Cincuenta latigazos en el...
James miró a Alice que observaba paralizada.
Natanael Turner no mostraba ninguna emoción, su rostro era una máscara helada.
James sintió que estaba siendo golpeado por una espada en su corazón, al imaginar a Alicia, la pequeña y frágil Alicia recibiendo un castigo como aquel.
— Ella no hizo nada para ser castigada! — exclamó James para el Alfa.
— Usted inició una pelea por ver a Vlad mostrando interés en una hembra, que según él y ella misma, estaba sola con él en una carretera. Ella no lo niega.
James vio en sus ojos que ese castigo no era sobre Alice, sino sobre él. Era para castigarlo, por ser inconsecuente.
El Alfa había logrado ser peor de lo que jamás imaginó.
Sabía lo que tenía que hacer.
James se acercó al alfa, y lo miró a los ojos:
— Fui imprudente, y me precipité en mis juicios, avergonzando el nombre Turner el día de los juegos. Te ruego que me dejes pagar por lo que hice, como dijo el alfa, no estoy por encima de la ley. Que caiga sobre mí, su peso.
James podía oír los murmullos cada vez más fuerte en el salón, nunca un lobo heredero prácticamente suplicaba ser azotado.
Miró a la cara de Alice y se dio cuenta de que iba a hablar, lanzó una mirada que decía "cállate" y ella felizmente entendió.
Después de una larga espera, Alfa anunció:
— Que la sentencia recaiga en el lobo heredero.
[...]
El Alfa decidió que la sentencia sería dada en el próximo amanecer, con esas últimas palabras él salió a pasos largos por el salón dejando a su compañera atrás.
James inmediatamente fue con su madre para guiarla fuera del salón mientras todas aquellas personas que habían asistido aquello abandonaban el lugar.
Con la salida del alfa la sala explotó en susurros sobre lo que acababa de suceder.
James pasó un brazo por su cintura mientras ella intentaba contener las lágrimas, no vio señal de Alice en ninguna parte.
— Cincuenta latigazos... no. — repetía ella, dejándolo conducir por los pasillos hasta sus aposentos. James la abrazó intentando tranquilizarla.
— Acabará antes de que te des cuenta, mamá, vamos... — murmuraste y la llevaste a tus aposentos.
[...]
James Turner dejó la habitación de su frágil madre cerrando la puerta.
Al darse la vuelta se encontró con la figura de Alicia con sus ojos tan especiales mirándolo, ella desvió su mirada hacia sus pies y con una voz embargada preguntó:
— ¿Cómo está mi madrina?
James pasó si se volvió hacia el pasillo, y suavemente la tiró por el brazo, hasta que estuvieran caminando lado a lado. Sintió su corazón latir con su toque.
— Ella está descansando ahora Nask. — respondió James.
Alicia se quedó en completo silencio, pero no su corazón que martillaba en su pecho.
La maldición del lobo lanzada hace tantos siglos en su pueblo estaba casi completa, sus sentidos estaban cada vez más sensibles, luego él percibió el corazón de ella acelerándose y se preguntó qué podría haber dicho para causar aquello.
— ¿Te encuentras bien?
— No me llamo Nask. — Gruñó.
Ah!
Entonces era eso. James no se disculpó.
Los dos continuaron caminando hasta que sus pasos los llevaron al jardín personal de su madre, pasaron por diversas flores rojas y algunos árboles frutales.
El aroma de las rosas y el agua en la fuente eran agradables para él, sin embargo, incluso con todos esos olores diferentes en el aire, fue sorprendido de nuevo cuando miró a Alicia y una suave brisa agitó su cabello.
Y todo el aroma de sus hilos voló directamente hacia él dejándolo momentáneamente aturdido, era un aroma que sobrepasaba el de las flores, adictivo para él.
Completamente intoxicante, que lo hacía arder de adentro hacia afuera en un instante, creció con aquella hembra siendo tratada como protegida de su madre, la última vez que la vio ella era apenas un niño así como él, ahora solo la visión de ella lo atormentaba.
Ya había estado con una hembra antes, entonces sus instintos no debían estar tan fuera de control así, en la ocasión ni siquiera el olor de la hembra que lo poseyó lo dejó tan arrebatado como el de aquella que apenas estaba a su lado.Alicia no había hecho ningún movimiento que lo instigase y aún así él estaba endureciendo nuevamente con el aroma de ella entrando tan arrebatadoramente por sus fosas nasales, sintió que iba a caer.
— James, ¿qué tienes? — preguntó de repente.
Maldición, estoy excitado como un animal...
[...]
Alicia miró esos ojos verdes intensos y vio cómo él la miraba fijamente, su corazón inmediatamente se sacudió con aquella mirada.
James podía tener apenas catorce años y aún no convertirse en lobo, sin embargo, cada parte de su cuerpo era de un macho majestuoso, su postura era siempre resplandeciente y Alice se sentía por varias veces intimidada con todo su esplendor.
