Los días continuaron deslizándose suavemente entre las sombras y la luz. Agatha se sentía más cómoda en la mansión y comenzaba a ver la vida desde una nueva perspectiva. La conexión que había empezado a forjar con Samer la hacía cuestionar su realidad; aunque había sido traída a este lugar en circunstancias terribles, la belleza que la rodeaba le ofrecía un refugio inesperado.
Un sábado por la tarde, Samer la invitó a una cena en uno de los comedores más elegantes de la mansión. Las luces parpadeaban suavemente, creando una atmósfera mágica que la hizo sentir como si estuviera en un cuento de hadas. La mesa estaba adornada con velas y flores frescas, y el aroma de la comida deliciosa impregnaba el aire. “Hoy, estoy cocinando algo especial para ti,” dijo Samer con una sonrisa mientras se acercaba a la mesa. “Espero que te guste la cocina mediterránea.” “¿Cocinas tú?” preguntó Agatha, sorprendida. “No parece ser una actividad típica de un CEO.” “Es uno de mis pasatiempos,” respondió él con una leve sonrisa. “Cuando no estoy dirigiendo mi empresa, disfruto de experimentar en la cocina. Me gusta sentir que tengo control sobre algo en mi vida.” Agatha se sentó a la mesa, observando cada movimiento de Samer mientras servía los platos. Había algo reconfortante en la forma en que se movía con confianza entre los utensilios, como si cada acción estuviera meticulosamente pensada. Mientras cenaban, las conversaciones fluían con naturalidad, y Agatha comenzó a olvidar, por un momento, las circunstancias que los unían. “¿Te gusta la comida italiana?” preguntó Samer, con un brillo en sus ojos. “Me encanta,” respondió Agatha, sintiendo una punzada de nostalgia. “Es una parte importante de mi cultura. Mi abuela solía hacer pasta desde cero, y a veces la acompañábamos con historias sobre nuestra familia.” “Cuéntame más sobre tu familia,” animó Samer, apoyando su codo en la mesa. “Me gustaría conocer tus raíces.” Agatha dudó por un momento, recordando su vida antes del secuestro, antes de todo el dolor que había enfrentado. Pero algo en la forma en que Samer la miraba, con genuina curiosidad, la alentó a abrirse. “Mi familia es muy unida. Crecimos en un pequeño pueblo en Italia. Mi padre es un agricultor y mi madre se dedica a la venta de flores. Siempre tuvimos una vida sencilla, pero llena de amor.” “Suena hermoso,” dijo Samer, asintiendo. “La simplicidad puede ser más valiosa de lo que imaginamos.” “Lo era,” coincidió Agatha, sintiendo una mezcla de melancolía y calidez. “Cada verano, mis primos y yo pasábamos horas en el campo. Jugábamos hasta que el sol se ponía y nos sentábamos a cenar bajo las estrellas. A veces extraño eso más de lo que puedo expresar.” Samer la observó con atención, como si cada palabra que decía tuviera un peso especial. “Te admiro por la fortaleza que has demostrado,” dijo finalmente. “Pasar por lo que has pasado y aún así hablar de amor y familia es algo admirable.” “Es difícil,” respondió Agatha, sintiendo que la emoción comenzaba a asomarse. “A veces, la tristeza puede ser aplastante. Pero encontrar momentos de belleza, como este, me da esperanza.” “Eres más fuerte de lo que piensas,” dijo Samer, su voz profunda y suave. “Y quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte, en cada paso del camino.” Mientras la cena avanzaba, la conversación se tornó más ligera. Hablaron de trivialidades, compartiendo risas y anécdotas. Agatha se sorprendió a sí misma disfrutando de esos momentos. A medida que la noche se alargaba, comenzó a abrirse más, compartiendo sus sueños y aspiraciones, incluso sus temores más profundos. “Siempre soñé con viajar por el mundo, conocer diferentes culturas y aprender de ellas,” confesó Agatha, sus ojos brillando de entusiasmo. “Me gustaría explorar lugares que solo he visto en películas.” “Te prometo que tendrás la oportunidad de hacerlo,” respondió Samer, con una sonrisa decidida. “El mundo es vasto y hermoso, y hay tanto por descubrir. Y yo estaré a tu lado en cada aventura.” Agatha sintió una mezcla de gratitud y confusión. ¿Cómo podía estar sintiendo esto por el hombre que la había secuestrado y obligado a casarse con él? Pero al mismo tiempo, había algo en Samer que la atraía, algo que la hacía desear conocerlo más allá de su fachada de CEO poderoso. Al final de la cena, Samer se levantó y le ofreció la mano. “Te gustaría dar un paseo por el jardín? La luna brilla esta noche y creo que sería un momento perfecto para continuar nuestra conversación.” Agatha asintió, sintiendo que la curiosidad la empujaba a seguir adelante. Salieron al exterior, donde la brisa nocturna era fresca y agradable. El jardín estaba iluminado por luces tenues, y la luna llena reflejaba su