Cap. 4: Encuentro

Avezando a través del mar de gente que baila frenética al ritmo de la música bajo las luces parpadeantes de colores, Sofía intenta llegar a la barra para pedir un trago lo suficientemente fuerte para lograr calmar su cuerpo que aun parece seguir revolucionado por la adrenalina y la excitación. Ya que no puede negar que ese hombre ha logrado encenderla como una hoguera, y eso que ni siquiera fue capaz de verle bien el rostro, aunque se señala mentalmente que todo eso quizás solo se debe a que hace tanto tiempo que no está con nadie.

—¡Hasta que por fin te encuentro, esto es una bomba, un éxito, pareciera que ha venido media ciudad! —exclama Olivia abrazando a su amiga con emoción, feliz de poder tenerla allí en medio de su naciente negocio.

—Si la reina de la noche no es capaz de montar un buen bar, ¿Quién podría hacerlo? —comenta Sofía con una sonrisa divertida, pareciéndole que el vestido de lentejuelas que lleva su amiga parece ser demasiado corto incluso para ella.

—Pero la reina de la noche no quiere solo divertirse ella esta noche, te he insistido que vinieras para que conozcas a un buen hombre que te haga subir hasta las nubes —señala la amiga con una sonrisa traviesa en los labios, creyendo que ya es tiempo de que su compañera rehaga su vida.

—Te recuerdo que soy una mujer casada, si he venido ha sido solo para acompañarte en este momento que es tan importante para ti, no para buscar a un hombre —aclara la recién llegada tomando un trago del Martini que ha pedido, negándose a participar de lo que sea que su amigo ha imaginado.

—Cariño, estás a punto de convertirte en una mujer divorciada. Que ese patán con el que te casaste no te haya sabido valorar, no quiere decir que debas convertirte en una monja, busca un buen hombre, baila con él, si te gusta lo llevas a unas habitaciones que tengo arriba, y si no quieres nada más con él, solo lo olvidas —indica Olivia tomándola de la mano y obligándola a seguirla para presentarle al atractivo tipo al que le ha echado el ojo.

—Sabes que no soy así, no puedo simplemente tener sexo con alguien y olvidarlo, para mí una relación debe ser especial, sobre todo cuando vengo de una que ha sido un desastre —protesta Sofía, estando a punto de decirle que no es como ella que cambia de novio todos los meses, pero logra contenerse justo a tiempo.

—¿Cómo saberlo si no lo intentas? Mira que hombre más atractivo, si hasta parece un Adonis griego —señala la amiga mordiéndose el labio con deseo al contemplar a Santiago que ignorante de sus miradas baila con soltura junto a una joven rubia.

—No me dejarás en paz hasta que haga lo que quieres, ¿Verdad? —murmura Sofía resignándose a sufrir esa presentación y luego buscar alguna excusa para apartarse de él, algo que de seguro él con esa pinta de galán ni siquiera lamentará.

—Querida, ve al barman y dile que vas por cuenta de Olivia, te dejará barra libre toda la noche —indica Olivia a la joven rubia que abriendo los ojos como platos se apresura para aceptar esa generosa oferta.

—Que buena manera de deshacerte de alguien, llevaba más de cinco minutos buscando la manera de sacármela de encima sin herir demasiado sentimientos —comenta Santiago con voz divertida sin dejar de bailar, ya que quiere disfrutar de un poco de tranquilidad antes de encargarse de los sucesos de esa noche.

—Ha sido por una buena causa, ha llegado mi amiga Sofía, la que dije que querías que conocieras. Recién sale de una relación difícil, así que necesita mucha pasión, pero comenzando sutilmente —indica la dueña guiñándole el ojo con complicidad, esperando que él sea capaz de despertar nuevamente la mujer alegre y llena de vida que era antes de la tragedia.

Más que dispuesto a cumplir con ese encargo, Santiago responde con un asentimiento de cabeza, creyendo que la compañía de una bella muchacha es lo que necesita para terminar con esa noche antes de pasar a los negocios. Sin embargo, al ver a la mujer que se para delante de él con una sonrisa tímida, no puede creer que se trate de la misma que le salvó la vida, la que parece haberlo hechizado como una sirena a un marinero.

—Quiero dejar en claro que de todo lo que te haya dicho Olivia, debes creer la mitad, ya que tiene la tendencia de exagerar todo, sobre todo si es para conseguir algo que quiere —comenta Sofía queriendo asegurarse de que ese hombre no se haga falsas ilusiones, ni se crea con la libertad de avanzar según quiera.

—Me gusta conocer a la mujer con la que estoy por mí mismo, así que no me dejo llevar por los comentarios de los demás —asegura Santiago preguntándose la razón por la que ella le mintió al decirle su nombre, y si el encontrarla de nuevo allí es solo cuestión del azar o algo premeditado.

—Haces muy bien, la mejor manera de conocer a una persona es compartiendo con ella, algo que mi amiga cree que estoy obligada a hacer contigo —expone la mujer deseando llegar al punto en el que decirle que con ella no va a conseguir nada, por lo que le conviene buscar a otra mujer más predispuesta a llegar al punto que él seguramente desea.

—Algo que creo que deberíamos hacer, pues me siento muy interesado en conocerte. Y no solo por el hecho de que estés aquí a pesar de parecer que es el último lugar en la tierra en la que deseas estar —señala el hombre viendo satisfecho como el interés comienza a nacer en los ojos de su compañera.

—Es posible que sea así, aunque quizás esta noche pueda volverse un poco más entretenida o al menos eso espero al comenzar con una charla tan… interesante —responde Sofía sintiendo que ese hombre  se le hace extrañamente familiar, pero sin ser capaz de reconocerlo de ningún lado.

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