Pensar en Daemon como un socio, como un aliado y no como mi jefe era diferente en su totalidad. Como si un enorme muro se interpusiera entre nosotros. Porque él era el hombre con el cual yo había perdido mi virginidad, y yo misma ahora lo hice alejarse.En realidad, no sabía bien lo que quería. No quería verlo con otra mujer y tampoco quería mostrarle que él tenía la razón. El muy engreído imaginaba que todavía era mi dueño. Yo no era una sumisa, todo esto fue una farsa para encontrar al asesino de Marie y nada más.Daemon solo buscaba dominarme como a una de sus tantas sumisas y yo no lo era. Era una mujer respetable que tenía una misión aquí.Y desempeñé tan bien mi papel que incluso yo me lo creía. Cené sola en mi cuarto y esperé que lo mejor sucediera en la cena que planeó mi socio.Al despertarme, me coloqué una falda hasta las rodillas y una camisa blanca. Quería verme formal para marcar una diferencia en Daemon.En el salón de desayuno no había nadie y eso me desconcertó. Escuc
Mi respiración se entrecortó, se me erizó cada parte de la piel. Su tacto en mi cintura iba tornándose más firme. Estaba pegándome a su cuerpo para que sintiera su fuerza, la valentía que tuvo para hacer semejante cosa.Mordió levemente mis labios en un beso que me pareció sumamente diferente. Mi corazón palpitó rápido y sentí una sensación rara. Me gustó, porque me hizo sentir eufórica, pero no fue lo mismo que sentí con Daemon.Lo aparté.—¿Te volviste loco? —pregunté, haciendo una mueca de enfado.El me miró con los ojos brillantes. Era apuesto, muy apuesto. En una forma diferente a Daemon. Era más relajado, parecía más amable. Su expresión no era la de un mafioso malvado como la de su hermano. Se veía mucho más humano.—Lo siento. —dijo, sin dejar de sonreír, parecía hipnotizado.—Ya deja de sonreír. Podrían matarnos. —solté, con furia, levantándome para irme de inmediato de la habitación. —Ni se te ocurra seguirme.Caminé de una manera apresurada, por los pasillos, alejándome y t
La práctica para el baile sería algo que me pondría notablemente nerviosa. Daemon estaba allí, de pie, tan imponente como siempre. Stella practicaba el baile de forma hábil. Era una joven talentosa. No pude evitar sentir una punzada de celos y me di vuelta para disimular, me concentré en la barra de tragos y en los bocadillos que había.Tomé un trago, bebí rápidamente. Luego, comí unos sándwiches. Estaba hambrienta. En este lugar siempre se te abría el apetito.Miré la barra de tragos para no concentrarme en nada más. Tenía que darle la información a Daemon en cuanto terminara esta estupidez de baile.Alguien se sentó a mi lado. Noté que era Collin por su aroma, tenía un perfume que me hacía acordar al café.—¿No miras la practica? —preguntó, con la voz amable. Sonreía como siempre, parecía que siempre estaba de buen humor.—Oh, no tengo muchas ganas hoy. —dije, sin poder fingir demasiado. Sonreí.—Bueno, esto no es lo más interesante del mundo hoy tampoco para mí. No me agradaban dem
El calor podía apoderarse de mí con una facilidad que me parecía sorprendente. Supongo que este lugar provocaba esos cambios. Porque antes, en mi pasado, me negué a cualquier sensación de placer. Estaba fría, como una roca, no quería que nada ni nadie me dañara. Ahora, sentía como si fluyera con el placer. Como si fuera parte de mis venas.El latido de mi corazón iba constante y conectado a todas esas sensaciones. Sophie me tomó de la mano.Cerré los ojos, mientras comenzábamos a jugar lentamente. Quería entregarme un poco a esa relajación. La activación de ese clima, de este calor que podía dominarme a la perfección.Como si bailara al son de la música lenta, suave, húmeda. Sophie pasó las yemas de sus dedos en mis hombros, masajeándome para quitarme toda la tensión. Apretó suavemente mis pezones y los hizo endurecerse.Su tacto comenzó a centrarse entre mis piernas, para que la humedad floreciera. Sentí ese cosquilleo. Fue cuando sentí otro tacto en mi piel. Diferente al de Sophie.