luz en el estanque. “Es un lugar mágico,” murmuró Agatha, mirando a su alrededor. “Me recuerda a un sueño.” “Espero que en este sueño no haya pesadillas,” dijo Samer, riendo suavemente. “Porque estoy aquí para asegurarme de que cada momento contigo sea especial.” Mientras caminaban juntos, Agatha comenzó a sentir que las barreras que había construido alrededor de su corazón empezaban a desmoronarse. Aunque todavía había incertidumbre, había algo reconfortante en la compañía de Samer. Su risa era contagiosa y su presencia, una mezcla de seguridad y peligro. “¿Alguna vez has tenido miedo de lo que el futuro te depara?” preguntó Agatha, mientras se detenía para mirar a Samer. “Cada día,” admitió él, su voz grave. “Pero aprendí a no dejar que el miedo me paralice. Debemos enfrentarlo, incluso cuando parece abrumador.” Agatha se sintió inspirada por su valentía. “Quizás tú tengas razón. Tal vez el miedo no deba controlarme.” “Y no lo hará, mientras decidas dar un paso adelante,” respondió Samer, mirándola intensamente. “Recuerda, siempre estoy aquí para ayudarte a enfrentar lo que venga.” En ese momento, Agatha comprendió que, aunque había sido llevada a un lugar oscuro, había también una posibilidad de luz. Mientras caminaban bajo las estrellas, sintió que la conexión entre ellos se fortalecía. A pesar de su inicio sombrío, quizás, solo quizás, su historia podría transformarse en algo más.La noche continuó envuelta en un aire de intimidad mientras Agatha y Samer paseaban por el jardín. La luna, llena y brillante, iluminaba el camino que recorrían, y las estrellas titilaban como pequeños faros en el cielo. Sin embargo, aunque la atmósfera era mágica, una sombra de incertidumbre se cernía sobre Agatha. La realidad de su situación era una carga pesada que apenas podía ignorar.A medida que se alejaban del estanque, la conversación fluyó hacia temas más profundos. Agatha se sentía intrigada por las historias que Samer compartía sobre su vida en Dubái, sus desafíos y la presión que sentía para cumplir con las expectativas familiares. Era un hombre de negocios astuto, pero también llevaba un peso emocional que apenas se dejaba entrever.“¿Alguna vez te sientes atrapado por tu vida?” Agatha preguntó, mientras se detenía a contemplar una escultura de mármol en el jardín. “¿Nunca has deseado hacer algo completamente diferente?”Samer la miró, sus ojos oscuros profundos reflejab
El sol matutino se filtraba a través de las cortinas de seda, bañando la habitación de Agatha en una luz cálida y suave. Se despertó lentamente, pero a diferencia de otros días, el peso en su pecho no se había aliviado. Las sombras de la noche anterior seguían persiguiéndola, y aunque la conversación con Samer había sido un respiro de sinceridad, todavía sentía que algo la retenía en el pasado.Agatha se sentó en la cama, abrazando sus rodillas mientras su mente volvía a los recuerdos de su secuestro. El frío toque de manos desconocidas, la oscuridad que la rodeaba mientras era transportada a la fuerza… La sensación de impotencia era algo que aún no podía dejar atrás. Había sido vendida como si no fuera más que un objeto, y aunque Samer había sido amable con ella, no podía olvidar que su vida había sido arrancada de sus manos.Mientras los pensamientos se arremolinaban en su cabeza, la puerta de la habitación se abrió suavemente. Samer entró, vestido impecablemente como siempre, pero
Agatha miraba por la ventana del auto mientras Samer conducía por las calles de la ciudad. Desde su llegada, había pasado la mayor parte del tiempo confinada en la mansión, y ahora, mientras el paisaje urbano desfilaba ante sus ojos, sentía una mezcla de ansiedad y curiosidad. Los rascacielos de cristal brillaban bajo el sol, mientras las calles bulliciosas estaban llenas de vida, con personas de todas partes del mundo caminando, riendo y viviendo sus propias historias.“¿Es siempre tan vibrante?” preguntó Agatha, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos. Era la primera vez que salía de la mansión desde su llegada, y la energía de la ciudad la envolvía.“Dubái nunca duerme,” respondió Samer con una sonrisa. “Es un lugar de contrastes. Entre la modernidad de sus rascacielos y las tradiciones antiguas, siempre hay algo nuevo por descubrir.”Agatha no podía evitar sentirse pequeña frente a la magnitud de la ciudad. La modernidad y el lujo la rodeaban, pero también sentía
