Un escalofrío recorre la espalda de Marcos, con la mirada desorbitada siente como si lo hubieran empujado a un abismo oscuro en el que no para de caer. Siente el dolor de una herida que creía cerrada hace tiempo en su corazón, su mente es asaltada por recuerdos oscuros que quisiera haber olvidado. Su respiración se agita, sus ojos que mantiene cerrados comienzan a llenarse de lagrimas, una dolorosa presión le estruja el corazón. Marcos abre los ojos frente a una pulida puerta de algarrobo soltando un suspiro, se siente extraño, ve su mano sobre el picaporte dorado, pero es como si no tuviera control sobre su cuerpo, como si fuera solo un espectador, incluso es ajeno a los pensamientos que vienen a su mente. Vacila en decidir si entrar o simplemente golpear la puerta, la nota que le tocó hacer en Vietnam debía durar una semana, pero se ha convertido en dos largos meses en los que no ha podido establecer la mínima comunicación con su esposa. Sabe lo que se va a encontrar al entrar,
Barrios y Sánchez apuntan con sus armas a la criatura que permanece junto al cuerpo decapitado de Rivas, mientras que Norman y Tony dirigen sus armas al otro ser que ha aparecido intentando tomarlo por sorpresa. Retienen el impulso de llorar ante la pérdida de otro camarada, pero no pueden darse el lujo de empañar su vista con lagrimas. Esas cosas parecen muy diferentes de los murciélagos a los que han matado con facilidad, y probablemente sean mucho más difíciles de matar. —Fuego escape! —ordena Tony comenzando a descargar el cargador del arma en la criatura a medida que retrocede con pasos lentos.Los soldados no dudan en acatar la orden de su líder, con furia balean a ambas criaturas alejándose paso a paso para poner la mayor distancia posible entre esas cosas y ellos. El olor a pólvora y los cañones humeantes de las armas llenan el aire, un aire que se llena también de tensión por esos soldados que aprietan los labios al ver que las criaturas no caen, los cuerpos de las bestia
Mabel pone una manta de lana sobre los dos niños que se han dormido en un colchón que han formado con ropas que habían recolectado en el sótano para donar a las familias de pocos recursos. Acaricia con cariño los cabellos de su pequeño sonriendo con un poco de melancolía, siempre había escuchado que ningún padre debería sepultar a su hijo, pero ella ni siquiera tuvo esa oportunidad, no tuvo la oportunidad de despedirse. Su esposo le había dicho la noche anterior que si Víctor pudo sobrevivir, sus hijos aún podrían estar con vida, pero ella sabe la verdad, su instinto materno le dice que ellos ya no están. Sabe que no tiene sentido aferrarse a una esperanza sin sentido, debe ocuparse y proteger de los que aún están a su lado, a pesar de que cada mañana parece más difícil levantarse, pero no puede derrumbarse, su hijo y su esposo dependen de ella, la necesitan, y eso es lo que le da un sentido para seguir.—Ya se han quedado dormidos, para cuando despierten ya los demás van a estar de
Al escuchar el grito del Pastor, Kevin y Víctor sueltan las bolsas con provisiones y comienzan a correr hacia donde creen que ha provenido el grito. Cruzan desesperados a través de finos pasillos formados por las estanterías y los restos del edificio, el grito retumba en sus oídos haciendo que sus mentes divaguen con lo que se encontrarán, ¿Será un hombre que los atacó, o quizás un invasor ha aparecido? Víctor que por su cuerpo más delgado ha dejado atrás a Kevin, entorna los ojos al parecerle distinguir al Pastor arrodillado junto a alguien recostado en el piso de mosaicos, al estar a solo unos pasos de sus compañeros su corazón parece detenerse al notar bajo la luz de la linterna un charco de líquido debajo del que ahora es capaz de reconocer como Bernardo. El escritor baja la velocidad arrastrando sus últimos pasos, siente como si cada pizca de energía lo hubiese abandonado, escuchando solo el sonido de su respiración recorre los últimos pasos mirando con impotencia al Pastor que
