CAPÍTULO 5

—Señor, ya seso el ataque entre las dos flotas, procedemos con el saqueo —preguntó el joven mirando a su jefe, el cual observaba al horizonte en medio de la noche, como los disparos alumbraban como juegos artificiales en el tosco mar.

—¿Son embarcaciones militares o carroñeros? —preguntó sin quitar la vista de su objetivo, mientras apretaba una bola de hule que sostenía en su mano.

—El destruido, carroñero con posible, código 39, y el que va huyendo de la armada de Ucrania, explicó Nikolay quién iba llegando y se sentó al lado del hombre.

—Embarquemos —ordenó Dmitri mientras lanzaba la bola a su amigo, quien la atajo en el aire.

—Sí, señor —respondió el chico que hablaba anteriormente, dando la vuelta para salir de allí.

—¡Preparado! —preguntó Nikolay sosteniéndolo por el hombro.

—Siempre —respondió secó y sin expresión alguna por el hecho de un código 39.

Salieron de allí y se dirigieron a la cabina del capitán para dirigir su destino al barco que se encontraba totalmente destruido.

Llegaron rápidamente a su destino abordando la embarcación, encontrándose con una triste realidad que se vive en las aguas de cualquier país o continente. Trata de personas, niños y mujeres tirados en el piso de aquel desolado barco al borde de las llamas.

—A buscar sobrevivientes y saquen todo, ordenó Dimitri, empezando a buscar cosas de valor como toda su embarcación lo hacía. Fue a la cabina encontrando cuerpos sin vida de traficantes términos en esas aguas.

Cuando de repente escucha una voz desde una esquina.

—Repugnante, pirata —fue lo que salió de las palabras del hombre de la cicatriz que se encontraba malherido, con un arma en la mano, la cual no podía ni levantar.

—No estuviste de suerte el día de hoy; sin embargo, yo sí —dijo Dimitri con una corta sonrisa, buscando en las cosas del hombre postrado en el suelo.

—Eres un inmundo ladrón, pirata de pacotilla —dijo botando sangre por la boca.

—Al menos no soy un repugnante violador y traficante de personas, pero tienes buenos gustos —dijo y agarró una escultura tallada a madera de una pareja bailando tango que se encuentra en el escritorio, dio la vuelta y se dirigía la puerta de salida cuando escucho un disparo, y volteo rápidamente vio que Nikolay dio un tiro de gracia en el hombre que estuvo a un paso de disparar en la espalda de Dimitri.

—Siempre tengo que salvar tu trasero —dijo picando el ojo.

—¡lo haces de fetiche!, ya saquearon todo el barco —preguntó caminando por el pasillo opuesto al que había entrado.

—Solo falta este pasillo, y terminamos —respondió Nikolay caminando al lado de su amigo.

Se pusieron a abrir habitación por habitación, sacando las cosas de valor rápidamente y dándoselas a los chicos que vinieron a ayudar con el botín.

—Encontraron sobrevivientes, preguntó a los hombres en general.

—No, señor, todos muertos, si era un código 39, muchos niños y mujeres muertas —respondió uno de ellos.

Nikolay agarró la perilla para abrir la puerta, miró a su amigo y dijo: —Por lo visto, el tesoro del barco se encuentra en esta habitación, ya que está con llave.

Dimitri se acercó, lo echó a un lado, y tiró la puerta a de una sola patada; esta se abrió al instante.

—Uy, qué rudo —dijo Nikolay sacudiendo su cuerpo como si tuviera miedo, ganándose una mala cara de Dimitri.

—Perdón... perdón —dijo subiendo las manos en son de paz.

Dimitri ingresó, ingresó, observó a todos lados, encontrando una habitación sin lujos, nada de valor. Iba a dar la vuelta, pero pudo observar que de abajo de una mesa de madera salían unos pies. Corrió rápidamente quitando las cosas que se encontraban encima de la persona, ¡todos corrieron a ayudar! Cuando quitó la mesa y la colchoneta de la cama, vio que se trataba de una mujer. Tocó su signo vital, notando que se encontraba con vida.

—Está viva —dijo, sosteniéndola en sus brazos, la cargó y todos emprendieron camino a su embarcación, debido a que aquí no había más nada.

Dimitri salió con ella rápidamente, observando su rostro vilmente golpeado, no podía dejar de observarla y preguntarse: ¿Quién es esta chica que no estaba con los demás capturados? ¿Por qué razón estaba con llaves? Su aspecto no era de una chica común, ya que todo en ella irradiaba delicadeza y dinero.

Su cabello suave que tocaba sus brazos mientras la llevaba cargada, su piel perfectamente cuidada y delicada. Su piel blanca y suave, su cabello rubio, esa joven irradiaba belleza por donde la vieran.

Llego a su barco y la acostó en una habitación y la dejo ahí y se paró en la puerta a observarla.

—Ya viene el doctor chichipato —dijo Nikolay llegando a él y observó al igual a la chica misteriosa de pies a cabeza.

—¿Qué piensas, sabes que no es una chica común? —preguntó Nikolay volteando los ojos a donde su amigo.

—Esperaremos, a que despierte y sacaremos conclusiones — dijo tosco no dándole buena espina esta situación.

—¿Estás arrepentido de salvarla? —preguntó exageradamente Nikolay.

—Hay ocasiones que es mejor mirar atrás, suficientes problemas tengo para añadir uno más, ¿o te parece normal esa chica?

En ese momento iba llegando un médico que se había unido a su causa en las profundidades de alta mar, su amor a la aventura era más grande que su misma profesión; sin embargo, es de gran ayuda para estos piratas aventureros.

—¡guao!!, qué linda —dijo el médico caminando a ella para revisarla. Dimitri bufó y salió de allí.

Se dirigió a la cabina — ¿cómo van las cosas? —preguntó al llegar. Algunos de sus hombres están jugando dominó.

—Bien, jefe, nos avisaron hace poco, respondió el cocinero del barco.

—No deberías estar cocinando.

—preguntó Dmitri mientras agarraba una silla y para sentarse a jugar al igual que ellos.

—Nuestros compatriotas tenían muchos alimentos de alto costo ya preparados y no hay que desperdiciar alimento, así que les toca comer calentado, dijo el cocinero arrojando una ficha fuerte en la mesa haciendo eco en la cabina.

Él sonrió de la audacia del cocinero, debido a que con esa movida había ganado la partida y todos empezaron a abuchearlo y golpeándolo decían que hacía picardía.

De repente, en medio del desorden, el teléfono de alarma, de cualquier eventualidad en los muelles, empezó a sonar, colocando a todos alerta por el sonido.

Dimitri agarró la bocina colocándola en altavoz: —Cambien el curso, hay unas flotas de militares a tres kilómetros de su ubicación, les comunico celeste desde el otro lado de la línea.

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