Porque al final no era más que una Nask sin nombre, sin clan... Había sido bendecida por la bondad de su madrina que la sacó del refugio Lester.
De repente James dejó de mirarla y se sentó junto a un árbol con algunas sillas donde su madre solía sentarse.
Alice lo siguió sentándose en una de ellas a unos metros de él, luego por su silencio ella dedujo que él debía estar molesto por su castigo.
Era todo culpa suya. Él tomó su lugar.
Ella era la culpable de lo que estaba sucediendo. Debido a ella James estaría sufriendo al amanecer...
De repente ella se levantó y lo miró, con voz firme exclamó:
— No necesito que me defiendas de machos como Villin.
Él se levantó muy atento a la expresión dura que ella traía.
— Creo que no la oí bien. — James la encaraba con el desafío brillando en sus ojos verdes, él la desafiaba a pronunciar aquello nuevamente.
Alice respiró hondo e imágenes de él siendo azotado invadieron su mente, aquello fue lo suficiente para hacerla ser cruel.— No necesito la protección de un macho como tú... que es débil.
Ella no esperó a ver su furia caer sobre ella, dijo esto y salió corriendo de vuelta al interior del castillo con lágrimas en los ojos, porque aquello era una gran mentira.
James Turner para ella era el macho más fuerte y valiente que existía, sin embargo, hasta hoy él solo se metía en confusiones por sentir que tiene el deber de protegerla como a una hermana.
Desde que era una niña, aunque peleaba con ella, ese macho siempre la protegía de los otros niños que eran crueles por ser huérfana... Alice lloró más en su habitación por no poder verlo como a un hermano.
Por desgracia, cualquier otra cosa que no fuera posible para ella no era más que una m*****a Nask.
James sentía las cadenas de plata quemándose las muñecas, e incluso de espaldas podía sentir la mirada de la multitud sobre él. Había una especie de edificio donde fue conducido para subir los escalones, en medio de aquello estaba el tronco que él estaba encadenado. James deseó que ni Alice ni su madre estuvieran entre la multitud. Unos minutos después, el propio Alfa Turner apareció rodeado de lobos y con su espada en la cintura, su abrigo de piel gris oscuro. En el momento en que la mirada de padre e hijo se encontraron, una especie de corriente de odio y decepción pasó entre los dos. James estaba completamente inmovilizado en el torso, sin camisa. El heraldo del Alfa anunció exactamente la violación de él para todos los presentes, cuando terminó un lobo que sostenía el látigo y sería el ejecutor de la sentencia se movió. James con su visión periférica y excelente audición, pudo escuchar cuando el ejecutor de la sentencia lanzó el brazo del látigo hacia atrás para ejecuta
Jenny había estado observando escondida en el pasillo, esperando que Alice terminara lo que había hecho. Ella sopló, al percibir que varios minutos habían pasado, y cuando oyó voces altas en el cuarto, se indignó. ¿Ella fuera para discutir con él? Ella debería haber sido más discreta y rápida. De repente ella oyó voces masculinas acercándose, y ella no pensó dos veces. Huyó. [...] Cuando la hembra gritó, se paralizó mirándola. Y aunque la situación era seria y peligrosa, no pudo evitar notar lo diferente que era. Como un idiota, volvió a excitarse con su presencia. ¿Ella creía que él la veía como una hermana?No podría estar más equivocada.Él tuvo que contenerse para no decirle cuánto la deseaba, mucho más de lo que alguna vez deseó alguna hembra, y cómo se sentía ligado a ella.— No puedo ver que te hagan daño. — Dije cada palabra despacio y mirándote a los ojos. Alice abrió un poco los ojos, y parecía confundida.— ¿Por qué me ves como tu hermana?James nunca sabría lo que pa
Se dejó llevar por los pasillos del castillo Turner. La Alfa Turner dio algunas órdenes al guardia que la sostenía, y sin dirigir la mirada hacia ella ni una sola vez desde que dejaron la habitación de James, se fue por un pasillo. Y su guardia lo siguió. Cuando esto sucedió, el apretón en el brazo de uno del guardia con una barba espesa y pelo largo, se intensificó. La arrastró más rápido por los pasillos, hasta que llegaron a una amplia y oscura escalera. Era una de las prisiones del castillo, ella lo supo sin haberlo visto nunca. El macho de pelo largo y rubio la arrastró por las escaleras, empujándola para que bajara más rápido. Caminaron por un pasillo oscuro y frío, hasta llegar a varias celdas. Había algunas antorchas en las paredes y el lugar apestaba, era frío y húmedo. El guardia le apretó más el brazo, y esta vez se quejó: — No tienes que apretarme así, estoy caminando a tu lado y no resistiéndome, bruto. El macho se detuvo, y ella vio su labio superior retorcerse