Marcos cae de rodillas en el piso del calabozo sintiendo con indiferencia el golpe en sus rodillas, clava la mirada en la cicatriz de su muñeca que le recuerda cuan vencido se sintió en ese entonces, como se sintió morir, como deseó tanto el silencio de la muerte. Las lagrimas que empañan sus ojos apenas le permiten distinguirla, hasta le parece sentir un escozor, casi una molestia que ruega que alivien.—Estás en la misma situación, o incluso peor. Deja de aferrarte a una vida que solo te ha hecho sufrir, que ha sido siempre injusta y dura contigo —susurra Depresión con la voz carente de emociones.—No, no voy a darme por vencido de nuevo, no voy a dejar que me manipules de nuevo —responde Marcos intentando hablar a pesar de sentir la garganta seca.—Tony ya debe estar muerto en las garras de nuestros rastreadores, tu mundo ha caído sin poder resistir siquiera una semana, la humanidad está a solo un paso de su extinción. Todo acabó, no hay nada que puedas hacer que cambie esto
Al oír el zumbido de una nave acercándose Gisel y Juan comienzan a correr hacia un árbol frondoso de un pequeño monte, el muchacho logra trepar sin mucho esfuerzo por las ramas, pero al ver que su compañera parece tener esfuerzo incluso para levantar la pierna , vuelve a bajar para ayudarla a subir.—Lo siento, creo que no he trepado a un árbol desde… bueno… creo que nunca lo he hecho… —confiesa Gisel avergonzada pisando las manos de Juan que las ha entrelazado para impulsarla hacia arriba.—Se nota, solo intenta no pisarme la cara —responde el muchacho viendo el zapato pasando a centímetros de su nariz.—Hemos recorrido una muy buena distancia, casi la mitad del camino diría yo. Esperaba estar cansada, no suelo caminar o salir mucho de mi casa —dice Gisel sentada en una gruesa rama no pudiendo guardar silencio.—Sí, nos acercamos bastante a nuestro destino, creo que sería conveniente descansar antes de continuar. ¿Dices que tus amigos soldados van a la Facultad de Ingeniería? —re
Tony observa con placer los restos de la criatura que se desintegran en una sustancia negra burbujeante, como si ese cuerpo entendiera que no pertenece a este mundo. Debe reconocer que si alguien allí arriba no se hubiera apiadado de él, el resultado hubiera sudo muy diferente. Aunque en parte sabe que no debería sorprenderle, no es la primera vez que es auxiliado milagrosamente, sabe bien que alguien allá arriba está ensañado en mantenerlo con vida. Como aquel día en Chipre…—¡Nooo, mi bebe nooo! ¡No pueden abandonarlo! —grita una mujer desesperada corriendo para ingresar a su casa.—¡Por favor señora, no puede entrar, es peligroso! —trata de convencerla Flores agarrándola de la cintura mientras ella se revuelve tratando de escapar.—¡Mi bebe, mi bebe! —solloza la mujer dejando correr las lagrimas por sus mejillas.—¿Qué sucede Flores? —pregunta Tony acercándose a esa escena.—Esta mujer quiere volver a entrar a la casa, se ha confirmado la presencia de dos rebeldes adentro. Pero
—¡Me encanta como combina la esmeralda con el oro blanco! Definitivamente esta combinación va a ser el centro de nuestra próxima colección —indica una joven mujer de cabello rojizo inspeccionando las joyas que un sonriente empleado le ha traído a la oficina de sus padres.—¡Por supuesto, señorita Sofía! Siempre es un gusto contar con sus consejos —anuncia el empleado saliendo de la oficina justo a tiempo para dejar ver al abrir la puerta un grupo de personas elegantes que se dirigen presurosas hacia algún lugar de la empresa.Frunciendo el ceño, Sofía inspecciona los rostros reconociendo que se trata de la junta de accionistas de la empresa de joyas de su familia, cuya presencia ante la ausencia de sus padres le llama la atención. Aunque se dice a sí misma que ella no es parte de la compañía como para saber si tienen alguna junta organizada para ese día, ya que solo suele dar su opinión sobre las piezas que presentan, las cuales siempre dan en el blanco.—¡Señorita Sofía… yo… tengo qu