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Capitulo 3: hermoso despertar

Era tan tierno conmigo, así me era imposible dejarlo. 

Nos abrazamos y dormimos acurrucados. Disfrutando del calor que emanaba nuestros cuerpos. 

Si, así deseaba dormir todos los días de mi vida.

(...)

Me levanté temprano con la intención de hacer desayuno, ya que Aaron le gustaba comer y estar listo temprano para llegar a clases a tiempo. Preparé algo ligero para los dos y cuando comimos nos fuimos arreglar para irnos a la universidad. 

Miré mi otra yo del espejo después de un rato y sonreí con el resultado, use un pantalón talle alto, un top blanco y una chaqueta de Jean. Sencilla pero bonita. Así era mi estilo.

Aaron entró al armario y me dio un escaneo completo, la sonrisa que tuvo al final me levantó la moral. 

—¿Ese mujerón es mi novia? 

Su halago me subió la autoestima a mil. 

—Toda completa —le di un guiño coqueta. 

Llegó hacia mí para darme un beso, bueno muchos besos. 

—Ya nena, mejor vámonos antes que te arranque la ropa —dijo entre besos y risueños salimos del apartamento. 

Entramos al ascensor del pasillo y esperamos pacientemente. 

—Tengo que pagar el condominio de este mes —recordó de golpe—, con tantos rollos se me olvidó —mencionó y besó mi mano. 

Me sentí tan protegida con ese gesto. La verdad es que mi vida entera dependía de él, desde que me conoció decidió hacerse cargo de mí. Antes de conocerlo yo vivía en una residencia cerca del campus y con el tiempo decidió alquilar un domicilio mejor para vivir los dos, también me ayudaba a pagar mi carrera y en todo lo que necesitara. Según él, así compensaba todo lo que debía soportar con lo de Andrea. 

Si supiera que a mí no me importaría vivir sin comodidades, con tal que fuera solo mío.

—Yo sigo pensando que es muy caro este lugar —le comenté mi punto de vista—, yo estaba cómoda en mi antigua residencia. 

Negó la cabeza en desacuerdo. 

—Era muy pequeño amor, ni siquiera podíamos estar juntos en la ducha sin parecer dos pepinillos enlatados. 

Eso me hizo reír. 

—No exageres, lo que pasa es que estas acostumbrado a los lujos pero sabes bien que eso no me importa. 

—Y por eso te amo y me juego todo por ti —me volvió a besar la mano—, porque no eres materialista —sus palabras me llenaron de ternura. Adoro cuando me trata así. 

Llegamos al recibidor del edificio y salimos al estacionamiento, nos subimos en su camioneta y Aaron emprendió camino. Puse música todo el rato y cuando llegamos al campus bajamos del auto. 

Aaron sostuvo mi mano y así entramos a la universidad. Aquí no teníamos que ocultarnos, Andrea no estudiaba y tampoco había nadie que pudiera vernos y armar chismes. Hasta los momentos estos seis meses lo llevábamos bien, aquí eramos la pareja perfecta, súper normal a los ojos de la mayoría. 

Si supieran que esto era como de novela... 

Aaron me acompañó a mi aula de clases y con la promesa de vernos para almorzar nos dimos un beso de hasta pronto. 

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