—Mañana habrá una reunión en la costa —empezó a decir Raell—. Estarán ciertos empresarios y amigos de mi papá. Deberías ir, así conoces a Wilker Ramos, el empresario que recluta estudiantes de economía.
Note cómo mi novio se puso algo tenso.
—Ya sabes que no puedo ir a esas reuniones sin mi papá y el de Andrea —dijo Aaron algo serio—, ellos tienen otros planes para mí.
Raell rodó los ojos, —ya es hora que saltes de ese barco —lo aconsejó y la conversación me dejó intrigada—. Te hunden y no te dejan ser libre.
—No quiero hablar de eso —Aaron me miró de reojo nervioso.
Era como sino quisiera que yo escuchase algo o descubriera esa faceta suya.
Raell se acordó que estaba aquí y cerró la boca. Eso me dio un mal sabor de boca, algo se traían estos dos.
Aaron nunca me hablaba de sus padres, ni de su relación familiar. Ahora que me ponía a ver, no sabía casi nada de su vínculo social. Lo único que sabía era lo poco que me contaba, cuando estaba conmigo solo eramos él y yo
—Ya vuelvo, voy a responder una llamada —avisó Raell y se alejó de la mesa.
Aaron se quedó en silencio y yo también, me dedique a comer con la conversación de ambos en mi cabeza, aún así no hice preguntas y eso pareció relajarlo.
—¿Te agrada Raell? —preguntó y lo miré risueña.
—Es agradable —le hice saber—, pensé que sería engreido o algo así.
—Yo no me junto con engreidos —acotó—. Ya mucho tengo con aguantar la alta sociedad como para tener de amigo un idiota —sonreí a su respuesta. Eso me gustaba de él, su sencillez y calidez.
—Aaron amor ¿que haces aquí? —se escuchó a nuestras espaldas y cuando vimos, era una chica castaña muy bonita.
Nos miraba confundida.
Él se puso pálido y sospeché de quien se trataba.
—¿Andrea? —su voz entrecortada me dio la razón.
Mi interior se revolvió y le pedí al cielo todo el autocontrol posible, porque en donde ella nos descubra se arma la buena.
El ambiente se formó insoportable en menos de un segundo. Quise salir corriendo pero la situación no me dejaba salida, solo permanecí en mi lugar esperando que Aaron interviniera en este enredo. —¿Quién es ella? —preguntó la susodicha mirándome con curiosidad. No tenía ápice de celos o molestia, solo eso: curiosidad. —Ella es una amiga —respondió Aaron cuando por fin encontró su voz—. De hecho es la novia de Raell —añadió y decir que me dolió fue poco. Si antes me sentí diminuta, ahora quería desaparecer. Andrea sonrió gustosa por la noticia. —¡Que bien! —su emoción fue grande—. No mencionó nada en la fiesta de bienvenida que malo es. —Es que apenas lo dejaron respirar ese día —Aaron soltó una risita nerviosa y sentí como me miraba. Yo no lo hice, era capaz de explotar aquí mismo si encontraba sus ojos. —¿Me perdí algo? —se escuchó la voz de Raell cuando regresó a la mesa. Lo miré apenada, por la bomba que estaba apunto de explotar en sus narices. —Que tienes novia y n
¡Hostias! Que suplicio. —¿Y dónde se conocieron? Si estuviste en Italia todo este tiempo —siguió de intensa. Raell y yo nos miramos las caras sin saber que decir. Yo me quedé callada, no iba hacer más grande esta telaraña. —Nos conocimos antes de irme, la verdad me dolió dejarla pero la espera valió la pena —él armó un peliculón en cuestiones de segundos y me sorprendió su habilidad para mentir. Porque hasta creíble era el cuento. —¡Qué romántico! —esta de un feliz ella—, ¿Y mantuvieron una relación a distancia todo este tiempo? ¡Dios mío! Que deje de preguntar tanto. —Si, por eso cuando llegué lo primero que hice fue localizarla —me miró y añadió—: La extrañé muchísimo. Estaba sudando, se notaba que esta situación ya lo estaba poniendo incómodo. Bien hecho, nadie lo mandó a invitar Andrea a comer con nosotros. —Pues el sábado tendremos una reunión en el yate que me regaló mi papá, así que los espero allí —nos invitó y en eso le acarició con cariño el cabello a Aaron.