—¿No tienes hambre? —preguntó él, cortando el momento de tensión.Me enderecé. Estaba saliéndome de control. Estar con él, tan cerca, en la misma habitación y los dos solos a veces hacía que mi mente dejara de ser por completo racional.—Sí. —respondí, aliviada, eso era algo de normalidad en esta locura que llevaba de vida.—Nos traerán la cena aquí. —dijo, arqueando una ceja, era tan atractivo cuando hacía eso, me miraba con malicia, esa mirada burlona que me volvía loca.—Suena bien. —traté de sonar indiferente.Pensé un poco en lo que dijo. Tener que fingir con Scott y Sam no era lo que hubiera escogido. Estaba tan cerca de la verdad que no lo abandonaría. Me resultaría difícil ser con Sam como era con Sophie. Ella no me agradaba nada. Impedí que la mataran, porque no era una cínica cruel sin escrúpulos, pero de ahí a jugar con ella… Sería complicado.Relaté con detalle lo sucedido con Eduard. Íbamos hilando juntos la conversación, buscando las pistas. Era un compañero de investiga
—No es lo que quieres, sin embargo, aquí todo mundo te respeta. —dije, no pude evitarlo.—Sí, así es. Porque me he ganado el miedo de todos. De Collin, de Eduard. Todos ellos me temen. —sonrió con malicia.—Entonces has utilizado la misma violencia para llegar a la cima. Pero ahora, quieres retirarte. ¿Es algo así? —pregunté, con osadía, porque ahora que éramos socios, comenzaba a tomarme más libertades.—Te oyes astuta. Te tomas demasiadas libertades ahora. —el volvió a mirarme como si fuera un asesino despiadado.Dios mío, esa mirada podía hacerme temblar del temor sin que pudiera evitarlo.—El baile será sangriento. —Daemon cambió de tema, me di cuenta rápidamente que mi pregunta lo había incomodado. —Stella deberá tomar tu lugar y estarás agradecida por ello. Es de un conocimiento privado que muchas veces, se debe tomar alguna vida.Palidecí. Eso me dijo Scott en mis primeros días aquí. El comentó que me harían matar a alguien. Lo olvidé, supongo, o quería creer que era una exager
Cuando Sophie se marchó, pude sumergirme en mi cama para tratar de dormir un poco. Estaba demasiado exhausta. Demasiadas emociones, diría yo.Traté de ordenar todo en mi cabeza. Ella aceptó hacerme aquel favor y eso me ayudaría mucho. Daemon me dijo que tenía que ganarme la confianza de Sam, era mi objetivo. Sophie podría ser una ayuda grande para romper un poco mi hostilidad.Miré hacia el techo, tan alto y pulcro. Me sentí un poco más protegida. Dejé de pensar en los asesinatos y esas cosas. La verdad no deseaba tener que exponerme a esa situación. Tener que matar a alguien. Eso debía ser una maldita locura.Bajé a desayunar con la intención de, luego de comer algo, empezar a llevar a cabo mi plan. Sam estaba allí, con el rostro perfectamente maquillado. Me pareció extraño.—¿Qué me miras así? —preguntó ella, con fastidio.—No es nada. Parece que estás por salir, tu maquillaje es bonito. —dije, dispuesta a dejar mi enemistad a un lado para servirme zumo de naranja.—Es obvio, voy a
Traté de pensar, para mis adentros, que esto era lo mejor que podía pasarme. Estar sola, sin ninguno de todos estos dementes a mi alrededor.Daemon no parecía querer hablarme antes de salir y eso me pareció sospechoso. Busqué la razón más lógica para no cundir en ninguna clase de pánico.Quería recuperar mi racionalidad. Entré al sanitario y me hablé a mí misma al espejo.—Teresa, eres una mujer inteligente. —me dije, suspirando. —Actúa con frialdad, estamos cerca de descubrir la verdad y hacer que este lugar desaparezca para siempre.Actuar con frialdad, ese era mi mantra a partir de ahora. Daemon debió actuar así de frío por la misma razón, para no levantar ninguna sospecha con los demás.Me vestí de una manera sencilla, cómoda, para estar en la casa revolviendo todo sin ninguna dificultad.Saludaría a Sophie y le desearía buena suerte. Estaba caminando buscándola, cuando Scott me habló, interrumpiendo mis pensamientos.—¿Estás bien? —preguntó él, mirándome, me trataba de una manera