Si la familia de Aaron tenía dinero, la de Raell parecía tener el doble. Me abrió la puerta y me pareció muy amable de su parte, subí y me sentí tan extraña en un auto cómo este, todo era tan limpio y nuevo que me dio miedo hasta poner los zapatos en la alfombra y que se ensuciara. Cuando Raell subió encendió el aire acondicionado y emprendió camino. Suspiré para mis adentros, recordar la escena de Andrea con Aaron me taladraba el pecho, hoy me di cuenta que ella tiene más poder sobre él que yo. Lo que más me dolió es que él no hizo nada por detenerla, e inventar que yo era novia de Raell sobrepasó los límites. —¿Vives Cerca del centro? —Raell me hizo aterrizar a la realidad. Lo miré apenada. No lo conocía en absoluto y estaba en su auto después de interrumpir su almuerzo por culpa de mis enredos con Aaron. —Vivo en la intercomunal, en uno de esos edificios —le di mejor la dirección y lo puso en su GPS. —Disculpa que le siguiera el juego a Aaron —lo escuché decirme después de u
—Gracias, aunque nisiquiera tengo tu número —bromee y enseguida sacó su teléfono. —Dicta los dígitos y te llamo para que tengas el mío —eso fue tan rápido que hasta me tomó por sorpresa. Aún así accedí y le dicte mi número de teléfono. Efectivamente, me llamó y pude guardar el suyo. —Ya tienes mi número, no hay excusas —ahora el que bromeó fue él y le sonreí en respuesta. Me despedí por última vez y bajé de la camioneta para entrar al edificio. Lo que hice fue entrar al apartamento y dejé salir las lágrimas. Estaba devastada. Aaron no tenía corazón, era tan egoísta, cínico, golipollas y miles de profanidades más. Y yo una completa idiota por soportarlo... Es que ¿qué necesidad tenía yo de aguantar esto?, ¿de verdad era amor lo que sentía por él, o simple dependencia emocional? Me sentía tan confundida y molesta en este momento, con ganas de dejar todo esto sin mirar atrás. Pero dolía, la sola idea de dejarlo me rompía el corazón en mil pedazos. Odiaba estar así, tan sensi
—Lo reconozco —se sentó junto a mí en la cama—. Sé que no debí inventar eso, pero me bloqueé. Traté de no ceder, porque cuando lo tenía cerca siendo tan amable conmigo era muy blandengue. —Tuviste miedo de perderla en ese momento. —¿Qué? Claro que no Liz —sostuvo mi mano—, pero si se enteraba mi mundo se viene abajo y tu lo sabes bien. —A mí ya no me importa si te quedas sin dinero o no —aparte su mano de la mía—. Esto no me afectaba antes pero verte con ella fue mi límite Aaron. —¿Qué quieres decir con eso? —preguntó temeroso. Me di valor para lo próximo que diría. —Que no quiero seguir contigo si estás con Andrea —se lo dejé claro, ya era tiempo de poner las cosas claras. Ya no quería ser la otra, quería ser la oficial y sino estaba dispuesto hacerlo entonces así me doliera tomaría otro rumbo sin él. —Amor por favor no me hagas esto —suplicó—, lamento lo de hoy no quiero que pienses que Andrea me importa más que tú —sostuvo mis mejillas con cariño. »eres la mujer que amo
Hoy no podremos vernos amor, llegó mi mejor amigo y Andrea quiere hacerle una fiesta de recibimiento* Leí el mensaje que envió mi novio y mi corazón se volvió trizas. De nuevo yo quedaría en segundo lugar cuando de Andrea se trataba. ¡A mala hora acepté esto! Aaron y yo teníamos casi un año juntos, pero nunca estuvo en mis planes enamorarme de él hasta el punto de ser su segunda opción. Cuando lo conocí él nunca me dijo que estaba con alguien más, pensé que era la única en su vida hasta que un día le descubrí varios mensajes con ella. Lo enfrenté y no tuvo opción que decirme la verdad, ellos eran novios desde el colegio y le era difícil cortar con esa relación porque sus padres la aprobaban y otros motivos que ni me importan. Mi mundo se vino abajo cuando lo supe. Al principio traté de olvidarlo y dejarlo atrás, pero su insistencia y mi amor estúpido y ciego me llevó aceptar esta relación por como pinta ahora: Andrea la oficial y yo la otra. Soy tonta lo sé, pero me involucr
