Capítulo 1.2: Despedida.

«Un mes atrás en Wolfsong»

Temprano por la mañana en la manada de Loto de Luna, Anna salía de su armario con una sencilla chaqueta de algodón, la cual, su madre le había sugerido llevar, pues en el avión privado de Alastor, siempre solía hacer mucho frío.

Al volver a su habitación, se encontró con Elizabeth, quien justo estaba cerrando una pequeña maleta de viaje, la cual, la propia loba le había llevado la tarde anterior.

― ¿Llevas todo? ―preguntó Elizabeth sin mirarla

―Sí Eli, llevo toda la ropa que me compraste para hacerme pasar por una omega de clima tropical ―

Reprimiendo una risita, Elizabeth apoyó sus dos manos sobre la maleta que acababa de cerrar.

― ¡No me hagas reír! ―exclamó ― ¡Sigo furiosa contigo! ―

― ¿Podrías guardar tu ira hasta mi regreso? ―le preguntó Anna al mismo tiempo que la obligaba a girarse para poder verla ―Eli, tengo que ir, no puedo dejar a mi padre en manos de ese monstruo, además, es cuestión de tiempo para que venga a buscarme, lo mejor es que nos adelantemos ―

―Ya lo sé Anna, pero tengo miedo de perderte, temo que terminen atrapándote… ―

―Tienes que confiar en tu alfa Elizabeth ―dijo Gino irrumpiendo en la habitación ― ¿Tu maleta esta lista Anna? ―preguntó el beta secamente

―Oh, venga ya, ¿también estás molesto? ―preguntó Anna un poco irritada

El apodo de “Uvita” no era su favorito, sin embargo, cuando Gino la llamaba por su nombre, había dos motivos para ello, había lobos de otra manada alrededor, o bien, estaba furioso con ella.

―Gino, ¡sabes que debo ir de incógnito! ―

―Ya lo sé Anna ―dijo Gino tomando la maleta de la cama ―Sin embargo, soy tu beta, debiste llevarme contigo, o incluso a Lysander, que vayan solos, es… Imprudente ―

Al ver que su amigo y beta temblaba debido a su enojo, Anna sonrió y negó con la cabeza antes de girarse hacia Elizabeth.

― ¿Puedo abrazar a tu compañero? ―le preguntó a la joven, la cual, asintió al mismo tiempo que hacia todo lo posible por no reír ante la notable indignación de su compañero al verse ignorado ―Gino, voy a volver a casa y voy a traer a mi padre conmigo ―dijo Anna aferrándose fuertemente al joven, el cual, no tardó en devolverle el abrazo ―Una vez que él vuelva, iremos juntos a destruir ese reinado de mentiras, sin embargo, hasta que eso suceda, debemos ser cuidadosos y actuar con la cabeza fría ―

Ante su intento de controlar sus emociones, Anna hipó, por lo que, a sabiendas de que su alfa estaba luchando por no llorar, Gino la apretó más fuerte en un intento por brindarle confianza.

―Gino… ―susurró la joven ―Por favor, dime que vas a cuidar a nuestra gente y que los vas a preparar correctamente para lo que se viene… Yo… No quiero perder a nadie, los amo a todos… ―

―Uvita… ―masculló el lobo

―Por favor, Gino, júrame que los protegerás, en este momento, tú y yo somos el beta y la alfa de esta manada, no podemos pensar en nuestros sentimientos, primero está nuestra gente y su seguridad ―

―Lo sé Uvita ―susurró Gino, quien sonrió con orgullo ante las palabras de la joven

Sin duda, era la digna alfa de su manada.

―Lo haré ―dijo quedamente ―Confía en mi Uvita, me encargaré de protegerlos y de preparar a nuestros guerreros, mantendré todo en orden durante tu ausencia ―

―Gino… ―gimoteó Anna aferrándose con fuerza al cuerpo del lobo ―Te juro que voy a arreglar esto, y entonces, haremos las cosas bien ―

Justo cuando iba a responderle, el olor a sal de las lágrimas de Elizabeth llegó a la nariz del joven, por lo que, al levantar la cabeza y clavar sus ojos en ella, Gino no tardó en abrir sus brazos para que la joven se uniera a ellos.

―Bonita, está todo listo ―dijo la rasposa voz de Lysander detrás de ellos―Los autos están en la entrada y Caleb acaba de llegar al hangar ―

―Bajaré tu maleta ―dijo Gino soltándolas para poder tomar el equipaje de Anna

―Gracias ―dijo Anna sonriéndole antes de clavar sus ojos en Lysander, quien estaba de pie en el marco de la puerta con la cabeza gacha ―Ven aquí Lys, abrázame ―

Sin si quiera detenerse a pensárselo, Lysander corrió hacia la joven y la cubrió en un fuerte abrazo.

