Era tan tierno conmigo, así me era imposible dejarlo.
Nos abrazamos y dormimos acurrucados. Disfrutando del calor que emanaba nuestros cuerpos.
Si, así deseaba dormir todos los días de mi vida.
(...)
Me levanté temprano con la intención de hacer desayuno, ya que Aaron le gustaba comer y estar listo temprano para llegar a clases a tiempo. Preparé algo ligero para los dos y cuando comimos nos fuimos arreglar para irnos a la universidad.
Miré mi otra yo del espejo después de un rato y sonreí con el resultado, use un pantalón talle alto, un top blanco y una chaqueta de Jean. Sencilla pero bonita. Así era mi estilo.
Aaron entró al armario y me dio un escaneo completo, la sonrisa que tuvo al final me levantó la moral.
—¿Ese mujerón es mi novia?
Su halago me subió la autoestima a mil.
—Toda completa —le di un guiño coqueta.
Llegó hacia mí para darme un beso, bueno muchos besos.
—Ya nena, mejor vámonos antes que te arranque la ropa —dijo entre besos y risueños salimos del apartamento.
Entramos al ascensor del pasillo y esperamos pacientemente.
—Tengo que pagar el condominio de este mes —recordó de golpe—, con tantos rollos se me olvidó —mencionó y besó mi mano.
Me sentí tan protegida con ese gesto. La verdad es que mi vida entera dependía de él, desde que me conoció decidió hacerse cargo de mí. Antes de conocerlo yo vivía en una residencia cerca del campus y con el tiempo decidió alquilar un domicilio mejor para vivir los dos, también me ayudaba a pagar mi carrera y en todo lo que necesitara. Según él, así compensaba todo lo que debía soportar con lo de Andrea.
Si supiera que a mí no me importaría vivir sin comodidades, con tal que fuera solo mío.
—Yo sigo pensando que es muy caro este lugar —le comenté mi punto de vista—, yo estaba cómoda en mi antigua residencia.
Negó la cabeza en desacuerdo.
—Era muy pequeño amor, ni siquiera podíamos estar juntos en la ducha sin parecer dos pepinillos enlatados.
Eso me hizo reír.
—No exageres, lo que pasa es que estas acostumbrado a los lujos pero sabes bien que eso no me importa.
—Y por eso te amo y me juego todo por ti —me volvió a besar la mano—, porque no eres materialista —sus palabras me llenaron de ternura. Adoro cuando me trata así.
Llegamos al recibidor del edificio y salimos al estacionamiento, nos subimos en su camioneta y Aaron emprendió camino. Puse música todo el rato y cuando llegamos al campus bajamos del auto.
Aaron sostuvo mi mano y así entramos a la universidad. Aquí no teníamos que ocultarnos, Andrea no estudiaba y tampoco había nadie que pudiera vernos y armar chismes. Hasta los momentos estos seis meses lo llevábamos bien, aquí eramos la pareja perfecta, súper normal a los ojos de la mayoría.
Si supieran que esto era como de novela...
Aaron me acompañó a mi aula de clases y con la promesa de vernos para almorzar nos dimos un beso de hasta pronto.