Estaba estudiando, no te pongas así. Su respuesta llegó rápido. Estoy en el edificio, ya voy subiendo. Mi corazón dio un vuelco cuando leí el mensaje y como una loca guarde todos los libros y medio arregle la cama. Quise cambiarme de ropa pero escuché la puerta del apartamento abriéndose. —¡Llegó el hombre de tu vida mi amor! —Aaron saludó cuando cerró la puerta. Llegué hasta el recibidor y me sonroje cuando se me quedó mirando completita. Tenía puesta solo una bata de seda. Obvio, si mi pensado era dormir no esperarlo a él. —Toda esa espera valió la pena, ahora que te veo así —se acercó a mí y cuando me tuvo entre sus brazos, me apretó la cintura con deseo. Casi gimo en el acto. —Tengo ganas de ti Liz —dijo con su voz enterrada en mi cuello—. No veía la hora de venir a verte. Sus palabras me derritieron completa. Siempre tenían ese poder sobre mí. —Quiero quitarte esta bata —comenzó a subirla poco a poco, hasta llegar a mis glúteos—. Apretar este rico trasero y darle nalga
Era tan tierno conmigo, así me era imposible dejarlo. Nos abrazamos y dormimos acurrucados. Disfrutando del calor que emanaba nuestros cuerpos. Si, así deseaba dormir todos los días de mi vida. (...) Me levanté temprano con la intención de hacer desayuno, ya que Aaron le gustaba comer y estar listo temprano para llegar a clases a tiempo. Preparé algo ligero para los dos y cuando comimos nos fuimos arreglar para irnos a la universidad. Miré mi otra yo del espejo después de un rato y sonreí con el resultado, use un pantalón talle alto, un top blanco y una chaqueta de Jean. Sencilla pero bonita. Así era mi estilo. Aaron entró al armario y me dio un escaneo completo, la sonrisa que tuvo al final me levantó la moral. —¿Ese mujerón es mi novia? Su halago me subió la autoestima a mil. —Toda completa —le di un guiño coqueta. Llegó hacia mí para darme un beso, bueno muchos besos. —Ya nena, mejor vámonos antes que te arranque la ropa —dijo entre besos y risueños salimos del ap
Entré al salón y me ubique junto a mis dos personas favoritas en este enorme lugar: Tommo y Tito. En realidad se llamaban Tomás y Teobaldo pero yo les decía así de cariño. Eran hermanos gemelos y podía decir que mis amigos en mi corta lista social. Desde que estudiamos el primer semestre nos volvimos inseparables. Era raro estar con ambos al mismo tiempo, como si tuviera un espejo a cada lado. Todavía me costaba un poco reconocer quien era quien sino me hablaban, lo único que los diferencia a mis ojos es su personalidad, Tito es más extrovertido y por lo tanto su actitud es más alborotada que la de Tomás. Siempre tiene un chiste para decir. En fin, eran mi alegría diaria y quienes me acompañaban en mis momentos de soledad cuando Aaron estaba con Andrea. Y por supuesto, mis paños de lágrimas. —El galán te vino a traer, ah —musitó Tomás cuando me senté junto a ellos. —Por fin tiene tiempo para ti —Tito dijo de mala gana a mi otro lado. Si, tenía la costumbre de sentarme en me
—Hola muchachos —Aaron los saludo serio, porque así era él con los chicos que estaban a mi alrededor. Así fuesen mis amigos. Tito no habló, se notaba a leguas que se estaba mordiendo la lengua para no soltar algún saludo sarcástico. —Hola tío ¿como vas? Tomás si lo saludó, porque no tenía nada en su contra y Aaron le devolvió la sonrisa en saludo. —¿Vamos a comer? —me preguntó mi amor y asentí. Me despedí de los gemelos y con una despedida de Tomás y un berrinche por parte de Tito me hice camino con Aaron. —¿No comeremos en la cafetería? —pregunté cuando note que íbamos hacia el estacionamiento. —No amor, hoy vamos a comer con Raell —dijo y me tomó por sorpresa. Nunca he conocido ningún amigo suyo. No dije nada y emprendimos camino a quien sabe donde, me preguntó como estuvieron mis clases y me contó sobre las suyas. Que como está terminando la carrera todo es más exigente y cosas así. Pasado un resto llegamos adonde quedaron él y Raell de verse y conocía el lugar, e