Olivia suelta un largo suspiro al terminar de subir por la escalera que lleva a la azotea del edificio de su amiga, aunque al menos no ha tenido que cargar sus bolsos, los cuales le ha entregado a su novio que sube detrás de ella jadeando por el esfuerzo. Tal vez debería sentir un poco de lástima por él, pero cargar con sus cosas es una de las tareas de sus parejas, así que se dice a sí misma que Marcos solo está cumpliendo con sus obligaciones.—¿Tanto te costaba buscar un edificio con ascensor? —cuestiona Olivia levantando el rostro para disfrutar del frio viento que sopla dándole un poco de alivio a su acalorado cuerpo.—No seas tan quejosa, aunque tampoco es que venga muy seguido a la azotea. ¿Qué se supone que hacemos aquí? —pregunta Sofía mirando a su alrededor sin saber muy bien la razón de estar allí arriba, sobre todo cuando se supone que están esperando que las recojan.—No lo sé, Santiago dijo que lo esperemos aquí, que pasaría a buscarnos para llevarnos a esa hermosa playa
—Un helicóptero, motos acuáticas y ahora un yate. Alguien parece estar muy interesado en impresionar —murmura Olivia a su novio al oído mientras mira a su amiga y a Santiago charlando al volante del lujoso bote.—Me pregunto si es solo uno de esos ricachones a los que les gusta exhibir todo lo que poseen para alimentar su ego, o si realmente Sofía le pegó tan fuerte que se siente en la necesidad de captar su atención de cualquier manera —comenta el joven que también ha estado atento a esos dos, sobre todo porque podría significar que por asociación él siga disfrutando de esos lujos también. —Ay, Marcos, se nota a kilómetros que se muere por ella, y no te haces una idea lo mucho que me alegra. Sofía ya necesitaba a un hombre a su lado, y mucho más uno tan atento —declara la mujer esbozando una gran sonrisa al estar radiante de felicidad por su amiga.—Bueno… no hables tan bien de él que voy a ponerme celoso —reclama el joven con una sonrisa burlona.—No te preocupes, él no es mi tipo
Mirando el extenso mar e imaginando las maravillas que ha de guardar debajo de su superficie, ya preparada con el equipo de buceo para explorarlo, Sofía espera a los demás con ansiedad. Y mientras lo hace no puede evitar pensar que ese viaje ha resultado ser casi de ensueño, y al pensar en lo mucho que Santiago se está esforzando en hacerla sentir como una princesa, no hace más que aumentar su inclinación hacia él, llegando incluso a creer que no debería seguir siendo muy esquiva hacia él.—¿Y bien? ¿Ya podemos sumergirnos en busca de aventuras? —pregunta Santiago ya preparado para comenzar con esa travesía.—En cuanto Olivia y Marcos estén listos, aún no han venido —responde la mujer buscando con la vista a su amiga, esperando que no les haya pintado la cachondez mientras se cambiaban.—Será mejor que no tarden demasiado, el buceo es una experiencia mucho más linda cuando hay luz de sol que te permita ver lo que hay a tu alrededor —indica el mafioso que quiere que todo siga siendo pe
Aún recuperándose de la declaración de Sofía, Santiago sube al yate llegando a ver con sumo deseo las caderas bamboleantes de su invitada alejándose con prisa. Sintiendo que la excitación va creciendo dentro de él como un incendio, la imagina completamente desnuda en la ducha, una imagen que le hace morderse el labio con sumo deseo, empujándolo a seguirla, tratando de determinar si el beso que se han dado ha sido una especie de señal para que él pase a la siguiente base. Incluso a pesar del planteo que lo siguió, en todo caso solo tiene una forma de averiguarlo.Sintiendo el agua de la lluvia recorriendo su cuerpo, Sofía esboza una sonrisa al recordar el beso de Santiago bajo el agua, o incluso los que les dio en la espalda mientras le aplicaba bloqueador solar. Junto con esos pensamientos parecen venir incluso la sensación que esos labios le producían al tocar su piel, algo que la lleva a desear que se repita, a desear seguir adelante a pesar de que una parte de sí le advierte que es
