Casi era medio día, cuando Walter salió de la casa grande, más precisamente de la oficina de Loan, donde había sido llevado por el oriental, para explicarle cuales eran las tradiciones a la hora del matrimonio en su cultura, mientras su hermana y primos esperaban por él, muy cerca del límite del bosque.— Liz, allí va Walter, ve por él. — ordeno Dalia mordiendo sus uñas, un mal habito que había erradicado hacia años, pero al parecer estaba regresando ante la ansiedad de la joven.— Claro que iré por él. — Lizbeth estaba furiosa, ¿le caía mal Mei? No, pero tampoco le caía muy bien que digamos.— Esto está mal, Walter se debe de sentir amenazado o algo para aceptar tal cosa. — comenzó a balbucear Renzo, desde que el desayuno había acabado el de ojos azules se había mantenido en silencio, sin saber que decir o pensar.—No es Walter quien me preocupa. — finalizo sus suposiciones Dalia y Renzo la vio con intriga. — ¿Qué hay entre Huang y tú? — disparo la pregunta, sin rodeo alguno y Renzo
La mente de Shen era un caos total, lejos de meditar sobre lo que su padre le había aconsejado, su cabeza solo podía pensar en lo sexy que se veía Lizbeth, su pequeña cintura y su delicado rostro destellaban en su mente con cada parpadeo que daba, no negaría que desde que la vio sintió algo, una sensación de poder quizás, era como si alguna fibra en él, le hiciera saber que con esa rubia el podria hacer lo que quisiera, pues se adaptaría a lo que él deseara, mientras que al abrir los ojos solo podía ver a Dalia, no porque la tuviera en frente, más era como si la regordeta fuera el mismo sol, presente en cada lugar, algo digno de observar y adorar, algo que jamás podria someter a lo que él quisiera, más bien seria al revés, ante sus ojos Dalia era peligro, alguien que no caería bajo sus órdenes, Dalia era más de ordenar y el resto de obedecer. Y mientras los minutos se convertían en horas, Shen descubrió que sentía algo muy fuerte por dos mujeres de las cuales no debería sentir nada má
Dalia:Mientras preparaba un par de aperitivos para llevarle a Shen y sus hermanos, las palabras de Loan taladran mi mente, me parece irónico que sus hijos puedan creer ciegamente en el destino, pero, que pongan en tela de juicio las maldiciones.Me resulta sumamente irónico que lo que más nos ligue a esta cultura sea una maldición, pues los Bach hemos transitado varias maldiciones a lo largo de las décadas, desde que nacieran solo hombres en la familia, maldición que rompió Kimberly al nacer, hasta la de tener hijos únicos, y esa maldición la rompimos Renzo y yo, y no es solo algo que se diga a la ligera, la evidencia esta allí, entonces ahora realmente temo por Walter, y no solo por la maldición, pues gracias al calor sofocante a esta hora, pude recoger el sudor de Huang y Mei, ahora estoy lista para regresar, tengo muestras de los tres Zhao para entregar a Lucero, pero aun así… esta misión que en un principio fue lo más importante que se me solicito, ahora carece de todo interés, p
La sala del hogar de Shen se mantenía en silencio, solo con las palabras de Dalia haciendo eco por el lugar o mejor dicho en la mente de cada uno de los que allí estaban, hasta que al fin Lizbeth hablo.— No tenías derecho a ocultarnos todo esto. — la rubia vio a su hermano, sin terminar de comprender porque nunca les dijo nada.— No fue fácil guardar su secreto, pero yo no rompería su confianza, además… Dalia tenía miedo de lo que ustedes pudieran hacer y yo también, Dalia no es la única que está cansada de cuidar y solucionar problemas ajenos.— Bien, al menos tu ya no deberás preocuparte por nosotros. — Renzo giro sobre sus tobillos, lejos de ir a ver a su hermana comenzó a caminar hacia la salida.— ¿Qué piensan hacer? — indago Walter al notar que su hermana se dirigía a su habitación.— El viaje termino. — aseguro Renzo con amargura, porque aún queria seguir viendo a Huang, al menos con eso se conformaba, y sabía que una vez que regresara a su país, ya no volvería a las tierras d