Entré al salón y me ubique junto a mis dos personas favoritas en este enorme lugar: Tommo y Tito. En realidad se llamaban Tomás y Teobaldo pero yo les decía así de cariño. Eran hermanos gemelos y podía decir que mis amigos en mi corta lista social. Desde que estudiamos el primer semestre nos volvimos inseparables. Era raro estar con ambos al mismo tiempo, como si tuviera un espejo a cada lado. Todavía me costaba un poco reconocer quien era quien sino me hablaban, lo único que los diferencia a mis ojos es su personalidad, Tito es más extrovertido y por lo tanto su actitud es más alborotada que la de Tomás. Siempre tiene un chiste para decir. En fin, eran mi alegría diaria y quienes me acompañaban en mis momentos de soledad cuando Aaron estaba con Andrea. Y por supuesto, mis paños de lágrimas. —El galán te vino a traer, ah —musitó Tomás cuando me senté junto a ellos. —Por fin tiene tiempo para ti —Tito dijo de mala gana a mi otro lado. Si, tenía la costumbre de sentarme en me
—Hola muchachos —Aaron los saludo serio, porque así era él con los chicos que estaban a mi alrededor. Así fuesen mis amigos. Tito no habló, se notaba a leguas que se estaba mordiendo la lengua para no soltar algún saludo sarcástico. —Hola tío ¿como vas? Tomás si lo saludó, porque no tenía nada en su contra y Aaron le devolvió la sonrisa en saludo. —¿Vamos a comer? —me preguntó mi amor y asentí. Me despedí de los gemelos y con una despedida de Tomás y un berrinche por parte de Tito me hice camino con Aaron. —¿No comeremos en la cafetería? —pregunté cuando note que íbamos hacia el estacionamiento. —No amor, hoy vamos a comer con Raell —dijo y me tomó por sorpresa. Nunca he conocido ningún amigo suyo. No dije nada y emprendimos camino a quien sabe donde, me preguntó como estuvieron mis clases y me contó sobre las suyas. Que como está terminando la carrera todo es más exigente y cosas así. Pasado un resto llegamos adonde quedaron él y Raell de verse y conocía el lugar, e
—Mañana habrá una reunión en la costa —empezó a decir Raell—. Estarán ciertos empresarios y amigos de mi papá. Deberías ir, así conoces a Wilker Ramos, el empresario que recluta estudiantes de economía. Note cómo mi novio se puso algo tenso. —Ya sabes que no puedo ir a esas reuniones sin mi papá y el de Andrea —dijo Aaron algo serio—, ellos tienen otros planes para mí. Raell rodó los ojos, —ya es hora que saltes de ese barco —lo aconsejó y la conversación me dejó intrigada—. Te hunden y no te dejan ser libre. —No quiero hablar de eso —Aaron me miró de reojo nervioso. Era como sino quisiera que yo escuchase algo o descubriera esa faceta suya. Raell se acordó que estaba aquí y cerró la boca. Eso me dio un mal sabor de boca, algo se traían estos dos. Aaron nunca me hablaba de sus padres, ni de su relación familiar. Ahora que me ponía a ver, no sabía casi nada de su vínculo social. Lo único que sabía era lo poco que me contaba, cuando estaba conmigo solo eramos él y yo —Ya vue
El ambiente se formó insoportable en menos de un segundo. Quise salir corriendo pero la situación no me dejaba salida, solo permanecí en mi lugar esperando que Aaron interviniera en este enredo. —¿Quién es ella? —preguntó la susodicha mirándome con curiosidad. No tenía ápice de celos o molestia, solo eso: curiosidad. —Ella es una amiga —respondió Aaron cuando por fin encontró su voz—. De hecho es la novia de Raell —añadió y decir que me dolió fue poco. Si antes me sentí diminuta, ahora quería desaparecer. Andrea sonrió gustosa por la noticia. —¡Que bien! —su emoción fue grande—. No mencionó nada en la fiesta de bienvenida que malo es. —Es que apenas lo dejaron respirar ese día —Aaron soltó una risita nerviosa y sentí como me miraba. Yo no lo hice, era capaz de explotar aquí mismo si encontraba sus ojos. —¿Me perdí algo? —se escuchó la voz de Raell cuando regresó a la mesa. Lo miré apenada, por la bomba que estaba apunto de explotar en sus narices. —Que tienes novia y n
¡Hostias! Que suplicio. —¿Y dónde se conocieron? Si estuviste en Italia todo este tiempo —siguió de intensa. Raell y yo nos miramos las caras sin saber que decir. Yo me quedé callada, no iba hacer más grande esta telaraña. —Nos conocimos antes de irme, la verdad me dolió dejarla pero la espera valió la pena —él armó un peliculón en cuestiones de segundos y me sorprendió su habilidad para mentir. Porque hasta creíble era el cuento. —¡Qué romántico! —esta de un feliz ella—, ¿Y mantuvieron una relación a distancia todo este tiempo? ¡Dios mío! Que deje de preguntar tanto. —Si, por eso cuando llegué lo primero que hice fue localizarla —me miró y añadió—: La extrañé muchísimo. Estaba sudando, se notaba que esta situación ya lo estaba poniendo incómodo. Bien hecho, nadie lo mandó a invitar Andrea a comer con nosotros. —Pues el sábado tendremos una reunión en el yate que me regaló mi papá, así que los espero allí —nos invitó y en eso le acarició con cariño el cabello a Aaron.
