Mirando el extenso mar e imaginando las maravillas que ha de guardar debajo de su superficie, ya preparada con el equipo de buceo para explorarlo, Sofía espera a los demás con ansiedad. Y mientras lo hace no puede evitar pensar que ese viaje ha resultado ser casi de ensueño, y al pensar en lo mucho que Santiago se está esforzando en hacerla sentir como una princesa, no hace más que aumentar su inclinación hacia él, llegando incluso a creer que no debería seguir siendo muy esquiva hacia él.—¿Y bien? ¿Ya podemos sumergirnos en busca de aventuras? —pregunta Santiago ya preparado para comenzar con esa travesía.—En cuanto Olivia y Marcos estén listos, aún no han venido —responde la mujer buscando con la vista a su amiga, esperando que no les haya pintado la cachondez mientras se cambiaban.—Será mejor que no tarden demasiado, el buceo es una experiencia mucho más linda cuando hay luz de sol que te permita ver lo que hay a tu alrededor —indica el mafioso que quiere que todo siga siendo pe
Aún recuperándose de la declaración de Sofía, Santiago sube al yate llegando a ver con sumo deseo las caderas bamboleantes de su invitada alejándose con prisa. Sintiendo que la excitación va creciendo dentro de él como un incendio, la imagina completamente desnuda en la ducha, una imagen que le hace morderse el labio con sumo deseo, empujándolo a seguirla, tratando de determinar si el beso que se han dado ha sido una especie de señal para que él pase a la siguiente base. Incluso a pesar del planteo que lo siguió, en todo caso solo tiene una forma de averiguarlo.Sintiendo el agua de la lluvia recorriendo su cuerpo, Sofía esboza una sonrisa al recordar el beso de Santiago bajo el agua, o incluso los que les dio en la espalda mientras le aplicaba bloqueador solar. Junto con esos pensamientos parecen venir incluso la sensación que esos labios le producían al tocar su piel, algo que la lleva a desear que se repita, a desear seguir adelante a pesar de que una parte de sí le advierte que es
Al caer en cuenta de lo que está haciendo, y dandose cuenta que nuevamente está quedando como una histérica que no sabe lo que queire, Sofía corta el beso disponiéndose a ponerse de pie ante la oleada de vergüenza que siente. Pensando en todo lo que debe estar pasando por la mente de Santiago, que si bien pareció disfrutar el beso tanto como ella, de seguro ya ha de comenzar a cansarse de tanta ida y venida.Consciente del intento de su compañera por huir luego de ese beso, el mafioso posa su mano detrás de la cabeza de ella y la atrae hacia sí para brindarle un nuevo beso apasionado, queriendo mostrarle todo lo que puede llegar a perderse si se sigue resistiendo a lo que innegablemente sucede entre ellos. El primer impulso de la mujer es tratar de zafarse del agarre, pero a medida que ese beso se vuelve aún más fogoso termina por rendirse, sintiendo que ya ha perdido toda pizca de resistencia, esta vez solo se dejará llevar, ni siquiera le importa si llegarán a la cama o lo harán all
Tirando los papeles sobre la mesa ratona y poniéndose de pie para caminar de un lado a otro consternada, Sofia intenta encontrar una explicación razonable para lo que ha ocurrido. El interés que vio en Santiago le pareció genuino, uno que evidentemente su marido no pareció tener al ni siquiera haberla querido conocer. ¿Acaso podría existir la posibilidad de que él ignorara su identidad al igual que ella? Podría ser… eso daría sentido a esa historia, le parece algo muy rebuscado, pero es una probabilidad. Una que puede ser confirmada o descartada por una persona, una cuyo numero comienza a marcar mirando la tarjeta del estudio que ha venido junto con el sobre.—Estudio jurídico Palacios, ¿En qué puedo servirle? —atiende una voz femenina que parece esforzarse por sonar amable.—Buenas tardes, soy… Sofía Jaque, necesito hablar con el abogado Cristian Palacios —pide Sofía intentando sonar lo más normal posible, incluso cuando le cuesta trabajo al sentir que su respiración se va acelerando