Vlad observó mientras la hembra corría hacia la carretera, la rabia por ella haber parado la ceremonia lo hizo desviar el camino de su caballo abandonando a algunos de sus parientes que seguían hacia su propiedad.siguió a la joven curiosa de donde ella corría tan rápido.Vlad la vio entrando en la carretera y para no ser percibido dejó su caballo atrapado en un árbol y continuó a pie a hurtadillas por los árboles, observó mientras corría, sus cabellos negros aleteando al sol, su cuerpo esbelto era una bella visión reconoció él.De repente ella se detuvo frente al árbol que todos llamaban Enah, Vlad caminó algunos pasos más y se ocultó en otro árbol mientras observaba atentamente a la hembra arrodillarse delante del árbol y llorar.Alicia no podía contener las lágrimas, Enah aunque no respondía representado algo para ella, una especie de consuelo que ella siempre necesitó.Ella repitió en su mente nuevamente el sonido de las latitas, aquello la desgarraba...James en la infancia de Ar
— Era su destino. — respondió ella tirando de sus manos de las de él e intentó levantarse cuando James tiró de sus manos nuevamente y la hizo quedar donde estaba. Casi se paralizó con su osadía, estaba herido y aún así había saltado de la cama.Ella intentó tirar de sus manos de las de ellos, James sujetó firmemente y dijo:— Siento mucho irme. ¿Qué estaba haciendo disculpándose por eso? James había cumplido su destino como Oriedreh, su padre había sido presentado por el mismo Supremo con el honor de que su primer hijo tendría un lugar en la manada del próximo Supremo, él era demasiado joven y no tenía ningún poder para decidir quedarse. Sin embargo, él sostenía sus manos ahora y la miraba con sus ojos verdes disculpándose. Habían pasado años...De repente su mente fue transportada al pasado...Ella vio a ambos siendo solo dos niños, Alicia miraba al árbol y sus manos temblaban, el viento rugía y la luna subía alto al cielo, ella creyó estar sola. Dejó que todo el dolor fluyera hacia
James escuchó las palabras de la hembra y fue innegable que aquello lo molestó. De alguna manera él quería que Alice aún no hubiera conocido ningún macho de aquella forma, lo que no tenía ningún sentido ya que él mismo estando con John conoció diversas hembras, sin embargo, solo de imaginar a Alice en los brazos de un macho él mordió los dientes. De alguna manera él sabía que aquel macho no era bueno para ella, y eso le molestaba como si le perforaran cuchillos, Alice había sufrido toda su vida y por lo menos aquel momento debía ser con alguien que la amara, que quedara en lo mínimo haciéndola suya.James se negaba a mirarla como una hembra que un macho se había acostado y se había ido, sabía en su corazón que Alice quería ser cuidada, y se lo merecía. Se volvió y cuando sus miradas se encontraron su corazón se apretó al ver la vergüenza y fragilidad marcada en su mirada.— Dímelo a mí, Alice.Alice respiró profundamente y se sentó en la cama, sus ojos ardían con las lágrimas formándo
Jenny abrazó a Alice fuertemente, su corazón dolió al oír la historia de su mejor amiga, Jenny ya desconfiaba haber algo de malo con Alice, su sonrisa siempre tan calurosa ya no era el mismo, su mirada contenía una tristeza profunda de la cual ella no sabía explicar, siempre pensó que era debido a su condición de Nask, para que los lobos pertenecer a un clan era muy importante, aquellos que no se adecuaban a eso eran vistos de manera diferente, los bastardos sufrían aún más, la fuerza de un lobo era su clan, su manada. Era una realidad cruel e imposible de cambiar.— ¿Por qué no me lo dijiste?Alice escuchó la pregunta de Jenny mientras hundía su cara en el hombro de su amiga, la vergüenza por lo que había hecho en el pasado consumiéndola poco a poco, su corazón estaba con una mancha deshonrosa. Todo su cuerpo se estremeció al recordar tan claramente cómo se había entregado... ¿Cómo podría haber sido tan ingenua como para creer que un Alfa la querría como compañera? Ella sintió asco d
Alice soltó inmediatamente las manos de Jenny, quedó paralizada por la pregunta repentina. No imaginaba que Jenny preguntaría eso, y sinceramente no había pensado sobre la respuesta, sin embargo, no podía negar que existían sentimientos en relación al Oriedreh que formó parte de su infancia y el hecho de que él fuera el único macho que confiaba aumentaba esos sentimientos, pero imaginarse teniendo alguna oportunidad con él o permitiéndose enamorarse era un error que nunca más cometería. Ya había aprendido su lección de Ahmet, no que ella creyera que James era como él, no. James era completamente honesto y la justicia vivía en su corazón, sin embargo, nunca podría engañarse pensando que él la veía como algo más que una pobre Nask. Sería estúpido, con ese pensamiento tan arraigado en su mente ella miró a los ojos de Jenny y respondió:— Mis únicos sentimientos por Oriedreh son de respeto y admiración.Jenny suspiró.— Pero le contaste... un secreto que ni siquiera me confiaste. Eso debe