Tirando los papeles sobre la mesa ratona y poniéndose de pie para caminar de un lado a otro consternada, Sofia intenta encontrar una explicación razonable para lo que ha ocurrido. El interés que vio en Santiago le pareció genuino, uno que evidentemente su marido no pareció tener al ni siquiera haberla querido conocer. ¿Acaso podría existir la posibilidad de que él ignorara su identidad al igual que ella? Podría ser… eso daría sentido a esa historia, le parece algo muy rebuscado, pero es una probabilidad. Una que puede ser confirmada o descartada por una persona, una cuyo numero comienza a marcar mirando la tarjeta del estudio que ha venido junto con el sobre.—Estudio jurídico Palacios, ¿En qué puedo servirle? —atiende una voz femenina que parece esforzarse por sonar amable.—Buenas tardes, soy… Sofía Jaque, necesito hablar con el abogado Cristian Palacios —pide Sofía intentando sonar lo más normal posible, incluso cuando le cuesta trabajo al sentir que su respiración se va acelerando
—¿Este era el último? —pregunta Santiago sacando el silenciador de su pistola mientras sus hombres comienzan a envolver en plástico el cuerpo con el disparo en la cabeza tirado en el callejón.—Sí, está confirmado que era quien dirigía por intercomunicador a los hombres que lo emboscaron, jefe, y por ende que pudo haber recibido también la placa de la mujer que lo salvó —responde uno de los subordinados que luego de una exhaustiva investigación puede dar por culminado ese trabajo.—Bien, en ese caso ya se puede retirar la protección que dejamos fuera de su apartamento, si permanecen demasiado tiempo podrían llamar la atención y ponerla en peligro —ordena el mafioso mirando su reloj para asegurarse de que el tiempo no se le vaya.—Se los informaré en seguida, señor. Aunque si prefiere podemos dejar siquiera uno para asegurarnos. No tengo dudas en que ya no corre ningún riesgo, pero ya sabe como es Max, de alguna manera se las apaña para conseguir información que nadie más tiene —coment
—La verdad es que no estoy muy de acuerdo con la idea de que debemos firmar todos los trabajos, pero la burocracia siempre encuentra su manera de manifestarse, aunque no voy a negar que en este caso la agradezco al haberte traído hasta a mí —comenta el hombre tomando las hojas a las que les da una rápida mirada antes de firmarlas.La alumna ni siquiera hace el intento de responder lo que está segura que él cree que ha sido un comentario ingenioso, de hecho se ve obligada a cerrar las manos en puños al sentir una terrible furia creciendo dentro de ella. Pensando que ese enfermo ha de tener alguna especie de fetiche sexual en el que le gusta someter a las mujeres a su antojo, como si fuese el dueño de ellas, que primero jugó con ella, y ahora con esa profesora que parecía no tener ningún problema en ser utilizada como su juguete incluso estando en su puesto de trabajo.De solo pensar en todo eso, siente como se le revuelve el estomago del asco que ese hombre le produce, con ese aire de
Sentada en su auto, Sofía comienza a golpear con los puños cerrados el volante, soltando un grito de exasperación que ya no puede seguir reteniendo. Pues a pesar de que dado los recientes descubrimientos sobre Santiago debería odiarlo, debería desear extirparlo de su vida como si se tratase de un tumor maligno que amenaza su vida. Una parte de ella aún desea estar con él, aun quiere retomar esa historia de atracción que comenzó entre ellos en el bar de su amiga y continuó en el viaje.Por mucho que le cueste aceptarlo se da cuenta de que se ha enamorado de él, no sabe si es por un impulso masoquista que descubre que hay en ella, o quizás cosa del destino que está jugando con ella como si fuese la protagonista sufrida de una novela. Echando la cabeza hacia atrás para apoyarla en el asiento y así procurar hallar la estabilidad emocional que parece haber perdido, trata de pensar qué es lo que hará de ahora en más.—Lo que yo haría no me ayudaría en nada, después de todo han sido mis deci