Si la familia de Aaron tenía dinero, la de Raell parecía tener el doble. Me abrió la puerta y me pareció muy amable de su parte, subí y me sentí tan extraña en un auto cómo este, todo era tan limpio y nuevo que me dio miedo hasta poner los zapatos en la alfombra y que se ensuciara. Cuando Raell subió encendió el aire acondicionado y emprendió camino. Suspiré para mis adentros, recordar la escena de Andrea con Aaron me taladraba el pecho, hoy me di cuenta que ella tiene más poder sobre él que yo. Lo que más me dolió es que él no hizo nada por detenerla, e inventar que yo era novia de Raell sobrepasó los límites. —¿Vives Cerca del centro? —Raell me hizo aterrizar a la realidad. Lo miré apenada. No lo conocía en absoluto y estaba en su auto después de interrumpir su almuerzo por culpa de mis enredos con Aaron. —Vivo en la intercomunal, en uno de esos edificios —le di mejor la dirección y lo puso en su GPS. —Disculpa que le siguiera el juego a Aaron —lo escuché decirme después de u
—Gracias, aunque nisiquiera tengo tu número —bromee y enseguida sacó su teléfono. —Dicta los dígitos y te llamo para que tengas el mío —eso fue tan rápido que hasta me tomó por sorpresa. Aún así accedí y le dicte mi número de teléfono. Efectivamente, me llamó y pude guardar el suyo. —Ya tienes mi número, no hay excusas —ahora el que bromeó fue él y le sonreí en respuesta. Me despedí por última vez y bajé de la camioneta para entrar al edificio. Lo que hice fue entrar al apartamento y dejé salir las lágrimas. Estaba devastada. Aaron no tenía corazón, era tan egoísta, cínico, golipollas y miles de profanidades más. Y yo una completa idiota por soportarlo... Es que ¿qué necesidad tenía yo de aguantar esto?, ¿de verdad era amor lo que sentía por él, o simple dependencia emocional? Me sentía tan confundida y molesta en este momento, con ganas de dejar todo esto sin mirar atrás. Pero dolía, la sola idea de dejarlo me rompía el corazón en mil pedazos. Odiaba estar así, tan sensi
—Lo reconozco —se sentó junto a mí en la cama—. Sé que no debí inventar eso, pero me bloqueé. Traté de no ceder, porque cuando lo tenía cerca siendo tan amable conmigo era muy blandengue. —Tuviste miedo de perderla en ese momento. —¿Qué? Claro que no Liz —sostuvo mi mano—, pero si se enteraba mi mundo se viene abajo y tu lo sabes bien. —A mí ya no me importa si te quedas sin dinero o no —aparte su mano de la mía—. Esto no me afectaba antes pero verte con ella fue mi límite Aaron. —¿Qué quieres decir con eso? —preguntó temeroso. Me di valor para lo próximo que diría. —Que no quiero seguir contigo si estás con Andrea —se lo dejé claro, ya era tiempo de poner las cosas claras. Ya no quería ser la otra, quería ser la oficial y sino estaba dispuesto hacerlo entonces así me doliera tomaría otro rumbo sin él. —Amor por favor no me hagas esto —suplicó—, lamento lo de hoy no quiero que pienses que Andrea me importa más que tú —sostuvo mis mejillas con cariño. »eres la mujer que amo
Hoy no podremos vernos amor, llegó mi mejor amigo y Andrea quiere hacerle una fiesta de recibimiento* Leí el mensaje que envió mi novio y mi corazón se volvió trizas. De nuevo yo quedaría en segundo lugar cuando de Andrea se trataba. ¡A mala hora acepté esto! Aaron y yo teníamos casi un año juntos, pero nunca estuvo en mis planes enamorarme de él hasta el punto de ser su segunda opción. Cuando lo conocí él nunca me dijo que estaba con alguien más, pensé que era la única en su vida hasta que un día le descubrí varios mensajes con ella. Lo enfrenté y no tuvo opción que decirme la verdad, ellos eran novios desde el colegio y le era difícil cortar con esa relación porque sus padres la aprobaban y otros motivos que ni me importan. Mi mundo se vino abajo cuando lo supe. Al principio traté de olvidarlo y dejarlo atrás, pero su insistencia y mi amor estúpido y ciego me llevó aceptar esta relación por como pinta ahora: Andrea la oficial y yo la otra. Soy tonta lo sé, pero me involucr
Estaba estudiando, no te pongas así. Su respuesta llegó rápido. Estoy en el edificio, ya voy subiendo. Mi corazón dio un vuelco cuando leí el mensaje y como una loca guarde todos los libros y medio arregle la cama. Quise cambiarme de ropa pero escuché la puerta del apartamento abriéndose. —¡Llegó el hombre de tu vida mi amor! —Aaron saludó cuando cerró la puerta. Llegué hasta el recibidor y me sonroje cuando se me quedó mirando completita. Tenía puesta solo una bata de seda. Obvio, si mi pensado era dormir no esperarlo a él. —Toda esa espera valió la pena, ahora que te veo así —se acercó a mí y cuando me tuvo entre sus brazos, me apretó la cintura con deseo. Casi gimo en el acto. —Tengo ganas de ti Liz —dijo con su voz enterrada en mi cuello—. No veía la hora de venir a verte. Sus palabras me derritieron completa. Siempre tenían ese poder sobre mí. —Quiero quitarte esta bata —comenzó a subirla poco a poco, hasta llegar a mis glúteos—. Apretar este rico trasero y darle nalga
Era tan tierno conmigo, así me era imposible dejarlo. Nos abrazamos y dormimos acurrucados. Disfrutando del calor que emanaba nuestros cuerpos. Si, así deseaba dormir todos los días de mi vida. (...) Me levanté temprano con la intención de hacer desayuno, ya que Aaron le gustaba comer y estar listo temprano para llegar a clases a tiempo. Preparé algo ligero para los dos y cuando comimos nos fuimos arreglar para irnos a la universidad. Miré mi otra yo del espejo después de un rato y sonreí con el resultado, use un pantalón talle alto, un top blanco y una chaqueta de Jean. Sencilla pero bonita. Así era mi estilo. Aaron entró al armario y me dio un escaneo completo, la sonrisa que tuvo al final me levantó la moral. —¿Ese mujerón es mi novia? Su halago me subió la autoestima a mil. —Toda completa —le di un guiño coqueta. Llegó hacia mí para darme un beso, bueno muchos besos. —Ya nena, mejor vámonos antes que te arranque la ropa —dijo entre besos y risueños salimos del ap