Los días siguientes transcurrieron en un tenso equilibrio. Samer estaba más distante de lo habitual, sumergido en sus negocios y reuniones, mientras que Agatha intentaba ocupar su mente con los libros y las largas caminatas por la propiedad. Pero las preguntas seguían persiguiéndola, acechando en cada momento de silencio.A pesar de su promesa de confiar en él por ahora, Agatha no podía dejar de pensar en la conversación que había escuchado. Había algo más en la historia de Samer, algo oscuro que él intentaba esconder. Y aunque parte de ella estaba aterrada de lo que podría descubrir, otra parte sabía que no podría descansar hasta tener todas las respuestas.Una tarde, mientras Samer estaba fuera en una reunión, Agatha decidió actuar. Llevaba días sintiendo que Nora, la ama de llaves, sabía más de lo que dejaba entrever. Nora siempre estaba cerca, silenciosa pero atenta, y Agatha tenía la sensación de que ella podría ser la clave para entender mejor lo que estaba sucediendo.Encontró
El corazón de Agatha latía con fuerza mientras permanecía oculta en la penumbra del pasillo. Los pasos que se acercaban se hicieron más fuertes. Intentó controlar su respiración, luchando por mantenerse tranquila. Si la descubrían husmeando cerca de la oficina privada de Samer, las consecuencias serían impredecibles.Los pasos pasaron de largo, pero ella no se movió hasta que estuvo segura de que quien fuera que había pasado ya estaba a una distancia segura. Se apoyó contra la fría pared, tratando de calmarse. Sabía que volver a la habitación sin haber encontrado algo sería inútil. Había llegado demasiado lejos como para retroceder ahora.Respiró hondo y decidió regresar a su habitación para planear su próximo movimiento. Mientras caminaba por los silenciosos pasillos, no podía evitar sentir una mezcla de culpa y adrenalina. Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, pero también sabía que debía descubrir la verdad sobre Samer y sus secretos.Al llegar a su cuarto, se dejó caer so
Agatha despertó con una claridad inusual. Había pasado toda la noche pensando en lo que Nora le había revelado y en lo que realmente quería hacer con esa información. Si Samer la estaba protegiendo, también la estaba manteniendo prisionera en un mundo de secretos. No podía seguir así, esperando pasivamente a que las cosas se resolvieran por sí solas.El sonido suave del viento acariciando las cortinas llenaba la habitación, y Agatha se levantó lentamente, dejando que sus pies tocaran el frío suelo de mármol. Hoy sería diferente. Hoy iba a actuar.Después de vestirse, decidió que su primera parada sería la oficina de Samer, o más bien, su despacho privado. Sabía que él guardaba ahí información valiosa, probablemente más de lo que había admitido. El problema era acceder a ese lugar sin que nadie lo notara.A la hora del desayuno, Samer ya había salido, lo cual no era inusual; su vida estaba dominada por las reuniones y los negocios. Esto le daba una ventana de oportunidad.Caminó por lo
El amanecer trajo consigo una atmósfera tensa en la mansión. Agatha se levantó con la sensación de que el día sería crucial. La carta de Samer seguía presente en su mente, un recordatorio constante de las complicadas emociones que lo rodeaban. Mientras desayunaba, una parte de ella sabía que no podía seguir ignorando las verdades que Samer había estado ocultando.El desayuno transcurrió en silencio, con Samer concentrado en su teléfono. Agatha aprovechó la oportunidad para observarlo con más detenimiento. Cada gesto, cada línea de su rostro parecía llevar consigo un peso que él mismo no estaba dispuesto a compartir. ¿Era solo su pasado lo que lo atormentaba, o había algo más?“¿Tienes planes para hoy?” preguntó Samer, levantando la vista de la pantalla. Su tono era casual, pero Agatha notó un destello de curiosidad en sus ojos. Él sabía que había algo diferente en ella.“Solo tenía pensado explorar un poco los alrededores de la casa,” respondió ella, intentando sonar despreocupada. Pe
