Estaba estudiando, no te pongas así.
Su respuesta llegó rápido.
Estoy en el edificio, ya voy subiendo.
Mi corazón dio un vuelco cuando leí el mensaje y como una loca guarde todos los libros y medio arregle la cama. Quise cambiarme de ropa pero escuché la puerta del apartamento abriéndose.
—¡Llegó el hombre de tu vida mi amor! —Aaron saludó cuando cerró la puerta.
Llegué hasta el recibidor y me sonroje cuando se me quedó mirando completita. Tenía puesta solo una bata de seda. Obvio, si mi pensado era dormir no esperarlo a él.
—Toda esa espera valió la pena, ahora que te veo así —se acercó a mí y cuando me tuvo entre sus brazos, me apretó la cintura con deseo.
Casi gimo en el acto.
—Tengo ganas de ti Liz —dijo con su voz enterrada en mi cuello—. No veía la hora de venir a verte.
Sus palabras me derritieron completa. Siempre tenían ese poder sobre mí.
—Quiero quitarte esta bata —comenzó a subirla poco a poco, hasta llegar a mis glúteos—. Apretar este rico trasero y darle nalgadas por no responderme rápido —dio una palmada y di un brinco en mi lugar.
Luego sostuvo mis mejillas demandante y me dio un beso voraz, lleno de pasión y deseo. Se lo correspondí y llevé mis manos a su nuca, tirando de los cabellos que tenía más arriba.
Me cargó y con mis piernas enredadas en su cadera me llevó hasta la cama en mi habitación. Allí nos besamos, me quitó la poca ropa que tenía y fui suya sin control.
Terminamos agotados y con la respiración entrecortada me acercó a él, para que reposara en su pecho.
—Te amo Liz —dijo y cerré los ojos reconfortada con esa frase.
Eran ese tipo de cosas las que me hacían soportar toda esta situación y guardar la esperanza de que todo pasaría pronto.
—Te amo Aaron —respondí y nos quedamos en silencio disfrutando nuestra compañía.
—Te extrañé mucho —dijo luego de un rato—, lo único bueno en esa reunión fue ver a mi amigo de nuevo.
Levanté un poco la cabeza para mirarlo, —¿Tenías mucho tiempo sin verlo?.
—Si, él se fue a estudiar a Italia —comentó y lo escuché atenta—. Recién terminó su carrera el mes pasado, ya era hora de volver a casa.
Supe que hablaba de Raell, ambos eran muy amigos desde pequeños, pertenecían al mismo vínculo social adinerado. Muy pocas veces lo vi por video llamada cuando hablaban los dos y en una que otra foto.
—¿Y se quedará definitivamente en Barranquilla?.
Asintió, —Por lo que dijo si, aunque conociéndolo seguro se dedica a viajar a él no le gusta un solo aposento.
Suspiré para mis adentros, ese también es mi deseo, poder viajar por todo el mundo y conocer muchas culturas.
—Como sea, ya no quiero seguir hablando de los demás —dijo y me atrajo a su pecho—. Ahora solo quiero disfrutar mi momento contigo.
Me dejé hacer y fui feliz cuando dejó un beso en mi frente.
—¿Vas a dormir conmigo hoy? —pregunté esperanzada.
—Hoy y muy pronto todos los días de nuestras vidas —susurró en mis labios y me enamoré cómo enésima vez de él.