El eco de los pasos resonaba en los largos pasillos de la mansión mientras Agatha caminaba en silencio. La luz de la luna entraba por los enormes ventanales, proyectando sombras alargadas en el mármol del suelo. Había pasado el día anterior explorando la ciudad con Samer, y aunque había disfrutado del mercado y la atmósfera relajada, ahora que estaba sola en su habitación, las dudas volvían a ocupar su mente.Se detuvo frente a uno de los ventanales, observando cómo el viento jugaba con las hojas de los árboles en los jardines exteriores. ¿Qué estaba haciendo realmente aquí? Había comenzado a sentir algo por Samer, pero no podía negar que sus sentimientos estaban mezclados con la confusión y el temor que aún albergaba desde su secuestro.¿Era posible que comenzara a enamorarse de él? La pregunta revoloteaba en su mente como una mariposa inquieta. Samer había sido cariñoso, había mostrado vulnerabilidad, pero nada de eso cambiaba el hecho de que su relación había empezado en medio del
El sol entraba débilmente a través de las cortinas, llenando la habitación de una luz suave y cálida. Agatha abrió los ojos lentamente, sintiendo la incomodidad de una noche llena de sueños perturbadores. Se incorporó en la cama, mirando a su alrededor. La habitación era hermosa, pero la sensación de estar atrapada volvía a ella con fuerza en las primeras horas del día.Mientras se vestía, el peso de la conversación con Samer la noche anterior seguía en su mente. Las palabras de Samer habían sido honestas, y aunque la habían conmovido, no podía ignorar lo que había pasado. No podía simplemente olvidar cómo había llegado hasta aquí, secuestrada, vendida, como si su vida no tuviera valor. Pero también, por primera vez, se preguntaba si Samer estaba tan atrapado en su vida como ella lo estaba en la suya.Agatha bajó las escaleras en silencio, decidida a pasar el día tranquila, sin pensar demasiado en sus sentimientos. El desayuno estaba listo en el comedor, pero no tenía hambre. En su lu
Samer permaneció en silencio por unos segundos, su expresión imperturbable, pero Agatha pudo ver la leve tensión en sus ojos. Dejó los papeles a un lado y se inclinó hacia adelante, entrelazando las manos sobre el escritorio.“¿Qué crees que no te estoy diciendo?” preguntó con voz calmada, pero había un tono de alerta en su pregunta.Agatha sintió un nudo en el estómago. Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, pero también sabía que no podía seguir viviendo en la oscuridad. Su vida había cambiado radicalmente desde que fue secuestrada y traída a este lugar, y aunque Samer había sido honesto sobre muchas cosas, era obvio que algo importante le estaba ocultando.“Te escuché hablar por teléfono esta mañana,” comenzó, sin rodeos. “Hablabas de algo que debía permanecer en secreto, algo que no quieres que nadie más sepa. ¿Qué es, Samer? ¿Qué me estás ocultando?”Samer la observó en silencio, su mandíbula tensa. Los segundos pasaban y el ambiente se sentía cada vez más pesado. Finalme
Los días siguientes transcurrieron en un tenso equilibrio. Samer estaba más distante de lo habitual, sumergido en sus negocios y reuniones, mientras que Agatha intentaba ocupar su mente con los libros y las largas caminatas por la propiedad. Pero las preguntas seguían persiguiéndola, acechando en cada momento de silencio.A pesar de su promesa de confiar en él por ahora, Agatha no podía dejar de pensar en la conversación que había escuchado. Había algo más en la historia de Samer, algo oscuro que él intentaba esconder. Y aunque parte de ella estaba aterrada de lo que podría descubrir, otra parte sabía que no podría descansar hasta tener todas las respuestas.Una tarde, mientras Samer estaba fuera en una reunión, Agatha decidió actuar. Llevaba días sintiendo que Nora, la ama de llaves, sabía más de lo que dejaba entrever. Nora siempre estaba cerca, silenciosa pero atenta, y Agatha tenía la sensación de que ella podría ser la clave para entender mejor lo que estaba sucediendo.Encontró
El corazón de Agatha latía con fuerza mientras permanecía oculta en la penumbra del pasillo. Los pasos que se acercaban se hicieron más fuertes. Intentó controlar su respiración, luchando por mantenerse tranquila. Si la descubrían husmeando cerca de la oficina privada de Samer, las consecuencias serían impredecibles.Los pasos pasaron de largo, pero ella no se movió hasta que estuvo segura de que quien fuera que había pasado ya estaba a una distancia segura. Se apoyó contra la fría pared, tratando de calmarse. Sabía que volver a la habitación sin haber encontrado algo sería inútil. Había llegado demasiado lejos como para retroceder ahora.Respiró hondo y decidió regresar a su habitación para planear su próximo movimiento. Mientras caminaba por los silenciosos pasillos, no podía evitar sentir una mezcla de culpa y adrenalina. Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, pero también sabía que debía descubrir la verdad sobre Samer y sus secretos.Al llegar a su cuarto, se dejó caer so