Capítulo 6: Un Nuevo Comienzo

La mañana siguiente, Agatha se despertó con un renovado sentido de determinación. Las palabras de Samer todavía resonaban en su mente, impulsándola a tomar la iniciativa en su nueva vida. Sabía que no podía permanecer como una simple espectadora en su propia historia. Tenía que encontrar una manera de tomar el control.

Decidida, se vistió con un vestido ligero que había encontrado en su armario. Era de un color azul suave que resaltaba el tono dorado de su piel. Al mirarse en el espejo, se sintió un poco más segura, como si el reflejo le recordara que todavía había una parte de ella que era fuerte y valiente.

Después de un desayuno ligero, que consistía en frutas frescas y café, Agatha decidió que hoy sería el día en que exploraría los jardines de la mansión. Nunca había visto un lugar tan majestuoso, y estaba decidida a aprovecharlo. Al salir al exterior, la brisa suave acarició su rostro, y el aroma de flores exóticas llenó el aire. Era un mundo que parecía completamente ajeno a su situación actual, y eso le dio un pequeño empujón de esperanza.

Los jardines eran vastos y bellamente cuidados, con senderos serpenteantes que se perdían entre árboles frondosos y arbustos florecientes. Agatha caminó por un camino de piedras, sintiendo la tierra fresca bajo sus pies. Mientras exploraba, recordó las historias que le había contado su abuela sobre la belleza de la naturaleza en Italia. Aunque estaba lejos de casa, esas memorias la reconfortaban.

Mientras se adentraba más en el jardín, Agatha se encontró con un pequeño estanque rodeado de flores de colores brillantes. En el centro del estanque había una fuente de mármol que brillaba bajo el sol. Fue en ese momento que se dio cuenta de que, a pesar de las sombras que la rodeaban, aún podía encontrar momentos de belleza y tranquilidad.

Decidió sentarse en el borde del estanque, dejando que sus pies descalzos se sumergieran en el agua fresca. Mirando su reflejo, Agatha pensó en lo que realmente quería. No solo deseaba escapar, sino que anhelaba entender su situación. ¿Por qué estaba allí? ¿Qué quería Samer realmente de ella?

Mientras reflexionaba, el sonido de pasos la sacó de sus pensamientos. Samer apareció, su presencia imponente iluminada por el sol. “Te he estado buscando,” dijo, su voz resonando en el aire. “No esperaba encontrarte aquí.”

“Es un lugar hermoso,” respondió Agatha, intentando sonar casual. “Necesitaba un momento de paz.”

“Lo entiendo,” dijo él, acercándose a ella. “Este jardín es uno de mis lugares favoritos. Aquí puedo desconectar del mundo exterior.”

“¿Desconectar de qué?” preguntó ella, curiosa. “¿De tus negocios? ¿De tus enemigos?”

Samer sonrió, pero su expresión se tornó más seria. “A veces, la presión de las expectativas puede ser abrumadora. Este lugar me recuerda que hay belleza en el caos. Y que siempre hay un camino hacia la paz, incluso en medio de la tormenta.”

Agatha sintió que su corazón latía más rápido. Era como si en ese momento Samer se abriera a ella, dejando entrever su vulnerabilidad. “¿Y qué hay de ti?” preguntó, enfrentándolo. “¿Cómo puedes ser un hombre tan poderoso y, al mismo tiempo, sentirte tan perdido?”

“Porque a veces el poder no es suficiente,” admitió, mirando el agua del estanque. “He construido mi imperio con arduo trabajo, pero eso no llena el vacío que siento. Mi familia espera que sea perfecto, que no cometa errores. Y eso puede ser solitario.”

Agatha se sintió sorprendida por su sinceridad. “¿Y te sientes solo aquí?” preguntó suavemente.

“Más de lo que imaginas,” respondió Samer, volviendo su mirada hacia ella. “A menudo me pregunto si alguna vez encontraré a alguien que me vea como soy, no solo como lo que he logrado. Alguien que comprenda mi lucha.”

“¿Y crees que eso soy yo?” preguntó Agatha, escéptica.

“Es posible,” dijo él, inclinándose un poco hacia ella. “A veces pienso que quizás tú seas la clave para que encuentre ese equilibrio. Pero eso solo puede suceder si te permites ver más allá de tus propios miedos.”

Agatha sintió un cosquilleo en su interior, una mezcla de desafío y curiosidad. “¿Y si no estoy lista para eso? ¿Y si prefiero seguir siendo cautelosa?”

“Entonces te daré el tiempo que necesites,” prometió Samer, su voz firme pero suave. “Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, en la forma en que necesites. No quiero apresurarte, solo quiero ser parte de tu vida, sin presiones.”

Ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos. Agatha podía sentir la tensión entre ellos, una conexión que crecía a pesar de las circunstancias que los unían. “Quizás deberíamos comenzar con cosas simples,” sugirió ella, rompiendo el silencio. “Puedo mostrarte el lugar, y tal vez tú me muestres un poco de tu mundo.”

“Me parece un buen comienzo,” respondió Samer, esbozando una sonrisa genuina. “Quizás podamos encontrar un terreno común. Y mientras más aprendamos el uno del otro, más cerca estaremos de entendernos.”

Así, Agatha se levantó y comenzó a caminar por el jardín, y Samer la siguió, como si fueran dos exploradores en un mundo nuevo. Hablaban de cosas simples: de las flores que encontraban, de los árboles frutales que se alzaban majestuosos a su alrededor. Cada momento compartido parecía construir un puente entre sus mundos, uniendo sus vidas de maneras que nunca imaginó.

Sin embargo, en el fondo de su mente, Agatha no podía olvidar su situación. Aunque disfrutaba de esos momentos, su corazón le recordaba que la libertad seguía siendo su objetivo final. Con cada paso que daba, sentía que estaba jugando un juego peligroso, pero, por primera vez, estaba dispuesta a jugarlo.

En el camino de regreso a la mansión, Agatha sintió una chispa de esperanza. Quizás, solo quizás, podría encontrar la forma de convertir esta prisión en un nuevo hogar, uno donde pudiera finalmente ser libre.

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