Al caer en cuenta de lo que está haciendo, y dandose cuenta que nuevamente está quedando como una histérica que no sabe lo que queire, Sofía corta el beso disponiéndose a ponerse de pie ante la oleada de vergüenza que siente. Pensando en todo lo que debe estar pasando por la mente de Santiago, que si bien pareció disfrutar el beso tanto como ella, de seguro ya ha de comenzar a cansarse de tanta ida y venida.Consciente del intento de su compañera por huir luego de ese beso, el mafioso posa su mano detrás de la cabeza de ella y la atrae hacia sí para brindarle un nuevo beso apasionado, queriendo mostrarle todo lo que puede llegar a perderse si se sigue resistiendo a lo que innegablemente sucede entre ellos. El primer impulso de la mujer es tratar de zafarse del agarre, pero a medida que ese beso se vuelve aún más fogoso termina por rendirse, sintiendo que ya ha perdido toda pizca de resistencia, esta vez solo se dejará llevar, ni siquiera le importa si llegarán a la cama o lo harán all
Tirando los papeles sobre la mesa ratona y poniéndose de pie para caminar de un lado a otro consternada, Sofia intenta encontrar una explicación razonable para lo que ha ocurrido. El interés que vio en Santiago le pareció genuino, uno que evidentemente su marido no pareció tener al ni siquiera haberla querido conocer. ¿Acaso podría existir la posibilidad de que él ignorara su identidad al igual que ella? Podría ser… eso daría sentido a esa historia, le parece algo muy rebuscado, pero es una probabilidad. Una que puede ser confirmada o descartada por una persona, una cuyo numero comienza a marcar mirando la tarjeta del estudio que ha venido junto con el sobre.—Estudio jurídico Palacios, ¿En qué puedo servirle? —atiende una voz femenina que parece esforzarse por sonar amable.—Buenas tardes, soy… Sofía Jaque, necesito hablar con el abogado Cristian Palacios —pide Sofía intentando sonar lo más normal posible, incluso cuando le cuesta trabajo al sentir que su respiración se va acelerando
—¿Este era el último? —pregunta Santiago sacando el silenciador de su pistola mientras sus hombres comienzan a envolver en plástico el cuerpo con el disparo en la cabeza tirado en el callejón.—Sí, está confirmado que era quien dirigía por intercomunicador a los hombres que lo emboscaron, jefe, y por ende que pudo haber recibido también la placa de la mujer que lo salvó —responde uno de los subordinados que luego de una exhaustiva investigación puede dar por culminado ese trabajo.—Bien, en ese caso ya se puede retirar la protección que dejamos fuera de su apartamento, si permanecen demasiado tiempo podrían llamar la atención y ponerla en peligro —ordena el mafioso mirando su reloj para asegurarse de que el tiempo no se le vaya.—Se los informaré en seguida, señor. Aunque si prefiere podemos dejar siquiera uno para asegurarnos. No tengo dudas en que ya no corre ningún riesgo, pero ya sabe como es Max, de alguna manera se las apaña para conseguir información que nadie más tiene —coment
—La verdad es que no estoy muy de acuerdo con la idea de que debemos firmar todos los trabajos, pero la burocracia siempre encuentra su manera de manifestarse, aunque no voy a negar que en este caso la agradezco al haberte traído hasta a mí —comenta el hombre tomando las hojas a las que les da una rápida mirada antes de firmarlas.La alumna ni siquiera hace el intento de responder lo que está segura que él cree que ha sido un comentario ingenioso, de hecho se ve obligada a cerrar las manos en puños al sentir una terrible furia creciendo dentro de ella. Pensando que ese enfermo ha de tener alguna especie de fetiche sexual en el que le gusta someter a las mujeres a su antojo, como si fuese el dueño de ellas, que primero jugó con ella, y ahora con esa profesora que parecía no tener ningún problema en ser utilizada como su juguete incluso estando en su puesto de trabajo.De solo pensar en todo eso, siente como se le revuelve el estomago del asco que ese hombre le produce, con ese aire de