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Capitulo 2: mi protector

Estaba estudiando, no te pongas así.

Su respuesta llegó rápido.

Estoy en el edificio, ya voy subiendo.

Mi corazón dio un vuelco cuando leí el mensaje y como una loca guarde todos los libros y medio arregle la cama. Quise cambiarme de ropa pero escuché la puerta del apartamento abriéndose.

—¡Llegó el hombre de tu vida mi amor! —Aaron saludó cuando cerró la puerta.

Llegué hasta el recibidor y me sonroje cuando se me quedó mirando completita. Tenía puesta solo una bata de seda. Obvio, si mi pensado era dormir no esperarlo a él.

—Toda esa espera valió la pena, ahora que te veo así —se acercó a mí y cuando me tuvo entre sus brazos, me apretó la cintura con deseo.

Casi gimo en el acto.

—Tengo ganas de ti Liz —dijo con su voz enterrada en mi cuello—. No veía la hora de venir a verte.

Sus palabras me derritieron completa. Siempre tenían ese poder sobre mí.

—Quiero quitarte esta bata —comenzó a subirla poco a poco, hasta llegar a mis glúteos—. Apretar este rico trasero y darle nalgadas por no responderme rápido —dio una palmada y di un brinco en mi lugar.

Luego sostuvo mis mejillas demandante y me dio un beso voraz, lleno de pasión y deseo. Se lo correspondí y llevé mis manos a su nuca, tirando de los cabellos que tenía más arriba.

Me cargó y con mis piernas enredadas en su cadera me llevó hasta la cama en mi habitación. Allí nos besamos, me quitó la poca ropa que tenía y fui suya sin control.

Terminamos agotados y con la respiración entrecortada me acercó a él, para que reposara en su pecho.

—Te amo Liz —dijo y cerré los ojos reconfortada con esa frase.

Eran ese tipo de cosas las que me hacían soportar toda esta situación y guardar la esperanza de que todo pasaría pronto.

—Te amo Aaron —respondí y nos quedamos en silencio disfrutando nuestra compañía.

—Te extrañé mucho —dijo luego de un rato—, lo único bueno en esa reunión fue ver a mi amigo de nuevo.

Levanté un poco la cabeza para mirarlo, —¿Tenías mucho tiempo sin verlo?.

—Si, él se fue a estudiar a Italia —comentó y lo escuché atenta—. Recién terminó su carrera el mes pasado, ya era hora de volver a casa.

Supe que hablaba de Raell, ambos eran muy amigos desde pequeños, pertenecían al mismo vínculo social adinerado. Muy pocas veces lo vi por video llamada cuando hablaban los dos y en una que otra foto.

—¿Y se quedará definitivamente en Barranquilla?.

Asintió, —Por lo que dijo si, aunque conociéndolo seguro se dedica a viajar a él no le gusta un solo aposento.

Suspiré para mis adentros, ese también es mi deseo, poder viajar por todo el mundo y conocer muchas culturas.

—Como sea, ya no quiero seguir hablando de los demás —dijo y me atrajo a su pecho—. Ahora solo quiero disfrutar mi momento contigo.

Me dejé hacer y fui feliz cuando dejó un beso en mi frente.

—¿Vas a dormir conmigo hoy? —pregunté esperanzada.

—Hoy y muy pronto todos los días de nuestras vidas —susurró en mis labios y me enamoré cómo enésima vez de él.

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