Era tan tierno conmigo, así me era imposible dejarlo. Nos abrazamos y dormimos acurrucados. Disfrutando del calor que emanaba nuestros cuerpos. Si, así deseaba dormir todos los días de mi vida. (...) Me levanté temprano con la intención de hacer desayuno, ya que Aaron le gustaba comer y estar listo temprano para llegar a clases a tiempo. Preparé algo ligero para los dos y cuando comimos nos fuimos arreglar para irnos a la universidad. Miré mi otra yo del espejo después de un rato y sonreí con el resultado, use un pantalón talle alto, un top blanco y una chaqueta de Jean. Sencilla pero bonita. Así era mi estilo. Aaron entró al armario y me dio un escaneo completo, la sonrisa que tuvo al final me levantó la moral. —¿Ese mujerón es mi novia? Su halago me subió la autoestima a mil. —Toda completa —le di un guiño coqueta. Llegó hacia mí para darme un beso, bueno muchos besos. —Ya nena, mejor vámonos antes que te arranque la ropa —dijo entre besos y risueños salimos del ap
Entré al salón y me ubique junto a mis dos personas favoritas en este enorme lugar: Tommo y Tito. En realidad se llamaban Tomás y Teobaldo pero yo les decía así de cariño. Eran hermanos gemelos y podía decir que mis amigos en mi corta lista social. Desde que estudiamos el primer semestre nos volvimos inseparables. Era raro estar con ambos al mismo tiempo, como si tuviera un espejo a cada lado. Todavía me costaba un poco reconocer quien era quien sino me hablaban, lo único que los diferencia a mis ojos es su personalidad, Tito es más extrovertido y por lo tanto su actitud es más alborotada que la de Tomás. Siempre tiene un chiste para decir. En fin, eran mi alegría diaria y quienes me acompañaban en mis momentos de soledad cuando Aaron estaba con Andrea. Y por supuesto, mis paños de lágrimas. —El galán te vino a traer, ah —musitó Tomás cuando me senté junto a ellos. —Por fin tiene tiempo para ti —Tito dijo de mala gana a mi otro lado. Si, tenía la costumbre de sentarme en me
—Hola muchachos —Aaron los saludo serio, porque así era él con los chicos que estaban a mi alrededor. Así fuesen mis amigos. Tito no habló, se notaba a leguas que se estaba mordiendo la lengua para no soltar algún saludo sarcástico. —Hola tío ¿como vas? Tomás si lo saludó, porque no tenía nada en su contra y Aaron le devolvió la sonrisa en saludo. —¿Vamos a comer? —me preguntó mi amor y asentí. Me despedí de los gemelos y con una despedida de Tomás y un berrinche por parte de Tito me hice camino con Aaron. —¿No comeremos en la cafetería? —pregunté cuando note que íbamos hacia el estacionamiento. —No amor, hoy vamos a comer con Raell —dijo y me tomó por sorpresa. Nunca he conocido ningún amigo suyo. No dije nada y emprendimos camino a quien sabe donde, me preguntó como estuvieron mis clases y me contó sobre las suyas. Que como está terminando la carrera todo es más exigente y cosas así. Pasado un resto llegamos adonde quedaron él y Raell de verse y conocía el lugar, e
—Mañana habrá una reunión en la costa —empezó a decir Raell—. Estarán ciertos empresarios y amigos de mi papá. Deberías ir, así conoces a Wilker Ramos, el empresario que recluta estudiantes de economía. Note cómo mi novio se puso algo tenso. —Ya sabes que no puedo ir a esas reuniones sin mi papá y el de Andrea —dijo Aaron algo serio—, ellos tienen otros planes para mí. Raell rodó los ojos, —ya es hora que saltes de ese barco —lo aconsejó y la conversación me dejó intrigada—. Te hunden y no te dejan ser libre. —No quiero hablar de eso —Aaron me miró de reojo nervioso. Era como sino quisiera que yo escuchase algo o descubriera esa faceta suya. Raell se acordó que estaba aquí y cerró la boca. Eso me dio un mal sabor de boca, algo se traían estos dos. Aaron nunca me hablaba de sus padres, ni de su relación familiar. Ahora que me ponía a ver, no sabía casi nada de su vínculo social. Lo único que sabía era lo poco que me contaba, cuando estaba conmigo solo eramos él y yo —Ya vue