—¡Gracias a Dios, aquí estás! —exclama Santiago con alivio al ver que sus hombres han llegado a ella antes de que algún bastardo se aprovechara.Al escuchar la voz de ese hombre que por alguna razón parece haber decidido negarse a dejarla en paz, Sofía siente una oleada de rabia inundarla por dentro, sin siquiera detenerse a pensar lo abofetea en el rostro en cuanto lo tiene a su alcance. Ante esa escena los guardias abren los ojos como platos escandalizándose de lo que esa mujer se ha atrevido a hacer, y por su lado Santiago que ha empalidecido al ser tratado de esa manera delante de sus hombres y en publico ha quedado estático, sin saber cómo actuar.—Te lo tienes merecido para que aprendas a respetar a las… —comienza a reprochar la mujer antes de interrumpirse llevándose la mano a la boca al sentir un ataque de nauseas.—Ven, vamos al baño, ya suficiente espectáculo has dado —ordena el mafioso tomando a la pelirroja del brazo para alejarla de la gente antes de que haga otra lament
Cayendo en cuenta de que se ve obligado a brindar una explicación sobre el hecho de ser dueño de ese lugar, Santiago se muerde el labio inferior con nerviosismo. Si hay algo de lo que está seguro es que no quiere revelar su verdadera identidad a Sofía, teme que si ella descubre que pertenece a la mafia se asuste y ya no quiera verlo. Y aún aunque le parezca egoísta no hacerla consciente del peligro que podría suponer involucrarse con él, prefiere recurrir a la mentira, no queriendo empeorar aún más las cosas entre ellos.—Abrir este bar fue un proyecto que lleve a cabo junto a unos amigos, creímos que era una buena inversión, ya sabes, la gente quiere divertirse. Solo que mis compañeros decidieron que debería llevar mi nombre ya que fui el que se encargó del trabajo duro —miente Santiago con naturalidad, hasta sonriendo como si recordase una anécdota divertida sobre esos amigos.—Que amigos tan generosos, la mayoría se sacarían un ojo por lograr que algo lleve su nombre, incluso a sab
—No recuerdo haberla visto en una de las subastas anteriores, ¿Acaso es nueva en este mundo? —pregunta un elegante anciano vestido de traje acercándose a la recién llegada. —Digamos que estoy en busca de nuevas emociones, y me dijeron que la subastas pueden brindar muchas —responde Sofía esbozando una sonrisa amable, mirando disimuladamente el salón de ese crucero, el cual con tanto oro y joyas parece una habitación sacada del Vaticano.—Comprar siempre resulta algo emocionante, pero el hecho de ganárselo a alguien más… digamos que le da una pizca más de satisfacción a uno. Y aquí en el Olimpo no solo encontrará los mejores artículos del mundo, sino competencia muy feroz —reconoce el hombre admirando el vestido rojo que esa bella mujer lleva puesto, el cual hace juego con el labial y los aros de rubíes.—Ya lo creo, de hecho he venido buscando algo que agregar a mis joyas. ¿Cree que hallaré algo de eso? —pregunta la mujer aprovechando a ese galán para conseguir un poco de información
—¡Bienvenida a la sala de vigilancia del Olimpo, es como el ojo de Dios a quien nada se le escapa! —exclama el mafioso abriendo la puerta de una sala con cientos de monitores cubriendo todas las paredes, ante los cuales al menos dos decenas de personas siguen las imágenes con atención.—¿Acaso son las habitaciones del crucero? —pregunta Sofía casi en un susurro al interpretar varias de las imágenes que ve en las pantallas.—Sí, cada habitación esta bajo vigilancia, siendo a bordo del crucero hay objetos tan valiosos no podemos correr el riesgo de que se pierda uno de ellos. Eso afectaría mucho el prestigio del Olimpo —responde Santiago prefiriendo presentarlo de esa manera y no de los mafiosos que podrían llegar a matar por conseguir lo que deseaban y no fueron capaces.La mujer queda boquiabierta al ver que las dichosas cámaras parecen mostrar cada rincón de ese enorme barco, sin duda un increíble centro de control. Aunque al pensar que eso significa que ella también aparece en esos