Sentada en su auto, Sofía comienza a golpear con los puños cerrados el volante, soltando un grito de exasperación que ya no puede seguir reteniendo. Pues a pesar de que dado los recientes descubrimientos sobre Santiago debería odiarlo, debería desear extirparlo de su vida como si se tratase de un tumor maligno que amenaza su vida. Una parte de ella aún desea estar con él, aun quiere retomar esa historia de atracción que comenzó entre ellos en el bar de su amiga y continuó en el viaje.Por mucho que le cueste aceptarlo se da cuenta de que se ha enamorado de él, no sabe si es por un impulso masoquista que descubre que hay en ella, o quizás cosa del destino que está jugando con ella como si fuese la protagonista sufrida de una novela. Echando la cabeza hacia atrás para apoyarla en el asiento y así procurar hallar la estabilidad emocional que parece haber perdido, trata de pensar qué es lo que hará de ahora en más.—Lo que yo haría no me ayudaría en nada, después de todo han sido mis deci
—¡Gracias a Dios, aquí estás! —exclama Santiago con alivio al ver que sus hombres han llegado a ella antes de que algún bastardo se aprovechara.Al escuchar la voz de ese hombre que por alguna razón parece haber decidido negarse a dejarla en paz, Sofía siente una oleada de rabia inundarla por dentro, sin siquiera detenerse a pensar lo abofetea en el rostro en cuanto lo tiene a su alcance. Ante esa escena los guardias abren los ojos como platos escandalizándose de lo que esa mujer se ha atrevido a hacer, y por su lado Santiago que ha empalidecido al ser tratado de esa manera delante de sus hombres y en publico ha quedado estático, sin saber cómo actuar.—Te lo tienes merecido para que aprendas a respetar a las… —comienza a reprochar la mujer antes de interrumpirse llevándose la mano a la boca al sentir un ataque de nauseas.—Ven, vamos al baño, ya suficiente espectáculo has dado —ordena el mafioso tomando a la pelirroja del brazo para alejarla de la gente antes de que haga otra lament
Cayendo en cuenta de que se ve obligado a brindar una explicación sobre el hecho de ser dueño de ese lugar, Santiago se muerde el labio inferior con nerviosismo. Si hay algo de lo que está seguro es que no quiere revelar su verdadera identidad a Sofía, teme que si ella descubre que pertenece a la mafia se asuste y ya no quiera verlo. Y aún aunque le parezca egoísta no hacerla consciente del peligro que podría suponer involucrarse con él, prefiere recurrir a la mentira, no queriendo empeorar aún más las cosas entre ellos.—Abrir este bar fue un proyecto que lleve a cabo junto a unos amigos, creímos que era una buena inversión, ya sabes, la gente quiere divertirse. Solo que mis compañeros decidieron que debería llevar mi nombre ya que fui el que se encargó del trabajo duro —miente Santiago con naturalidad, hasta sonriendo como si recordase una anécdota divertida sobre esos amigos.—Que amigos tan generosos, la mayoría se sacarían un ojo por lograr que algo lleve su nombre, incluso a sab
—No recuerdo haberla visto en una de las subastas anteriores, ¿Acaso es nueva en este mundo? —pregunta un elegante anciano vestido de traje acercándose a la recién llegada. —Digamos que estoy en busca de nuevas emociones, y me dijeron que la subastas pueden brindar muchas —responde Sofía esbozando una sonrisa amable, mirando disimuladamente el salón de ese crucero, el cual con tanto oro y joyas parece una habitación sacada del Vaticano.—Comprar siempre resulta algo emocionante, pero el hecho de ganárselo a alguien más… digamos que le da una pizca más de satisfacción a uno. Y aquí en el Olimpo no solo encontrará los mejores artículos del mundo, sino competencia muy feroz —reconoce el hombre admirando el vestido rojo que esa bella mujer lleva puesto, el cual hace juego con el labial y los aros de rubíes.—Ya lo creo, de hecho he venido buscando algo que agregar a mis joyas. ¿Cree que hallaré algo de eso? —pregunta la mujer aprovechando a ese galán para conseguir un poco de información
