. —S-Sigue, por favor… —No me detendré hasta acabar con esto, Lilia —dictaminó, decidido. No podía ver su rostro, pero me bastaba con oír su voz ronca y gruñona. Él no dejaba de moverse, y sus manos se deslizaron por toda mi espalda hasta rodearla y encontrar mis dos pezones. Definitivamente, era un placer indescriptible. Chris activó distintos botones al mismo tiempo que me hacían gritar por lo bien que se sentía. Su miembro estaba duro y palpitaba en mi interior, me decía que era suya. —¡Qué rica estás! —jadeó, aumentando mucho más la velocidad. Me quedé con la boca abierta y algo de baba salió de ella, no pude evitarlo. ¿Qué clase de cables tenía mi cuerpo para activ