Si la familia de Aaron tenía dinero, la de Raell parecía tener el doble. Me abrió la puerta y me pareció muy amable de su parte, subí y me sentí tan extraña en un auto cómo este, todo era tan limpio y nuevo que me dio miedo hasta poner los zapatos en la alfombra y que se ensuciara. Cuando Raell subió encendió el aire acondicionado y emprendió camino. Suspiré para mis adentros, recordar la escena de Andrea con Aaron me taladraba el pecho, hoy me di cuenta que ella tiene más poder sobre él que yo. Lo que más me dolió es que él no hizo nada por detenerla, e inventar que yo era novia de Raell sobrepasó los límites. —¿Vives Cerca del centro? —Raell me hizo aterrizar a la realidad. Lo miré apenada. No lo conocía en absoluto y estaba en su auto después de interrumpir su almuerzo por culpa de mis enredos con Aaron. —Vivo en la intercomunal, en uno de esos edificios —le di mejor la dirección y lo puso en su GPS. —Disculpa que le siguiera el juego a Aaron —lo escuché decirme después de u
—Gracias, aunque nisiquiera tengo tu número —bromee y enseguida sacó su teléfono. —Dicta los dígitos y te llamo para que tengas el mío —eso fue tan rápido que hasta me tomó por sorpresa. Aún así accedí y le dicte mi número de teléfono. Efectivamente, me llamó y pude guardar el suyo. —Ya tienes mi número, no hay excusas —ahora el que bromeó fue él y le sonreí en respuesta. Me despedí por última vez y bajé de la camioneta para entrar al edificio. Lo que hice fue entrar al apartamento y dejé salir las lágrimas. Estaba devastada. Aaron no tenía corazón, era tan egoísta, cínico, golipollas y miles de profanidades más. Y yo una completa idiota por soportarlo... Es que ¿qué necesidad tenía yo de aguantar esto?, ¿de verdad era amor lo que sentía por él, o simple dependencia emocional? Me sentía tan confundida y molesta en este momento, con ganas de dejar todo esto sin mirar atrás. Pero dolía, la sola idea de dejarlo me rompía el corazón en mil pedazos. Odiaba estar así, tan sensi
—Lo reconozco —se sentó junto a mí en la cama—. Sé que no debí inventar eso, pero me bloqueé. Traté de no ceder, porque cuando lo tenía cerca siendo tan amable conmigo era muy blandengue. —Tuviste miedo de perderla en ese momento. —¿Qué? Claro que no Liz —sostuvo mi mano—, pero si se enteraba mi mundo se viene abajo y tu lo sabes bien. —A mí ya no me importa si te quedas sin dinero o no —aparte su mano de la mía—. Esto no me afectaba antes pero verte con ella fue mi límite Aaron. —¿Qué quieres decir con eso? —preguntó temeroso. Me di valor para lo próximo que diría. —Que no quiero seguir contigo si estás con Andrea —se lo dejé claro, ya era tiempo de poner las cosas claras. Ya no quería ser la otra, quería ser la oficial y sino estaba dispuesto hacerlo entonces así me doliera tomaría otro rumbo sin él. —Amor por favor no me hagas esto —suplicó—, lamento lo de hoy no quiero que pienses que Andrea me importa más que tú —sostuvo mis mejillas con cariño. »eres la mujer que amo