El ambiente se formó insoportable en menos de un segundo. Quise salir corriendo pero la situación no me dejaba salida, solo permanecí en mi lugar esperando que Aaron interviniera en este enredo. —¿Quién es ella? —preguntó la susodicha mirándome con curiosidad. No tenía ápice de celos o molestia, solo eso: curiosidad. —Ella es una amiga —respondió Aaron cuando por fin encontró su voz—. De hecho es la novia de Raell —añadió y decir que me dolió fue poco. Si antes me sentí diminuta, ahora quería desaparecer. Andrea sonrió gustosa por la noticia. —¡Que bien! —su emoción fue grande—. No mencionó nada en la fiesta de bienvenida que malo es. —Es que apenas lo dejaron respirar ese día —Aaron soltó una risita nerviosa y sentí como me miraba. Yo no lo hice, era capaz de explotar aquí mismo si encontraba sus ojos. —¿Me perdí algo? —se escuchó la voz de Raell cuando regresó a la mesa. Lo miré apenada, por la bomba que estaba apunto de explotar en sus narices. —Que tienes novia y n
¡Hostias! Que suplicio. —¿Y dónde se conocieron? Si estuviste en Italia todo este tiempo —siguió de intensa. Raell y yo nos miramos las caras sin saber que decir. Yo me quedé callada, no iba hacer más grande esta telaraña. —Nos conocimos antes de irme, la verdad me dolió dejarla pero la espera valió la pena —él armó un peliculón en cuestiones de segundos y me sorprendió su habilidad para mentir. Porque hasta creíble era el cuento. —¡Qué romántico! —esta de un feliz ella—, ¿Y mantuvieron una relación a distancia todo este tiempo? ¡Dios mío! Que deje de preguntar tanto. —Si, por eso cuando llegué lo primero que hice fue localizarla —me miró y añadió—: La extrañé muchísimo. Estaba sudando, se notaba que esta situación ya lo estaba poniendo incómodo. Bien hecho, nadie lo mandó a invitar Andrea a comer con nosotros. —Pues el sábado tendremos una reunión en el yate que me regaló mi papá, así que los espero allí —nos invitó y en eso le acarició con cariño el cabello a Aaron.
Si la familia de Aaron tenía dinero, la de Raell parecía tener el doble. Me abrió la puerta y me pareció muy amable de su parte, subí y me sentí tan extraña en un auto cómo este, todo era tan limpio y nuevo que me dio miedo hasta poner los zapatos en la alfombra y que se ensuciara. Cuando Raell subió encendió el aire acondicionado y emprendió camino. Suspiré para mis adentros, recordar la escena de Andrea con Aaron me taladraba el pecho, hoy me di cuenta que ella tiene más poder sobre él que yo. Lo que más me dolió es que él no hizo nada por detenerla, e inventar que yo era novia de Raell sobrepasó los límites. —¿Vives Cerca del centro? —Raell me hizo aterrizar a la realidad. Lo miré apenada. No lo conocía en absoluto y estaba en su auto después de interrumpir su almuerzo por culpa de mis enredos con Aaron. —Vivo en la intercomunal, en uno de esos edificios —le di mejor la dirección y lo puso en su GPS. —Disculpa que le siguiera el juego a Aaron —lo escuché decirme después de u
—Gracias, aunque nisiquiera tengo tu número —bromee y enseguida sacó su teléfono. —Dicta los dígitos y te llamo para que tengas el mío —eso fue tan rápido que hasta me tomó por sorpresa. Aún así accedí y le dicte mi número de teléfono. Efectivamente, me llamó y pude guardar el suyo. —Ya tienes mi número, no hay excusas —ahora el que bromeó fue él y le sonreí en respuesta. Me despedí por última vez y bajé de la camioneta para entrar al edificio. Lo que hice fue entrar al apartamento y dejé salir las lágrimas. Estaba devastada. Aaron no tenía corazón, era tan egoísta, cínico, golipollas y miles de profanidades más. Y yo una completa idiota por soportarlo... Es que ¿qué necesidad tenía yo de aguantar esto?, ¿de verdad era amor lo que sentía por él, o simple dependencia emocional? Me sentía tan confundida y molesta en este momento, con ganas de dejar todo esto sin mirar atrás. Pero dolía, la sola idea de dejarlo me rompía el corazón en mil pedazos. Odiaba estar así, tan sensi