Dalia estaba recostada en la habitación que el avión privado de la familia Bach poseía, ya no se creía capaz de seguir fingiendo que no le molestaba o así sea le aturdía todo lo que había sucedido en las últimas 24 horas, lo que había pasado en la villa de la familia Zhao, su vida había cambiado al completo en solo semanas, era irreal todo lo que había sucedido, no era solo el descubrir que odiaba su apellido materno, odiaba ser políticamente correcta, pues esa era la función de un Bach, o mejor dicho de las mujeres Bach, más si se deseaba aspirar a obtener el título de cabeza de la familia, debías poseer un legajo limpio, sin relación con la política o fuerza de seguridad, mucho menos con la mafia, debías aceptar y ejecutar todo a la perfección, pero ese ya no era el caso para Dalia; no solo por descubrir que ya no deseaba ser políticamente correcta, ya no queria aspirar a ser cabeza de la familia y no porque creyera que no estaba capacitada, solo era el comprender que estaba cansad
El corazón de Dalia se oprimió, un pequeño dolor se instaló en su pecho, era soportable, pero molesto, como quien tiene una espina en la mano y esta pincha con cada movimiento, Dalia sentía que tenía una espina en medio de su corazón y con cada palabra de Lizbeth, esa se enterraba aún más.— Fue algo mágico, en verdad. — aseguraba la rubia, mientras sus ojos brillaban. — Luego de ayudar a Renzo a organizar sus cosas, fui a dar un paseo, estaba… molesta por ser una cobarde. — reconoció a la vez que su sonrisa se borraba. — No queria dejarte sola luego del secuestro, pero no podía verte a los ojos, sé que te falle, sé que todo lo que pasaste fue por mi culpa y…— Eso ya no importa Liz. — murmuro sacando fuerzas de donde no las tenía. — Solo dime… ¿Cómo fue? — no conocía a Shen más que lo que vio esos días, era consiente que no podía confiar en él, pero si conocía a su amiga, más de lo que conocía a su hermano, necesitaba saber que tan especial fue para Lizbeth, todo aquello.— Mágico, e
Renzo lavo su cara antes de ingresar en la habitación del avión, debía avisarles a las jóvenes que estaban a punto de descender y debían regresar a sus asientos, y aunque trato de que no se notara que había estado llorando, no lo consiguió, sus ojos estaban hinchados, su brillo se había extinguido, más parecía un muerto viviente, que uno de los solteros más codiciados del país; pero sus inquietudes aumentaron cuando al ingresar descubrió a las jóvenes en un mar de lágrimas.— ¿Qué es sucede? — indago sorprendido y llegando al borde de la cama.— Nada, solo que extrañaremos a Walter. — Lizbeth creía que, si le contaba la verdad a Renzo, este solo se reiría de ellas, miles de veces les había asegurado que el amor no existía, al menos no para personas como ellas, que al tener tanto dinero los sentimientos dejaban de ser verdaderos.— No es eso. — contradijo Dalia, viendo por un fugaz momento a Lizbeth, para luego clavar sus ojos en Renzo, lo había dicho en las tierras del tigre blanco, e
El gran trasero de Linda revoto en el sofá, las lágrimas de Rene desaparecieron de la misma impresión, mientras Renzo y Dalia estaban pálidos.— ¿Cuantos secretos cargas? — murmuro Dalia, saliendo del aturdimiento. — ¿Cómo haces para engañar a todo el mundo? ¿cómo puedes dormir por las noches? — las manos de la joven estaban hechas puño, mientras la quijada de Renzo estaba tensa, sin embargo, Lucero solo le dedico una sonrisa irónica.— Guardo más secretos de los que me gustaría, el ocultar información no es engañar, es proteger y respetar lo que se me confía solo a mí, soy la que los guía ¿verdad? — los ojos aguamarina de Lucero chocaban con los azules de Dalia, en un reclamo silencioso, que ya no sería tal. — Has deseado mi lugar desde hace tiempo. — Williams y Linda voltearon a ver a su hija, estaban sorprendidos. — Crees que el llevar esta carga es un privilegio. — se lo estaba dejando en claro de una vez por todas, el poder lo es todo ¡qué gran mentira! Lucero deseaba gritárselo