—¿Este era el último? —pregunta Santiago sacando el silenciador de su pistola mientras sus hombres comienzan a envolver en plástico el cuerpo con el disparo en la cabeza tirado en el callejón.—Sí, está confirmado que era quien dirigía por intercomunicador a los hombres que lo emboscaron, jefe, y por ende que pudo haber recibido también la placa de la mujer que lo salvó —responde uno de los subordinados que luego de una exhaustiva investigación puede dar por culminado ese trabajo.—Bien, en ese caso ya se puede retirar la protección que dejamos fuera de su apartamento, si permanecen demasiado tiempo podrían llamar la atención y ponerla en peligro —ordena el mafioso mirando su reloj para asegurarse de que el tiempo no se le vaya.—Se los informaré en seguida, señor. Aunque si prefiere podemos dejar siquiera uno para asegurarnos. No tengo dudas en que ya no corre ningún riesgo, pero ya sabe como es Max, de alguna manera se las apaña para conseguir información que nadie más tiene —coment
—La verdad es que no estoy muy de acuerdo con la idea de que debemos firmar todos los trabajos, pero la burocracia siempre encuentra su manera de manifestarse, aunque no voy a negar que en este caso la agradezco al haberte traído hasta a mí —comenta el hombre tomando las hojas a las que les da una rápida mirada antes de firmarlas.La alumna ni siquiera hace el intento de responder lo que está segura que él cree que ha sido un comentario ingenioso, de hecho se ve obligada a cerrar las manos en puños al sentir una terrible furia creciendo dentro de ella. Pensando que ese enfermo ha de tener alguna especie de fetiche sexual en el que le gusta someter a las mujeres a su antojo, como si fuese el dueño de ellas, que primero jugó con ella, y ahora con esa profesora que parecía no tener ningún problema en ser utilizada como su juguete incluso estando en su puesto de trabajo.De solo pensar en todo eso, siente como se le revuelve el estomago del asco que ese hombre le produce, con ese aire de
Sentada en su auto, Sofía comienza a golpear con los puños cerrados el volante, soltando un grito de exasperación que ya no puede seguir reteniendo. Pues a pesar de que dado los recientes descubrimientos sobre Santiago debería odiarlo, debería desear extirparlo de su vida como si se tratase de un tumor maligno que amenaza su vida. Una parte de ella aún desea estar con él, aun quiere retomar esa historia de atracción que comenzó entre ellos en el bar de su amiga y continuó en el viaje.Por mucho que le cueste aceptarlo se da cuenta de que se ha enamorado de él, no sabe si es por un impulso masoquista que descubre que hay en ella, o quizás cosa del destino que está jugando con ella como si fuese la protagonista sufrida de una novela. Echando la cabeza hacia atrás para apoyarla en el asiento y así procurar hallar la estabilidad emocional que parece haber perdido, trata de pensar qué es lo que hará de ahora en más.—Lo que yo haría no me ayudaría en nada, después de todo han sido mis deci
—¡Gracias a Dios, aquí estás! —exclama Santiago con alivio al ver que sus hombres han llegado a ella antes de que algún bastardo se aprovechara.Al escuchar la voz de ese hombre que por alguna razón parece haber decidido negarse a dejarla en paz, Sofía siente una oleada de rabia inundarla por dentro, sin siquiera detenerse a pensar lo abofetea en el rostro en cuanto lo tiene a su alcance. Ante esa escena los guardias abren los ojos como platos escandalizándose de lo que esa mujer se ha atrevido a hacer, y por su lado Santiago que ha empalidecido al ser tratado de esa manera delante de sus hombres y en publico ha quedado estático, sin saber cómo actuar.—Te lo tienes merecido para que aprendas a respetar a las… —comienza a reprochar la mujer antes de interrumpirse llevándose la mano a la boca al sentir un ataque de nauseas.—Ven, vamos al baño, ya suficiente espectáculo has dado —ordena el mafioso tomando a la pelirroja del brazo para alejarla de la gente antes de que haga otra lament