―Por Selene ―dijo Elizabeth divertida ―Lysander la vas a asfixiar ―

―Se recuperará ―dijo Lysander hecho un mar de lágrimas ―Tiene un largo camino por delante, se recuperará en el trayecto ―

―Sí, pero para eso debo estar viva Lys ―dijo Anna riendo con dificultad

―Bonita, Gino tiene razón, deberían llevarse a uno de nosotros ―dijo el joven lobo soltándola

Al ver el rostro preocupado del joven, como pudo, pues Lysander era casi tan alto como Dante, Anna limpió sus lágrimas y le sonrió amablemente.

―No, su deber es ayudar al señor Ariel y a mi abuelo Adriano, como sus alfas y como sus amigos, Dante y yo confiamos ciegamente en ustedes ―

Ante sus palabras, Lysander se sorbió la nariz y asintió enérgicamente.

―Venía a decirte que, además de los autos, los demás ya están abajo ―

―Gracias Lys, vamos entonces ―dijo Anna tomando la mano de Elizabeth, quien se dejó llevar todo el camino hasta el exterior de la casa

―Tienes que estar de broma ―gruñó Lysander nada más los tres salieron de la casa ― ¡¿Este también va?! ―preguntó señalando a Armin con un dedo, mientras que el joven, ignorándolo, subía su maleta a la parte trasera de un auto

―Lysander, no seas grosero, es un futuro alfa ―dijo Dante obligándolo a bajar el brazo ―La idea tampoco es que me fascine, pero amenazó con ir a Arcadia por su cuenta, así que Zeth prefirió dejarlo ir, a final de cuentas, Gerard continuará prestándonos su ayuda ―

―Ay por favor ―gruñó Lysander con fastidio ―Este no va por el hechicero ―

―Eso ya lo sé Lys, sin embargo, la decisión está tomada, por favor, quédate aquí y ayuda al señor Adriano, es una orden ―

―Bien, como digas, alfa ―dijo Lysander de mala gana

―Te lo confío ciegamente ―dijo Dante apretándole el hombro con suavidad

Ante el voto de confianza y su amable sonrisa, los ojos de Lysander no tardaron en volverse a llenar de lágrimas.

―No te fallaré, te lo juro ―gimoteó Lysander

―De acuerdo sobrinita, nos veremos en Sangre Protectora mañana por la mañana ―le dijo Zeth a Anna tras abrazarla ―Pasaré el día en Niebla Profunda para cubrir mi historia, y de paso, le contaré a Félix lo sucedido con el alfa y de nuestro plan para recuperarlo ―

―Por favor ten mucho cuidado tío Zeth ―

―Lo tendré ―dijo Zeth dándole un suave golpecito en la nariz ―Cuando llegues a Sangre Protectora, escucha todo lo que el señor Elián te diga y no le causes problemas, y por favor, descansa, nos iremos al amanecer ―

―Vale ―masculló Anna, por lo que, tras asentir, Zeth le sonrió y tras echarle una última mirada a todos, se apresuró a subir al Ferrari de Dante

―Debes confiar mucho en él si le prestas algo tuyo ―dijo Armin observando como el coche se alejaba a toda velocidad

―Lo hago ―dijo Dante antes de acercarse a Catherine, quien lo abrazó con fuerza ―Volveré pronto mamá, te lo prometo ―

―Lo sé hijo, eres igual a tu padre, jamás has roto una promesa ―dijo Catherine apretándolo suavemente antes de soltarlo ―Los estaremos esperando ―dijo en dirección a Anna

―No tardaremos ―dijo la joven asintiendo

―Catherine, por favor, te suplico que cuides de mi manada ―le dijo Iva al mismo tiempo que abrazaba a la mujer

―Quédate tranquila Iva, lo haré ―dijo Catherine ―Y tú, por favor no desarrolles nuevas fobias, no le des más problemas a mi suegro ―

Ante las palabras de la Luna, todos soltaron una carcajada.

―No lo haré Catherine, creo que estoy más concentrada en mantener mi vínculo ―

―Vale, entonces márchense, les espera un largo camino hasta Sangre Protectora ―dijo Catherine acariciando el rostro de su mejor amiga, quien comenzó a lagrimear

Tras terminar de despedirse, Anna, Iva, Ares, Dante, Armin, Marcia y Ragnar, se dividieron y subieron a dos autos diferentes. Cuando estos emprendieron la marcha, Adriano, Nora, Zinerva, Daryl, Alda, Neilan y Wyatt, se despidieron de ellos a las afueras de la propiedad alfa, sin embargo, sin perder ni un solo segundo, Elizabeth se apresuró a subir al lomo de Giotto, quien se echó a correr detrás de los autos siendo seguido por los lobos de Lysander, Gabrielle, Jaden, Pía, Jared y Leo.

Al entrar a la zona residencial, más lobos se unieron a la carrera, por lo que Anna, asomó la cabeza por la ventanilla y les dedicó la más grande de sus sonrisas, prometiéndoles, que volvería pronto y que traería con ella a su padre, por lo que, deseándole suerte, todos los lobos aullaron con fuerza.

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