La tensión en la habitación era palpable. Agatha sentía que su mundo estaba a punto de cambiar con las palabras que Samer estaba a punto de decir. Él se movió hacia la ventana, mirando hacia el horizonte mientras tomaba aire profundamente, como si necesitara prepararse para lo que estaba a punto de revelar.“Todo comenzó mucho antes de que nos conociéramos, mucho antes de que tú llegaras a mi vida,” comenzó Samer, su voz más suave de lo que Agatha estaba acostumbrada a escuchar. “Hay cosas sobre mi familia y mis negocios que siempre he mantenido en secreto, incluso para los que me rodean. Pero sé que es hora de que sepas la verdad.”Agatha se mantuvo en silencio, atenta a cada palabra. Sabía que este momento era clave, que las piezas del rompecabezas que había estado intentando armar finalmente empezarían a caer en su lugar.“La familia en la que nací, como probablemente ya imaginas, es extremadamente poderosa. No solo por el dinero, sino por la influencia que hemos acumulado a lo lar
Agatha y Samer permanecieron abrazados por unos minutos más, sintiendo cómo el peso de sus palabras comenzaba a asimilarse en sus corazones. Pero la tranquilidad no duró mucho. Un fuerte golpe en la puerta interrumpió el momento. Ambos se separaron de golpe, y Samer se tensó instantáneamente.“¿Qué sucede?” preguntó Agatha, su corazón acelerándose.La puerta se abrió lentamente y Nora apareció, su rostro pálido y lleno de preocupación. Había algo en sus ojos que hizo que Agatha se sintiera inmediatamente alerta. No era la Nora tranquila que siempre había visto.“Lo siento, pero tienes que ver esto,” dijo Nora, dirigiéndose directamente a Samer. No dijo nada más, pero su expresión lo decía todo.Samer asintió, su rostro volviendo a endurecerse con la frialdad característica que utilizaba para enfrentar los problemas. “Espera aquí,” le dijo a Agatha, pero ella negó con la cabeza.“No. Si voy a estar contigo, entonces estaré en todo. No me apartes,” dijo con firmeza.Samer la miró por un
Las palabras de Samer resonaban en la mente de Agatha: "A ti." Nunca había sentido tanto miedo como en ese momento. El peligro se cernía sobre ella de una manera que no podía controlar ni anticipar, y lo peor de todo es que ni siquiera sabía quién estaba detrás de todo esto.Samer estaba frente a ella, su rostro duro como el mármol, pero Agatha podía ver la preocupación en sus ojos. Era evidente que él también estaba nervioso, aunque se esforzaba por ocultarlo. Por un momento, se sintió atrapada, tanto por el peligro exterior como por su propia impotencia.“No podemos quedarnos aquí esperando,” dijo finalmente Agatha, rompiendo el silencio tenso que había llenado la habitación. “Si ese hombre quiere llegar a mí, tarde o temprano lo hará.”“No lo permitiré,” respondió Samer, su tono firme y decidido. “Aquí estás segura.”Agatha sintió una mezcla de frustración y agradecimiento. Entendía que Samer haría todo lo posible por protegerla, pero al mismo tiempo, esa sensación de estar siempre
Los días que siguieron fueron tensos. Agatha sentía el peso del peligro constante que los rodeaba. Aunque la mansión era un refugio de lujo y comodidad, no podía escapar de la sensación de que alguien, en algún lugar, los vigilaba. Cada ruido, cada sombra, la hacía sobresaltarse, y Samer no ayudaba con su actitud cada vez más distante.Samer había estado en contacto con Amir desde la conversación sobre su participación. Agatha se sentía ansiosa, esperando conocer al hombre que, según Samer, podía ayudarlos a salir de esta red de amenazas. Pero también había algo más: una creciente inquietud sobre cómo Samer había manejado su pasado. ¿Qué más le estaba ocultando?"¿Cuándo vendrá Amir?" preguntó Agatha una mañana mientras desayunaban en silencio en la amplia terraza con vistas a los jardines.Samer dejó la taza de café en la mesa, su mirada fija en algún punto lejano. "Hoy. Lo he llamado para que venga aquí."Agatha asintió lentamente, procesando la información. Sabía que este encuentro