—¡Bienvenida a la sala de vigilancia del Olimpo, es como el ojo de Dios a quien nada se le escapa! —exclama el mafioso abriendo la puerta de una sala con cientos de monitores cubriendo todas las paredes, ante los cuales al menos dos decenas de personas siguen las imágenes con atención.—¿Acaso son las habitaciones del crucero? —pregunta Sofía casi en un susurro al interpretar varias de las imágenes que ve en las pantallas.—Sí, cada habitación esta bajo vigilancia, siendo a bordo del crucero hay objetos tan valiosos no podemos correr el riesgo de que se pierda uno de ellos. Eso afectaría mucho el prestigio del Olimpo —responde Santiago prefiriendo presentarlo de esa manera y no de los mafiosos que podrían llegar a matar por conseguir lo que deseaban y no fueron capaces.La mujer queda boquiabierta al ver que las dichosas cámaras parecen mostrar cada rincón de ese enorme barco, sin duda un increíble centro de control. Aunque al pensar que eso significa que ella también aparece en esos
Sintiendo que el estomago se le revuelve, Sofía deja el auricular sobre la mesa, tratando de lograr digerir todo lo que ha oído. No tenia dudas sobre el interés de Alejandro por adueñarse de la compañía, ¿Pero llegar al punto de querer asesinarla? Eso parece mucho incluso para un cerdo ambicioso como él, ¿O acaso habrá tomado esa determinación para ocultar algo mucho más turbio? Pues tiene que haber una razón por la que está tan interesado en apoderarse de las pruebas que ella tiene, a tal punto de mancharse las manos con sangre para conseguirlas.—Supongo que no pondrás ninguna objeción a que ponga a mis mejores hombres a cuidarte, tanto en el Crucero como fuera de él, ¿Verdad? —murmura Santiago mirándola con cierta severidad para asegurarse de que comprenda que no puede andar sola.—Según parece no tengo opción —responde la mujer mordiéndose el labio con impotencia al tener que aceptar más de su ayuda, consciente de que dadas las circunstancias no se puede dar el lujo de rechazarla.
—Ay, mi cabeza… ¿Q-qué… demonios me ha sucedido? —murmura Sofía sintiendo un fuerte dolor de cabeza que apenas le permite abrir los ojos, solo puede sentir que está recostada en una mullida cama a la que no recuerda cómo ha llegado.—Por fin despiertas pequeña, gacela. Comenzaba a impacientarme y a pensar que tendría que empezar a divertirme mientras aún estabas dormida, aunque debo confesar que no pude aguantar mirar un poco debajo de ese vestido —murmura un joven recostado al lado de ella con una sonrisa lasciva en el rostro.—¿Q-qué? ¿Quién eres tú? ¿Qué rayos haces aquí? —interroga la mujer levantándose de la cama de un salto, estando a punto de caerse al sentir las piernas temblorosas, como si por alguna razón su cuerpo pareciese algo que no puede controlar completamente.—Oh, claro, quieres jugar, que haga mi papel. Siento haberlo olvidado, es solo que con ese cuerpo, mujer, dan ganas de ir directo al grano —sostiene el extraño acercándose a ella mientras se muerde el labio infe
—¿Por qué te haces rogar tanto? ¿Acaso no te gusta lo que ves? —cuestiona Sofía haciendo puchero mientras es conducida por su compañero nuevamente hacia la habitación, envuelta en una bata, habiéndola ayudado con mucho esfuerzo a quitarse la ropa mojada, excepto la ropa interior.—No me hago rogar… solo no pienso aprovecharme de alguien que no está en sus cabales, y mucho menos cuando lo que quiero contigo dista mucho de ser solo sexo —responde Santiago enviado un mensaje urgente a su médico para que se haga presente y pueda aclararle con qué tipo de sustancia la han drogado.—Pues si quieres algo conmigo, el hecho de que me rechaces de esta manera está muy lejos de ser un buen comienzo. Te creía más hombre, más del tipo de persona que toma lo que quiere sin importarle nada más, pero veo que me he equivocado, solo eres un niño asustadizo que teme tomar lo que desea —espeta la mujer tirándose en la cama, usando la estrategia de apuntar a herir su ego masculino para conseguir que de bra